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Campeones es maravillosa y remueve conciencias. Lo saben, incluso, quienes aún no la han visto. Pero chirría que en los Goya 2019 fuese premiada como Mejor película sin haber ganado en Mejor dirección, Mejor guion original, Mejor música original, Mejor actor protagonista, Mejor actor de reparto, Mejor montaje ni Mejor sonido. En esas siete categorías, cada 'cabezón' se lo llevó El reino, de Rodrigo Sorogoyen.
Nunca antes en la historia de estos galardones había sucedido algo igual. Ya era raro truncar el binomio triunfal de película con dirección (o dirección novel), pues se había cumplido en 28 de 32 ediciones, pero la victoria final de Campeones evidenció en la ceremonia de Sevilla una tendencia peligrosa y que también afecta a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.
Valga la tautología, está de moda ser un petimetre. La generación que ha crecido con Facebook y Twitter, y especialmente con Instagram, ahora alcanza la mayoría de edad y empuja a su entorno cultural hacia decisiones que cuiden solo las apariencias; del trasfondo, mejor cuanto más simple. Por eso un fenómeno sociológico, con el apoyo de Movistar+ y sin ser mejor en casi nada, obtuvo el 'cabezón' más preciado en detrimento de Sorogoyen.
Los académicos que se olvidaron de Campeones en categorías 'gordas' fueron los mismos académicos que encumbraron el filme dirigido por Javier Fesser. Difícil de sostener esa actitud sin los mares de postureo que navegan otras reputadas academias; están más pendientes de los índices de audiencia en sus galas, cada vez más bajos, que del significado que tienen los premios para su propia industria.
En agua de borrajas se quedó, por el momento, la creación en los Oscars de una categoría a Mejor película popular. Anunciada a finales de agosto de 2018 y pensada con implantación inmediata, parece que 2019 se había salvado tras un aluvión de críticas. Pero la turba de redes sociales es solo eso, turba, y la Academia yanqui ignoró cualquier reproche para terminar incluyendo a Black Panther en la ristra de nominadas a mejor peli convencional.
En Hollywood siguen la misma ruta que los Premios César en Francia, que en 2018 introdujeron el galardón 'del público' en favor del filme más taquillero del año. Ya no prima lo artístico, sino lo comercial. Toda la vida han existido triquiñuelas para colarse en las nominaciones y ha habido tendencias, pero ahora es descarado cómo se suben al carro de movimientos sociales (feminismo, antirracismo...) con pseudorecompensas en lugar de con más financiación y profundo amparo institucional.
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"El reino" es una película con una gran música, un ritmo trepidante, un buen trabajo actoral, un guión muy complejo, una fotografía perfecta, unos movimientos de cámara alucinantes... Una película perfecta... perfectamente olvidable. Por fría, por comercial, por falta de personalidad y porque no hace lo que debe hacer toda buena película: conmover al espectador, incluso cambiar su manera de ver la vida.