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Llevar en el recuerdo a Titina Silá y Patrice Lumumba,
a Kwame Nkrumah junto a Thomas Sankara y revivir
con Amilcar Cabral su dolor:
“En lo más hondo de mí mismo
siento algo que hiere mi carne,
que me lacera y tortura.”
Al ver desangrarse la cuna de la humanidad toda,
despedazada por una jauría de lobos, por un águila
insaciable, o un por irascible oso, pardo o panda,
que revuelve tus entrañas y las de tus mujeres
que valerosas sostienen su día a día bajo el sol,
calmando con magro pecho la sed de los niños,
mientras los hombres las humillan y luego matan.
En las cumbres suizas o neoyorquinas, a orillas
de un Támesis o Neva, lejanos patriarcas obesos
deciden dónde arrojar las bombas y se reparten
el continente para saquear otro siglo. Calculadores
fríos estiman cuántos asesinarán este lustro y,
a la vez, envenenan los paraísos y sus criaturas
esta década y la otra también, hasta la asfixia.
Ahogar todo el continente madre en su riqueza
y dejar ahogar a sus mujeres, niños y hombres
que huyen del franco CFA, Esas letras que hoy
son moneda porque cambió su forma mas nunca
olvidó el objetivo y se ve en su evolución:
Colonias Francesas de África,
Comunidad Francesa de África,
Comunidad Financiera Africana,
entronada en La Ciudad Luz, hambrienta
de la energía robada a un país esclavizado
y oscurecido.
Ramón Haniotis.