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Incendios
El parque de atracciones militar que arrasa el Pico Teleno
Amanece en el Teleno, el pico más alto de la provincia de León. Al cantar de los pájaros y el sonido del viento acariciando las copas de los pinos y robles les acompaña otra melodía menos agradable, la del sonido de los misiles y las granadas que lanzan los militares a pocos kilómetros de distancia. Los maragatos y maragatas, gentilicio que pone nombre a quienes habitan en la comarca de la Maragatería, llevan desde los años 50 en una continua guerra, pues el campo de tiro discontinuo que circunda los diferentes pueblos de la comarca no ha cesado en todos estos años sus actividades con fuego real. La peculiaridad de este campo es que, según afirma la portavoz de la Plataforma de Afectados por el campo de tiro Teleno, Marisa Rodríguez, es el único en toda Europa que está tan próximo a núcleos de población.
El adjetivo discontinuo le atribuye unas características singulares y extraordinarias. No hay un solo espacio de tiro y caída de proyectiles, sino que hay diferentes zonas acotadas, distribuidas por toda la comarca. Una de las zonas de caída está situada a poco más de dos kilómetros del municipio de Luyego de Somoza, uno de los afectados por estas prácticas. Las diferentes unidades que acuden a la zona a realizar sus maniobras provienen, asegura Rodríguez, “de todas partes, incluso de fuera de España” y las municiones que disparan sobrevuelan las cabezas de los vecinos y vecinas que viven allí.
El peligro no solo lo suponen estos proyectiles cuando están en movimiento, sino también todos aquellos que se llevan almacenando años y años a los pies del Teleno
El peligro, sin embargo, no solo lo suponen estos proyectiles cuando están en movimiento, sino también todos aquellos que se llevan almacenando años y años a los pies del Teleno y que, por diversas razones, no han llegado a explotar como deberían.
Casi 4.000 hectáreas calcinadas
El riesgo se ve incrementado en verano. El pasado mes de agosto un rayo que cayó en el campo de tiro provocó un incendio. Ni los bomberos forestales, ni la Unidad Militar de Emergencias (UME), ni nadie puede acceder a la zona para no correr el riesgo de que una de esas municiones estalle inesperadamente. El fuego se expande. Solo se pueden llevar a cabo descargas de agua con helicópteros a más de 500 metros de altura, pero, explica Juan Carlos González, bombero forestal de la Brigada de Refuerzo de Incendios Forestales (BRIF) de Tabuyo del Monte, “para acabar de verdad con un incendio hay que rematarlo, necesitamos estar a pie de llama, porque si no el fuego vuelve a reproducirse, que es lo que pasó la última vez”.
El incendio, explica el alcalde de Luyego y Tabuyo y también bombero forestal de la BRIF, Luis Martínez, “podría haberse quedado en cien metros cuadrados si el despacho de medios [actuación en los primeros momentos de un incendio] hubiese sido inmediato, pero acabó calcinando casi 4.000 hectáreas de monte”. En este tipo de incendios, los bomberos asumen riesgos añadidos, pues no saben dónde puede haber proyectiles ni cuál es la onda expansiva de los mismos. “No tenemos garantías de seguridad”, esgrime González.
El fuego arrasó cientos de hectáreas de pinos llenos de resina (una de las actividades que se lleva a cabo en la zona) y acabó con las colmenas de una joven de Filiel que comenzaba a iniciarse en la apicultura. El alcalde de Lucillo, Pedro de Cabo, explica que los vecinos de Boisán, municipio perteneciente a Lucillo, estuvieron a punto de ser desalojados de sus casas. María José Riquejo, una de las vecinas y artesanas del pueblo, explica que “lo peor es tener que hacer la maleta y pensar en que quizás nunca vuelvas a tu casa mientras ves cómo se quema tu monte”.
Mientras se siga tirando con fuego real, cree Martínez, seguirá habiendo incendios. Además, el suelo queda destrozado. La BRIF suele llevar a cabo ejercicios para restablecerlo en otras ocasiones, pero en el campo de tiro no se puede rehabilitar por la prohibición de acceso.
¿Cómo empezó todo?
La pesadilla para los habitantes de la Maragatería comenzó durante la Guerra Civil. A partir del año 1957 empezaron a darse los primeros episodios de estas maniobras. El día 23 de febrero de 1981, coincidiendo con el golpe de Estado “se aprueba en el Congreso de los Diputados la expropiación forzosa de las casi 7.000 hectáreas del campo de tiro del Teleno”, rememora Marisa Rodríguez.
Las juntas vecinales se negaron a firmar las actas de expropiación. Entonces el gobierno estableció “un precio de 16 pesetas por metro cuadrado”, atestigua la portavoz de la plataforma. Los vecinos no tuvieron otra opción que acabar aceptando la imposición.
“Las tropas bebían en la cantina portando armas y había discusiones y peleas entre los militares y los vecinos del pueblo”
Las captaciones de agua de algunos pueblos como Quintanilla de Somoza quedaron dentro del campo de tiro y de la zona de caída de proyectiles. Entonces comenzó la negociación del derecho al agua, el uso de pastos y el de leña. Sin embargo, el lucro cesante de aquella pérdida no se contempló y en los pueblos hubo problemas subyacentes. “Las tropas bebían en la cantina portando armas y había discusiones y peleas entre los militares y los vecinos del pueblo”, asegura Rodríguez.
La situación era preocupante, pues se realizaban ejercicios de día y de noche, en invierno y en verano y cortaban las carreteras impidiendo en muchas ocasiones el paso. El 13 de septiembre de 1998 en plena época de sequía y con un viento de justicia “el primer zambombazo prendió y arrasó casi 4.000 hectáreas”, afirma Rodríguez. Fue a raíz de este incendio y con José Bono como ministro de Defensa cuando se empezaron a tomar cartas en el asunto. Se prohibió tirar de noche, los fines de semana y en época de sequía, en los meses de verano. También se prohibió tirar por encima de los pueblos, sin embargo, sigue estando permitido —todavía en la actualidad— el lanzamiento por encima de carreteras y zonas agrícolas, que igualmente están transitadas. Su compromiso ahora es tirar solo entre las nueve de la mañana y las diez de la noche y únicamente pueden hacer maniobras entre los meses de octubre y mayo.
Martínez explica que entre 2008 y 2010 empezaron a reducir presupuestos y con la “excusas de la crisis dejaron de invertir” en la zona. Hace unos tres años, en 2019, el Ejército destrozó siete kilómetros de caminos y a pesar de haberse comprometido a arreglarlos, a día de hoy, siguen igual, según explica el alcalde de Luyego. “Dejan los caminos intransitables, incluso para los tractores”, esgrimía Marisa Rodríguez.
“El Teleno es para los militares lo que Benidorm para los pensionistas”, explica Rodríguez. Entienden el campo de tiro como un atractivo turístico, una atracción, pues no hay otro igual en España.
Los tesoros escondidos de la comarca
Esta zona de la sierra leonesa esconde en su interior los restos arqueológicos de la minería aurífera romana más importante del país. Algunos de estos yacimientos están dentro de la zona expropiada —en la que también hay restos de poblados prerromanos celtas— y otros en la zona de caída de proyectiles. Algunos de estos impactan en murias romanas, montones de cantos rodados procedentes de las minas con los que los trabajadores separaban las zonas de extracción.
La espectacularidad de los restos de estas antiguas explotaciones se complementa con una inmensa red de canales y conducciones de agua que en tiempo de los romanos se utilizaban para limpiar el oro y que hoy están contaminados por el incendio.
“La utilización de vehículos pesados y tanques también destroza el terreno y termina acabando con los últimos vestigios de nuestros antepasados”
“La utilización de vehículos pesados y tanques también destroza el terreno y termina acabando con los últimos vestigios de nuestros antepasados”, explica Rodríguez, quien asegura que dentro de la zona hay incluso búnkeres.
El Teleno es una zona rica, en la que coexisten muchas especies endémicas y en las copas de sus árboles y en la cima de sus pedregales anidan algunas de las aves rapaces y especies protegidas de España, por eso este área está declarada como Zona de Especial Protección para las Aves. El halcón peregrino, el milano o el gavilán son solo algunas de las especies que se ponen en peligro con el mantenimiento de las actividades de tiro.
Peligra la biodiversidad y también la vida de las personas, recuerda Luis Martínez, que cita varios accidentes en los que ha habido heridos, entre ellos militares, e incluso ha fallecido gente. El 30 de diciembre de 1985 murió un chaval menor de edad al coger un proyectil que explotó en sus manos.
El pueblo se levanta
La Plataforma de Afectados por el campo de tiro Teleno nació el pasado dos de septiembre a raíz del incendio de agosto. “Lo que le pedimos al Ministerio de Defensa es que se deje de tirar con fuego real, que se deje utilizar el Teleno como un vertedero y que se limpie”, explica Danae Marcos, otra de las portavoces de la agrupación.
La cuestión, lamentan desde la plataforma, es que “ellos tienen dinero invertido en proyectiles que caducan y por eso tienen que usarlos”. Sin embargo, llama la atención que dentro del Ejército existen unidades que están preparadas y formadas precisamente para este tipo de labores, los llamados pontoneros. Su trabajo es, además de levantar puentes; limpiar y desactivar explosivos. Pero los vecinos aseguran que nunca han pisado la zona y la cuestión es que probablemente ni siquiera Defensa sepa dónde están colocados los restos de munición. Luis Martínez asegura que hace tiempo se encontraron restos al otro lado del Pico Teleno.
Rodríguez y Marcos coinciden en que la autoridad competente debería tomar cartas en el asunto cada vez que hay un incendio agravado o desencadenado por el campo de tiro. Pero ambas aseguran que la Junta de Castilla y León “les da la aquiescencia para que sigan cargándose el monte”.