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Especulación urbanística
Benimaclet: el barrio que lucha por construirse a sí mismo ante la sombra de la especulación
Los huertos comunitarios de Benimaclet seguirán siendo huertos, al menos por el momento. El desalojo de una parte de los terrenos del PAI de Benimaclet, que las vecinas del barrio utilizan como huerta para el autoconsumo desde hace dos décadas, estaba previsto para la mañana de hoy. Pero la policía no se ha presentado en el lugar y queda en el aire cuándo se ejecutará la expulsión.
Vecinas y activistas han estado presentes desde primera hora para ejercer resistencia, algo que finalmente no ha hecho falta. Desde Cuidem Benimaclet, temen que se pretenda esperar a que el espacio se encuentre vacío para hacerse con las parcelas, ejecutando así “el destrozo que se pretende hacer en el barrio con la urbanización del último reducto de huerta y tierra fértil que queda dentro de la ronda norte”. Por el momento, algunas de las vecinas han decidido permanecer en el espacio por si la Policía decide volver.
Esta orden, emitida desde el juzgado número 7 de València y que afecta a unos terrenos de más de 3.000 metros cuadrados de huertos conocidos como “Espai Verd”, supone el primer intento de desalojo programado en terrenos del PAI desde los que facilitaron la construcción de la Ronda Nord.
Los efectos del antiguo PAI
Los terrenos que se pretendían desalojar hoy pertenecen a los incluidos dentro del Plan de Actuación Integrada (PAI), aprobado hace 30 años. En aquel momento, esos terrenos eran huerta productiva, pero grandes constructoras como Metrovacesa quisieron dedicarlos a la construcción de bloques de viviendas, derivando en que fueran convertidos en descampados y vertederos. A pesar de ello, el vecindario del barrio ha venido dando, durante todos esos años, alternativas de uso a todos esos terrenos. Ahora han reunido todo ese trabajo en una propuesta participativa fruto de un proceso de escucha al barrio que ha durado cinco años, y que tiene como eje vertebrados los principios del urbanismo feminista: Ara Benimaclet.
La ciudadanía ha elaborado una propuesta participativa fruto de un proceso de escucha al barrio que ha durado cinco años, y que tiene como eje vertebrados los principios del urbanismo feminista
En estos 30 años, las vecinas del barrio se han dedicado a darles un uso común: en total, han recuperado más de 40.00 m² de los terrenos del PAI para darles un nuevo común, entre los que se encuentran más de 500 los huertos comunitarios; 7.500 m² de jardines comunes con más de 100 árboles plantados, utilizados por vecinas, escuelas y niños; así como más de 11.000 m² de aparcamiento público con capacidad para más de 300 coches. Claro ejemplo es el CSOA L’Horta, ubicado dentro de estos terrenos, y que ofrece múltiples servicios a la comunidad del barrio, entre los que destacan la biblioteca o la escuela libre. Ha sido una tarea, indican desde Cuidem Benimaclet, de “redignificación y reapropiación por parte de las vecinas”.
Ahora, después de un proceso iniciado e impulsado por la propia asamblea de Cuidem Benimaclet, la solución que proponen las vecinas es la desclasificación de los terrenos, es decir, la vuelta atrás en el estatus de las zonas del PAI, ahora consideradas como urbanizables, para que vuelvan a ser no urbanizables. Esto supondría la imposibilidad de edificar, pero sí la construcción del “equipamiento” que el barrio requiera, según Cuidem Benimaclet.
La reconversión se plantea en tres fases distintas que, mediante una “intervención mínima”, tienen por objetivo “mantener todos lo que ha surgido espontáneamente durante estos últimos años
Además, en un dosier distribuido Cuidem, se detalla una propuesta de uso para los terrenos afectados. Esa reconversión se plantea en tres fases distintas que, mediante una “intervención mínima”, tienen por objetivo “mantener todos lo que ha surgido espontáneamente durante estos últimos años”, explica Anna Escrig, miembro de la asamblea.
El elemento transversal bajo el que se articula esta propuesta es el del urbanismo feminista y el ecofeminismo. Una mirada que supone reconocer que las personas son “seres ecodependientes e interdependientes”, asumiendo por tanto “la realidad social y medioambiental actual”, asegura Escrig. Un ejemplo claro es la voluntad de “desmotorización” del proyecto, algo que “necesariamente va a pasar en el futuro”. Así, el informe plantea perseguir el objetivo del “crecimiento cero en cuanto a la edificación” y el “decrecimiento en cuanto a las infraestructuras de la movilidad motorizada”.
Dentro de este proceso se incluye la reconversión progresiva de los aparcamientos comunitarios y otras áreas grises en zonas verdes, en un proceso de “reverderización” apoyado en “soluciones basadas en la naturaleza”, una herramienta que permitiría la creación de refugios climáticos al servicio de las vecinas. Estos espacios son cada vez más socorridos, especialmente en las grandes ciudades, pues permiten a las vecinas hacer frente, de forma comunitaria y abierta, a un nuevo contexto climático en el que las altas temperaturas y las olas de calor son cada vez más frecuentes.
Los espacios propuestos en el proyecto son cada vez más socorridos, especialmente en las grandes ciudades, pues permiten a las vecinas hacer frente, de forma comunitaria y abierta, a un nuevo contexto climático
A pesar de tener los principios claros, la propuesta se mantiene abierta a cualquier cambio que sirva para adaptar el proyecto a las necesidades del barrio. Es por eso que la reverderización del barrio se ha planteado en tres fases, que harán más sencilla la evaluación constante del proceso y su efecto sobre el vecindario.
Todas estas propuestas han sido consensuadas tras un proceso de escucha barrial de cinco años que ha recibido el nombre de Repensem Benimaclet. En él, se ha tratado de incluir las máximas realidades posibles: “Se han hecho talleres con colectivos migrantes y talleres no-mixtos para incluir la mayoría de perspectivas posibles”. Es, a fin de cuentas, el proceso que aúna la construcción vecinal del barrio en que se quiere vivir y la oposición activa al modelo que proponen las grandes constructoras para una comunidad que quiere decidir por sí misma.