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Fiscalidad
Urge hablar de impuestos en tiempos de pandemia: sobre la dualidad del IRPF
El actual Gobierno que tiene que afrontar la pandemia también tiene que diseñar la recuperación. La vertiente fiscal será uno de sus componentes.
Una forma de ir resolviendo las consecuencias de la pandemia que nos atenaza es buscar las respuestas que están a nuestro alcance y que, aun siendo limitadas, pueden facilitar una mejora de la equidad de nuestro sistema fiscal.
Nos referimos a eliminar la dualidad del Impuesto sobre las Personas Físicas (IRPF).
Actualmente, implantado en 2006 por el PSOE, con el apoyo de la antigua CiU, PNV y Coalición Canaria, se dualizó la escala de tipos de este impuesto, poniendo una para los ingresos derivados del trabajo y de otro tipo de rentas y una segunda, específica para los ingresos provenientes de dividendos, intereses, etc.
Siendo el IRPF (junto con el impuesto sobre el patrimonio y otros menores) el que mide la progresividad del sistema, la dualidad de las escalas supuso un sesgo negativo para la progresividad y equidad del sistema fiscal. Según los datos aportados por la Agencia Tributaria, el 84% de la recaudación del impuesto proviene del gravamen a los rendimientos del trabajo y solo el 9% del rendimiento del capital, aspectos que tienen su traslación al índice de la desigualdad de Gini y la distribución de la renta del PIB.
Esto es así porque la primera escala de tipos es la más plenamente progresiva y, aún roma, es la que hace posible definir como progresivo nuestro sistema fiscal. Actualmente, va desde el tipo 19% para una base imponible (previa a determinadas deducciones) de 12.450 euros, hasta el 45% para rentas superiores a 60.000 euros. En cambio, la otra escala de tipos, referida a ingresos derivados de rentas de capital, va desde los tipos 19 al 23%, según afecten a ingresos desde los 6.000 euros a un máximo 50.000 euros. Es decir, los ingresos derivados de rentas de capital, al no tener una escala común junto con las rentas procedentes fundamentalmente del factor trabajo, no están gravadas con la misma progresividad y casi carecen de ella.
Nuestro diferencial de ingresos públicos con respecto a la media de los países del euro, antes de la pandemia, era cercano a los 7 puntos de PIB, unos 80.000 millones de euros.
El actual Gobierno que tiene que afrontar la pandemia también tiene que diseñar la recuperación. La vertiente fiscal será uno de sus componentes. De momento, ha puesto en la maquinaria legislativa la posibilidad de que España tenga dos impuestos nuevos. Los dos cuentan con un cierto consenso europeo. Se trata del impuesto a las transacciones financieras y un impuesto a compañías digitales que eluden su contribución fiscal. Estas dos figuras y la lucha contra el fraude pueden mejorar la caída de ingresos fiscales y mejorar la equidad. En todo caso, no mejorará sustancialmente nuestro diferencial de ingresos públicos con respecto a la media de los países del euro, antes de la pandemia, cercano a los 7 puntos de PIB, unos 80.000 millones de euros.
Por eso, es conveniente, teniendo en cuenta la necesidad de acuerdos partidarios múltiples, ir avanzando en la reducción de ese diferencial y lograrlo mejorando la equidad y la progresividad de nuestro sistema fiscal. Se podría empezar por erradicar esa dualidad del IRPF y por revisar otras deducciones, con lo que se lograría un impuesto más sintético, sin gran discusión política y, si se pudiera, con más tramos y mayores tipos, apelando a la racionalidad. Así se podría ayudar a dibujar una reconstrucción económica y fiscal de futuro.