We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Feminismos
Aquelarre en Mérida: la construcción de otro 8M histórico
Más de 200 feministas de diferentes territorios del Estado español, Francia, Portugal y Viena se reunieron del 1 al 3 de junio en Extremadura para evaluar el trabajo realizado y los importantes retos para mantener el pulso en las calles.
Una madeja morada salta de unas manos de mujer a otras. Va hilando historias pequeñas y hermosas del ocho de marzo: los niños y niñas de un pueblecito de Euskadi que no fueron a la escuela porque la maestra entendió que la mejor lección de ese día no estaba en los libros, la niña extremeña que decidió que ella quería “ser feminista para siempre”, el carril lento de la manifestación de Barcelona donde las mujeres con diversidad funcional ganaron con sororidad a la presión de una multitud desbordada.
Así comienza el III Encuentro Estatal Comisión 8M, un hilo que une los relatos personales de más de 200 feministas y los territorios de donde vienen: Islas Canarias, Islas Baleares, Aragón, Catalunya, La Rioja, Murcia, País Valenciá, Castilla La Mancha, Castilla y León, Andalucía, Galicia, Cantabria, Euskadi, Asturias, Madrid, Extremadura, Pamplona, Portugal, Francia y Viena. Sus edades y sus acentos son distintos, pero no lo suficiente. Lo repiten muchas veces en este encuentro que dura tres días: no están todas, es urgente trabajar la diversidad, decolonizar el feminismo. Y este es uno de los grandes retos que hilvana los discursos y los debates, que aparece una y otra vez en los análisis. Aseguran que es imprescindible que la voz de las mujeres cuidadoras, las trabajadoras domésticas, las jornaleras, las migrantes, las racializadas, las que ejercen la prostitución estén en el centro de este feminismo que, insisten, tiene que poner en cuestión todas las relaciones de poder.
No es el único desafío del que estas mujeres advierten. La descomunal movilización del 8M en todo el Estado ha puesto la atención sobre los feminismos, convirtiéndolos en una tentación golosa que corre el riesgo de ser cooptada e instrumentalizada. Por ello, insisten en que los sindicatos y los partidos se deben adaptar a los ritmos, las decisiones y las consignas que marque el movimiento feminista, dando apoyo, pero sin intentar apropiarse de una lucha que debe ser de las mujeres. Dicen que no van a ceder su voz y reconocen el esfuerzo de las compañeras sindicalistas que, desde las entrañas de esas organizaciones, trabajan por despatriarcalizarlas, repensando, cuestionando las estructuras existentes. Y así también se abre el debate de la organización interna de la Comisión 8M, con una convicción común de que los territorios deben ser el eje de las acciones y las decisiones, que el feminismo se teje desde lo más cercano y cotidiano, en el día a día, desde abajo. Pero ¿cómo se coordina una red que tiene tantos nudos como cuerpos, que lo atraviesa todo, que nace de lo más íntimo y personal para crecer y ser útil a través de lo colectivo? Las respuestas que salen en este encuentro son muchas, algunas contradictorias, y aquí encalla este feminismo que está gestionando nuevos retos, nuevos tiempos, y que pone este en la cuenta de pendientes para el próximo encuentro, allá por septiembre.
Entre los retos pendientes están también crear nuevas alianzas con sectores como el educativo, con movimientos como la ecología y con colectivos estratégicos como las periodistas, que a esa hora, en Madrid se reunían en su primer encuentro estatal tras nacer días antes del 8M bajo el paraguas de #lasperiodistasparamos.
La próxima cita será en septiembre, cuando se decidirá cómo se coordina el próximo ocho de marzo
En la cuenta de los logros, muchos. Asumen que la primera huelga feminista, y todo lo que ha nacido de ella, ha sido importante para reivindicar, en espacios nuevos y diferentes, los cuidados y la vida, para articular barrios y pueblos, para interpelar y sumar a más mujeres, para visibilizar el trabajo no remunerado, para identificar las muchas violencias del patriarcado, para cuestionar la lógica del consumo y el mercado, para crear espacios seguros en lugares públicos y en fiestas populares, para denunciar las muchas discriminaciones que sufren las mujeres en todos los ámbitos. Y bajo esta premisa, el sábado, al terminar la jornada de evaluación en el Instituto Ferial de Mérida, IFEME, y aprovechando que la final de la Copa de la Reina se celebraba en Mérida, un grupo de feministas del III Encuentro acudían al partido para visibilizar la discriminación que las mujeres sufren también en el mundo del deporte al grito de “aquí estamos las feministas, apoyando a las futbolistas”, “que les paguen lo que valen” y “basta ya de fútbol patriarcal”.
De regreso, hablan de las ancestras y reivindican “la larga genealogía de mujeres activistas, sufragistas y sindicalistas” de las que se sienten herederas y que les ha traído a este momento histórico donde la lucha feminista ha desbordado las calles, pero también las agendas institucionales, las organizaciones tradicionales, con reivindicaciones que exigen, radicalmente, poner la vida en el centro.
La próxima cita será en septiembre, cuando se decidirá cómo se coordina el próximo ocho de marzo. Aún no se ha elegido el lugar, pero la Comisión 8M tiene la voluntad de descentralizar. Las dos anteriores fueron en Elche y en Zaragoza. Sabah Walid Sbeinati, de la Red Feminista de Extremadura, asamblea feminista que ha organizado este encuentro, asegura que Mérida ha sido otro ejemplo de esa voluntad de “dar cabida a todos los territorios que forman parte de la Comisión 8M, en este caso dando espacio al mundo rural, que creemos que está poco visibilizado, y creando lazos y contactos con las compañeras de Portugal que miran con mucha atención lo que está pasando aquí”.
Como la madeja, han unido sus relatos y sus luchas. Al terminar hablan de afectos y de cuidados, se abrazan, se apoyan, se dan aliento. Han sido tres días intensos, apurando tiempos, entregando horas y saberes, tejiendo tácticas, aceptando disensos, cuestionando premisas, reconociendo faltas y ausencias, aceptando, dicen, la responsabilidad de que esta lucha tiene que ser imparable y no puede dejar de crecer.