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Gasto militar
El gasto militar bate un nuevo récord con el Gobierno de Pedro Sánchez
Una vez más, este 12 de octubre, día de la Raza, de la Fiesta Nacional, de la Hispanidad, de Colón, del Encuentro de Dos Mundos, de la Diversidad Cultural, de la Resistencia Indígena, Negra y Popular, se conmemora en muchos países americanos y en España con distintos nombres y enfoques.
En España, la celebración oficial consiste en una demostración de las capacidades militares de la antigua potencia colonial. En el desfile por el centro de Madrid, los espectadores podrán aplaudir a la princesa Leonor —aunque se quedarán con las ganas de verla con uniforme militar—, podrán abuchear a Pedro Sánchez e incluso al rey Felipe VI —renombrado “Felpudo VI” por la derecha extrema—. Pero como cada año, el centro del espectáculo será el ejército, unas fuerzas armadas que han visto reforzadas sus capacidades y multiplicado sus recursos en los últimos años.
Lejos de la percepción generalizada entre los partidos, medios y audiencias de derecha, los datos del Centre Delás por la Paz aclaran que este Gobierno ha sido el que más ha aumentado el gasto militar en las últimas décadas. Una escalada del gasto en Defensa que se ha intensificado tras la pandemia y más aún con la guerra en Ucrania.
Según los datos que maneja este organismo, el Estado dedica anualmente al ejército el doble de presupuesto que hace dos décadas. Desde 2019, el Gobierno de Sánchez ha comprometido más de 82.700 millones de euros en gasto militar —incluyendo gastos militares de todos los ministerios—, 20.000 millones más que en la última legislatura de Rajoy y 40.000 millones más que en la segunda presidencia de José María Aznar.
Desde enero de 2023, el Gobierno ha comprometido gastos militares por valor de más de 22.000 millones de euros, casi siete veces el dinero destinado al Ingreso Mínimo Vital
Del último Consejo de Ministros, celebrado el 10 de octubre, ha trascendido la convocatoria de la ceremonia conjunta del Congreso y el Senado para que la princesa Leonor jure la Constitución. Menos publicidad se ha dado a los casi 1.200 millones de euros en gasto militar que el Gobierno ha aprobado en esa misma reunión. Más de 75 millones en munición de artillería de 105 milímetros, 132 millones en repuestos de helicópteros, 345 millones para munición de 155 milímetros, 36 millones para submarinos y nada menos que 576 millones para lanzacohetes. No es un caso raro, en el Consejo de Ministros anterior, del 5 octubre, el Gobierno aprobó otros 574 millones euros en gasto militar entre granadas, munición de artillería, sistemas de misiles y repuestos de vehículos bélicos. Y en el Consejo de Ministros del 12 de setiembre, el Gobierno autorizaba un gasto en aviones militares de 2.000 millones de euros, cuatro veces lo que el Ministerio de Exteriores dedica a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
La escalada del gasto militar se ha convertido en una constante en los últimos meses. Desde enero de 2023, el Gobierno ha comprometido gastos militares por valor de más de 22.000 millones de euros, según el seguimiento que el Grupo Antimilitarista Tortuga realiza de todos los Consejos de Ministros. Una tendencia que no ha hecho más que acentuarse desde que el Gobierno está en funciones. En los dos meses y medio que hay entre las elecciones del 23J y el Consejo de Ministros de este 10 de octubre, el Ejecutivo de coalición ha acordado más de 9.600 millones de euros de gasto militar.
El gasto militar aprobado desde enero —esos 22.000 millones de euros— representa una cifra siete veces superior al dinero destinado en los Presupuestos al Ingreso Mínimo Vital —unos 3.000 millones— y unas cuatro veces superior a los recursos totales del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.
En los dos meses y medio que hay entre las elecciones del 23J y el Consejo de Ministros del pasado 3 de octubre el Ejecutivo en funciones ha acordado más de 9.600 millones de euros de gasto militar
El Ministerio de Defensa no niega estas asimetrías entre gastos militares y sociales. “El gasto militar en España es cuatro veces mayor que el gasto en Sanidad y seis veces más que el gasto en Educación y diez veces más que el gasto en Ayudas a la Dependencia”, se puede leer en un folleto llamado Las Claves del porqué, publicado por Defensa en septiembre de este año, especialmente pensado para desarmar las críticas al gasto militar y para justificar que, tal como se acordó en la cumbre de la OTAN de Madrid, el Estado español tiene que llegar al 2% del PIB en gasto militar. El truco de esta afirmación, dicen en el folleto, es que la mayoría de los gastos sociales están transferidos a las comunidades autónomas por lo que no aparecen en los gastos ministeriales de Educación o Sanidad.
Opinión
Opinión El Ministerio de Defensa se “defiende” del movimiento pacifista
Pero para trucos el de Defensa, que solo cuenta como gasto militar el gasto de su ministerio y deja fuera partidas eminentemente militares como el gasto de las misiones en el Exterior, a cargo de Exteriores; las inversiones en el desarrollo, financiación y apoyo a la fabricación de armas, a cargo de Industria; y “gastos extraordinario y abuso de los fondos de contingencia”, a cargo de Hacienda, según explicaba Juan Carlos Rois, analista del Grupo Antimilitarista Tortuga.
Según el Centre Delás para la Paz, el folleto publicado por el Ministerio de Margarita Robles nace de una necesidad de “defenderse” y de una “mala conciencia”, todo ello para “contraargumentar los planteamientos de los movimientos pacifistas y antimilitaristas, los cuales son tachados de demagógicos por aquello de ‘o tanques o mantequilla’”.
“España no dedica el 1% del PIB a los gastos militares”, tal como afirma Defensa, Si se utiliza el criterio de la OTAN para contabilizar el gasto militar, este alcanzó un 1,98% en 2022 y alcanzará el 2,17% en 2023, según el Centre Delás
Los principales argumentos del folleto de Defensa para aumentar el gasto militar, dicen desde el Centre Delás, son los altos presupuestos de Defensa de otros países de la OTAN y el compromiso de este Gobierno de llegar al 2% del PIB. Sin embargo, señala, “resulta llamativo que los datos a los que hace referencia sean incorrectos, ya que no cumplen ni siquiera con el criterio OTAN”. Este organismo especializado desde hace años en el análisis del gasto militar, considera que el Gobierno debería utilizar “datos de mayor fiabilidad y prestigio, como son los del SIPRI”, el instituto de estudios sobre seguridad de Estocolmo y reconocer como gasto militar partidas que hasta ahora son parte de ese “gasto militar oculto”. Si se utiliza el criterio de la propia OTAN para discernir que partidas constituyen gasto militar y cuáles no, explican desde el Centre, “España no dedica el 1% del PIB a los gastos militares”, tal como afirma Defensa, sino que alcanzó un 1,98% en 2022 y alcanzará el 2,17% en 2023.
Para Juan Carlos Rois, del Colectivo Tortuga, resulta “especialmente llamativo el papel acrítico e insolidario de la izquierda que se dice transformadora”. En materia de defensa, dice a El Salto, “tampoco la izquierda tiene una política alternativa ni una agenda de trabajo para cambiar la orientación de este gasto militar y, por desgracia, se ha dedicado más a mostrar un vergonzante colaboracionismo militarista que los retrata, a pasar de puntillas por el problema y a minorizar las propuestas alternativas que una parte del activismo social y del pacifismo mantiene”.
El Gobierno actual, continúa “perpetúa una práctica vergonzante de opacidad, ocultación y aumento por debajo de la mesa del gasto militar presupuestado”, una práctica que “forma parte del amplio consenso político de los partidos políticos fraguado de espaldas al conocimiento y consentimiento social”. Una práctica que compromete “enormes partidas de gasto” para años futuros destinadas a sufragar “nuevos programas de armas innecesarios”. Esta política “continuista” continúa Rois, eleva el gasto militar “en detrimento de las necesidades y prioridades sociales, del gasto social y la seguridad humana” y consolida y “gigantismo” de las estructuras militares. Y no solo eso, sino que genera una deuda que este activista pacifista califica de “inmoral”.
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