We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Fotografía
World Press Photo, fotoperiodismo contemporáneo para una mirada comprometida
Profesora-Investigadora Titular de la Universidad de Castilla-La Mancha (Facultad de Comunicación)
Uno de los temas que más preocupa a buena parte de los profesionales del panorama visual contemporáneo es, sin lugar a duda, la representación de los tránsitos migrantes. Por motivos obvios, estos éxodos están dejando como resultado un reguero de historias personales cercenadas, proyectos dinamitados y vidas perdidas difícil de asimilar. Eso ha hecho que buena parte de los profesionales del ámbito del fotoperiodismo hayan vuelto sus cámaras, algunos desde hace ya muchos años, para intentar retratar de manera más precisa y honesta estas diásporas. Pero tales situaciones no solo reclaman la atención de la fotografía de prensa que se practica en la actualidad. Otros ámbitos de la creación fotográfica también se sienten interpelados por estos movimientos migrantes y por sus protagonistas. Ahí estaría para atestiguarlo parte del trabajo fotográfico de Cristina de Middel, Lua Ribeira o Felipe Romero Beltrán, por poner solo tres ejemplos de actualidad reconocibles.
Pues bien, cuando hablamos de medios de comunicación o de periodismo parece que ponemos el dedo en la llaga indefectiblemente. De manera sistemática se formula una crítica al papel que estos actores ocupan en nuestra sociedad. En este caso particular, se ha asentado un mantra relativamente generalizado que nos previene de las limitaciones del fotoperiodismo para el retrato de la realidad, algo que a estas alturas de nuestra cultura visual ya sabemos de sobra. Pero, en cambio, suele elogiarse las bondades de la esfera artística para realizar acercamientos más profundos y sensibles a problemáticas tan difíciles de retratar como las descritas arriba. Esto es muy cuestionable. Y lo es no porque buena parte de esos profesionales del ámbito de lo que entendemos como fotografía artística y documental no lo estén haciendo de manera sobresaliente (el merecido reconocimiento internacional de las tres figuras anteriormente señaladas es muestra de un buen trabajo); sino porque también existen proyectos fotoperiodísiticos que trabajan, con esmero y gran acierto, en esta línea. Es el caso de algunas de las imágenes que podemos ver en Madrid desde el 1 de diciembre como parte de la exposición fotográfica World Press Photo.
La muestra no es una novedad en la capital, pero en esta edición estaba de reestreno por dos motivos. Primero, porque hacía dos años que las imágenes premiadas por esta plataforma de origen holandés, y con una larga trayectoria en el panorama fotoperiodístico internacional, no pasaban por Madrid. Y, segundo, porque en esta ocasión lo hace en una nueva localización: el espacio Larra-Laboratorio de Periodismo. Aunque la puesta en sala de las obras mantiene los códigos principales de este tipo de exposiciones colectivas, es posible percibir cambios reseñables. Creo que hay tres muy evidentes.
En primer lugar, se identifican dos imágenes protagonistas de la exposición. Me refiero a la Foto del Año, ganadora global de este 2023, tomada por el fotógrafo ucraniano Evgeniy Maloletka tras el asedio en Mariúpol de las tropas rusas y donde vemos a una mujer embarazada y herida como resultado de un bombardeo que, postrada en una camilla, es trasladada por cinco hombres. Irina Kalinina (así se llamaba esta mujer) y su hijo murieron pocas horas después de la toma de esta fotografía. Pero junto a la instantánea, sorprende el retrato reconocido con una Mención de Honor que muestra a una joven iraní, sin hiyab, posando para la cámara de Ahmad Halabisaz. Sentada en una plaza de Teherán, tras las masivas protestas ante el asesinato de Mahsa Amini por no cubrirse la cabeza, la joven desafía con su gesto un régimen que controla férreamente los cuerpos de las mujeres.
El segundo cambio evidente tiene que ver con la disposición de los trabajos en las salas del espacio Larra. A través de unas etiquetas de color situadas en la parte baja de las imágenes, es posible recorrer seis regiones del mundo: África, Asia, Europa, América del Norte y Central, América del Sur y Sur de Asia y Oceanía. Esta organización intenta revertir en una mejor representatividad de diversas latitudes del planeta. Y, por último, la categoría de los proyectos se divide en la ya citada Foto del Año, pero también en el Reportaje Gráfico del Año, Premio al Proyecto a Largo Plazo y Premio al Formato Abierto.
La muestra expone numerosos trabajos en los que conviene detenerse. Al menos dos de ellos llaman poderosamente la atención. Me refiero a Home for de Golden Gays, de la fotógrafa filipina Hannah Reyes Morales, y Passengers, del fotógrafo madrileño César Dezfuli. El primero, retrata una comunidad de personas LGBTIQ+ fundada en Filipinas en los años 70 y que, a través de la vida compartida como familia, han creado una red de apoyo y afecto para sus miembros ya ancianos. Incomprensiblemente para el propio certamen (y para cualquier persona que vea las fotografías), este proyecto fue calificado como pernicioso en la exposición del WPP en Hungría y, a falta de cinco días para la clausura de la muestra, se tuvo que exponer con una cartela que indicaba que era para mayores de 18 años. El gesto hace comprender de manera muy evidente la necesidad de seguir mostrando fotografías como estas.
Y el segundo trabajo nos permite recordar lo expuesto al comienzo de este texto. Pasajeros se remonta a 2016, año en el que Dezfuli comienza a retrata a las personas rescatadas de una embarcación que intentó cruzar el Mediterráneo desde Libia. Lo significativo de la obra es que estamos ante un trabajo de largo espectro y diversos formatos donde encontramos 118 retratos de personas identificadas con su nombre propio, edad y país de origen, además del seguimiento de 75 de ellas, la reconstrucción del mapa de su tránsito y una web que recapitula parte de los hallazgos hechos. Humanización y contexto son las claves para comprender este minucioso retrato de la migración. Asistimos así a la explícita intención del fotógrafo de crear nuevas narrativas para la representación de estas situaciones que no solo personalicen los dramas descritos, sino que también les den el seguimiento que merecen.
La semana pasada, coincidiendo con la inauguración de esta exposición, se celebró otro acontecimiento importante en el ámbito del análisis de la imagen, aunque mucho más discreto por darse en el seno de una universidad. La Universitat Jaume I de Castellón concedió el Honoris Causa al catedrático emérito de Comunicación Audiovisual, Santos Zunzunegui. Posiblemente una de las personalidades más relevantes para entender qué es eso de construir significados con materia visual y, desde luego, uno de los profesores más influyentes en su ámbito que ha enseñado a mirar a toda una generación de analistas de la imagen, Zunzunegui reclamó la importancia de demandar un arte que no se encierre en sí mismo. O, dicho de otra manera, la necesidad de crear imágenes responsables de la realidad que nos rodea, que trabajen para una puesta en forma que no se aleje de sus temáticas y que nos hagan ver lo que el ojo por sí solo no puede observar. Mira aquí conmigo. Esa es, en última instancia, la labor de los buenos trabajos fotoperiodísticos.