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Energía
La huelga de transportes, Allende y el cinismo-gasolina de Sánchez
Declaraba Pedro Sánchez en sede parlamentaria hace unos pocos días que “en todo caso, creo que es importante decir la verdad a los ciudadanos, señorías, no tratar de confundir a los ciudadanos. La inflación, los precios de la energía, son única responsabilidad de Putin y de su guerra ilegal en Ucrania. Es la verdad.”
Nadie que tenga dos neuronas funcionando y un mínimo conocimiento de la realidad puede creerse semejante espantajo argumentativo. Dime de qué presumes en tus discursos –tres veces- y te diré de qué careces, Pedro Sánchez. Para empezar, la más evidente: la subida de precios viene dándose desde mucho antes de que al sempiterno mandamás ruso se le cruzara un cable el 24 de febrero. Y lo llevamos notando un tiempo ya. Aquí tienen una prueba de hace meses que está envejeciendo la mar de bien. La principal causa del aumento del coste de la vida no es Putin. Es el fin de la energía barata. Y está tan a la vista de quien quiera ver como aquel emperador desnudo.
Segunda: tampoco es la causa la disrupción ocasionada por la pandemia. Como pueden observar en esta gráfica, el pico de producción del diésel –la verdadera sangre del sistema- lo pasamos años antes del coronavirus, y desde entonces estamos en caída libre. Una caída que hasta ahora estaba siendo amortiguada, pasando de forma casi imperceptible para la mayoría. Hasta ahora.
Lo que ni Pedro Sánchez, ni la derecha, ni aparentemente los promotores de este paro quieren reconocer, es que nos encontramos ya en esa fase de descenso previsto y avisado infructuosamente desde hace décadas por tanta gente valiente y tantos estudios de vanguardia. Hemos llegado a la Era del Descenso Energético. Y lo que tocaría ahora es asumir la situación con valentía y acelerar una transición que, paradójicamente, solo se puede hacer frenando. Una transición que si, como ahora, es pilotada por los lobbies y las grandes empresas, no va a ir sobre ruedas para la mayoría, precisamente.
El peligro de estas declaraciones –que fueron recibidas como era de esperar con una oleada de críticas desde todos los ángulos- es que parece que algunos no entienden que el cinismo de los dirigentes es el mejor combustible para las revueltas. Y algo peor: de seguir por esta senda de mentir y ningunear la inteligencia del personal, lo que nos vamos a encontrar es un terreno cada vez más fértil y abonado para que triunfen aquellos que manipulan mucho mejor y con más medios, que están esperando agazapados la oportunidad de dar un zarpazo con la extrema diestra.
La segunda huelga de transportes en tres meses
Ya venía preparándose otro paro en el sector de los transportistas desde hacía semanas –algo así no se organiza en unos días-, la Plataforma para la Defensa del Sector del Transporte, una organización que agrupa a pequeñas y medianas empresas y a autónomos de toda España, llevaba tiempo avisando de que hoy, lunes día 14 de marzo, empezaba un parón indefinido para exigir una reacción al Gobierno.
Una especie de intento de huelga de los pequeños propietarios que no está funcionando muy bien, y que no tiene el apoyo ni de los grandes sindicatos ni de la patronal de su sector. Una gran patronal que probablemente no apoya esta convocatoria oficialmente, pero que no perdió la ocasión en el pasado diciembre de presionar al máximo y pactar in extremis un acuerdo con el Gobierno que, de no haber tenido lugar, habría dinamitado la campaña navideña, cuando más estresada estaba la cadena de suministros.
Sin embargo, ahora el CETM –la patronal- a través de su página web destaca que no apoya la convocatoria:“no es el momento de secundar un paro de transportes, y menos aún si este se convoca con carácter indefinido y sin objetivos claros de ningún tipo, porque solo servirá para desestabilizar aún más la complicada situación por la que atravesamos debido a la invasión de Rusia a Ucrania”.
Con los precios de los combustibles disparándose, sumado a la posible huelga de transportistas, el fantasma del desabastecimiento recorre España de móvil a móvil desde este pasado fin de semana
Con los precios de los combustibles disparándose, sumado a la posible huelga de transportistas, el fantasma del desabastecimiento recorre España de móvil a móvil desde este pasado fin de semana. Y de ello se intentaron aprovechar algunos que a través de Whatsapp lanzaron un bulo avisando de que, efectivamente, venía el desabastecimiento a partir de este lunes. Como no podía ser de otro modo, la cosa acabó con escaparates vacíos en muchos supermercados. La situación hoy es de normalidad, aunque se han formado largas colas durante el fin de semana, por ejemplo en algunas gasolineras de Baleares.
¿A quién le podría interesar azuzar el pánico a través de bulos y cadenas de Whatsapp? Me quiere sonar de algo esta historia. Ah, sí. Una que lleva repitiéndose un lustro ya. Brasil, India, Estados Unidos. Todos ellos son países donde los bulos han tenido un papel relevante en muchas de las últimas elecciones, escorando el resultado hacia la derecha. En Atresmedia –garantes habituales de la lucha del proletariado- ya se han lanzado a difundir a toda prisa la convocatoria, a que Susana Griso entrevisté al organizador y a lo que haga falta por los transportistas, antes siquiera de empezar. Que no se diga. Justo lo que hacen con el resto de convocatorias. Lástima que no entrevistara Susana a este otro portavoz, que declaró recientemente que: “ese nazi de Zelenski que tenía laboratorios de armas biológicas para matar a la mitad de la humanidad” o que “Biden, que está detrás de él el sionismo satánico? ¿A quién quieren engañar con ese cuento chino de la guerra de Ucrania? ¡Vayan a ver los laboratorios que tenían armados para destruir la mitad de la humanidad el nazi ese”. Un figura, el amigo portavox.
No hay más que entrar a los chats de organización en Telegram para ver que muchos de quienes llevan el cotarro en esta historia, por muy legítimas que sean algunas de sus demandas –y lo son-, no son tan legítimos como ellas. Ante este río revuelto, Vox sigue animando a salir a las calles para protestar contra el Gobierno socialcomunista este fin de semana en dos actos más. La casualidad.
Allende, Boric y la historia que rima
Hace unos días, el flamante presidente de Chile, Gabriel Boric, dio su discurso de investidura. Durante toda la jornada quiso tener emocionantes gestos físicos y verbales con la memoria de Salvador Allende, muy obvios en el propio discurso. Al acabar, un militar fue captado con unos gestos de desaprobación, un lenguaje no verbal muy particular, que no pasó desapercibido. En Chile no han hecho la revolución, pero casi. Y hay algunos a los que les va a escocer, aunque disimulen.
Acabar con 50 años de neoliberalismo y abrir las alamedas de un Proceso Constituyente es mucho más que a lo que aspira cualquier proyecto transformador de un país europeo. Aquí tenemos más que perder y por eso no tenemos tanta imaginación. Tenemos menos valor que miedo.
En el documental La batalla de Chile, de Patricio Guzmán, hay otro fragmento que no ha envejecido nada mal: “Hacia finales del 72, el sector más duro de la oposición reafirma su estrategia: el Partido Nacional insiste en la necesidad de provocar la caída del Gobierno antes de las próximas elecciones parlamentarias, para ello impulsa una huelga de los transportistas que sirva de punta de lanza para desencadenar un colapso general de la economía…”. Disfruten del pedazo de historia, son apenas cinco minutos. O mejor aún, del documental entero, si quieren saber cómo sigue el relato.
No reconocer los problemas, esconderlos, o tomar por idiota a la población, son alguna de las mejores formas que tenemos para allanar el camino y legitimar al ecofascismo latente
Aunque aquí lo que importa es como sigue el nuestro. La historia no se repite, pero rima. Esperemos que en nuestro caso rime poco. En asonante. Allende sí le contó la verdad al pueblo. Sánchez, -perdónenme la comparación, hasta a mí me duele escribirla- es bastante menos valiente, aunque también tiene enemigos. No tanto por él, sobre todo por los aliados con los que suele verse obligado a pactar a regañadientes.
Y así, señoras y señores, acaba este repaso a salto de mata de historias aparentemente inconexas que vienen a tratar de contar una cosa: no reconocer los problemas, esconderlos, o tomar por idiota a la población, son alguna de las mejores formas que tenemos para allanar el camino y legitimar al ecofascismo latente que está cada vez más preparado para golpear, en el momento en el que nos lo vamos a jugar todo a decir la verdad o alimentar la barbarie.
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Un inciso, no puede ser llamada huelga lo que es un cierre patronal. No confundamos a los lectores, no son trabajadores defendiendo derechos, son empresarios pidiendo privilegios
Excelente artículo Juan. Lo bordas, muy bien escrito, ameno e interesante. Se acaba todo, y para el POSE que suele votar junto a VOX-pp la culpa de todo la tiene Putin y su hijos. Si sube la gasofa es una putada de Putin, si sube el pescado también como si baja la bolsa.
Qué lastima que no seáis leídos y sentidos de una forma generalizada por la ciudadana de este país cada vez más perdida