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Feminismos
Ni princesas Disney ni del porno
En Estados Unidos han muerto en dos meses cuatro actrices del cine para adultos en extrañas circunstancias.
“Esta putita se corre a chorro cada vez que le follo el culo”, “cuando llegamos a mi casa la levanté (la minifalda) y la puta no llevaba bragas” o “todos los días haciendo la zorra para ponerme caliente”. Estas son algunas de las frases que acompañan una web donde se promociona porno con chicas jóvenes. Mensajes insultantes y desagradables que aparecen en prácticamente todos los portales que entro.
En tan solo dos meses, en Estados Unidos han muerto de forma extraña cuatro actrices porno. La última fue Olivia Nova, de 20 años, que apareció muerta esta semana, y, de momento, se desconocen las causas de su muerte. Amanda Friedman, de 35 años, murió mientras dormia en Canadá, donde fue a visitar a su madre. No trascendió la razón de su muerte. August Ames, de 23 años, se suicidó el 7 de diciembre después de ser acosada en Twitter por negarse hacer una escena porno con un actor gay. Y diez días después, Yuri Luv, 31 años, fue hallada muerta por una sobre dosis de pastillas en su casa. ¿Qué pasa en la industria del porno?
Hago una prueba. Accedo al buscador Google, me olvido de los acentos en las palabras y escribo: videos porno con chicas jovenes y se abren más de 3.420.000 entradas. Cambio la búsqueda por videos porno con virgenes y esta vez aparecen 2.830.000, mientras que videos porno con mujeres maduras salen 2.200.000 entradas.
¿Por qué la industria del porno tiene esta tentación con chicas jóvenes? Anneke Necro es actriz y directora de porno feminista en Barcelona y optó por esta opción cuando vio cómo era la industria mainstream. “Me di cuenta de la falta de ética que había en los rodajes”, explica Necro, que nunca ha participado en un film de porno convencional. “No encontraba ninguna productora que me gustara y empecé a autroproducirme”, matiza.
Relata que el concepto de la mujer en la industria de películas para adultos ha cambiado. En un primer momento, las actrices eran mujeres maduras, empoderadas, como una femme fatal, que mantenía relaciones con los hombres. “Ahora el rollo que se lleva es de chicas muy jóvenes”, puntualiza. Se trata de una mujer infantilizada, débil, manteniendo relaciones con hombres grandes.
“Las productoras parece que hagan una competición a ver quién hace lo más bruto posible, por lo que se busca que sean chicas muy jóvenes, que se dejen hacer cualquier cosa, que encima les pagas mucho menos”, lamenta.
Y el problema, destaca Necro, es que se aprovechan de estas jóvenes “que quieren ser famosas, verse sexis y son vulnerables”.
Precisamente, esto es lo que relata el documental Hot Girls Wanted (de Jill Bauer y Ronna Gradus) que habla de la vida de jóvenes estadounidenses que deciden hacerse actrices porno para llevar una vida de ensueño, en la que ganen dinero, viajen por todo el mundo y se hagan famosas. Un sueño que se derrumba como un castillo de naipes para convertirse en una pesadilla, cuando ven que todo es humo que se lo lleva el viento. Las chicas se acaban encontrando en situaciones que no les gusta por poco dinero.
Y es que el problema es que antes del rodaje las actrices no saben qué tipo de escena van hacer. Como mucho, explica Necro, te dicen con qué actor vas a rodar. “No sabes si vas hacer de enfermera cachonda, una escena racista o algo que te va a ridiculizar”, exclama.
A menudo, además, se encuentran en situaciones que no quieren. Necro asegura que las productoras suelen preguntar a la actriz si hace sexo anal. Pero eso no es ninguna garantía porque, a veces, aunque hayas dicho que no, cuando la mujer llega al sitio de rodaje se le comenta que se ha cambiado el guion y se le va a realizar una penetración anal. Aunque la productora no te ponga una pistola en la cabeza, las jóvenes se ven obligadas hacerlo, según esta actriz. “Te genera un problema porque no te van a pagar lo que te dijeron, no volverás a trabajar con esta gente o puede que se lo cuenten a otra gente y en este mundo nos conocemos todos”, aclara.
Buena parte de todos estos cambios en la industria del porno, también se debe a la aparición de internet, donde cualquiera puede hacer un vídeo y ofrecerlo gratis en una web. Films realizados a bajo coste que se pueden ver en cualquier lado del mundo. Bienvenido al fast food del porno, donde cada uno se sirve el fetiche que desee gratis y lo consume en su casa. Eso también ha tenido repercusión porque tanto actores como actrices cada vez cobran menos.
Necro, por ejemplo, solo hace escenas con mujeres y por ello pagan entre 200 y 300 euros en la industria mainstream. Si la chica practica sexo con un hombre, la oferta entonces sube hasta los 300 o 400 euros. En cambio, en el porno feminista los actores ingresan entre 500 y 800 euros por escena. “El porno tiene que estar bien pagado porque no tenemos royalties”, dice Necro, que antes había sido modelo de anuncios. En publicidad, la modelo cobra cada vez que se utiliza una de sus fotografías, pero en el porno no es así. Una vez grabas la escena, la productora la puede reproducir las veces que quiera sin que la actriz vea un duro.
¿Pero qué tan difícil es hacerse actriz porno?
Me sumerjo otra vez en el mundo de internet. Entro en el buscador de Google y pongo las palabras mágicas: quiero ser actriz porno. Me salen diversas páginas en las que solo tengo que rellenar un formulario para convertir mi sueño en realidad. Ahora bien, todas tienen el mismo requisito: ser mayor de edad y ese lo cumplo. A partir de ahí, cada una tiene sus condiciones. En Latporn, por ejemplo, me especifica que “debes ser accesible y tener una actitud relajada en el sexo” o “debes tener un cuerpo atractivo”. A Puta Locura no le importa mi físico, pero coincide con Latporn: “si no eres una chica, no envíes formulario”. En ambas solo debo rellenar un formulario y enviar tres fotografías, preferiblemente, desnuda.Pero lo que pocas chicas conocen es que adentrarse en esta vida puede traerles consecuencias en el futuro: el estigma social. Necro argumenta que a los 26 años ya son mayores para la industria mainstream, que entonces las rechaza, se tienen que buscar otro trabajo y lo que viene a partir de entonces… “Es el patriarcado en estado puro”, defiende Necro. Y también la hipocresía de la sociedad. La gente consume porno, pero estigmatizan las actrices. “Ellos tienen derecho a ver tu sexualidad y hacerse una paja porque es un hombre, pero a la vez está el rollo este de ir contra una mujer que se siente libre y vive la sexualidad de una forma libre”, explica Necro.
Y es que esta actriz y directora lo ha tenido que vivir en sus propias carnes. Por ejemplo, a los sitios feministas no acude porque acaba siempre con pelea. Tiene insultos en sus redes sociales y hasta una vez en una cena con amigos una de las asistentes le espetó: “te estás dejando violar”. Todo ello situaciones violentas o desagradables provocadas por vivir la sexualidad como le apetece.
Lola Clavo, directora de porno feminista, también habla sobre este estigma social. “Es muy difícil encontrar trabajo después si dices que has hecho porno”, cuenta Clavo, que asegura que se han dado casos de mujeres que querían ser profesoras y no han podido ejercer esta profesión porque de jóvenes rodaron algún film para adultos. En internet agrava esta situación, ya que lo que se sube en la red ahí se queda para siempre. “Yo antes de rodar les repito muchas veces a los actores si están seguros”, afirma esta joven barcelonesa, que reside en Londres.
Otra muestra de cómo internet también ha cambiado la industria del porno con la aparición de nuevas figuras como las webcamers. Este es el caso de Pennie, una joven inglesa que se masturba en su webcam mientras otras personas la ven o le indican cómo tiene que hacerlo.
Empezó con esta aventura para ganar dinero. “Me estaba desnudando en internet cuando era adolescente sin cobrar y luego pensé que sería genial si me ganaba la vida con eso”, dice Pennie. Cada noche se conecta a su webcam. En una buena jornada de trabajo puede ingresar alrededor de 200 a 300 libras (230 y 330 euros), aunque también hay otras veladas que no gana nada.
Sus clientes suelen ser fijos y mayoritariamente del Reino Unido. “Hago striptease y masturbación de dominación”, cuenta. La cosa más bizarra que le han pedido hacer es ponerse sus bragas en la boca.
En esta industria se vuelve a repetir. Les webcamers más famosas son chicas jóvenes y “calientes”, aunque en este mundo también hay personas de todas las edades y condiciones.
Internet y el fácil acceso a contenido pornográfico ha cambiado la sexualidad tanto de hombres como de mujeres. “Mata la líbido de los hombres jóvenes, da una impresión equivocada del sexo y de cómo deberían tratarse las mujeres”, opina Pennie.
Ahora bien, la conexión a la red también ha abierto la puerta a que se pueda realizar y promocionar otro tipo de cine para adultos, como el feminista, que quiere romper con los estereotipos de la industria convencional, donde no solo la mujer está cosificada, sino también el hombre. “Muchas veces solo se le ve la polla, como el macho que la mete a una mujer y ya está”, resalta Clavo.
Contra esta concepción lucha el porno feminista, donde se quiere mostrar a los actores tal como son: personas. En este tipo de películas aparecen cualquier tipo de relación, lésbicas, heterosexuales, gays, transexuales o personas con alguna capacidad diferente. “Es un porno inclusivo”, dice Necro. A lo que Clavo añade que se “intenta tratar a todo el mundo con respeto”. Además, agrega, el actor sabe cuál es el papel que va a jugar antes de que empiecen a rodar y que todo está pactado, incluso las escenas más fuertes.
Por eso, coinciden que en este tipo de películas el objetivo es que haya una conexión entre los actores que mantienen una relación sexual y que los que aparecen delante las cámaras sientan placer.
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menudo artículo, esto es obra de algún zumbado infrahumano, no tiene nada k ver el estilo de porno. De hecho August Ames tenía imagen de mujer dura, no parecía que fuese tan joven....
Totalmente de acuerdo, me parece muy interesante tu visión