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Extremadura
25 de marzo: Historia, memoria y esperanza
Este 2020, el aniversario del 25 de Marzo, el pueblo extremeño lo pasará en cuarentena, pero este año también es necesario recordar a los miles de hombres y mujeres que un día se alzaron en Extremadura para exigir el derecho a vivir con dignidad en su tierra. Un libro sobre dicho acontecimiento, elaborado de forma colaborativa, verá la luz próximamente.
A las cinco de la madrugada del día 25 de marzo de 1936 comenzó uno de los acontecimientos fundamentales de la Historia de Extremadura. A esa hora, convocados por la Federación de Trabajadores de la Tierra, más de 60.000 campesinos iniciaban una gesta sin precedentes. El periódico Claridad daba cuenta así de aquel hecho asombroso:
“Cuando los eruditos de la Historia anden buscando el hecho que señaló el gran hito de la historia de España, algún dedo caerá, ciertamente, sobre nuestra Extremadura, la región en la cual se ha verificado la primera ocupación de tierras de forma multitudinaria”.
La Reforma Agraria, el gran sueño de generaciones enteras de campesinos, germinaba en Extremadura. De ese modo, se abría camino la veterana utopía, resumida en dos palabras, Tierra y Libertad, y en un lema acuciante, “La tierra para el que la trabaja”.
¿Cómo es posible que la inmensa mayoría de los extremeños desconozca al día de hoy la simple existencia de este hecho histórico? ¿Cómo se explica que ese terremoto colectivo, cuya trascendencia saltó a las páginas de la prensa internacional –La Nación, de Buenos Aires, o Regards, en Francia, por mencionar solo dos ejemplos- y del que levantaron acta los historiadores más prestigiosos como Tuñón de Lara o Malefakis, sea ignorado por los ámbitos institucionales, académicos o escolares de Extremadura?
¿Cómo es posible que la inmensa mayoría de los extremeños desconozca al día de hoy la simple existencia de este hecho histórico?
El libro sobre dicho acontecimiento histórico verá la luz próximamente. Se trata de un trabajo colaborativo realizado por varios autores y autoras y coordinado por la Asociación 25 de marzo, una obra que pretende ser una modesta aportación contra el olvido, una reivindicación del coraje de nuestros padres y abuelos, y al tiempo, una herramienta que agite las conciencias. El 25 de marzo es un faro que ilumina otra Extremadura posible, liberada de la maldición histórica del paro, la emigración y el caciquismo. Un aldabonazo que llama a enfrentar la resignación y el miedo.
La reforma agraria fue el enunciado primordial de aquel seísmo. Con él afloraban dos verdades elementales, escondidas tras el retablo ideológico de las clases dominantes. La tierra no es una mercancía, una variable más del capitalismo, sino sustrato y sustancia misma de la vida. El origen del capitalismo se asienta, como explicó el antropólogo austriaco Karl Polanyi, en la transformación de la tierra y el trabajo humano en mercancías. La reivindicación de la reforma agraria desmontaba esa quimera, el propósito de presentar como natural la usurpación privada de un bien común cual es la tierra.
La tierra no es una mercancía, una variable más del capitalismo, sino sustrato y sustancia misma de la vida
Pero, además, la idea de reforma agraria atacaba –y ataca- a la raíz de un mal estructural: el latifundismo. El latifundio es el resultado de un largo proceso de desposesión y explotación del campesinado y de las clases trabajadoras. Una rémora que se adentra en las profundidades mismas de la historia extremeña, cimentada durante el siglo XIII en la adjudicación de grandes extensiones de tierra a las órdenes militares y maestrazgos, y agrandada incluso tras las desamortizaciones del siglo XIX en la llamada “reforma agraria liberal”, que supuso la privatización de más de un millón de hectáreas provenientes de la inmensa riqueza colectiva que atesoraban los pueblos extremeños en forma de bienes comunales en general.
La llamada “reforma agraria liberal”, que supuso la privatización de más de un millón de hectáreas provenientes de la inmensa riqueza colectiva que atesoraban los pueblos extremeños en forma de bienes comunales en general
El 25 de marzo constituirá el punto más álgido en la lucha por la Reforma Agraria, la tentativa más resuelta por liberarse del latifundio. Es el fruto de una tenaz siembra. Víctor Chamorro lo relata con bellísimas palabras: “El día de hoy ha tenido siglos de rumia. El pan no ha muerto”. Las luchas del sexenio revolucionario, los motines de consumo, la Germinal, el Congreso Obrero de Torre de Miguel Sesmero, la reclamación constante de baldíos, ejidos y tierras comunales, el rebusco colectivo, las ocupaciones, la extensión de las sociedades obreras locales, la pugna finca a finca, los mártires jornaleros asesinados en Barcarrota, Fuente del Maestre, Alconchel o tantos otros pueblos, Pío Sopena proclamando el comunismo libertario en Villanueva de la Serena, la huelga general del 34, los maestros de la Institución Libre de Enseñanza, el asesinato de Pedro Rubio, el coraje de Margarita Nelken, el ejemplo de Pedro Vallina, la inteligencia colectiva de la FTT, el sentido común unitario de socialistas, comunistas y anarquistas, toda esa levadura histórica, la extraordinaria creatividad y capacidad organizativa de este movimiento obrero y campesino, va a condensarse en la memorable jornada del 25 de marzo. Y lo hará en Extremadura, “donde los yunteros se han convertido, a causa de los duros altibajos de su suerte, en el grupo campesino más politizado de España” (Malefakis).
La extraordinaria creatividad y capacidad organizativa de este movimiento obrero y campesino, va a condensarse en la memorable jornada del 25 de marzo. Y lo hará en Extremadura
Francisco Espinosa, el autor de La primavera del Frente Popular, un libro imprescindible para entender la pacífica revolución campesina, analiza el alcance histórico del acontecimiento: “La realidad se anticipó a la legalidad que no acababa de llegar. En este sentido, lo ocurrido el 25 de marzo en Badajoz marca un hito que desborda ampliamente la historia de la propia República y culmina una lucha que había comenzado mucho antes. Sólo entonces la derecha, agraria por esencia, captó que lo de la reforma agraria iba en serio y sólo entonces, tras la experiencia del bienio negro, decidió que había que poner fin a un sistema político que no solo no servía ya a sus intereses sino que los ponía en entredicho”.
El libro está construido como un mosaico de teselas que repasan, a modo de cuadro impresionista, el rico proceso de las luchas campesinas en la Extremadura contemporánea. La huelga general de 1934, el 25 de marzo y la matanza de Badajoz en agosto de 1936, las “tres fechas consanguíneas” –la derrota, el triunfo y la venganza-, como le gusta decir a Víctor Chamorro, sintetizan la historia del siglo XX en Extremadura. Sus consecuencias y desafíos resuenan todavía.
El libro está construido como un mosaico de teselas que repasan, a modo de cuadro impresionista, el rico proceso de las luchas campesinas en la Extremadura contemporánea
25 de Marzo, el verdadero Día de Extremadura
Una luz cegadora, un disparo de nieve, una fecha que apunta a la dignidad y a la transformación de Extremadura. Eso es para nosotros, también, el 25 de marzo. Necesitamos la historia, sí, pero la necesitamos –como escribiera Nietzsche- “de otra manera que el ocioso paseante en el jardín del saber, la necesitamos para vivir y para actuar”.
El 25 de marzo es una fecha viva, una promesa de emancipación, un manantial para las imprescindibles luchas del presente. Nos negaron su recuerdo porque su sencilla memoria evocaba y evoca otra Extremadura, otro mundo posible. Sin amos, sin reyes, sin caciques, sin caínes. “El franquismo fue siempre consciente de lo que había representado Extremadura en aquel trance histórico, igual que fue siempre consciente de los métodos empleados en Badajoz para acabar de cuajo con el problema y con la resistencia popular que encontró (…) Posiblemente por eso el régimen franquista mostró siempre un profundo desprecio por la región, desprecio que llevó incluso a eliminar su nombre de los mapas y a convertirla en una especie de colonia interior proveedora de materias primas y de mano de obra”. Como señala con precisión Francisco Espinosa, después del 25 de marzo, de la primavera del Frente Popular, vino la represión más brutal, el genocidio de la plaza de toros de Badajoz, las matanzas y fosas comunes en decenas de pueblos, la pedagogía del terror.
El profundo desprecio que el franquismo siempre mostró por Extremadura, le llevó incluso a eliminar su nombre de los mapas y a convertirla en una especie de colonia interior proveedora de materias primas y de mano de obra, omo señala con precisión Francisco Espinosa
Pero, ¿cómo es posible que, tras más de 40 años de la muerte de Franco, tengamos que seguir pugnando por sacar el 25 de marzo de la clandestinidad? Quizás las respuestas tengamos que buscarlas también en cómo se hizo la transición y en cómo se ha conformado el bloque de poder político y económico en Extremadura y en España. Felipe Alcaraz, que fuera secretario general del Partido Comunista de Andalucía, recordaba recientemente las llamadas de Martín Villa a la dirección del PCE, presionando para que no se incluyera la Reforma Agraria en el estatuto de autonomía andaluz. La reforma agraria era y sigue siendo una bandera de dignidad en Andalucía y en Extremadura. Quienes mejor lo supieron siempre fueron ellos, los poderosos de ayer y de hoy, a los que su simple mención les solivianta. La última muestra fue lo ocurrido con la reforma del estatuto de autonomía de Extremadura, pactada por los dos grandes partidos en 2011; en ella se eliminó la referencia a la reforma agraria que figuraba en esa norma fundamental desde el año 1983.
Felipe Alcaraz recordaba recientemente las llamadas de Martín Villa a la dirección del PCE, presionando para que no se incluyera la Reforma Agraria en el estatuto de autonomía andaluz. La reforma agraria era y sigue siendo una bandera de dignidad en Andalucía y en Extremadura
En marzo de 2017, durante un encuentro organizado por la Fundación Academia Europea de Yuste, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta de Extremadura durante 24 años, a preguntas de un joven asistente se refería así al 25 de marzo y a las razones por las que la Junta, en lugar de esa fecha, decidió el 8 de septiembre, festividad de la Virgen de Guadalupe, como día oficial de Extremadura:
“Usted quiere que celebremos el día de Extremadura el día de un gran fracaso colectivo. El día del fracaso, donde los pobres jornaleros que ocuparon las fincas tuvieron como consecuencia una guerra civil que los devastó (…) A nosotros nos faltan raíces, nosotros no tenemos la historia brillante que tienen otros pueblos como para intentar recular (…) Entonces pensé: algo tiene que haber que nos una. Y ese algo, como además los asturianos, que eran mucho más revolucionarios que nosotros pusieron el día de su virgen como día de la región, pensé ¿por qué no lo vamos a hacer nosotros?”
Las declaraciones de Ibarra muestran hasta qué extremo se ha renegado de aquel gran movimiento popular y hasta qué punto se ha sido desleal con el anhelo de justicia social que encarna. Toca ahora, a los extremeños y extremeñas que sufren el paro, la precariedad, la exclusión, el saqueo energético o agrario, el clientelismo o la nueva emigración, y al conjunto del pueblo de Extremadura, levantar de nuevo esa enseña.
El 25 de marzo constituye el hecho diferencial extremeño. Por primera vez en siglos Extremadura se convertía en la vanguardia de la emancipación social. Y era el pueblo, la gente menuda, los campesinos, la clase obrera y los artesanos, el mundo del trabajo y de la cultura, quienes levantaban el nosotros decisivo. El pueblo tomaba las riendas de su destino. Y en aquel sereno impulso revolucionario se alzaba la identidad de Extremadura.
Toca ahora, a los extremeños y extremeñas que sufren el paro, la precariedad, la exclusión, el saqueo energético o agrario, el clientelismo o la nueva emigración, y al conjunto del pueblo de Extremadura, levantar de nuevo esa enseña
Han pasado cuatro años desde que un grupo de personas vinculadas a los movimientos sociales, al 15M, a los campamentos y marchas de la dignidad o al ecologismo social, comenzáramos a reivindicar la trascendencia para Extremadura del 25 de marzo. Desde entonces el movimiento ha corrido de boca en boca, por los pueblos y ciudades de la región e incluso ha llegado a Cataluña o Madrid, a los extremeños y extremeñas de la diáspora. Y lo ha hecho poniendo cauce a la memoria negada, pero también alimentando las luchas del presente, contra la precariedad laboral, por la cultura popular o frente a la nueva emigración, en definitiva, abordando los problemas que nos aquejan hoy.
Encendamos en la memoria del 25 de marzo la chispa de la esperanza, la lucha por otra Extremadura, por una tierra donde todos puedan trabajar y vivir con dignidad.
Este texto es parte del prólogo del libro sobre la historia del 25 de Marzo cuya elaboración ha coordinado Asociación 25 de Mazo y que se publicará próximamente. De momento, se puede adquirir mediante el crowdfunding para financiar el Congreso Extremeño de Reforma Agraria, que ha sido aplazado por el coronavirus.