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Pensamiento
Los ingrávidos
Los ingrávidos (Editorial Sexto Piso, 2011) es la primera novela de la autora mexicana Valeria Luiselli (Ciudad de México, 1983).
Los ingrávidos (Editorial Sexto Piso, 2011) es la primera novela de la autora mexicana Valeria Luiselli (Ciudad de México, 1983). Antes había publicado su libro de ensayos Papeles Falsos (2010) y, posteriormente, Historia de mis dientes (2013) y Los niños perdidos (2017), un ensayo sobre menores migrantes no acompañados en Estados Unidos, que la ha llevado a convertirse en finalista del National Book Critic Circle Award, premio cuyo fallo conoceremos en unos meses.
novela de Corto aliento
Los protagonistas de Los ingrávidos son una mujer casada, con dos hijos, que escribe una novela en la que narra sus años de juventud en Nueva York, y el poeta Gilberto Owen, que en los años cincuenta recuerda su juventud en Harlem, a finales de los años veinte, en compañía de escritores como Federico García Lorca o Zukofsky. Presente y pasado de una y otro constituyen los cuatro tiempos de la novela, en un estilo fragmentario de pequeños párrafos o estampas que se reflejan, como en un juego de espejos, cada una en la inmediatamente posterior, intercalando sutilmente los distintos planos temporales y las voces narrativas.
El conflicto nace, en el caso de la narradora, en la posibilidad misma de escribir: «En una casa tan grande no tengo un lugar para escribir.»; «Puedo escribir de día sólo cuando la bebé duerme siestas a mi lado.»; «Yo tengo una bebé y un niño mediano. No me dejan respirar. Todo lo que escribo es –tiene que ser– de corto aliento. Poco aire.» Quizás debido a esta dificultad llega a referirse a la posibilidad de su novela como «Una novela silenciosa, para no despertar a los niños.» Es, al fin y al cabo, cuando ellos duermen cuando consigue escribir. A estas dificultades se suma un marido que «quiere saberlo todo», que lee lo que ella ha escrito la noche anterior y le pregunta cuánto hay de verdad y cuánto de ficción. El interés y los juicios de su marido sobre lo que ella escribe nos hace entrever que el solo hecho de escribir no es, en absoluto, una tarea inocua y puede pasar factura a una relación.
Lo que la narradora recuerda es su trabajo para una editorial y algunos episodios desinhibidos con amigos. La editorial se afanaba entonces en la búsqueda de un escritor latinoamericano, otro Roberto Bolaño. Ella acaba creando una ficción literaria para que White, su jefe, la publique. Se trata de la falsificación de un poemario inédito de Gilberto Owen traducido por Zukofvsky, una falsa traducción que llega a editarse con éxito.
De otra parte, un Gilberto Owen con problemas de salud, incipiente ceguera y sobrepeso convive a disgusto con tres gatos y ve a sus hijos únicamente el fin de semana. Owen rememora su vida en la ciudad en los años en los que coincidió con García Lorca. Una de sus excentricidades consiste en pesarse diariamente en la estación de metro y darse cuenta de que pierde peso, de que se está «desintegrando».
novela de fantasmas
«Es una novela de fantasmas», responde la narradora a su hijo cuando le pregunta: «¿De qué es tu libro, mamá?» «Es un libro sobre el fantasma de Gilberto Owen.», dice, en otra ocasión, a su marido.
A esos diferentes fantasmas con los que la narradora y Owen se cruzan entre la multitud del metro (Owen se encuentra en una ocasión a Ezra Pound, quien, a su vez, se había encontrado a un amigo muerto) se une la idea de que hay muchas muertes a lo largo de una vida: «Lo que sucede es que la gente se muere muchas veces en una misma vida.» «En esa ciudad me moría a cada rato.», dice Owen.
El avance de la novela podría compararse con un casi imperceptible ejercicio de desvanecimiento y progresivo emborronamiento de los personajes –también son más breves los fragmentos– que se hace evidente en el tramo final, cuando acechan causas de real desintegración: la ceguera, en el caso de Gilberto Owen y un seísmo, en la casa de la narradora. Este desastre natural es apenas interrumpido por los niños, quienes a resguardo del desvanecimiento circundante, dan muestra de su gravedad con las palabras de juego del niño, la risa de la bebé.