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Literatura
María Ángeles Pérez López: “Escribo para que mis manos puedan ver, para amar su permanente condición de brote”
María Ángeles Pérez López (Valladolid, 1967) es poeta y profesora de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca. Ha sido galardonada con numerosos premios por sus obras; sus escritos han sido editados en Ciudad de México, Nueva York, Buenos Aires, Italia o Portugal. Su último libro, Libro mediterráneo de los muertos, ganó el último Premio Margarita Hierro.
¿La escritora nace o se hace?
La escritora nace y se hace, es necesaria alguna clase de vibración intensa en relación con el lenguaje, pero también todo lo que aporta leer, escuchar, escribir, corregir, leer y de nuevo leer. ¡La escritora nace y se hace!
¿Cómo conjugas tu trabajo en la docencia con la escritura?
Desde la dificultad y el deseo, en eso que llamaríamos equilibrio precario, en eso que llamaríamos rotura controlada, es decir sabiendo que siempre va a ser insuficiente pero es todo lo que puedo dar en una vida que quiere ser plena porque necesita de tantos ángulos y perfiles distintos.
¿Siempre quisiste ser escritora?
Sí, en realidad hay una relación con las palabras que me obsesiona desde niña, sobre todo cuando era adolescente y empiezo a leer poesía con fuerza: ahí se hace presente la escritura como un modo de respiración que no cesa.
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¿A qué edad empiezas a escribir y qué te impulsa a ello?
Empiezo a escribir con trece o catorce años, por el impulso que me dan las clases de literatura, por el impulso que me da leer obras que me sorprenden y fascinan: Lorca, San Juan de la Cruz, Rafael Alberti. Quedo perpleja, desconcertada y maravillada y de ahí brota un deseo de diálogo que se convierte en escritura.
Empiezo a escribir con trece o catorce años (...) por el impulso que me da leer obras que me sorprenden y fascinan: Lorca, San Juan de la Cruz, Rafael Alberti
¿Cómo determinas cuando un poema está finalizado?
Cuando soy consciente de que entregué toda la piel, toda la sangre, toda la intensidad (y el límite que también soy).
¿Para qué escribes, qué pretendes al escribir prosa o poesía?
Escribo para que mis manos puedan ver, para amar su permanente condición de brote. Para que en la noche profunda, cuando los ojos traban lo ilegible, ningún nombre quede borrado de su herida. Para que sea posible llegar a lo otro, a los otros, a mí misma, para no ceder ante lo solo, lo que cree que se basta a sí mismo.
¿Cómo es tu proceso creativo, tienes algún método cotidiano para escribir, o escribes cuando te asalta la idea?
No tengo ningún método cotidiano por la demanda profesional y familiar fuerte, así que escribo cuando y como puedo, en la precariedad y también la inmediatez de la vida. Me basta una hoja de papel o el bloc de notas del móvil para anotar alguna palabra que quedó temblando ahí.
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Como profesora de Literatura Hispanoamericana y sabiendo de tu amistad con vario/as poetas de aquellas tierras hermanas, ¿qué experiencia literaria has acumulado de la relación con Nicanor Parra y Ernesto Cardenal?
No puedo nombrarme amiga de Nicanor Parra aunque he trabajado con fuerza su obra y tuve la alegría inmensa de conocerlo al final de su vida. Con Ernesto Cardenal mantuve un contacto mayor porque estuve varias veces con él, en Nicaragua y España, pude escucharle, conversar en varias ocasiones y consultarle todo lo relativo a la Poesía completa que edité para Trotta poco antes de que muriera. Diría que estar cerca de personas con propuestas tan potentes y cuestionadoras me ha hecho preguntarme de modo exigente por lo que escribo y disfrutar de las obras que ellos han dejado. Porque más allá de las personas, que fueron fascinantes, la obra puede resultar imprescindible, y así lo son ambas para mí.
¿Cómo te definirías como escritora?
No me resulta fácil definirme, diría que poeta, es decir alguien que vibra y se siente imantada por el lenguaje, diría que alguien que respira en ese asombro; sería una poeta ante el asombro.
¿Tu poesía, en qué estilo o movimiento la encuadras?
Me emociona la posibilidad de una conciencia crítica, pero también me doy cuenta de que si una voz resulta significativa es por su modo diferenciado de decir el mundo. Por ello, más que en un estilo o movimiento me siento cerca de la pregunta permanente, la crítica y autocrítica permanentes.
Más que en un estilo o movimiento me siento cerca de la pregunta permanente, la crítica y autocrítica permanentes
¿Te reconoces en tus primeros poemas?
En realidad me producen sorpresa. Reconozco algún rasgo, como cuando distingues a alguien familiar (cierto modo del rostro, de la oreja o la nariz, de la flexión de las manos), pero también me siento muy lejos en muchos aspectos. Hay una extrañeza hermosa que me conforta en más de un aspecto.
¿Autores imprescindibles?
Los autores imprescindibles son tantos… Desde luego Chantal Maillard, desde luego Enrique Falcón y Olvido García Valdés, Olga Novo, Yolanda Castaño y Raúl Quinto entre los que están muy cerca.Del lado americano, ahora mismo estoy enfrascada en las obras de Mario Montalbetti, Eduardo Milán, Yolanda Pantin y Beverly Pérez Rego. Seguir solo depende del tiempo del que dispongamos…
¿De qué puedes prescindir y de qué no, en un poema: musicalidad, ritmo, medida, mensaje, autenticidad, emoción?
Cuando escribo no me planteo si hay elementos de los que pueda prescindir y otros que no porque todo es amalgama, todo tiende a relacionarse con todo. No camino hacia la fisión sino hacia la fusión. Me gusta pensar que así como el sol nos regala su luz.
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Entendiendo que habrás leído infinidad de libros, posiblemente esta pregunta pueda parecerte capciosa, nada más lejos de mi intención, pero tengo curiosidad por saber cuál es el libro que recuerdas haber leído y que más te ha marcado.
A lo largo del tiempo han sido distintos, han ido cambiando con los años pero el impacto que supuso Altazor cambió mi vida y es la razón primera que está en el origen de mi dedicación profesional.
¿Tu próximo poemario?
No tengo próximo poemario. Ni siquiera sé si podré escribirlo. Todavía me siento ahogada por el Libro mediterráneo de los muertos. Que el mar que cobijó tantas formas extraordinarias de la cultura (y la vida) sea una inmensa tumba a cielo abierto me ha dejado sin lenguaje.
¿Qué te ha aportado como escritora la obtención del Premio de la Crítica de poesía castellana y el Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro (ambos logrados en 2022)?
Ambos premios han sido una conmoción inmensamente alegre por sentir el respaldo de un conjunto de lectores que no había imaginado, no podía ni intuir.Me han brindado el abrazo y la complicidad de personas preciosas en muchos lugares. Y de poetas que admiro en muchos lugares. Nada menos.
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¿Tienes la sensación de que tu mejor libro de poesía aún está por escribir?
Ojalá lo sea. No sé qué puede ocurrir en el futuro y eso es prodigioso.
Un libro que te haya costado especialmente escribir.
Libro mediterráneo de los muertos. Todavía no sé cómo logré concluirlo, me asfixiaba. Aún lo hago.
¿Escribir conlleva un compromiso de honestidad?
De modo radical, sí. Implica la entrega y pasión en la escritura y en la vida, ese modo de amor que sostiene todos los vínculos. Implica contemplar y actuar, hacer lenguaje y hacer mundo, desplazar imaginarios hacia un presente más justo y solidario. Nada menos.
¿Pasa factura ser honesta a la hora de editar un trabajo literario?
Con una misma espero que sí, y también con la vida vivida, con el espacio de lo real y lo imaginario en el que somos. La vida pasa factura, debe hacerlo también la escritura si ha merecido la pena (esa pena).
¿Percibes a menudo discriminación en el mundo literario entre mujeres y hombres?
Se han producido cambios muy significativos con respecto a los años 90, en que yo empecé a escribir, con un reconocimiento mucho mayor a la literatura escrita por autoras, pero he vivido la “ansiedad de la autoría” en lugar de la “ansiedad de la influencia” a la que se refirió Harold Bloom. Por eso formo parte desde su fundación de “Genialogías”, la asociación que busca reconocer el legado de las poetas.
He vivido la “ansiedad de la autoría” en lugar de la “ansiedad de la influencia” a la que se refirió Harold Bloom
¿Qué futuro le auguras al libro en papel?
Frente a lo que parecía que podía ocurrir con el paradigma digital, el libro en papel sigue teniendo gran presencia, y está diciendo así su propio futuro.
¿Cuánto tiempo llevas publicando y cuál fue tu primera obra publicada?
Publiqué mi primer libro en el año 1997 en México, se titulaba Tratado sobre la geografía del desastre.
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Y, por último, me gustaría que me contases alguna pequeña anécdota literaria que le diera un poquitín de color a esta entrevista.
La anécdota tiene que ver justamente con ese primer libro editado, porque creo que es suficientemente insólita como para que yo no supiera que iba a ser un libro. Desde la revista de la Universidad Autónoma de México me habían solicitado algunos poemas y tenía tantas dudas que envié todos los textos que me parecían salvables. A vuelta de fax, me comunican que les ha gustado el conjunto y van a publicarlos como libro, así que me piden que envíe con urgencia un título. La sorpresa fue mayúscula y maravillosa. No sabía en qué orden irían los poemas, si era posible imaginar que había un libro latiendo en ese conjunto… Envié el título (también por fax) y ahí terminó todo lo que yo supe y pude hacer por ese volumen, que efectivamente salió publicado en Ciudad de México (entonces México D.F.). Cuando los editores vinieron a Salamanca yo no pude abrazarlos ni participar en la presentación por motivos personales graves, así que es un libro muy extraño (ni estuve en su génesis ni en su presentación), pero a la vez es un libro fundamental porque me lanzó a la poesía como una respiración compartida.