We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Elecciones autonómicas
Mapa del desastre en Castilla y León y coordenadas políticas para el anticapitalismo
Es escritor y profesor de la Universidad de Salamanca.
Por primera vez Castilla y León atrae los focos de la opinión pública. Ahora bien, no se piense que esta atracción se debe a las múltiples luchas que se vienen dando en los últimos años en esta región, sino que, al contrario, el punto de atención se sitúa en la última pelea del bipartidismo. Una exaltación de la “autonomía de lo político” por parte de Pablo Casado que mueve ficha para plantar cara tanto de cara al interior de su partido como para coger fuerzas frente a Sánchez en el ciclo electoral que se abre.
Lejos queda ya el Aznar vertiginoso y dinámico. La más que posible victoria de Mañueco se precipita gracias, una vez más, a la incomparecencia del PSOE y a la desaparición de Unidas Podemos del terreno de juego político. Quede claro antes de seguir que aquí entendemos por política la imprescindible tarea de animar y apoyar con todos los recursos posibles, económicos, humanos y mediáticos, las luchas populares que vienen atravesando desde hace unos años toda nuestra extensa geografía.
Y es que, aunque muchas cosas han sucedido en este tiempo, se cumplen dos años desde que el PSOE consiguiera por segunda vez —para la primera ocasión debemos remontarnos a 1983— una mayoría con posibilidades de poner un primer freno a las políticas del Partido Popular. Sin embargo, una vez más, el PSOE no quiso cumplir con quienes le otorgaron esa mayoría electoral; agachó las orejas y decidió no dar batalla ante el PP y los suyos. ¿Las consecuencias? Una gran cantidad de encuestas apuntan hacia lo mismo, una mayoría absoluta de la derecha, con la única duda de si la extrema derecha de Vox será decisiva para el futuro Gobierno de Mañueco o si se bastará por sí mismo.
El propio Partido Popular observa con recelo —aunque también se relame con cierto deseo libidinoso— el desarrollo y crecimiento de Vox por su derecha. Este partido crece y engorda atiborrándose de las sobras de Ciudadanos, pero igualmente de elementos disconformes con las políticas del PP dentro del espacio tanto rural como urbano. Se mueve por tanto el PP de Castilla y León entre los intentos alternos de imitar un día al thatcherismo de Ayuso y al siguiente, el galleguismo de Feijóo.
Todo esto muestra que, tras 35 años, el PP de Castilla y León es incapaz de hallar su propia voz, su propio discurso para una autonomía que sufre los rigores más duros y trágicos de las políticas conservadoras; algo que vemos a diario en la sanidad pública, en la educación o en el campo
Todo esto muestra que, tras 35 años, el PP de Castilla y León es incapaz de hallar su propia voz, su propio discurso para una autonomía que sufre los rigores más duros y trágicos de las políticas conservadoras; algo que vemos a diario en la sanidad pública, en la educación o en el campo. Un PP, en fin, empujado por la inercia de su carácter reaccionario-tradicionalista con tintes de un neoliberalismo que copia sin sentido modelos de otros territorios. Todo esto, a su vez, debe tenerse en cuanta si pensamos en lo artificial de una comunidad completamente impuesta por los intereses del Régimen del 78, sin ningún anclaje real. Al mismo tiempo, no debemos olvidar las guerras internas del PP de Castilla y León, que derivan, fundamentalmente, de dos cuestiones. Por un lado, los procesos de corrupción que si bien no debilitan la estructura del partido hacia fuera sí que están provocando tensiones internas en cuanto afectan a quien dibujará el poder en la región. Por otro lado, el auge de VOX y, tal vez, la necesidad de que se conviertan en sus aliados, provocará el ceder en terrenos antes controlados completamente, lo que a su vez implica tener “tener menos tarta” que repartir entre los suyos. Una batalla entre caciques de la cual las clases populares siempre salen perdiendo.
La izquierda blanda del PSOE juega cómodamente a verlas venir aupada más por los errores del PP que por sus méritos propios. El caso último del debate sobre las macrogranjas es el ejemplo perfecto, pues siendo conscientes de su efecto devastador sobre los animales y el ecosistema y su más que escasa generación de empleo, el PSOE ha decidido no enfrentarse a la derecha en este campo ni ofrecer un modelo alternativo.
Sin tiempo ni estructura, y muy apresuradamente, se ha lanzado la marca de Unidas Podemos para esta convocatoria electoral. Después de dos años tras las pasadas elecciones ha quedado claro que el único interés ya de este espacio es el resultado electoral
Por su parte, sin tiempo ni estructura, y muy apresuradamente, se ha lanzado la marca de Unidas Podemos para esta convocatoria electoral. Después de dos años tras las pasadas elecciones ha quedado claro que el único interés ya de este espacio es el resultado electoral. Y cuya máxima aspiración, declarada abiertamente, es formar parte de un gobierno con el PSOE, replicando el modelo estatal. Los efectos más claros de este planteamiento los hemos podido ver esta semana tras aprobar mantener los pilares centrales de la reforma laboral del PP de la mano de Ciudadanos y la patronal. Más allá de los resultados electorales de este domingo, no podemos esperar ya que quienes se han negado a derogar la ley mordaza, a poner en marcha una ley de vivienda ambiciosa o acabar con la reforma laboral de la derecha y la patronal, vayan a dar la batalla.
Seguramente lo más innovador de esta nueva cita electoral sea la aparición de las candidaturas de la conocida como “España vaciada”. La expectación que generan va pareja a la incertidumbre sobre sus proyectos y lo neblinoso de sus propuestas. Se mueven entre la ambigüedad política calculada y el “apoliticismo”. En una parte importante compuestas por una variedad de exiliados del descompuesto Ciudadanos, pero también de quienes no han encontrado su silla en el PP, el PSOE e incluso en Podemos en algunos casos. Pero que sin duda expresan un sentimiento real y legítimo de descontento con el centralismo económico y político sobre el que se viene sosteniendo el Régimen del 78.
Bajo este escenario de la política espectáculo, la brecha entre una minoría de caciques y empresarios y la mayoría trabajadora se amplia cada día. No es fruto de la casualidad, Castilla y León han encajado a la perfección en el puzle de la división internacional del trabajo impuesta por las élites europeas y administrada por el Estado como máximo garante de los intereses de la burguesía. Se consolida principalmente como un foco exportador, en primer lugar hacia la aspiradora de recursos que es la Comunidad de Madrid, de productos agroindustriales e industriales, así como centro administrativo. A lo que debemos sumar la salida diaria de jóvenes en busca de un futuro que aquí no parece existir. Ante este panorama la patronal se sirve de la explotación laboral y de la pérdida de derechos como el mecanismo más fácil para mantener sus beneficios. Sobre estos pilares se ha ido conformando una trama de poder estrechamente dependiente del capital internacional. Esta clase dominante invierte en una agroindustria que parasita esta tierra sin ningún control. Y lo hace a partir de un régimen de tenencia de la tierra semifeudal, haciendo de los residuos y de la degradación del entorno la base de su enriquecimiento.
Recuperar hoy esa veta que recorre el subsuelo supone pensar en una Castilla y en León como parte de la necesaria ruptura del Régimen del 78, no como el martillo de herejes fraguado durante décadas por la derecha.
Miguel Martínez, autor de la obra Comuneros. El rayo y la semilla, en la pasada Universidad de Verano de Anticapitalistas hablaba sobre uno de los legados que nos dejaba la revuelta comunera tras 500 años: la necesidad de recuperar un espíritu popular que se ha levantado en numerosas ocasiones para sacudirse la pesada losa cuidadosamente labrada durante siglos por caciques y oligarcas. Recuperar hoy esa veta que recorre el subsuelo supone pensar en una Castilla y en León como parte de la necesaria ruptura del Régimen del 78, no como el martillo de herejes fraguado durante décadas por la derecha. No venimos aquí con la fórmula mágica que vaya a resolver la situación de un plumazo, desconfiar de quien lo haga, pero sí a exponer algunas ideas que creemos necesarias para levantar un proyecto que se base en la independencia de los intereses de las trabajadoras y trabajadores y no seguir más tiempo pendientes de los antojos electorales del PSOE y del Partido Popular. Este camino que proponemos llevará tiempo, pero creemos que es el único posible para ampliar el campo de posibilidades hacia lo que vendrá. Una apuesta por la construcción de un polo anticapitalista que se inserte en los conflictos concretos que marcarán nuestro futuro en clave ecosocialista: la vinculación a las luchas de la clase trabajadora frente a la desindustrialización, un futuro para el medio rural basado en la vida de quienes lo habitan partiendo de las experiencias que ya están en marcha y contra el interés de las multinacionales. Una apuesta por la militancia cotidiana cargada de ecosocialismo en el sindicato, la universidad, en el centro social de tu ciudad o en la asamblea vecinal de tu pueblo.
Relacionadas
Medios de comunicación
Financiación a medios ultras Unidas por Extremadura preguntará a María Guardiola acerca de su financiación a medios ultraconservadores
Fiscalidad
Impuestos La presión fiscal en España cayó 1,2 puntos en 2023 hasta el 36,8% del PIB
Consumo
Impunidad corporativa La primera gran multa de Consumo a fraudes empresariales abre una vía para limitar la impunidad corporativa
Castilla y León solo será respetada cuando sea comunera y anticapitalista, mientrés seguirá siendo tierra de caciques y siervos.
Desgraciadamente hay pocos análisis del daño que hace CCOO y UGT en las bases sociales taponando y desilusionando todo potencial de emancipación de la clase trabajadora.