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Guinea Ecuatorial
Genoveva Nchama: “El régimen de Obiang me considera peligrosa”
En Bilbao conversamos con Genoveva Nchama, exiliada política ecuatoguineana. Líder del Partido del Pueblo Acción por la Justicia Social de Guinea Ecuatorial, es la única mujer que hoy encabeza un partido político opositor en la antigua provincia española. Desde una opción y un proyecto político de resistencia histórica por la libertad, democracia y contra la dictadura de Obiang, Nchama cuenta con una amplia trayectoria política, seguidores en Guinea y también muchos años de tortura y cárcel a sus espaldas.
¿Quién es Genoveva Nchama? ¿Cómo y por qué surge tu liderazgo y protagonismo?
Antes de nada, como líder de mi partido, pero sobre todo como activista por los derechos humanos que ha estado represaliada en las cárceles, quiero condenar y solidarizarme con los organizadores delIII Congreso de Prensa de Guinea Ecuatorial 2022, censurado por la UCM, cediendo a presiones de la dictadura y de su embajador en Madrid. Quienes decimos representar a la sociedad civil, los verdaderos opositores al régimen, con independencia de las posiciones ideológicas, debemos públicamente romper con este silencio. Es un ataque al conjunto de la oposición. La libertad de expresión es fundamental para un régimen de libertades. Si el embajador de Guinea puede hacer esto y más en España, donde hay una democracia con libertades consolidadas, y callamos estos atropellos, ¿qué pasará si este congreso se celebra en Guinea?
Sobre tu pregunta, me metí en política partidista porque estaba cansada del deterioro de la cosa pública en mi país, ya nada funcionaba ni funciona y mis razones fueron las siguientes: yo viví durante el Gobierno autonómico de Ondo Edu [1964-1968], también viví los primeros años de Macías Nguema [1968-1971], y su caos. Cuando las cosas empezaron a repetirse, en 1992, yendo de mal en peor, con una incapacidad manifiesta sin un contrapoder, es cuando me metí en política partidista. Porque alimentar, cuidar y educar cotidianamente a una familia, como hacen cientos de miles de mujeres y madres en Guinea y África, también es política.
La experiencia que tuve en la cárcel, a pesar de la crueldad, los interrogatorios interminables, las torturas, palizas humillaciones, amenazas a mi familia que recibí, me hicieron más fuerte como mujer, madre, persona y activista política
Ser líder en Guinea implica haber estado en la cárcel por razones de opinión política. ¿Por qué y cómo fue tu detención? ¿Cuál fue tu experiencia con la tortura en la prisión de máxima seguridad de Black Beach?
En 1996 me detuvieron por primera vez durante la campaña electoral de las presidenciales. Gracias a una información que me dio un militar supe que Obiang había mantenido una reunión a puerta cerrada con los militares para asesinar a Andrés Moises Mba Ada, entonces candidato de Unión Popular. Como en aquel momento Baltasar Abaga y yo éramos portavoces de este partido, lo denuncie a los cuatro vientos, en especial en Radio Exterior de España, entonces conducido por la gran periodista Rafi Torre. Después de dos semanas, Manuel Nguema Mba me convocó a una reunión en su oficina. Allí estaban esperándome militares de alto rango, que me interrogaron para saber cómo obtuve esa información. Obviamente, ellos sabían que esa fuente era de un militar. Les dije que no sabía nada, que no lo recordaba, me negué a revelar mis fuentes, y tras un interrogatorio de cuatro horas, fui conducida a la cárcel. Después de una semana, un torturador llamado Ondo Nkumu me dijo textualmente en fang: “¿Cómo una simple mujer como tú nos va a dar dolor de cabeza, cuando podemos con los hombres? Hoy te vamos a torturar a ver si nos dices quién es tu fuente”.
Desde aquel día me torturaron salvajemente dándome 100 palos con cables de luz, aplicándome electrodos, pegándome debajo de los pies, mientras me insultaban. Casualmente, ese día estaba de guardia uno de los militares que me había dado la información y se negó a torturar a una mujer. “Excelencia, por favor, que lo haga otra persona”, dijo. Solo él y yo sabíamos por qué lo decía. Entonces designaron a un joven Ninja [fuerzas paramilitares del partido del Gobierno] que me torturó brutalmente. Cuando terminó, me había provocado heridas y no podía sentarme.
¿Qué otros presos políticos fueron represaliados o torturados durante tu estancia en la cárcel?
Muchos. A punto de concluir las elecciones, los Ninjas iban deteniendo durante sus mítines a los líderes y candidatos políticos opositores. En esa misma ocasión, estando yo en la celda trajeron a Celestino Bakale, que entonces estaba en CPDS [Convergencia para la Democracia Social de Guinea Ecuatorial], le vinieron a tirar en mi celda ya bien torturado, destrozado y machacado. Uno de los torturadores, llamado Adjinaná, me dijo: “¿Señora, ¿usted permite que este señor duerma en su colchón?”. Le dije que sí, que es mi compañero de lucha ¿por qué no?
“Ha llegado el momento en que las mujeres impulsemos y lideremos un proceso de cambio democrático de base que el país necesita”
Allí también presencié cómo torturaron como si fuera un animal a Santiago, alias Chop-Chop, también del partido CPDS. Una tortura bárbara como jamás había visto, como si fuera un perro. Había una puerta allí rota, con un agujero donde metieron su cabeza, se sentaron encima de él y le empezaron torturar debajo de los pies. No he visto a un señor tan valiente como Chop-Chop: le maltrataron de una forma inhumana y no dijo ni pío, ni lloró, ni se quejó y por eso le daban más y más. Allí también presencié cómo torturaban a un concejal y a Vitoriano Bolekia, alcalde de Malabo, de la Plataforma de Oposición Conjunta (POC), que había sido elegido por el pueblo. Durante una sesión de tortura le reventaron una vena al concejal, inundando la comisaria de sangre.
¿Qué conclusiones sacas de aquella experiencia? ¿Cuál fue la actitud del régimen después de tu liberación?
En mi caso había sido detenida y encerrada sin sentencia, estuve en prisión un mes y una semana, y salí gracias al embajador de EE UU, Jhon Bennet. Al salir de la cárcel luché para mantener intactas mis convicciones democráticas más profundas. Tenía la convicción de que no había hecho nada malo, sólo luchar por la libertad y la igualdad social. Cuando una mujer lidera a hombres como lo hice da miedo. En Guinea no es fácil ser opositor: todo el aparato de producción, industria y de trabajo está en manos del régimen y te prohíben trabajar, ejercer cualquier función pública o ganarte la vida. Cuando volví, me dediqué a la agricultura para poder dar de comer a mi familia y dar estudios a mis hijos. Así es la vida en Guinea para una mujer u hombre con un mínimo de compromiso. Creían que me darían de comer un plato de arroz, un fajo de billetes y me iría corriendo al PDGE ¡pero no fue así! La esposa del presidente, Constancia Mangue, me invitó a un acto de las mujeres del régimen, que le alaban a ella y a su marido y cuando me dieron la palabra, me reiteré con más firmeza que nunca en la crítica a la nefasta gestión del país, cleptocracia, corrupción por parte del Gobierno de su esposo y de ella misma, puesto que sin haber sido elegida ni nombrada asume labores ejecutivas, pone y quita ministros. La experiencia que tuve en la cárcel, a pesar de la crueldad, de los interrogatorios interminables, de las torturas, las palizas humillaciones, las amenazas a mi familia, me hicieron más fuerte como mujer, madre, persona y activista política. Asentaron y fortalecieron mis convicciones y liderazgo por la libertad, no solo por la democracia sino por un cambio real para todos los guineanos.
¿Cuáles son los objetivos y el programa político de tu partido y qué rol juegan las mujeres y los jóvenes?
Las mujeres y los jóvenes están en el centro del proyecto. El partido surgió cuando los líderes políticos que no estábamos de acuerdo en coaligarnos con Obiang y apoyar al PDGE comenzamos a ser expulsados. Entonces nos reunimos en una asamblea constituyente para fundar un nuevo vehículo político o instrumento orgánico que fuera expresión de ese sentir mayoritario. Y la mayoría eran jóvenes y mujeres, y todos depositaron en mí la confianza, pero el régimen no legalizó el partido porque la mujer que estaba al frente era yo.
Ya es hora de que los gobiernos de África sean la expresión de la voluntad de sus pueblos. En el caso de Guinea Ecuatorial debemos poder elegir a nuestro gobierno y revocarle por decisión de la mayoría en sufragio, sin amenazas ni miedo ni torturas
El régimen me considera peligrosa, porque a Obiang y a otros líderes machistas no les gusta la gente que piensa libremente. Solo les gustan las mujeres mediocres para así dominarlas. El pueblo no existe para ellos, no les importa, solo sus intereses. Esta es la situación de la política real de nuestro país, por eso el nombre de nuestro partido es el Partido del Pueblo Acción por la Justicia Social. El objetivo fue hacer un verdadero partido político democrático que fuera el reflejo del pueblo donde la mayoría social, que somos las mujeres, tenga una esperanza y posibilidad de protagonizar un cambio. Hasta hoy, es un partido como otros, no es legal porque el régimen se negó a reconocerlo, entre otras cosas por estar liderado por una mujer que es madre. El programa del partido abarca desde las necesidades importantes del pueblo, por ejemplo la alimentación, la agricultura, la pesca, educación gratuita para niños cuyos padres no tienen recursos, la sanidad que está privatizada en manos de Constancia, que es la dueña de todos los hospitales. Como ves, nuestro partido conoce las necesidades de este pueblo, por eso el régimen no quiso legalizarlo. El expediente sigue en el Ministerio, todavía tengo la copia y sello de la entrada. El nuestro es un proyecto que reunía todos los requisitos legales que se exigían, como tantos otros, solo que otros aceptaron ir en coalición con el PDGE y nosotras no. Trataron de sobornarme y me negué. Y como sabían que no me convencerían, nunca legalizaron el partido.
Uno de los mantras del régimen y de los opositores “intelectuales” inspirados en el nacional catolicismo es que en África no hay ideologías…
Si, así es. Es falso y falseado. El régimen lo dice para mantener su cohesión y sus mentiras. Pero otros quizás porque creen que así obtendrán el poder fácilmente y harán de sus hijos otros Teodorines. De esta forma no hay autocrítica ni debate pues tal o cual es mi tío o hermana. No podemos repetir lo mismo que estamos criticando del régimen. Otros que llevan mucho tiempo en el exilio creen que los pueblos de Guinea son tontos, estúpidos o que la sociedad que dejaron en 1968 se puede reimplantar. Y que, como ellos se consideran los más cultos, junto a sus hijos y hermanos, serán a quienes la comunidad internacional —es decir EEUU, la Unión Europea y multinacionales del petróleo— escojan para que nos gobiernen. Esta es otra idea neocolonial que rechazamos: ya es hora de que los gobiernos de África sean la expresión de la voluntad de sus pueblos. En el caso de Guinea Ecuatorial debemos poder elegir a nuestro Gobierno y revocarlo por decisión de la mayoría en sufragio, sin amenazas ni miedo ni torturas. Y no se dan cuenta que están cometiendo el mismo error de apreciación que Ndong Miyone [político e intelectual guineano], que no pasó de litoral en sus mítines porque los del okuiñ [interior] eran incultos.
No podemos repetir los mismos errores del pasado. En definitiva, el tiempo pasa para todos, los mayores debemos perder miedo a que otros jóvenes y mujeres aparezcan y ocupen ese espacio que ellos han ocupado durante 40 años sin resultados. No podemos llegar a Guinea para, de repente, hacer del día a la noche lo que no hemos hecho en cuatro décadas. La naturaleza humana no cambia así. Hay que perder miedo a los jóvenes, a las mujeres y otros luchadores. Porque los pueblos de Guinea no son estúpidos.
La opinión pública española finge no vernos, no saber nada de nosotros. Pero cualquiera que vaya a Guinea y sea mínimamente objetivo, puede ver en qué condiciones de violencia, miseria, exclusión política e impunidad vivimos los disidentes políticos
El movimiento opositor de las audistas [conocido así por los audios que publican] es mayoritariamente protagonizado por mujeres. Muchas empezaron denunciando el régimen, pero ahora están hablando de chismes, incluso atacando a otros líderes políticos antidictadura. ¿Cuál crees que debe ser el papel de las mujeres y porque este cambio entre las audistas?
La mujer en la política partidista guineana es solo un dicho, en realidad no existe. Las mujeres que están en política lo están porque las usan solo por sus intereses. Llegan allí porque su novio, marido, amante o hermano le designó, pero sin autonomía. Y es que Obiang pretende hacer creer que la mujer ya participa u ostenta alguna representación en la política oficial o en la oposición. Tú mismo has escrito un libro sobre el tema y lo sabes. ¿Cuántas de las que has inmortalizado en ese libro te han llamado para felicitarte por hacerles protagonistas de la historia? (risas) Hijo mío, las mujeres que militan en el PDGE y otros partidos lo hacen por meras relaciones familiares o amistad, pero sin ningún proyecto. A cualquier mujer que en Guinea destaca por su formación, inteligencia, compromiso o lucha política organizando asociaciones de inmigrantes, en una ONG o denunciando en las redes o en la esfera pública al Gobierno, o sea, que levante ligeramente la voz, se le reprime y, con el tiempo, o bien acaba en el PDGE o con un pez gordo para alabar a Obiang y a Constancia, o en prisión como me pasó a mí y a otras valientes.
Con respecto a las audistas, que en su mayoría son mujeres, madres hartas de la dictadura, el fenómeno fue determinante para saltar la censura y el monopolio de internet o los medios. Como has dicho, comenzó siendo un instrumento contra el régimen, pero con el tiempo, también lo infiltró y se convirtió en congosá [rumores, cotilleos], lo que siembra mucha confusión. Los audios son el reflejo del nivel de conciencia de nuestro pueblo. Me refiero a que los audios tienen un reflejo en los grupos de la oposición en el exilio y estas personas sociocultural y políticamente son guineanas. Y la política no es diferente al conjunto de la sociedad, por ese enorme vacío de interpretación donde han convertido los audios en luchas personales, porque no se quiere que las mujeres estemos en política y la consecuencia obvia es que gran parte no entiende nada de política. El régimen quiere seguir manipulándonos, manteniéndonos en la ignorancia, de modo que apoyemos a alguien solo porque es mi tío o de mi tribu. Sin embargo, como reflejas en tu libro, en Guinea ha habido grandes mujeres políticas, pero las pocas que estuvieron en los 90 antes del boom del petróleo quisieron saber y comprometerse con un cambio social dentro de los partidos: no les promocionan ni apoyan, más bien son ornamentales. Y esto es igual tanto en Guinea Ecuatorial como fuera del país. Ha llegado el momento en que las mujeres impulsemos y lideremos un proceso de cambio democrático de base que el país necesita. Para el cambio en esta sociedad dictatorial, el machismo debe ser profundamente cuestionado sin ver en ello ataque a los hombres, que son nuestro complemento, y esto lo digo desde mi compromiso con mis valores africanos en defensa de las familias destruidas por la dictadura.
Me impactó mucho al llegar al exilio español y comprobar que de algo tan evidente como la violación de los derechos humanos en una antigua provincia española nadie quiere decir nada. El tema de Guinea es un tabú
En 1998 coincidí con Kapuściński en una charla y me dijo: “El fin de la Guerra Fría ha sido lo peor para África. Ayer erais los aliados contra el comunismo. Hoy mueren en el mar: Roma no tiene amigos sino intereses”. ¿Tenía razón Kapuściński?
No sé si tenía razón (risas). Con independencia de mi persona, que soy una humilde mujer, una más de las tantas que luchamos contra ese régimen tirano, te diré que las cárceles de Guinea Ecuatorial están repletas de disidentes, periodistas, y presos políticos, incluso españoles. Si te soy sincera, me impactó mucho al llegar al exilio español y comprobar que de algo tan evidente como la violación de los derechos humanos en una antigua provincia española nadie quiere decir nada. El tema de Guinea es un tabú, casi no existe en los medios y menos en la coyuntura política actual. Ni el PP ni PSOE ni siquiera Podemos, que parecía que iba a traer un cambio. Pasan los años y cada vez es peor. Obiang lleva ya casi 50 años y quiere imponernos a su hijo, una monarquía. Es muy triste ver que hay muy poca gente, incluso fuera de Guinea, en Europa, denunciando esto. El régimen tiene mucha fuerza para comprar voluntades. La opinión pública española finge no vernos, no saber nada de nosotros. Pero cualquiera que vaya a Guinea y sea mínimamente objetivo, puede ver en qué condiciones de violencia, miseria, exclusión política e impunidad vivimos los disidentes políticos. Ahora que crece la extrema derecha en Europa, es muy importante decir a la opinión pública que los negros o africanos no queremos venir a Europa, nos gustaría vivir en nuestros países —allí no hace frío—, pero Occidente a cambio de nuestros recursos —petróleo, gas, coltán— apoya a los sátrapas y dictadores como Obiang Nguema, que nos empobrecen, encarcelan, torturan y matan. Y prueba de ello es lo que hizo la facultad de periodismo de la UCM, cediendo a las presiones de la dictadura. Ante ello, para nosotras las mujeres y sobre todo las madres el único camino es continuar luchando por la libertad.