Egipto
Al-Sisi eleva el control, la vigilancia y la represión durante la COP27

El régimen militar de Al-Sisi intensifica la represión sobre activistas y periodistas durante la segunda semana de la cumbre climática de Naciones Unidas en Egipto.
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Pedro Sánchez en la primera jornada de la COP 27 en Egipto. Fotos: Pool Moncloa/Fernando Calvo
17 nov 2022 12:53

Los delegados de más de 200 países que participan en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) viajan en modernos autobuses eléctricos entre las diferentes instalaciones, se mueven por unas calles recientemente asfaltadas y se encuentran contenedores de reciclaje cada pocos metros. Este decorado de país verde y moderno contrasta con el paisaje de cualquier pueblo o ciudad de Egipto. Contrasta, incluso, con el paisaje de la propia ciudad de Sharm el-Sheik tan solo unas semanas atrás.

Tras este escenario, el foco mediático internacional y el miedo a que el levantamiento iraní se contagie como ya pasó en 2011 con la primavera árabe, hacen que el régimen militar de Al-Sisi emplee todo tipo de estrategias para controlar y silenciar las voces que denuncian la realidad del país. La intensidad represiva, protagonista de las semanas anteriores a la celebración de la COP27, no disminuye.

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Control informativo, bloqueo mediático y persecución de periodistas

Como atestiguan los miles de participantes de la cumbre, el gobierno de Al-Sisi mantiene bloqueado el acceso web a más de 500 páginas, incluida la del periódico digital Mada Msr, el último medio independiente del país. La activista de la organización climática Earth Upriding, Alexandria Villaseñor, tuiteaba: “Hay tantos sitios web bloqueados en Egipto que llama la atención y nos resulta difícil trabajar. No podemos usar nuestro sitio porque Medium está bloqueado. Las agencias de noticias a las que nos referimos están bloqueadas. No hay acción climática sin verdad e información”.

Ninguna forma de protesta, más allá de las permitidas en el recinto cerrado y vigilado que la cumbre ha destinado para ello, se ha llevado a cabo hasta el momento

En las últimas semanas la policía —que depende directamente del ejercito— ha detenido a cinco periodistas egipcios. Entre ellos, Mohamed Mostafa Moussa, Amr Shnin y Mahmoud Saad Diab, sobre los que se desconocen los cargos y permanecen desaparecidos tras su detención. La periodista Manal Ajrama, imputada por un delito de terrorismo tras una crítica contra las políticas del gobierno en su página personal de Facebook. Y el periodista Ahmed Fayed, detenido por informar en árabe sobre la situación de un preso político.

Pero este control mediático no solo consiste en la persecución o la censura. A su vez, los medios favorables al régimen realizan una intensa campaña de desinformación y propaganda. La semana pasada, estos medios atribuían la convocatoria de protestas del 11 de noviembre contra el régimen del Al-Sisi a los Hermanos Musulmanes en vez de a los movimientos sociales o a la población civil. También, coincidiendo con los días previos a la convocatoria de dicha protesta, aparecía en Youtube un vídeo que mostraba a un joven tirando piedras contra la policía y tras varios lanzamientos, los agentes disparaban hasta que el joven caía muerto. Este vídeo, difícil de rastrear, contrastar o ni siquiera contextualizar, rápidamente se hacía viral entre los teléfonos egipcios. Si bien las televisiones no llegaron a emitirlo, sí han sido frecuentes las referencias y alusiones al mismo por parte de periodistas y presentadores, amenazando de forma velada con que este sería el resultado si alguien llegara a salir a la calle el día de las convocatorias.

Finalmente, el 11 de noviembre, cada rincón de Egipto amaneció militarizado. Tras la campaña de terror y las detenciones masivas sucedidas en Alejandría y El Cairo, ninguna forma de protesta, más allá de las permitidas en el recinto cerrado y vigilado que la cumbre ha destinado para ello, se ha llevado a cabo hasta el momento.

Vigilancia y control dentro de las instalaciones de la COP27

El estado represivo de Al-Sisi no se queda tras los muros de la cumbre climática. Más de 800 taxis que trabajan en las proximidades de la conferencia climática han tenido que instalar, de forma obligatoria, cámaras y micrófonos que permiten a las agencias de seguridad vigilar a pasajeros y conductores. Las autoridades también imponen un proceso de registro para acceder a los alrededores de las instalaciones, acceso que en el resto de cumbres siempre ha estado abierto al público.

Otro elemento de vigilancia que instituye el gobierno es la propia aplicación oficial de la COP27, que ya cuenta con más de 10.000 descargas. Esta aplicación proporciona al Ministerio de Comunicaciones e Información egipcio el permiso para acceder al correo, a las imágenes, a la cámara, al micrófono y a la ubicación. Estos accesos de ninguna manera estarían relacionados con el propio funcionamiento de la app. Los expertos en seguridad tecnológica de Amnistía Internacional determinan que tiene “capacidades de vigilancia excepcionales” y hasta el momento las autoridades no han respondido a las cuestiones que plantean organizaciones como Human Rights Watch o Electronic Frontier Foundation sobre el uso que se le está dando a esta recogida masiva de datos.

La embajada Alemana en El Cairo ha presentado una queja formal ante el gobierno debido a que las autoridades egipcias habrían llegado a filmar las ponencias, algunas cerradas, de temas relacionados con los Derechos Humanos

Además, los responsables de seguridad egipcios ejercen una excesiva vigilancia de los participantes y de las conferencias que tienen un tono crítico. La embajada Alemana en El Cairo ha presentado una queja formal ante el gobierno debido a que las autoridades egipcias habrían llegado incluso a fotografiar o filmar las ponencias, algunas cerradas, de temas relacionados con los Derechos Humanos. “Esperamos que todos los participantes en la conferencia climática de la ONU puedan trabajar y negociar en condiciones seguras” dice Annalena Baerbock, ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, en un comunicado.

El pabellón alemán ha organizado la conferencia de Sanaa Saif, cineasta egipcia represaliada y hermana del preso político Alaa Abdel Fattah que se ha convertido en el protagonista invisible de esta cumbre. Pese a todas las acciones coercitivas, la situación y las palabras de Alaa se mencionan en discursos y en notas de prensa, también está presente a través de los hashtags #FreeAlaa y #FreeAllThem en camisetas, pancartas y en redes sociales.

Durante la conferencia de Sanaa Saif, el parlamentario progubernamental Amr Darwish, la interrumpió e increpó hasta que los agentes de seguridad de la ONU lo echaron de la sala.

Alaa, entre la vida y la muerte durante la cumbre climática

Alaa Abdel Fattah visibiliza la situación de violencia de los más de 60.000 presos políticos que permanecen en las cárceles egipcias. “El caso de Alaa es crítico y urgente, pero hay muchos otros casos urgentes que no están recibiendo la atención adecuada” denunciaba Sanaa durante su conferencia.

Alaa, una de las voces fundamentales de la primavera árabe, ha pasado la mayor parte de los últimos diez años en prisión. Desde hace siete meses permanece en huelga de hambre y, coincidiendo con el inicio de la COP27, ha intensificado su lucha dejando de beber agua. Con esta acción, Alaa, que tiene la doble nacionalidad británica, empuja al gobierno de Al-Sisi a tomar la decisión de dejarle morir frente a la mirada internacional o liberarle.

Desde el comienzo de esta huelga de agua, la administración ha permanecido varios días de silencio mientras que la familia reclamaba una prueba de vida. Una vez más, no se ha permitido el acceso de su abogado ni del consulado británico. Finalmente, el 14 de noviembre, la madre de Alaa ha recibido una nota manuscrita en la que el propio Alaa comunica que está bien, que ha tenido atención médica y que ha vuelto a beber agua. La familia teme que esté siendo alimentado por la fuerza, lo que constituiría una violación del derecho internacional. “Las autoridades egipcias no sólo han encerrado al activista político y bloguero egipcio-británico Alaa por el mero hecho de compartir un post de Facebook, sino que además parecen querer imponerle un trato cruel, inhumano y degradante al imponerle una intervención médica contra su voluntad” declara Adam Coogle, director adjunto de Oriente Medio y Norte de África de Human Rights Watch, “la huelga de hambre es un acto político”, añade.

Egipto, pese a las violaciones de DDHH, se posiciona como la voz del Sur Global

Los activistas y organizaciones medioambientales están siendo muy críticos con la cumbre y con sus objetivos superficiales e insuficientes, pero la 27ª edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático deja una idea vertebral: la injusticia climática entre el norte global y el sur global. Mientras que los países más ricos tienen una mayor responsabilidad sobre el cambio climático, los países más pobres son y serán los que reciban con más crudeza sus consecuencias. El ejemplo más evidente de esta idea es la contribución histórica a la emisión de gases de efecto invernadero.

A la vez que esta idea se consolida, Abdel Fattah Al-Sisi, presidente del régimen militar de Egipto, se posiciona como líder del sur global y presiona a la comunidad internacional para que amortigue en forma de financiación las consecuencias del deterioro climático en África. “Usaremos todas nuestras habilidades diplomáticas para acordar un camino a seguir que se centre en la financiación para mitigar pérdidas y daños”, anuncia Mohamed Nasr, director de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de Egipto.

Contra esto, algunas activistas de Derechos Humanos, que prefieren permanecer en el anonimato, advierten: “El problema es que no existen mecanismos de transparencia y control de estos fondos” y cuestionan “¿cómo vamos a saber que los fondos climáticos no se gastan para sostener y reforzar uno de los regímenes más contaminantes y represivos?”.

Para esta campaña de situarse como cabeza visible del sur global, el régimen cuenta con la empresa estadounidense de relaciones públicas Hill+Know Strategies. Al-Sisi ha contratado esta compañía que, especializada en greenwhasing, también trabaja con las más importantes corporaciones petroleras como Shell, Chevron, Saudi Aramco, ExxonMobil y Oil and Gas Climate Initiative. Más de 400 científicos han firmado una carta en la que acusan a esta empresa de relaciones públicas de “desinformar, tergiversar y engañar, a fin de continuar expandiendo la producción de combustibles fósiles”.

La cobertura mediática internacional sobre la situación de los Derechos Humanos en Egipto no había sido tan significante en los diez últimos años, pero periodistas, activistas y académicos temen las consecuencias y expresan miedo por la situación que venga cuando los focos se apaguen.

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