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Urbanismo
Un barrio equilibrado
Ninguna administración se ha parado a pensar qué modelo de desarrollo es mejor para quienes habitamos la ciudad.
Estamos en verano. Lo sabemos. No es tiempo de reflexionar. Pero en Madrid tenemos una asignatura pendiente para septiembre. Es el momento de hincar codos para aprobarla ahora que tenemos un gobierno del cambio. Ninguna administración se ha parado a pensar qué modelo de desarrollo es mejor para quienes habitamos la ciudad. Y parece que seguimos en la misma tónica. Ahora Madrid está poniendo un puente de plata para un nuevo desarrollo urbanístico conocido como Madrid Nuevo Norte, que lleva coleando desde los tiempos de Ana Botella. Carmena se vanagloriaba el pasado 27 de julio de haber firmado un acuerdo que supone la construcción de 11.000 viviendas nuevas pactadas con Fomento y la empresa Distrito Castellana Norte, formada por BBVA en un 75%. Si bien es cierto que el proyecto incluye un 20% menos de edificabilidad que el anterior, poco hay que celebrar. Este plan integrará también una nueva zona financiera. La nueva ‘City’ madrileña con un cartel de bienvenida para el capital extranjero.
Prometen zonas verdes y un gran corredor que conectará con otras grandes áreas de la ciudad. También se prometían zonas verdes en los 15 Proyectos de Ampliación Urbanística (PAU) que hay en la ciudad. La realidad, tal y como analizamos en estas páginas, es que son lugares sobredimensionados dedicados al monocultivo del ladrillo y que han quedado a medias y abandonados, sin parques ni zonas comunales. Ese es el modelo que se ha seguido en las nuevas construcciones desde los años 90. Barrios pensados como negocio del pelotazo urbanístico. Pero zonas insostenibles. Sin sombras en las que cobijarse de camino a casa.
Sigue mandando el ladrillo. Pareciera que no hemos aprendido nada tras el pinchazo de la burbuja. Hay que valorar si estos monocultivos de cemento tienen más valor que cuando eran zonas libres. Necesitamos áreas verdes para respirar en una ciudad congestionada. Y necesitamos que esté equilibrada. Con el nuevo proyecto, ubicado en la Castellana Norte, se perpetúa un modelo asimétrico en el que el noreste sigue reservado a oficinas y viviendas caras y el sureste sigue acunando las viviendas sociales y los negocios e infraestructuras contaminantes y molestas (incineradoras, vertederos o depuradoras).
Ciudades de hormigón versus barrios humanizados. Ese es el debate. Y ya es hora de resolverlo. El cambio no puede tardar más. Parecía que estábamos más cerca...