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Pacifismo
La Paz, mucho más que un día
El 30 de enero se celebra el día Escolar de la No Violencia y la Paz. El día en que fue asesinado Mahatma Gandhi en 1948. Es una fecha que se viene celebrando desde 1964, cuando un escritor, poeta, pacifista mallorquín, llamado Llorenç Vidal impulsó la idea de celebrar cada año un día contra la violencia, un día por la Paz en la escuela.
Son muchos los colegios, los centros educativos, que siguen celebrando esta fecha y organizan actos, exposiciones, charlas, en los que se reflexiona sobre la violencia que sigue habitando nuestro planeta y sobre la necesidad de defender una convivencia pacífica. Un día para apostar por la resolución no violenta de los problemas y de los inevitables conflictos.
Habrá quien piense que nuestros enseñantes, las comunidades educativas, viven instalados en un arcaico pasado de buenas intenciones que no tienen cabida en el mundo competitivo, agresivo y violento en el que nos hemos instalado.
—Eppur si muove —hubiera seguido contestando Galileo, ante esa afirmación de la irremisible condena a la violencia que sufrimos el género humano, como si no hubiéramos aprendido nada de nuestro trágico pasado.
Pacifismo
Pacifismo y ecofeminismo Movimientos ecofeministas y desarme, inspirando la paz
Creímos que no volvería un nuevo desastre mundial como la Primera Gran Guerra, a la que siguió una gran pandemia (que dieron en llamar española aunque naciera en un campamento militar del ejército estadounidense en Kansas) y un largo periodo de esperanza, crecimiento y prosperidad.
Y, sin embargo, bastó que los felices años 20 acabaran destruidos por la Crisis del 29, la Gran Depresión, para que renacieran los nacionalismos, aparecieran los totalitarismos, se alentasen los fascismos y se desencadenase una Segunda Guerra Mundial, aún más extendida y mortal que la Primera.
De nuevo, asistimos a un escenario en el que una crisis económica global, la de 2008, ha dado lugar al surgimiento de primaveras que no llegaron a buen puerto, sino que han terminado convertidas en nuevas guerras locales, golpes militares, conflictos en los que nadie es capaz de poner sentido común, o al menos, sentido de la no destrucción de más vidas humanas.
Es necesario seguir conmemorando en los colegios el Día de la No Violencia y la Paz, pero sobre todo es necesario convertir nuestros centros de enseñanza, nuestros lugares de trabajo, nuestros barrios en espacios donde impere el diálogo
Y eso sin contar con la pandemia que nos asaltó en 2020, o los numerosos focos de conflictos bélicos en los que andamos embarcados. No sólo los más conocidos, como Ucrania, Siria, o Palestina, sino esos otros muchos lugares donde la humanidad se desangra, ya sea Yemen, Sudán, el Congo, o aquellos países en los que en los que las grandes potencias se reparten el pastel de los recursos naturales.
Un escenario mundial en el que los recursos se agotan, la extinción de numerosas especies es imparable y la misma presencia de los humanos sobre el planeta se pone en cuestión. Algunos andan pensando, al más puro estilo No mires arriba (Don’t look up), que va siendo hora de buscar un nuevo mundo para unos pocos privilegiados, por si éste en el que vivimos termina por colapsar.
Por eso es necesario seguir conmemorando en los colegios el Día de la No Violencia y la Paz. Pero sobre todo es necesario convertir nuestros centros de enseñanza, nuestros lugares de trabajo, nuestros barrios, nuestros pueblos, nuestras familias en espacios donde impere el diálogo, la negociación, la resolución no violenta de los inevitables conflictos.
Cada día, cuando recorro los pasillos del centro de adultos parleño donde imparto clases, tengo el privilegio de adentrarme en un túnel del tiempo en el que alguien pintó el famoso beso entre Brézhnev y Honecker, grafitis del No a la Guerra y, descendiendo del techo, un evocador puñado de las mil grullas de papel que aquella niña llamada Sadako decidió ir plegando, antes de morir, a los 12 años.
Sadako fue víctima de la leucemia causada por las dos primeras bombas atómicas. Aprendemos a leer con el libro que evoca su memoria y recordamos que en 2025 se cumplen 80 años de aquellas primeras bombas atómicas y 70 de la muerte de Sadako
Sadako fue víctima de la leucemia causada por las dos primeras bombas atómicas lanzadas por los Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki. Aprendemos a leer con el libro que evoca su memoria. Recordamos que en 2025 se cumplen 80 años de aquellas primeras bombas atómicas y 70 de la muerte de Sadako.
Aún seguimos escuchando y sintiendo dentro de nosotros las palabras de Oppenheimer, el director del Proyecto Manhattan, que creó la bomba, unas palabras extraídas del Bhagavad Gita, el texto sagrado hindú,
—Me he convertido en muerte, el destructor de mundos.
Pensar, hablar, escribir, reflexionar sobre estas cosas son nuestra manera de conjurar la muerte y abrir las puertas a otras formas de entender nuestras vidas, las relaciones entre nosotros y con el resto del planeta. Porque esas son las únicas opciones que tenemos por delante. O la Paz y la No Violencia, o la destrucción del planeta.
Susto o muerte. No hay más. No un día. Todos los días.