Capitalismo
Las revoluciones tecnológicas del capitalismo. La innovación, las infraestructuras y el bien común.

La última revolución tecnológica se configura arrebatando más derechos comunes y sociales a los ya perdidos en la privatización paulatina de los servicios del Estado del bienestar desde finales del siglo pasado.
Google Mountain View
Sede de Google en Montain View, California. Wikimedia Commons
Economistas sin Fronteras y Plataforma por la Justicia Fiscal
28 jun 2023 07:00

El cambio de paradigma energético del carbón y la potencia hidráulica al petróleo y la electricidad indujo a una gran evolución tecnológica, cuya expresión económica más intensa se produjo en los 25 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Los cambios tecnológicos, aun cuando suponen una avance científico y técnico indudable, en términos generales, se enmarcan en la disputa de la empresa capitalista por alcanzar una mayor cuota individual de ganancia en el mercado, propósito que se consigue mejorando los costes por unidad de producto en la elaboración de las mercancías. Y ese progreso lucrativo puede realizarse de dos maneras. La primera es reduciendo el coste del trabajo, que sube con la producción, si es que ésta es intensiva en mano de obra. La segunda opción, es aumentando el capital fijo para escalar la producción, esto es, producir más a un mismo coste invirtiendo en maquinaria, herramientas, energía, automatización, digitalización, informatización, etc. Las revoluciones técnicas se despliegan y promueven como alternativas de acumulación y herramientas para incrementar la productividad.

Por eso la actividad industrial, la producción de mercancías a gran escala, que distingue al modo de producción capitalista, nunca está cómoda con la tecnología vigente, no la considera como definitiva. El capitalismo revoluciona permanentemente la base técnica y de infraestructuras sobre la que se organiza la producción y el consumo. Renueva sin solución de continuidad las mercancías destinadas a la venta. Los productos nacen con fecha de defunción bien por obsolescencia técnica programada, bien por alteraciones formales inductoras de más consumo. El objeto buscado siempre es el mismo, vender y vender, reciclar la ganancia en el ciclo de acumulación de capital.

La actividad industrial, la producción de mercancías a gran escala que distingue al modo de producción capitalista, nunca está cómoda con la tecnología vigente.

La primera y segunda revoluciones industriales capitalistas promovieron los servicios y las infraestructuras del estado del bienestar.

Las revoluciones industriales, las innovaciones tecnológicas promovidas por el modo de producción capitalista, son siempre una combinación funcional de demanda intensiva de materias primas, de perfeccionamiento técnico y científico, de nuevos bienes de consumo y de las infraestructuras asociadas al conjunto de la actividad económica.

La primera y la segunda revolución industrial se sostuvieron energéticamente en la explotación descontrolada de energías fósiles, como combustibles primarios, y en la provisión de herramientas y maquinarias empujadas por la fuerza motriz del vapor y la electricidad, como energía secundaria. La electricidad supuso un extraordinario salto industrial pues liberó la localización de las fábricas de las fuentes de energía y aproximó la producción al consumo. Las familias compraron automóviles, equiparon la cocina y el hogar con productos de la línea blanca, la electrónica de consumo, entre otros.

Todo ello, además, sirvió para liberar a las economías familiares de las tareas domésticas de mantenimiento y las dispuso como mano obra de reserva a la producción, posibilitando así el abaratamiento del coste de la fuerza de trabajo. La fragmentación productiva en nuevas ramas industriales requirió de una racionalidad social más articulada del trabajo, la producción, la distribución y la venta de bienes y servicios. Más y distintos servicios o funciones intermedias en la actividad económica se hicieron imprescindibles para tejer una relación más productiva y eficiente entre un capital crecientemente desagregado, un trabajo socialmente troceado, y un consumo más diversificado.

Por eso, después de la Segunda Guerra Mundial, es decir en la segunda mitad del siglo XX, la economía capitalista desarrolló un amplio entramado de servicios e infraestructuras de carácter público y universal: carreteras y autopistas, transporte de ferrocarril, puertos, centrales eléctricas, redes de distribución de energía, servicios bancarios, telecomunicaciones, comercios, acueductos, alcantarillados, etc.  Las nacientes áreas y funcionalidades económicas surgidas con el cambio tecnológico, subsidiariamente pudieron satisfacer derechos vitales y básicos de la población: electricidad, saneamiento, agua, telefonía, etc.  Los llamados Estados del Bienestar, en el marco de economías capitalistas avanzadas, se sustentaron en el suministro universal de estas funciones, los servicios intermedios.

Después de la Segunda Guerra Mundial la economía capitalista desarrolló un amplio entramado de servicios e infraestructuras de carácter público y universal.

Sin embargo, por encima de la atomización o desmembramiento de la producción y el trabajo, el capital tendió a la centralización y la concentración. Muchas de aquellas infraestructuras, como la energía en general y las telecomunicaciones, se constituyeron en monopolios naturales, la mayoría de ellos estatales. Los extraordinarios costes fijos de estos sectores económicos eran de largo recorrido de recuperación y exigían el concurso de las finanzas públicas.

Es decir, los desarrollos de infraestructuras para el bien común fueron constitutivos de la segunda revolución industrial. Sin duda, también, el patrón tecnológico del uso intensivo de energías fósiles, presente en el desarrollo industrial capitalista, condujo al cambio climático y un proceso creciente de expoliación de la biodiversidad y la naturaleza.

La economía neoliberal y el cambio de paradigma tecnológico derrumba el Estado del bienestar e incrementa la desigualdad social.

Ahora bien, la caída del lucro capitalista derivado de la creciente competitividad del capital, que como señalamos al principio, está en el origen del modo de producción capitalista, llevó al agotamiento de la onda larga de crecimiento económico de la posguerra. Las políticas neoliberales de fines de siglo XX constituyeron la respuesta del capital. La promoción, entre otras, de políticas económicas dirigidas al cambio en la propiedad de las infraestructuras de servicios, de las funciones intermedias del capital, fungió como una respuesta rápida al estancamiento. El objeto final de esta apropiación privada de los monopolios naturales de servicios básicos universales fue adueñarse de una sola vez de los ingresos cautivos de las empresas que los prestaban.

Pero es la explosión cibernética y la automatización[1]simultánea al paradigma neoliberal, la revolución tecnológica, la que provoca un salto fantástico en la racionalización de la economía capitalista, al modificar extraordinariamente las formas de producir, trabajar, consumir, distribuir y comunicarse. Es un orden capitalista disruptivo que nos obliga a una presencia casi continua en el ciberespacio tanto para producir como para consumir. Y esto es completamente nuevo.

El modo de producción capitalista no ha cambiado, porque ese cibermundo está dominado por las mismas relaciones sociales de propiedad y explotación impuestas por la economía capitalista desde hace casi dos siglos. Pero, sin embargo, tiene actores, manifestaciones y ámbitos de actuación completamente diferentes. Como los oligopolios dueños y gestores de las plataformas “on line”, los emergentes oficios digitales, la organización y sincronización de las tareas de dirección y fabricación, la robotización de la producción, las formas de vender y consumir, los procedimientos de distribución, etc.

Además, esta última revolución tecnológica se configura arrebatando más derechos comunes y sociales a los ya perdidos en la privatización paulatina de los servicios del Estado del bienestar desde finales del siglo pasado.

Esta última revolución tecnológica se configura arrebatando más derechos comunes y sociales a los ya perdidos en la privatización paulatina de los servicios del Estado de Bienestar.

La población está siendo obligada a consumir y/o utilizar las plataformas operativas de los grandes monopolios tecnológicos privados para resolver asuntos económica básicos, incluso el más elemental de esos éstos, como es el de disponer de los ingresos y rentas dinerarias que les corresponden. Aun cuando los bancos privados son intermediarios necesarios para esta finalidad, el depósito, custodia y tránsito por las entidades de los ingresos monetarios de las personas y las familias se hacía con parámetros de servicio público. Se remuneraba el ahorro temporal y no había dificultades para la movilización del efectivo.

La “financiarización”, el predominio del negocio financiero promovido por el neoliberalismo y la cibernética dominante tiende a una extraordinaria monopolización del sistema financiero privado y a la casi desaparición total de la banca pública. Todo ello termina desahuciando financieramente y en forma global a la población vulnerable.

La tecnología y la innovación están  mediatizando privadamente parte de la infraestructura pública, imprescindible para la gestión cotidiana digna de la ciudadanía. Y además opera, este nuevo capitalismo cibernético, digitalizado y automatizado, con la manipulación privada e incontrolada de los datos de las personas.

Será difícil alcanzar los objetivos de recomposición del Estado del Bienestar con estos nuevos patrones de funcionamiento de la economía capitalista.  Se está configurando una desigualdad social mayor, la inequidad en la distribución del ingreso y la riqueza económica ha aumentado significativamente en los últimos años. Es prioritario recuperar ya el valor de lo público en materia de infraestructuras de forma global, los servicios tradicionales y los nuevos tecnológicos apropiados por el capitalismo de las plataformas digitales.

Economistas sin Fronteras no se identifica necesariamente con la opinión del autor y ésta no compromete a ninguna de las organizaciones con las que colabora.

[1] Hay una variedad enorme de denominaciones: capitalismo de plataformas, economía digital, capitalismo “on line”.

Sobre este blog
Economistas sin Fronteras Somos una Organización no Gubernamental de Desarrollo (ONGD), fundada en 1997 por un grupo de profesores y catedráticos universitarios, activamente comprometidos y preocupados por la desigualdad y la pobreza. Nuestro objetivo principal es contribuir a generar cambios en las estructuras económicas y sociales que permitan que sean justas y solidarias.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Turismo
Turismo Free tours: la atracción turística de la precariedad
La popularidad del 'free tour' para visitar las ciudades ha aumentado de manera vertiginosa, especialmente con la proliferación de plataformas intermediarias que se encargan de su comercialización.
Inteligencia artificial
IA Las otras víctimas de DeepSeek: energéticas y constructoras de centros de datos
El nuevo modelo de Inteligencia Artificial necesita menos consumo energético. Energéticas y gestoras de centros de datos también han sufrido caídas en bolsa.
Sobre este blog
Economistas sin Fronteras Somos una Organización no Gubernamental de Desarrollo (ONGD), fundada en 1997 por un grupo de profesores y catedráticos universitarios, activamente comprometidos y preocupados por la desigualdad y la pobreza. Nuestro objetivo principal es contribuir a generar cambios en las estructuras económicas y sociales que permitan que sean justas y solidarias.
Ver todas las entradas
LGTBIfobia
Manifestación Plataforma Trans planta cara a la transfobia con una manifestación contra el odio
La convocatoria el 29 de marzo denuncia un contexto internacional antiderechos. La organización pide a partidos y sindicatos que se sumen a la marcha porque la transfobia es un problema social, y por lo tanto también político, explican.
Opinión
Opinión Bretón no es un monstruo, ni Martín el nuevo Capote
Frente a la libertad sin peros que defienden unos, la responsabilidad de muchos: la de ciudadanos y librerías que se niegan a comprar o vender, respectivamente, el libro que Anagrama ha tenido a bien materializar.
Feminismos
Irene García Galán “La memoria feminista hay que construirla desde abajo, desde nuestras casas”
‘Hilaria’ (Errata Nature, 2025) es un libro dedicado a la tatarabuela de Irene García Galán, pero también un ensayo político que navega a través de la memoria feminista, el antipunitivismo y el anarquismo.
Madrid
Madrid La Sareb amenaza con el desahucio a dos jóvenes activistas en Carabanchel
Cadete 7, el bloque en lucha del que el ‘banco malo’ prevé desalojarles de forma inminente este jueves 27, fue el primero recuperado por el movimiento de vivienda de Madrid en 2013 tras haber permanecido deshabitado desde 2008.
Gasto militar
Gasto militar “No nos resignamos a la guerra”: 70 organizaciones rechazan la deriva militarista de la UE y el Gobierno
Más de 70 organizaciones y personalidades de la cultura y el activismo firman un manifiesto que rechaza la escalada belicista y el rearme frente a una posible agresión rusa.
Música
Música Pervertidos y puritanos, a los pies de Ethel Cain
Proyectos musicales como ‘Perverts’ de Ethel Cain son capaces de imponer silencio en medio de tanto ruido para pensar en un momento en que las redes sociales son herramientas tendenciosas para la difusión de propaganda de ultraderecha.

Últimas

Obituario
Obituario Jesús Santos, el basurero que se ganó el corazón de Alcorcón
Alcorconero de toda la vida, teniente alcalde, activista social y sindicalista, Jesús Santos hizo que aquellos que le acompañaron en su camino se ilusionaran por la política.
Residencias de mayores
Residencias Fondos de inversión y residencias: la mano invisible que retuerce los cuidados
Mientras DomusVi, en manos del fondo de inversión ICG, ya es la empresa con más residencias privadas del Estado, residentes, familiares y trabajadoras explican lo que supone que las prácticas especulativas acunen la vejez de las personas.
Residencias de mayores
Opinión Naces, creces, te reproduces, envejeces y sigues generando beneficios
El capitalismo extractivista emplea un ‘fracking’ similar sobre la última etapa de nuestras vidas: exprimir nuestra capacidad de producir beneficios hasta el último aliento.
Palestina
Palestina Egipto abre la puerta a un nuevo alto el fuego en Gaza con el visto bueno de Hamás y EEUU
A cambio de la retirada gradual de la tropas de Israel en la Franja, serían liberados cinco rehenes cada semana. El Gobierno de Netanyahu no se ha pronunciado y siguen los ataques contra población civil.

Recomendadas

Guerra en Ucrania
Guerra en Ucrania Colegios underground en Járkov después de tres años de guerra
La ciudad ucraniana construye escuelas subterráneas, preparadas para aguantar ataques balísticos y nucleares.
Argentina
Estela de Carlotto “Faltan todavía muchos nietos por encontrar”
Al cumplirse 49 años del golpe cívico-militar, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo dialogó con El Salto y apuntó contra el Gobierno de Milei y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que encabeza la represión de la protesta social.
México
Hallazgo en Teuchitlán Crisis de desaparecidos en México: los buscadores, entre el narco y las omisiones del Estado
El hallazgo del cementerio clandestino en Teuchitlán, Jalisco, ha conmocionado a todo México. El país que vive una crisis por la desaparición de más de 120 mil personas, que en 18 años solo han aumentado frente a una pasmosa impunidad.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Un rayo de esperanza tras cinco años de los protocolos de la vergüenza
A punto de prescribir los posibles delitos, un avance judicial abre la puerta a conocer quién decidió no derivar a hospitales a ancianos en residencias en la Comunidad de Madrid.