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Energía nuclear
Ideología y lucha antinuclear: la cuestión portuguesa
Pese a que Portugal no cuenta con centrales nucleares, sí sufren la amenaza de que ocurra una catástrofe en España. Por ello, además de por su solidaridad, las compañeras y compañeros del país vecino conforman una parte esencial de la lucha antinuclear en nuestro país. Comprender la lógica nuclear es algo necesario para abandonar este modelo energético por uno menos peligroso: cómo se organizó el pueblo portugués contra la apertura de centrales también puede enseñarnos mucho todavía.
No hay, tenemos que decirlo con toda franqueza, ideología nuclear. La energía nuclear es uno de los resultados de los desarrollos científicos (la fisión del uranio) aplicados para calentar agua y producir energía con tecnología industrial. Muy contaminante siempre, y muy peligrosa.
La nuclear tiene enemigos: la democracia política y la economía de mercado. Y tiene aliados, el comunismo (la antigua URSS, o la Rusia actual, y China) y el proteccionismo capitalista (el caso de Francia es paradigmático, pero también lo es el de España e Inglaterra).
La democracia es el mayor enemigo de la energía nuclear, por ejemplo Austria e Italia (aquí quiero saludar especialmente a mi querida amiga Emma Bonino) y Portugal y las economías abiertas: EEUU hasta Trump, Inglaterra hasta Hickley o España hoy. Si se da voz al mercado y a la democracia, las centrales nucleares españolas... cierran. Y claro, también Portugal y países donde lo nuclear se canceló (como en Alemania, que incluye ambas cosas: democracia y mercado). La energía nuclear, como tecnología, es por tanto neutra y ha sido un error haberla asociado a las ideologías, desde mi punto de vista. Todas las ideologías de relevancia hoy defienden esa tecnología, pero algunas respetan la sociedad abierta y otras no...
La ecología es transversal a todos los partidos políticos, debe serlo. Y su defensa de las sociedades comunitarias es una petición que puede encuadrarse en todas las ideologías de sociedades respetuosas con los derechos humanos.
Existen diversos modelos de organización social y poder político, eso sí antagónicos. En relación a los cuales se establecen lógicas de confrontación y es aquí donde las ideologías tienen su papel. La centralización o la descentralización, privilegiar uno u otro sistema urbano o de transporte, primar un modelo industrial o un determinado desarrollo agrícola... son factores determinantes del sistema de poder y electoral.
Pero esto no se da en relación con la energía nuclear, que es una energía centralizada, de igual modo para el capitalismo como para el comunismo.
El comunismo (que desapareció muy rápido) de soviets + electricidad era nuclear, como intentaron vendernos los miembros del Partido Comunista Portugués que la denominaban como una revolución tecnológica y científica. Tropezaron en Chernobil, que nunca olvidaremos. De igual manera sucede con los adeptos al Estado (a fin de que este pague todo...) en la lógica del "todo eléctrico". Arguyendo la disuasión nuclear, estos monopolios viven a cuenta de los presupuestos del Estado: Framatone, Areva, EDF.
Y todos, todos, los partidos políticos después de la Revolución de los Claveles estaban a favor de laenergía nuclear, excepto el PPM —partido monárquico, democrático y centrista— y, tal vez, los casi inexistentes "albaneses" (UDP) ya que en Albania no había centrales nucleares... En el PPM era referencia clave Ribeiro Telles, al que hoy todavía consideramos parte del corazón de los movimientos ecologistas.
¿Cómo se ganó la batalla de lo nuclear en Portugal contra todas las ideologías? Moviéndonos como hormigas, en la lógica de E.O. Wilson, y creando alianzas con cada una, sin excepción. Nunca haciendo discursos de hostilidad, salvo los necesarios para guardar la coherencia, y no entrando en otras discusiones sino las estrictamente medioambientales y jurídicas. Conseguimos los movimientos ecologistas unir a derecha e izquierda, a gente de todos los bandos. Juntamos intereses capitalistas y deseos de autonomía, unimos la economía a un ideal social, dimos siempre relevancia a lo más importante en cada momento. Creamos condiciones para desarrollar las energías renovables y también los procesos de participación y compromiso. Colocamos al mercado en un rumbo mejor y conquistamos aliados en todos los partidos políticos. Esto no es, sin embargo, una alteración del sistema, sino una alteración del paradigma en el que este se encuentra.
En Portugal conseguimos contar en el Movimiento Ibérico Antinuclear con gente de derecha y de izquierda, y bien es cierto que tenemos conflictos, contradicciones e incluso discrepancias. Y aunque no dejamos de reconocer los principales esfuerzos de algunos sectores, tememos que estos, en nombre del capitalismo de estado o del comunismo, estén en contra de las energías renovables porque obtienen... beneficio.
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Es un tema complicado porque nadie quiere una central nuclear cerca de casa, nadie quiere un generador eólico al lado de su casa, nadie quiere nada cerca de su casa, pero queremos que llegue electricidad a casa. Dejando ése tema a un lado, que realmente es una crítica a nuestra extrema comodidad en la que queremos disfrutar de todo pero no pagar sus consecuencias, el problema está en la inseguridad de las plantas nucleares: no sólo ante la posibilidad de un accidente humano o por un desastre natural. Son objetivos militares de primera línea, auténticas bombas preinstaladas en territorio nacional que sólo precisan de un explosivo convencional para causar estragos. Además de ésto, no son económicamente rentables: si así lo fuesen, serían las propias eléctricas quienes costeasen íntegramente su construcción, y no el Estado como actualmente. Negocio para unos pocos, porque si sale mal, la pagamos los contribuyentes, cual autopistas y almacenes de gas fallidos. Si sale bien, a cambio de un módico ''alquiler'', las eléctricas las gestionan, ganan un pastizal sin preocuparse de los costes de amortización, y del despropósito de los residuos también se encarga el contribuyente al final de la cadena, porque tengo por seguro que todo eso nos lo pasan de forma discreta en las facturas al consumidor.
La única manera de tratar con trolls es limitar su reacción a recordar a los demás que no respondan a los trolls. Si intenta razonar con un troll, él gana. Si insulta a un troll, él gana. Si le chilla a un troll, él gana. Lo único que los trolls no pueden aguantar es que se les ignore.