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Infraestructuras
La bolsa o la vida: vivir mejor sin Supersur
Recientemente hemos cumplido un año desde el confinamiento domiciliario. ¿Recordáis? Por primer vez en mi vida no podía salir del domicilio salvo unas pocas horas vigiladas. Las sirenas de ambulancias y policía fueron la banda sonora de nuestro atemorizado paisaje de cada día.
Parece que las cosas más importantes se nos olvidan con cierta facilidad. Nos sumergimos a diario en cifras de contagios, de ingresos en UCIs, de muertes, como si de un pérfido sudoku se tratara. Naturalizamos conceptos que hace un año desconocíamos como PCR, cierres perimetrales y hasta hablamos de ARN mensajero.
Nos sobresaltamos con noticias sobre efectos secundarios de vacunas. Buceamos desesperadamente en internet para saber las consecuencias para nuestra salud de la inhalación del grafeno que contienen nuestras mascarillas. Asistimos impasibles al incremento exponencial de los índices de suicidios y de diagnósticos relacionados con la salud mental.
El sistema da una malsana vuelta de tuerca a nuestras vidas para precarizarnos aún más, para enfrentarnos a unas con otras, para ofrecernos pan y circo que nos ayuden a evadirnos. El gran hermano simula que se preocupa por nosotras, pero ya sabemos que solo le interesa su propio beneficio.
Ahora que hemos aprendido la importancia que tiene el aire que respiramos. Ahora que sabemos que si no cuidamos el planeta, el planeta no nos puede cuidar. Ahora que tenemos la certeza de que en nuestro futuro no sustituiremos el coche de combustible fósil por el eléctrico, sino por la bicicleta y el transporte colectivo. Ahora que Yayo Herrero y Antonio Turiel, entre otras, nos han explicado un concepto tan lógico como el de los límites físicos del planeta…
Consumo
“Debemos adoptar estilos de vida lo menos consumidores en energía posibles”
Ahora que sabemos que no solo necesitamos servicios públicos, sino que además tienen que ser de calidad, ahora que hemos vivido las terribles y tristes consecuencias de la privatización de las residencias de nuestras mayores. Ahora que sabemos que no solo hay que invertir en los cuidados, sino que además tenemos que hacerlo cambiando totalmente el precario modelo masificado y deshumanizante. Ahora que sabemos que se ha recortado tanto en investigación que no se investiga nada. Ahora que hemos aprendido que la palabra cuidar es plural y colectiva. Ahora que nos hemos dado cuenta de que todo lo que consumimos se fabrica a miles de kilómetros de nuestras casas y que es necesario relocalizar nuestras producciones…
Ahora, justo ahora, vienen los de siempre, los señoros de la burbuja del oasis vasco empeñados en seguir creciendo ilimitadamente a costa de nuestra salud y sobre los límites del planeta y nos alquitranan los pulmones con una nueva autopista, la más cara de Europa por kilómetro. Aquí todo lo hacemos a lo grande, hasta destruir. Recientemente leí una valoración sobre la pandemia a un año de su inicio que decía que no ha sido suficiente para que las personas humanas aprendamos a poner la vida en el centro y a exigir que así sea. A un año del inicio de la pandemia estamos reescribiendo el ensayo sobre la ceguera. Seguimos en una huida hacia adelante en la que nos va la vida. Buscamos salidas individuales a problemas colectivos. Pero este sábado en Bilbao diremos alto y claro de nuevo que no queremos la Supersur porque necesitamos preservar la naturaleza de nuestros alrededores ahora que nos apremia respirar, ahora que nos ahogamos.
Este sábado, una vez más, decidiremos entre la bolsa o la vida. ¿Nos acompañas?
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¿Pero no decía la gente que todo iba a cambiar? ¿que esto era el fin al del capitalismo? ¿que nos habíamos dado cuenta de lo que importaba y talytlaytal? jajaja. Me río de janeiro
La humanidad está suficientemente alienada para que todo vaya a peor. Con el miedo y la confusión, incluso la de los poderosos, pareció que era el momento de llevar a cabo aquello que otras voces desde hacía tiempo, venían advirtiendo sobre la degradación del planeta, pero el Sistema volvió a ser Dios y ya promete la vuelta al paraiso terrenal para la mayoría (vacaciones desmedidas, viajes sin sentido, centros comerciales a rebosar, movilidad motorizada hacia ninguna parte, deforestación agrícola, obras faraónicas, vidas ciber-tecnológica...). Se nos olvidó respirar y ahora nos ahogamos en una sinrazón sin precedentes. Estamos en un episodio infinito de Black Mirror.