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Desokupa
Desokupa: un polo de radicalización derechista para hombres cabreados
Llevamos semanas oyendo la cantinela de la okupación, un miedo social que polariza la opinión pública y que termina alimentando los posicionamientos conservadores. Candidatos y políticos de Vox, PP e incluso Valents o Ciudadanos están viendo en este tema un buen motor de titulares y campaña gratuita.
Y es muy llamativo el éxito de este discurso. Mientras hablo de esto en redes sociales, varias personas me mandan mensajes hablando de cómo compañeros de curro, familiares o amigos de clase se ponen rabiosos a favor de los propietarios y compran el miedo al “okupa”, aunque los datos sean claros: no existe un problema real con la okupación.
Esta semana, el inicio de la campaña electoral en Barcelona casi comienza con disturbios. El jueves, Desokupa, la famosa e infame empresa, convocaba una concentración frente a un centro social y residencia okupadas en un barrio barcelonés. En la concentración pudimos ver cómo eran prácticamente todo hombre (muchos tipos mayores pero mucho chaval joven también). El tema de la radicalización masculinista está dando mucho de sí, pero seguimos sin saber qué está pasando con los hombres y, peor aún, cómo poder parar esta deriva reaccionaria. Seguimos necesitando análisis. En este artículo intentaré hilar uno.
No tengo pruebas, tampoco dudas
Dejadme jugar un poco a la especulación política: está habiendo estos días un espectáculo muy (MUY) lamentable de blanqueamiento de una organización para-estatal bastante violenta, aunque es de agradecer su transparencia política de tendencia filofascista y de apoyo claro a Vox (no hay más que meterse en su canal de Telegram). Han sacado artículos lamentables (ABC, El Español, etc.) sobre Daniel Esteve, el cabecilla de Desokupa que pintan como un “superdotado” que habla 15 idiomas, tiene 4 carreras y cabalga unicornios. ¿Casualidad? Nadie se lo cree.
La ultraderecha necesita afincarse en luchas sociales que le acerquen al territorio del pueblo. Sin problemas reales, las acusaciones contra el Gobierno quedan en poco
La ultraderecha necesita afincarse en luchas sociales que le acerquen al territorio del pueblo. Sin problemas reales, las acusaciones contra el Gobierno quedan en poco. Pero si esos problemas no son jugosos, se inventan otros. Pero en este caso buscaron un problema que afectase a los y las españolas (no un simple señalamiento a otros políticos), dando la sensación de una implicación en el tejido social del país y los problemas “”“reales”“” de los españoles.
Por otra parte, Desokupa cumplía con muchos elementos importantes para convertirse en representante de la Cruzada Conservadora en época electoral: responde al perfil “políticamente incorrecto” con el que ligotea la derecha desde hace un tiempo (posición outsider y “antiestablishment”), tiene un tirón de base muy fuerte porque toca con el miedo ya conocido de que te ocupen la casa estando de vacaciones (creado a base de años de spots publicitarios empresas de alarmas y de seguridad privada), no se corta con la bilis contra el Gobierno (Esteve no duda en insultar descaradamente a políticos o movimientos sociales), etc.
A la derecha, además, le falta un brazo más visible de calle. Tiene una fuerte fuerza de choque en la numerosa masa de cuentas anónimas que llenan de comentarios insultantes noticias políticas, además de contar con esa masa reaccionaria denominada Manosfera, un conjunto de foros, paginas, perfiles de redes sociales y canales de Youtube que funcionan radicalizando el mundo digital. Esa “mayoría silenciosa” de la que hablaba Rajoy en su momento sigue siendo un argumento de peso. No tienen aún un brazo fuerte en la calle, sus manifestaciones siempre han sido bastante pobres y tristes. Desokupa podría funcionar como muleta en ese sentido: tiene un tirón importante entre tíos y es bastante atractivo para ese rollete rebelde y contestatario.
Crónica
Crónica Las tres patas del fascismo se alían contra la okupación en Barcelona
La carrera a largo plazo
No hay que olvidar que la nueva derecha radical tiene claro que la guerra cultural es el medio con el que se consiguen cambios sociales profundos. A todos nos suena cómo Steve Bannon, el estratega detrás de las campañas de Trump, creó una revolución cultural para la extrema derecha a nivel mundial cuando puso en prioridad los cambios culturales, un paso previo clave para avanzar cambios políticos. Angela Nagle, experta en estrategias mediáticas de ultraderecha, menciona cómo personajes como el periodista yanqui Andrew Breitbart, el Youtuber británico de extrema derecha Milo Yiannopoulos o políticos como Filip Dewinter (lider del partido belga de extrema derecha Vlaams Block) hablaban de que “la política se encuentra siempre río abajo respecto a la cultura” o que “la mayoría ideológica es más importante que la mayoría parlamentaria”.
La estrategia política pasa entonces a ser una guerra cultural que va creando al votante deseado a través de discursos, de problemáticas mediatizadas, de conceptos que ocupan el centro político
El cambio cultural va poquito a poco, paso a paso, y la nueva derecha radical tiene paciencia. La idea de que el votante que te da la victoria no preexiste al voto sino que puede crearse es una idea bastante rompedora. La estrategia política pasa entonces a ser una guerra cultural que va creando al votante deseado a través de discursos, de problemáticas mediatizadas, de conceptos que ocupan el centro político. Así, esta extrema derecha, a partir de miedos, de rabia, de resentimiento y polarización afectiva va creando ese caldo de cultivo que le permite avanzar elección tras elección. Y están en un punto donde mostrar fuerza en la calle les viene muy bien. Y Desokupa cumplía ese papel perfectamente.
La capitalización política del hombre cabreado
La muestra de que el trabajo en masculinidades tiene una importancia política clave lo muestra, entre otras cosas, esa sobrerrepresentación masculina en la manifestación de Desokupa. Hay un problema ya claro con la radicalización de muchos hombres hacia postulados reeaccionarios con las conquistas del feminismo, del colectivo LGTBIQ+ y de los avances sociales en general.
La extrema derecha está aportándoles una salida productiva a muchos tíos que abrazan estas certezas con ganas
Pero más que esencializar en la masculindad una actitud reaccionaria (esa idea de que los hombres de manera “natural” tenderán a luchar contra los avances sociales y a defender sus privilegios me parece tremendamente problemática, simplista y maniquea) creo que la extrema derecha está aportándoles una salida productiva a muchos tíos que abrazan estas certezas con ganas.
Les da forma (conservadora) a un malestar masculino que, en otros contextos, podría incluso haberse disputado hacia posiciones progresistas. No hablo tanto del señoro facha que odia a las mujeres y a los gays, sino de muchísimos tíos que hace poco no estaban tan seguros de nada, hablo de chavales a los que no hemos llegado desde las formaciones de género, de tipos que no han sabido entender los cambios que se están dando socialmente, y un largo etcétera.
Desokupa funciona como una fuerza de repolitización masculina, un polo que regenera la afección política de muchísimos hombres cabreados con sus vidas
La ultraderecha también les da un lugar de enunciación política. Hombres que no saben colocarse políticamente en los debates de género, debates ecologistas o que no saben verse reflejados en los debates laborales de repente ven cómo son parte importante de un colectivo relevante, y se les escucha. Así funcionan los procesos de radicalización política que tan bien trabaja, por ejemplo, David Saavedra en sus talleres. Así, Desokupa funciona como una fuerza de repolitización masculina, un polo que regenera la afección política de muchísimos hombres cabreados con sus vidas, con lo social y con el Gobierno.
Hay que entender que no es sólo culpa de nuestra incapacidad desde la izquierda (tenemos en contra un aparato mediático enorme, inercias capitalistas que premian la individualización y el miedo, una cultura política del zasca y la falta de debate, etc.), pero quizás también estamos pagando facturas de errores estratégicos en la forma en la que hemos enfocado luchas sociales en los últimos años. Pero eso, eso va para otros artículos.