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Hemeroteca Diagonal
Brian Currin: “No habrá desarme sin el compromiso del Gobierno”
Hablamos con el mediador sudafricano que encabeza el Grupo Internacional de Contacto en el proceso de paz en Euskal Herria.
Brian Currin fue uno de los protagonistas de la ceremonia de cierre de Lokarri. Este mediador sudafricano, que ha participado en los procesos de paz de Sudáfrica e Irlanda del Norte, encabeza el Grupo Internacional de Contacto, organismo formado en 2010 por mediadores internacionales para impulsar la normalización política en el País Vasco. Hablamos con él sobre el desarrollo del proceso de paz.
Usted ha participado en procesos de paz en Irlanda del Norte y Sudáfrica, ¿qué similitudes y diferencias encuentra con el proceso emprendido en el País Vasco?
La naturaleza específica del conflicto, su historia y causas, en cada país es muy diferente. Pero a la hora de resolver los conflictos siempre hay similitudes y temas fundamentales a tratar que se repiten. Estos temas tienen que ver con las víctimas, con la superación del pasado y con la justicia “transicional”, es decir, las comisiones de tregua y reconciliación, o la persecución de cierto tipo de ofensas.
Hay que aplicar justicia para dar a las víctimas algún nivel de compensación. La cuestión de los presos es también fundamental. ¿Cómo tratamos este tema? Muchos de ellos han cometido delitos graves, ¿debe estudiarse individualmente a quién se le aplica la amnistía o debe aplicarse a todos? ¿Se liberan a los prisioneros de acuerdo con la categoría de las sentencias? Hay prisioneros que lo son sólo por su asociación con organizaciones paramilitares y terroristas, éstos deberían ser liberados porque no han cometido crímenes de sangre, ¿deberían liberarse de forma inmediata? Otra categoría puede ser la de los presos que se vieron envueltos en episodios de violencia, pero que no hayan causado la muerte de personas. Estos presos podrían ser liberados bajo diferentes circunstancias. Se hace más complicado cuando hay muertos. Ésos son los desafíos que existen en estos procesos.
Por supuesto, está también el tema de tratar con las organizaciones que dirigen la lucha. ¿Cómo se lleva a cabo la desmantelación de la organización, el desarme, la reintegración en la sociedad? Por otro lado, existen medidas de seguridad estrictas que siempre se aplican en los conflictos, ¿cómo se desmantela el régimen de seguridad que existe? Ésas son las cuestiones comunes sin importar cuán diferente sea el conflicto. Pienso que hay un elemento particular del proceso de paz en el País Vasco: tienes una organización envuelta en la lucha armada durante 50 años, que unilateralmente abandona la acción armada y recurre al Gobierno para ver cómo enfrentarse a las consecuencias de 50 años de violencia. Hay temas en torno a víctimas, prisioneros, desarme… y el Gobierno, por su parte, no está preparado ni tiene voluntad de comprometerse en nada. Busca la rendición total de la organización sin implicarse con las consecuencias.
¿Cómo valoras la actuación del Gobierno español en comparación a la tomada, por ejemplo, por el británico con el IRA?
En el contexto de Irlanda del Norte, el Gobierno británico participó absolutamente y se comprometió, yo creo que de buena fe, en hacer lo que fuera necesario. La cuestión que el Gobierno británico encontró difícil de aceptar fue el hecho de que el IRA no quería desarmarse antes de que el acuerdo fuese firmado. El IRA quería una amnistía pero no acabar la guerra hasta que el acuerdo estuviera firmado y pudiera comprobar que se estuviera implementando. El Gobierno británico no estaba dispuesto a esto, pero circunstancialmente ignoró esta cuestión e inició las negociaciones sin una confirmación del desarme del IRA. Ése fue probablemente el mayor escollo. Pero los británicos decidieron adoptar una postura práctica y permitieron al Sinn Fein y al IRA entrar en negociaciones y dejar el desmantelamiento para una fase posterior. En el proceso nombraron a una persona para dirigir la comisión internacional de desmantelamiento. Esa persona fue requerida para que certificase y verificase que el IRA estaba atendiendo al alto el fuego. Fue varios años después de que el acuerdo de paz fuese firmado cuando el IRA realmente entregó las armas. Y no se les requirió que entregasen las armas al Gobierno británico, sino que las depositaran en “cajas de armas” y que lo verificaran los observadores internacionales. Rendirse ante el Estado no era la cuestión. El Gobierno británico no insistió en que el IRA les entregase sus armas, y éste fue un factor importante para el desarrollo exitoso del proceso de paz.
¿Debería ETA entregar las armas para desbloquear el proceso de paz?
No creo que estén preparados para dar las armas al Gobierno español, a menos que éste se comprometa y discuta con ETA la entrega de armas y qué pasa con las personas implicadas. En esta etapa de la discusión no puedo concebir que ETA entregue las armas ya que, por el momento, el Gobierno español no está dispuesto a comprometerse con ETA sobre esto. El Gobierno ha dejado claro que no está dispuesto a discutir la cuestión de los presos. Creo que tiene que haber otras maneras de romper este callejón sin salida”. Es desafortunado, porque se está retrasando el proceso de paz.
Sin embargo, desde ETA no están pidiendo la amnistía, sino el acercamiento de los presos, una medida reclamada también por buena parte de la sociedad vasca.
En Irlanda del Norte, el tema de los presos se trató con una comisión. Esa comisión trabajó con 600 presos que liberaron según un criterio establecido por ley. Funcionó bien y la sociedad lo aceptó en general, aunque fue difícil. Muchas víctimas se sintieron dolidas por la excarcelación de los presos, pero la mayoría aceptaron que era el menor de los males, pues si en esa fase del proceso de paz no se llegaba a un acuerdo y los presos no eran parte de un proceso de amnistía, la guerra y el conflicto continuarían y habría más víctimas en el futuro.
La gran cuestión en este proceso es el regreso de los presos al País Vasco para que puedan estar cerca de sus familias. Pero ésa no es una cuestión política y no debería ser tratada como una cuestión política. Es una cuestión de derechos humanos. La Convención Europea de Derechos Humanos establece que las personas presas deben estar en prisiones cercanas a sus familias. Pienso que es una desgracia que la Unión Europea y la comunidad internacional en general estén dispuestas a ponerse una venda ante las violaciones de la Convención Europea. También es desafortunado que el Gobierno y el ministro de Justicia francés estén dispuestos a alinearse con el Gobierno español. Es realmente desafortunado que los franceses no tomen una posición clara ni la Unión Europea se imponga ante la violación de derechos humanos.
¿No hay mecanismos internacionales que ayuden a salir de esta situación?
Realmente no. Muchas de las convenciones de derechos humanos no son vinculantes. Establecen estándares, pero es muy difícil aplicarlos. Se puede acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pero es también una estructura débil, inefectiva, porque lleva entre cinco y siete años conseguir un juicio. Los derechos humanos se supone que son cuestiones de urgencia. Es absurdo que estas estructuras permitan violaciones durante hasta siete años antes de estudiarlas. Esto hace que dichas estructuras parezcan una broma.
¿Qué opinas del papel que están tomando las instituciones vascas?
El Gobierno vasco está en una posición difícil. Desafortunadamente hay un amplio espectro de partidos políticos representados. Como sabemos, el Partido Popular se retiró de las instituciones con las que no comparten las líneas de actuación o donde hay representación de Bildu o Sortu. Los socialistas, por sus propias razones políticas, también han decidido boicotearlas. El PNV, Bildu y Sortu no tienen representación suficiente. Como resultado, las instituciones vascas no son tan efectivas como podrían ser en esta cuestión.
Y la sociedad vasca, ¿qué podría hacer para superar este bloqueo?
Lo que la sociedad vasca pueda hacer creo que ya lo está haciendo. Es maravilloso ver cómo se ha responsabilizado. También el PNV, el Parlamento vasco, en particular el lehendakari Urkullu, y por supuesto Bildu y la izquierda abertzale. Participan e intentan estar juntos, aunque desafortunadamente haya diferencias de opinión y conflictos entre partidos nacionalistas. Pero entendiendo las dificultades, se ve que avanzan, encontrando maneras de resolver los problemas por ellos mismos y, con suerte, conseguirán hacer progresos este año.
¿Piensas que el proceso de Catalunya ha podido influir de alguna manera en el tema vasco?
No creo. El mismo lehendakari Ibarretxe trató hace algunos años de celebrar un referéndum, y se celebró una consulta ciudadana. El Gobierno español acudió al Tribunal Constitucional y dijo que era inconstitucional. Quiero decir, los mismos vascos han intentado hacer un referéndum, así que no creo que realmente el proceso de Catalunya suponga ningún significado concreto para el País Vasco.
En cuanto a tu relación con el Gobierno español, comenzó mal, ya que el PP desautorizó su gestión, ¿ha mejorado?
La postura no ha cambiado demasiado. Antes había mucha más oposición a la intervención internacional, pero en los últimos dos años creo que han aceptado no mantener la oposición. Quizá la intervención internacional juegue un papel y haga alguna contribución al proceso. Ya no tenemos ningún compromiso con el Gobierno español, pero nos están dejando hacer el trabajo sin intervenir.
Este año está marcado por las citas electorales, con nuevos partidos que se disputan el gobierno con el bipartidismo. ¿Valoras que un cambio en el panorama político pueda desatascar la situación de bloqueo del proceso de paz?
Espero que las próximas elecciones resuelvan una reconfiguración de la política en España. Yo pienso que el Partido Popular probablemente se hará con las elecciones, pero no creo que consiga la mayoría que obtuvo en las últimas. Eso crea oportunidades porque creo que Podemos, en concreto, ha tomado una postura interesante sobre la situación en Catalunya y en el País Vasco. Y creo que se puede observar que el Partido Popular también necesita algún apoyo, como el que pueda recibir del PNV en el País Vasco. Todo esto puede traducirse en alguna voluntad de llegar a acuerdos, lo que puede crear oportunidades que no se han dado en los últimos años.
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