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Manteros
Manteros en València: persecución y resistencia colectiva
La detención de Ibrahima Tine en la Estació del Nord (València) vuelve a poner sobre la mesa la persecución y el abandono institucional que afrontan los manteros en la capital valenciana. Pese a la precariedad y a la criminalización, los manteros siguen buscando la fórmula para organizarse y reivindicar sus derechos de forma colectiva.
“Me tumbaron al suelo y se pusieron encima. Primero dos agentes y luego llegaron más. Yo gritaba por favor que me dejaran respirar, que se habían confundido, porque yo no estaba vendiendo nada ese día”, relata Ibrahima Tine sobre su detención llevada a cabo por la Policía Local hace dos semanas en el centro de València. Una actuación que califica como “injusta y desproporcionada”, y que le llevará a los tribunales acusado de atentado a la autoridad. Tras una noche en comisaría, ha quedado en libertad provisional sin fianza, a esperas de que se celebre el juicio y con la obligación de personarse una vez al mes en las oficinas de comisaría.
Según relata Tine, se encontraba recogiendo las bolsas de mercancía que tiraron sus compañeros en medio de una persecución de la policía local. “Ya no les basta con quitarles la mercancía. Ahora corren detrás de personas que solo venden en la calle para buscarse la vida”, explica. La viralidad de los vídeos registrados por transeúntes y vecinos en el momento de la detención provocó una respuesta inmediata de las organizaciones sociales, que el pasado domingo realizaron una concentración en el centro de la ciudad para condenar la violencia y la persecución que sufren los manteros en la ciudad.
“Corren detrás de nosotros como si fuéramos delincuentes cuando lo único que estamos haciendo es intentar sobrevivir”, reclama un mantero que lleva más de 10 años viviendo en València y que sigue sin poder acceder a un permiso de residencia
“La policía nos persigue mientras nosotros buscamos la forma de sobrevivir. Corren detrás de nosotros como si fuéramos delincuentes cuando lo único que estamos haciendo es intentar sobrevivir”, reclama uno de los manteros que lleva más de 10 años viviendo en València y que sigue sin poder acceder a un permiso de residencia. “No tenemos otra opción. Vendemos para comer, para pagar la habitación, la luz, el agua. Si la tuviéramos, dejaríamos de correr delante de la policía, pero hacemos esto para poder sobrevivir”, explica otro de los vendedores
Criminalización y precariedad
“Convocamos esta concentración para rechazar la actuación sobre Ibrahima y para decir que los migrantes, y los manteros, tenemos los mismos derechos y merecemos el mismo respecto que cualquier otra persona”, defiende Papa Balla, presidente de la Federación Unión Africana en España. “Entendemos que no se está abordando el problema desde un enfoque social y que, alentados por algunas campañas mediáticas de criminalización, se les persigue y se va a la caza del mantero provocando incidentes graves como el de Ibrahima”, explican desde València Acull. Un enfoque social que ayudaría a entender su situación de vulnerabilidad en el proceso migratorio, con una ley de extranjería que les excluye del mercado laboral y que les empuja a sobrevivir de la manta.
“Existe un negocio detrás de nuestras mantas y somos nosotros los que siempre salimos perjudicados”, remarca otro de los manteros. “No tenemos ninguna protección. Nos atacan diciendo que vendemos falsificaciones, pero nosotros compramos la mercancía aquí, en València. Nos dicen que no pagamos impuestos pero la ley de extranjería no nos permite regularizar nuestra situación”, subraya.
Según la última encuesta de la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (AVACU), la mayoría de las compras de productos falsos realizadas por los valencianos se produce a través de internet, aunque los manteros cargan con la mayor parte del estigma
Respecto a las falsificaciones, según la última encuesta de la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (AVACU), la mayoría de las compras de productos falsos realizadas por los valencianos, un 40,2% del total, se produce a través de internet. Le siguen los puestos legales de venta ambulante, como mercados no sedentarios y rastros, con un 32,28%, y en tercer lugar se encuentra el “top manta” con un 19,05%, aunque solo estos últimos cargan con la mayor parte del estigma.
Inacción de las instituciones
El pasado jueves 29 de octubre, el Pleno del Ayuntamiento rechazaba una propuesta que pretendía, una vez más, poner a los manteros como la causa de los problemas que sufre el pequeño comercio. “Las grandes superficies están ahogando al comercio local y de barrio, pero es más fácil decir que van a por nosotros los manteros”, argumenta Elimane Nguirane, trabajador social y uno de los portavoces de los manteros en las reuniones con el consistorio.
Cierto es que desde la aprobación del Plan Municipal de Inmigración e Interculturalidad, en 2019, el Ayuntamiento de València había iniciado un camino para “explorar alternativas” y mejorar las condiciones de trabajo del colectivo mantero en la ciudad. Un plan vigente hasta 2022, con el que se pretendía “trabajar en un proceso para conseguir, con la forma de una cooperativa, sociedad laboral u otra, su inclusión en los mercados extraordinarios de calle, entre otras líneas de acción”.
“Desde la concejalía de inmigración era fundamental trabajar para garantizar derechos y conciliar, encontrando sinergias entre los sectores afectados sin criminalizar ni estigmatizar a personas que necesitan oportunidades para el empleo digno y con derechos”, destaca Neus Fábregas, quien fuera Concejala de Cooperación al Desarrollo y Migración durante la anterior legislatura. “Con respecto a los manteros, el plan se ha quedado ahí y creo que nadie ha continuado con las líneas de trabajo que habíamos planteado”, expresa Fábregas, y lamenta que por falta de voluntad política no se siga avanzando en buscar soluciones desde las competencias que tiene el Ayuntamiento y en coordinación con asociaciones de comerciantes y mediadores de la policía local.
Colectivos que trabajan con personas migrantes en la ciudad reclaman que se reactive el Consejo Local de Inmigración para seguir buscando alternativas a los problemas que sufren los manteros en la ciudad
Por otro lado, asociaciones y organizaciones que trabajan con personas migrantes en la ciudad reclaman que se reactive el Consejo Local de Inmigración para seguir buscando alternativas a los problemas que sufren los manteros en la ciudad. “Hay un consejo local de inmigración que no está teniendo actividad y que no está teniendo la fluidez que debería”, reconoce Rosario Polito, vicepresidenta del Consejo local de Inmigración en representación del tejido asociativo. “Los manteros al final son la cara visible de una estructura de negocio que hay detrás. Son víctimas de las mafias, de la persecución y de la criminalización pública, por lo que de alguna manera el Ayuntamiento debería seguir trabajando para darles algún tipo de cobertura”, declara.
Organización y lucha colectiva
Con el ejemplo de otras ciudades, como Madrid o Barcelona, se viene gestando en València desde hace ya varios años la creación de un movimiento colectivo que sirva como referente en la defensa de sus derechos y en el reconocimiento de los manteros como sujetos políticos. “El colectivo está empezando un proceso para ser reconocidos políticamente como interlocutores. Es un camino difícil que conlleva muchas reuniones para ver cuáles son nuestros problemas y cuáles serán los siguientes pasos que debemos dar”, explica Nguirane.
“Desde una cooperativa o un sindicato podríamos ofrecer asesoramiento legal, acompañamiento y formación para los que están en situación irregular y en concreto para los manteros. Podemos ofrecer cursos y conocimientos para que puedan encontrar otras vías de sustento, además de poder debatir públicamente sobre nuestros problemas”, explica Mor Diagne, ex-mantero y portavoz del colectivo. “Existe un embrión de movimiento mantero que ahora buscamos reactivar. Esperamos que en poco tiempo podamos anunciar la creación de una cooperativa o de un sindicato mantero aquí en València”, resume Balla.