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Hoy el índice Dow Jones ha alcanzado los 25.000 puntos, que representan el mayor volumen de cotización de su historia. La cima llega después de una escalada nunca vista: el índice ha añadido 1.000 puntos desde el 30 de noviembre, y en enero de 2017 también superaba por primera vez el nivel de los 20.000 puntos.
No sólo el Dow: el índice S&P, que muestra la evolución en las cotizaciones de 500 empresas norteamericanas, se ha revalorizado un 20% este mismo año. La promesa de la reforma fiscal en EE UU (que promueve distintas formas de tratamiento favorable a las rentas del capital), los buenos datos de la economía norteamericana y global y la política de bajos o nulos tipos de interés de los principales bancos centrales explican estas subidas. Pero en el año en que se cumple el décimo aniversario del crac financiero de 2008, la pregunta es inevitable: ¿cuánto durará la fiesta?
Del lado de los optimistas, un 85% de los bancos de Wall Street consultados por Bloomberg han considerado que 2018 todavía será un buen año para las bolsas, y su estimación media de subida del S&P es de un 5%, un ritmo mucho menor que el de 2017, pero todavía alcista. El banco de inversión Goldman Sachs estima también que 2018 continuará la tendencia.
Entre las voces discordantes, JP Morgan ha alertado de que los inversores deben esperar más volatilidad a partir de la segunda mitad de 2018. El jefe de inversiones del grupo Leuthold, Jim Paulsen, declaró al Wall Street Journal que esperaba una bajada de entre el 10 y el 15% este año, como resultas de la sobrevaloración actual de las bolsas.
Los fundamentos económicos dan más argumentos a los optimistas: el crecimiento económico global parece confirmarse y se espera para los 45 miembros de la OCDE. El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que el crecimiento de la economía mundial sea del 3,7% en 2018. La Unión Europea, región que todavía en 2016 daba muestras de una prolongado estancamiento económico incluso recesivo después de 8 años de crisis, parece compartir este buen momento de la economía global aupado por datos como los crecimientos generalizados en los índices de producción industrial .
La cuestión es si se corresponde este crecimiento económico con el boom de los mercados financieros. La propia OCDE, en su último panorama económico mundial, consideraba que la actual recuperación económica “sigue siendo modesta en comparación con los estándares de recuperaciones anteriores” y alertaba de que “Los riesgos financieros también están aumentando en las economías avanzadas”. El FMI ha alertado en su último informe sobre la estabilidad económica financiera mundial de que la mezcla de alto endeudamiento público y privado y unos mercados financieros sobrevalorados que condujo a la crisis financiera mundial de 2008 sigue presente hoy: “una revaloración de los riesgos podría conducir a un aumento de los diferenciales de crédito y una caída de los precios del mercado de capitales y de vivienda”. La referencia a estos informes está sacada del artículo del economista marxista británico Michael Roberts Auge o crisis, donde desarrolla sistemáticamente los riesgos que afronta la economía mundial en los próximos dos años.
El estadístico del Estado y comentarista financiero Juan Ignacio Crespo ha hablado de los posibles riesgos para 2018 en su pronóstico para este año: entre las señales puramente financieras que podrían anunciar un crac del mercado de valores en EE UU, destaca los paralelismos con movimientos similares previos al crac bursátil de 1987: “depreciación del dólar, tipos de interés de corto plazo en aumento, reciente recesión de los beneficios empresariales, elevadísimo déficit por cuenta corriente ”, motivos por los que considera “muy elevada” la probabilidad de un crac en 2018. Pero de momento, en las principales bolsas se siguen descorchando las botellas de champán.
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Interesante artículo. Hecho en falta el análisis del comportamiento de China, por ejemplo, en evitar la depreciación del dolar, cuanto menos de una forma brusca.