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Gordofobia
El difícil reto de borrar de las consultas la palabra “obesidad”
—Doctor, aquí están mis analíticas.
—Guauu, qué fuerte. Tus analíticas están súper bien, son las analíticas de alguien que se cuida, no de alguien obeso como tú.
—Yo soy gorda, pero me cuido.
—Ya, bueno, el sobrepeso es excesos… y esta analítica dice que te cuidas. ¿Has ido al endocrino a ver qué pasa?
—Sí, muchas veces. No es hormonal. Soy así. Soy gorda.
—Ahora hay otros métodos. Te puedo recetar un medicamento para perder peso que se llama Ozempic. También tienes la opción de someterte a una cirugía bariátrica.
“Me dejó perpleja, le dije que no estaba interesada. Tenía unas analíticas muy buenas y aun así me quiere recomendar dos tratamientos, dos intervenciones en mi cuerpo que ponen en riesgo mi salud. No nos quieren sanas, nos quieren flacas”. Al otro lado del teléfono, la activista antigordofobia Magdalena Piñeyro recrea la escena que vivió en consulta el pasado mes de marzo. Una recreación que decidió plasmar en su cuenta de Instagram. La sorpresa llegó cuando mucha gente empezó a escribirle contando experiencias similares. Acudían al médico por cualquier motivo y acababan con recetas de Ozempic, un medicamento autorizado para tratar la diabetes tipo 2, pero que tiene efectos en la pérdida de peso y “lo están recetando como caramelos, principalmente en las consultas privadas”, denuncia Piñeyro.
“Tenía unas analíticas muy buenas y aun así me quiere recomendar dos tratamientos, dos intervenciones en mi cuerpo que ponen en riesgo mi salud. No nos quieren sanas, nos quieren flacas”
Pero ¿qué es el Ozempic? Según el prospecto, es un medicamento cuyo nombre genérico es semaglutida e imita a la hormona GLP-1 que se libera en el tracto gastrointestinal en respuesta a la ingesta de alimentos. La dietista y nutricionista Sofía Giaquinta explica que estos medicamentos actúan como las hormonas de la saciedad que tenemos naturalmente en nuestro estómago y que se segregan cuando nos sentimos saciados. “De cara a perder peso son pan para hoy y hambre para mañana, en el momento de que dejas de tomarlo, lo vuelves a coger”, relata. Además, tal y como se reconoce en el prospecto, entre sus efectos secundarios está el cáncer de tiroides, desarrollado en algunos roedores utilizados para sus ensayos, o la pancreatitis. Como cualquier medicamento, “no es inocuo”, destaca Giaquinta.
“Las personas sienten más saciedad y no perciben sensación de hambre. Cuando pasas de comer cinco veces al día a no comer, vas a adelgazar pero tu cuerpo va a tender a recuperar el peso perdido por supervivencia”, puntualiza esta dietista ante un medicamento que ha causado un gran impacto en la opinión pública, llegando a generar problemas de desabastecimiento para las personas diabéticas en 2022. Un fármaco que en España solo se receta de manera subvencionada por las arcas públicas para la gente con diabetes. El pasado 24 de abril, la Agencia Española del Medicamento denunció que se estaba vendiendo sin receta en las farmacias. También alertaba de la prescripción del fármaco “para indicaciones no incluidas en su ficha técnica o que no cumplen las directrices dadas por las autoridades”.
Aquí hay negocio
En 2017, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) autorizó la comercialización de Ozempic para el tratamiento de la diabetes. La empresa danesa Novo Nordisk, creadora de este fármaco, lo festejaba en su informe anual. Su caja registradora comenzaba a acumular ceros ante el auge de su uso para perder peso propugnado en consultas médicas y en alfombras rojas, donde grandes celebridades paseaban sus pérdidas de peso gracias a este inyectable. Las acciones de esta empresa se han visto revalorizadas un 424% desde 2017.
“Con Ozempic las personas sienten más saciedad y no perciben sensación de hambre. Vas a adelgazar pero tu cuerpo va a tender a recuperar el peso perdido por supervivencia”
Novo Nordisk no tardó en darse cuenta de dónde estaba el negocio y, con el objetivo de paliar el desabastecimiento, se puso a maquinar otro fármaco. Para ello llevó a cabo un ensayo clínico con 17.400 pacientes para que quedara probado el efecto de la semaglutida en la pérdida de peso. “El ensayo mostró una reducción media del peso del 10%. Sin embargo, dos tercios de los pacientes que abandonan el fármaco recuperan el peso inicial al año”, explica Soledad Cabezón, médica y presidenta de la Asociación por un Acceso Justo al Medicamento (AAJM).
Este nuevo fármaco vino a llamarse Wegoby y la Agencia Española del Medicamento permitió su prescripción el pasado mes de mayo. En la actualidad no está financiado, pero se puede obtener bajo receta médica y comprarlo en la farmacia por 179-290 euros al mes, según la dosis, explica Cabezón. “Cualquiera no puede costearse este fármaco, que apunta a que puede convertirse en un medicamento crónico si se quiere usar para bajar de peso, con un coste entre 2.148 euros y 3.480 euros al año”, explica esta médica. “Además amplía su uso a niños mayores de 12 años, aquí hay un gran interés económico”, advierte.
Y añade más datos: el beneficio neto de la empresa Novo Nordisk en 2023 fue de 11.500 millones de euros, un 51% más que el año anterior, y su valor en bolsa fue de 570.000 millones de euros, superior a los 400.000 millones de euros que es el PIB de Dinamarca. “Teniendo en cuenta que la industria farmacéutica europea declara una inversión en I+D en torno a los 30.000 millones de euros anuales, los beneficios netos suponen, al menos, un tercio de la I+D de toda la UE, por lo que es de suponer que debe superar de forma muy importante la inversión en la I+D requerida para el desarrollo del producto y es la justificación por la que se otorga la patente. Cabría revisar este sistema tan beneficioso para la industria y gravoso para los sistemas de salud y la población”, añade.
Un negocio favorecido por las más altas instituciones. El pasado 5 de junio se podía leer en los medios el siguiente titular: “Los padres del Ozempic reciben el premio Príncipe de Asturias”. Ese mismo día la compañía escalaba en bolsa y su acción alcanzó el nivel más alto en Wall Street, marcando un nuevo récord de capitalización de hasta 628.360 millones de dólares.
Novo Nordisk, empresa creadora de Ozempic, utiliza más métodos para escalar enteros: es uno de los patrocinadores habituales de los congresos que organizan sociedades médicas
Novo Nordisk utiliza más métodos para escalar enteros: es uno de los patrocinadores habituales de los congresos que organizan sociedades médicas como la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), que celebrará su próxima cita el próximo 16 de octubre. En esta cita confluyen médicos para ser informados de los nuevos productos que hay en el mercado. Ozempyc y Wegoby no faltarán.
Cirugías para personas sanas
“Antes de la intervención me hicieron unos análisis. Me dijeron que me podrían intervenir porque mis análisis estaban bien, porque yo era una persona sana. Entonces, ¿por qué me intervinieron?”. Mariana den Hollander es escritora y activista antigordofobia.
“Antes de hacerme la cirugía bariátrica, me hicieron unos análisis. Me dijeron que me podrían intervenir porque mis análisis estaban bien, porque yo era una persona sana. Entonces, ¿por qué me intervinieron?"
En 2009, con 31 años, se sometió a una cirugía bariátrica en Costa Rica, su país natal, esa que también recomendaron a Magdalena Piñeyro cuando acudió a consulta el pasado mes de marzo. A Mariana le realizaron una manga gástrica, que consiste en la reducción de parte de su estómago, en su caso el 80%. Diez años después, su sistema digestivo estaba totalmente inutilizado y tuvieron que realizarle otra intervención, esta vez un bypass gástrico.
“Yo comencé a recuperarme pero una parte de mí no regresaba. Había algo orgánico que me impedía concentrarme, socializar, expresar. Visité 15 doctores, todos mis exámenes salían normales. Pusieron en mi expediente ‘depresión’. Nadie lo relacionaba con mis cirugías”, explica. Abrió una cuenta de Instagram y comenzó a contar su proceso. De repente, comenzaron a lloverle historias similares, personas que habían sido sometidas a cirugías bariátricas con fatales consecuencias. No estaba sola, había un universo de personas catalogadas como “enfermas” por ser gordas y sometidas a cirugías, de cuyos efectos secundarios, denuncia, nunca se habla. A día de hoy ha hecho acopio de miles de testimonios.
En 2021 decidió juntar algunos en el libro La cirugía que más pesa. “Me niego a que haya personas operadas que vivan este infierno pensando que están locas y que se están inventando todo lo que están sufriendo”, explica a El Salto. La dietista Arantza Muñoz explica que las cirugías bariátricas son intervenciones con muchísimos riesgos. Entre las consecuencias están la “alteración en el proceso digestivo, la alteración a nivel de microbiota, el reflujo o el esófago de Barrett, una situación precancerosa que implica una irritación constante de este órgano”, explica Muñoz. Esta especialista corrobora que muchas mangas gástricas acaban derivando en bypass gástrico, una cirugía en la que se corta parte del estómago y del duodeno para hacer un tubo digestivo más corto. Una intervención más invasiva que implica aún más riesgos.
Muchas mangas gástricas acaban derivando en bypass gástrico, una cirugía en la que se corta parte del estómago y del duodeno, una intervención más invasiva que implica aún más riesgos
La calidad de vida de las personas que pasan por estas cirugías se resiente, tal y como demuestra el testimonio de Mariana y refrenda Muñoz. “El primer mes y medio estás muy débil con dieta a base de líquido. Puede haber una pérdida de masa muscular, mala absorción de nutrientes, dificultad para hacer la digestión y absorber nutrientes, y la alimentación se tiene que complementar con suplementos y vitamina B de por vida”. A medio plazo aparecen problemas digestivos, crecimiento bacteriano, aumenta la formación de cálculos biliares y renales, en algunos casos principios de gota y autofagia, relata esta dietista, quien indica que todo esto es consecuencia de una malnutrición sostenida en el tiempo.
La palabra “obesidad” como sinónimo de enfermedad
“Se debe asegurar una adecuada accesibilidad en condiciones de equidad de financiación pública a los distintos tratamientos, incluyendo los nuevos fármacos de próxima comercialización, la cirugía bariátrica, sin demoras superiores a las existentes en otras intervenciones, o la atención psicológica individualizada”, enfatizaba el doctor Ignacio Bernabéu, presidente de la SEEN, que, recordemos, obtiene financiación de las farmacéuticas. Lo hacía en el Congreso de los Diputados, tras la presentación del informe Situación sanitaria y social de las personas con obesidad en España el pasado 18 de marzo. Un informe que, por supuesto considera la “obesidad” como una enfermedad. Pero ¿lo es?
“La obesidad se define como una acumulación excesiva de masa grasa, pero no es una enfermedad, es un factor de riesgo. Si mi pareja fuma, si respiro aire contaminado… todos estos son factores de riesgo"
“La obesidad se define como una acumulación excesiva de masa grasa, pero no es una enfermedad, es un factor de riesgo. Si mi pareja fuma, si respiro aire contaminado en una gran ciudad… todos estos son factores de riesgo y no significa que quienes estén expuestos vayan a desarrollar una enfermedad”, valora la dietista y nutricionista Sofía Giaquinta, para quien lo deseable sería desechar esa palabra. “Las farmacéuticas están intentando que la obesidad se diagnostique como enfermedad. En la actualidad es una catalogación del Índice de Masa Corporal (IMC), un índice que está desactualizado”, añade.
Un índice creado en 1830 para hombres blancos y europeos que intentan que sea válido para todas las personas, lo cual también tiene derivadas racistas en los diagnósticos, tal y como explica De Hollander. “A una mujer negra latinoamericana, ¿cómo la van a medir con parámetros que fueron hechos para un hombre europeo? “, se pregunta. “La palabra ‘obesidad’ es una patologización para personas que están por encima de cierto número y este no es un parámetro que mida la salud”, declara quien admite que fue muy doloroso este descubrimiento, hecho muchos años después de someterse a una cirugía bariátrica.
“Cuando se habla de epidemia de obesidad se está utilizando un término que da mucho miedo. Una epidemia suele describir algo que es contagioso porque nos lo pueden pegar, pero la gordura no se pega"
Giaquinta señala otro concepto médico aún más estigmatizador: la “epidemia de la obesidad”. “Cuando se habla de epidemia se está utilizando un término que da mucho miedo. Una epidemia suele describir algo que es contagioso porque nos lo pueden pegar, pero la gordura no se pega. Con estos términos se intenta invisibilizar que la diversidad corporal existe, y existe desde siempre, desde el Paleolítico hasta nuestros días”, indica.
La gordura es multifactorial
Arantza Muñoz complementa este punto de vista: “La palabra obeso viene del latín ‘obedere’, formado por las raíces ob (sobre) y edere (comer). La palabra obesidad nos viene a decir que la persona come de más y esto no siempre es la realidad de las personas gordas”, expresa. Hay una serie de determinantes sociales de salud, como la clase socioeconómica, la carga genética, los niveles de cortisol, el estado de la microbiota, la forma del nacimiento o el tipo de lactancia que influyen en el cuerpo de las personas, explica Muñoz. “Hay una genética con tendencia a la acumulación y tiene que ver con algo que estás arrastrando desde tus abuelos. Por ejemplo, si estuvieron en el bando perdedor de la guerra y sufrieron carestía, esto influye en la acumulación de grasas hereditaria”, relata.
“En una consulta, lo primero a lo que se enfrenta una persona gorda es a no recibir un trato digno. Se la cuestionan sus hábitos, no se la escucha y se ignora su sintomatología"
Y ante esto, la medicina tradicional ha de abrir ojos y oídos, alertan las expertas, para desterrar la gordofobia en consulta. “En una consulta, lo primero a lo que se enfrenta una persona gorda es a no recibir un trato digno. Se la cuestionan sus hábitos, no se la escucha y se ignora su sintomatología. Se va a atribuir todo a su tamaño corporal, no se hacen las pruebas pertinentes y se demoran diagnósticos. A veces se le hace una derivación no informada, saltándose el principio de autonomía del paciente, a unidades de la obesidad”, explica Muñoz.
“Yo soy una persona gorda y llevo más de un año diciéndole a mi médica de familia que algo no está bien en mí. Le pido que me derive al endocrino y me deriva a la unidad de obesidad. Las analíticas están perfectas y no entienden mi malestar. Si yo estuviera delgada me hubiera derivado al endocrino”, concluye.
Salud para todas las tallas
De fondo, un nuevo movimiento que cuestiona las estructuras: el movimiento Salud para Todas las Tallas, HAES por sus siglas en inglés (Health At Every Size). Un nuevo paradigma que aboga por un trato y unas recomendaciones dignas para cualquier tipo de cuerpo, independientemente de su tamaño, y que no liga la salud a la pérdida de peso. “Salud para todas las tallas no quiere significar que todo el mundo tenga salud, pero no asumimos que alguien no tiene salud por tener una talla en concreto”, explica Muñoz.
La nutricionista inclusiva Raquel Lobato explica que HAES rechaza la noción de que el peso o el IMC son buenos indicadores de salud. “Mejorar la salud no implica perder peso o alcanzar una determinada forma o tamaño corporal. HAES reconoce que los pesos más altos, al igual que los más bajos, correlacionan con resultados de salud negativos, pero no existe evidencia que demuestre que sea el peso en sí mismo la causa de dichos resultados, ni que la pérdida de peso evite esos resultados”.
Una nueva generación de nutricionistas y dietistas que defienden también una nueva relación con la comida. Para Sofía Giaquinta, las dietas son soluciones cortoplacistas. “Dieta es un régimen restrictivo. Eliminar o restringir a nivel de salud mental nos afecta porque es incapacitante”, explica y añade otro factor: las dietas acaban teniendo un efecto rebote por lo que seguir recomendándolas es una estrategia de marketing. “Mi objetivo es que la persona aprenda sobre alimentación y sea autónoma. Tener enganchada a una persona a una consulta de nutrición no es saludable. Muchas mujeres están encerradas en la rueda de un hámster. Para mí eso no es la salud”, añade.
“Solo están obsesionados con que adelgacemos y que adelgacemos a costa de nuestra salud. Nos quieren delgadas, hay muchos intereses económicos detrás"
Magdalena Piñeyro salió de aquella consulta sin un diagnóstico, con dos recomendaciones que considera dañinas, pero con las cosas muy claras. “Solo están obsesionados con que adelgacemos y que adelgacemos a costa de nuestra salud. Nos quieren delgadas, hay muchos intereses económicos detrás, pero nuestra salud no les importa”, concluye.