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Donald Trump
¿Y si Trump fuese nuestro dictador favorito?
Hace pocos días fuimos testigos de cómo el pánico se ha desatado en el seno de los grandes medios de comunicación y dentro del Establishment americano. No hay mayor prueba de ello que Twitter y Facebook hayan decidido censurar (con razón) la propaganda golpista de Donald Trump. Años y años de blanqueo del fascismo y del discurso de odio de la derecha estallaron en los lamentables sucesos del Capitolio el pasado 6 de enero.
Estos sucesos revelan que el mito de la excelencia de la Democracia en los Estados Unidos era poco más que un cuento. Décadas de neoliberalismo y de giro hacia la derecha, tanto del Partido Demócrata como del Partido Republicano, han creado una furia dentro de un segmento cada vez más grande de la población que nos evoca tiempos oscuros que parecía que ya habíamos superado. Pese a una gestión de la pandemia nefasta, Donald Trump aumentó su masa de votantes y más de 70 millones de personas le votaron en estas elecciones. No hay que olvidar que su desprecio a la democracia adquirió una nueva dimensión durante la campaña al hablar de fraude y de robo.
Es cierto que la extrema derecha y el fascismo están aquí para quedarse, no obstante, lo verdaderamente desconcertante por parte de los grandes medios es la ceguera de sus diagnósticos, el despropósito de no saber ir a las raíces de los problemas. En otras palabras: ser radical.
Un nuevo fracaso del Partido Demócrata —el partido de la élite empresarial—, hará mucho más probable que alguien peor que Trump entre en la Casa Blanca. Mientras, el show continúa
Solo en el espectro de lo que la prensa liberal califica de extrema izquierda se plantean debates así. Es obvio que un nuevo fracaso del Partido Demócrata, el partido de la élite empresarial, hará mucho más probable que alguien peor que Trump entre en la Casa Blanca. Mientras, el show continúa y Trump parece empeñado en provocar incendios para dejarle de herencia a Biden más guerras, para cumplir así con una lamentable tradición que de milagro no se ha repetido en estos cuatro años. El movimiento de designar a los hutíes en Yemen como grupo terrorista o designar a Cuba como Estado que patrocina el terrorismo es de una irresponsabilidad máxima, pero quizá no lo supera el anuncio de Mike Pompeo de “que Al Qaeda ha establecido su nueva base de operaciones en Irán”.
Es claro que a los centros de poder en las democracias liberales no les interesa combatir el fascismo. De hecho, desde siempre se ha blanqueado y desde siempre se le ha mostrado la mayor execrable complicidad. Paradójicamente, no sé si por justicia poética o no, el país que más ha apoyado golpes de Estados en todo el mundo después de la Segunda Guerra Mundial ha sido el país que acaba de sufrirlo con un espectacular auge del fascismo desde hace unos años. Tristemente, pero con acierto, lo resumió el diplomático y representante de las Naciones Unidas, Mohamad Safa: “Si los Estados Unidos vieran lo que está haciendo los Estados Unidos en los Estados Unidos, los Estados Unidos invadirían los Estados Unidos para liberar a los Estados Unidos de la tiranía de los Estados Unidos”.
El gobierno de Donald Trump será también tristemente recordado por el “cheque en blanco” que ha dado a las peores dictaduras de Oriente Próximo, por utilizar las palabras de Joe Biden en la campaña electoral. Precisamente, el descaro es quizá la mayor diferencia que ha caracterizado a esta administración, dado que el nuevo discurso de Trump del “America First” se basaba precisamente en realizar todo lo que fuera posible para favorecer los intereses del país. Algo completamente ridículo si tenemos en cuenta lo que han hecho las administraciones pasadas, pero un movimiento acertado para salvarse de cualquier presión que contenga su alocada política exterior. Una presión que conocen muy bien los gobiernos demócratas cuando su electorado se indigna ante las políticas para el 1 % y contrarias a los derechos humanos que han caracterizado a todos los gobiernos sin excepción desde tiempos de Jimmy Carter. El neoliberalismo no lo inventó Reagan, este solo lo popularizó y lo llevó hasta sus últimas consecuencias.
Haciendo balance de Trump, quedará en nuestro recuerdo como defendió con igual descaro a MBS del asesinato al periodista Jamal Khashoggi por parte del reino de Arabia Saudí (tal como reconoció Naciones Unidas) o el descaro con el que ha llevado la política exterior con los Emiratos Árabes Unidos y con la extrema derecha israelita. Esto último supone otra nueva puñalada para los palestinos, después de que Obama volviera a decepcionar dando un cheque en blanco al monstruoso estado de Israel.
Es verdad que la política exterior de Trump se puede tildar de fanfarrona y extremista, pero eso no quita que la de la administración Obama fuera en gran medida cínica e hipócrita
No obstante, el bochorno es difícilmente superable cuando Trump enunció que Al Sisi era su dictador preferido, posiblemente el peor dictador que ha tenido Egipto en su historia.Pero, como decíamos antes, el blanqueo de las prácticas horrendas no comenzó ni mucho menos con Trump. Es verdad que la política exterior se puede tildar de fanfarrona y extremista, pero eso no quita que la de la administración Obama fuera en gran medida cínica e hipócrita. A la vez que el expresidente Obama se mostraba preocupado por el deterioro de los derechos humanos en Egipto, no tardó en mostrar su apoyo a Al Sisi con el pretexto de defender “el interés de la seguridad nacional”, con el supuesto objetivo de estabilizar Egipto y luchar contra el yihadismo.
Como bien se sabe, el terrorismo ha permitido a las superpotencias acometer verdaderas canalladas. Obama, con las enseñanzas bien aprendidas de su mentor, George W. Bush, aparte de seguir mintiendo para justificar la incomprensible guerra de Afganistán, llevó a cabo una campaña de asesinatos extrajudiciales que mostró ser un fracaso durante sus años en la Casa Blanca. Tal como hizo Bush, y luego también Trump, la lucha contra el terrorismo no pasaba por alterar lo más mínimo las intocables relaciones con las monarquías absolutistas del golfo y, en especial, Arabia Saudí, país que ha financiado de forma indirecta el terrorismo islámico con el wahabismo.
Industria armamentística
Greenpeace lleva la Ley de Secretos Oficiales ante los tribunales por la opacidad en el comercio de armas
La ausencia de control parlamentario a las exportaciones de armamento español, que pueden ser autorizadas por el Gobierno sin que se conozca más detalle, se salta la legalidad nacional e internacional. La Ley de Secretos Oficiales, aprobada en pleno franquismo y hoy vigente, permite la opacidad total en el comercio bélico.
Esto son incoherencias del discurso de las élites, que también afectan a Al Sisi. La lucha contra el terrorismo no impide que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos sean sus mayores aliados. Esto se explica por la amenaza política que representa los Hermanos Musulmanes en la región y que es el motivo que explica la crisis diplomática con Qatar desde el año 2017, al que se le ha acusado también de financiar el terrorismo.
Sin embargo, pese a dos o tres titulares de la prensa generalista, la complacencia con el Poder es absoluta. Esto se plasma de forma meridiana en la incapacidad de recriminar a los líderes occidentales que detrás de la Realpolitk se enconde un blanqueo constante. El realizado por nuestra ministra de exteriores Arancha González Laya no es menos vergonzoso que los realizados por el presidente francés, Enmanuel Macron, que ha tenido que hacer malabares para esquivar las peticiones de las organizaciones en defensa de los derechos humanos para asegurar que los intereses económicos de la industria militar y de las grandes empresas francesas permanezcan intactos. Al final, todo gira en torno a esto. Como resumió Macron: “no condicionaré asuntos de defensa y cooperación económicas a estos desacuerdos [sobre derechos humanos]”.
Como no podría ser de otra forma, la lucha contra el terrorismo serviría como pretexto al líder francés, a pesar de que el mundo ya no vive la pesadilla del Estado Islámico. Parafraseando a Obama, Macron señaló que un “boicot” solo “reduciría la efectividad de uno de nuestros socios en la lucha contra el terrorismo”, a pesar de que Francia tampoco ha dejado de apoyar a Arabia Saudí y de que el mandatario francés considerara que era demagógico dejar de vender armas a Arabia Saudí después del asesinato de Khashoggi.
No obstante, el hecho de que Macron deba comparecer ante la opinión pública es un paso. En España, por ejemplo, González Laya o Pedro Sánchez saben que no van a tener que hacer ninguno esfuerzo, solo con mantenerse callados y soltar algún discurso vago e intangible sobre los derechos humanos les basta. El inaudito silencio mediático provoca que el presidente español apenas tenga que referirse al papel del gobierno en las guerras de Yemen, de Libia o en las relaciones que se mantienen con Turquía, país que sigue empeñado en mandar mercenarios para masacrar a los kurdos en el noreste de Siria. De esta manera, y no cometiendo errores de bulto, el gobierno podrá seguir desvinculando la democracia de los intereses económicos de las grandes corporaciones. La explicación es simple: al público general no le llega las demandas de las organizaciones en defensa de los derechos humanos, y, por lo tanto, el coste político para nuestros líderes es muy limitado.
El inaudito silencio mediático provoca que el presidente español apenas tenga que referirse al papel del gobierno en las guerras de Yemen, de Libia o en las relaciones que se mantienen con Turquía
Es cierto que el gobierno de Mohamed Morsi cometió errores notables que ayudaron a su caída, pero de ninguna manera pueden justificar la severa represión que vive el pueblo egipcio desde hace más de siete años. Es justo decir que la caída de Morsi era la crónica de un golpe de Estado anunciado, debido a que el ejército controlaba los asuntos del país y aprovechó la mínima oportunidad para imponer un régimen brutal.
Esta brutalidad se plasma en la estimación de que actualmente hay alrededor de 60.000 prisioneros políticos. La represión no ha afectado solo a los Hermanos Musulmanes, sino que se reproduce en cualquier grupo o individuo de la población que puede suponer una amenaza para la dictadura. Es el caso, por ejemplo, de la gente que lucha por los derechos laborales y las garantías en materia de atención sanitaria. Sobre este punto se refirió Robert Fisk, después del asesinato de Giulio Regeni, en 2016. Para la dictadura “los socialistas seculares eran más peligrosos que la Hermandad; podrían cerrar Egipto, destruir su economía, incluso derrocar a sus líderes militares, a menos que fueran reprimidos”.
Sin embargo, la represión va mucho más allá. Tal como recuerda el investigador de Human Right Watch, Amr Magdi, “no es necesario ser un activista político, o un periodista o una figura de la oposición para ser encarcelado en Egipto en estos días”. Con ser, por ejemplo, el hermano de un activista que está exiliado y que sigue criticando a la dictadura es razón suficiente para ser arrestado y sufrir las condiciones aberrantes que viven las decenas de miles de prisioneros políticos.
Precisamente, una de las personas que fue testigo de la brutalidad fue Morsi, que sufrió una lenta muerte después de que el régimen de Al Sisi le dejara morir agónicamente de diabetes en la cárcel negándole cualquier tipo de tratamiento efectivo. Según concluyeron los expertos de la ONU a finales de 2019, “Morsi estuvo recluido en condiciones que solo pueden describirse como brutales, particularmente durante su detención de cinco años [...]. Su muerte después de soportar esas condiciones podría equivaler a un homicidio arbitrario sancionado por el Estado”.
Morsi vivió el mismo destino que enfrentan miles de prisioneros políticos en Egipto. Tal como dice el grupo de expertos, están sufriendo “graves violaciones de sus derechos humanos, muchos de los cuales pueden correr un alto riesgo de morir. Esta parece ser una práctica sistemática e intencionada del actual Gobierno del presidente Al Sisi” para silenciar a los disidentes.
Asimismo, el ataque a la comunidad LGTBQ ha sido escandaloso. Una represión que queda muy bien reflejada en el caso de Sarah Hegazi, que decidió quitarse la vida este verano al verse obligada a exiliarse en el año 2018 inmediatamente después del “trauma” de haber sido torturada por la policía, sufriendo “electrocuciones y confinamiento solitario”. A este hecho se refirió también Human Right Watch denunciando que “las autoridades egipcias parecen estar compitiendo por el peor historial de violaciones de derechos contras personas LGTB en la región, mientras que el silencio internacional es espantoso”.
Los testimonios no pueden ser más horribles. La NBC recogió hace tres meses el testimonio de Malak el-Kashif, una activista trans que el pasado marzo sufrió un trato degradante por parte de la policía, negándola en ocasiones ir al baño, forzándola a hacer exámenes anales, asaltándola sexualmente y sometiéndola a un “confinamiento solitario” que le ha originado trastorno de estrés postraumático y fobia social.
Es posible que Biden no hable de que Al Sisi es su dictador preferido, aunque es muy probable que siga el camino que mostró Obama: maximizar los intereses económicos y políticos de Occidente a expensas de consentir las violaciones de los derechos más básicos de las personas
De todas formas, el culmen de su brutalidad con cualquier disidencia alcanza su máximo con las ejecuciones. Otro hecho que nos vuelve a recordar, que, al fin y al cabo, Al Sisi no es tan distinto a la Casa Real saudí. Según la ONG Arab Network for Human Rights Information “los tribunales egipcios han condenado a unas 3.000 personas” desde la llegada de Al Sisi. Las cifras son indignantes: solo en octubre y noviembre de este año, la dictadura ejecutó a 57 personas.
Este es el panorama que recoge Biden. Es posible que el exvicepresidente de Obama no hable de que Al Sisi es su dictador preferido, aunque es muy probable que el mandatario estadounidense siga el camino que mostró Obama, que han seguido Macron y Arancha González Laya recientemente y que, al fin y al cabo, resume la política occidental en el siglo XX: maximizar los intereses económicos y políticos de Occidente a expensas de consentir las violaciones de los derechos más básicos de las personas. Si Biden va a seguir el mismo camino que sus predecesores dependerá en gran medida de si las movilizaciones sociales en Estados Unidos pueden forzarle a cambiar.
En caso de que la nueva administración estadounidense continúe el legado de Obama y se siga blanqueando obscenamente a la dictadura de Al Sisi y a los regímenes extremos de la región, nos podríamos hacer la siguiente pregunta: ¿por qué nuestros líderes europeos no apoyaron el golpe de Estado de Donald Trump y sus acusaciones de fraude electoral? En este caso, me parece justo concluir que Trump lucharía mejor contra el terrorismo que Al Sisi. Sería nuestro dictador preferido...
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La derecha española da lecciones de democracia y todavia no ha terminado de romper con el franquismo.
😨🇪🇸
La derecha española da lecciones de democracia y todavia no ha terminado de romper con el franquismo.
😨🇪🇸
Seamos sinceros, el sistema electoral EEUU es una porqueria diseñada para mantener una falsa sensacion de democracia, pero favorecer a las mismas elites economicas corporativas que sostienen a todos los dictadores del los paises del Tercer Mundo. Luego nos quejaremos que son paises pobres, que hay muchos refugiados o que estan menos desarrollados... Todo hipocresia y cinismo mientras apoyemos a un sistema capitalista que difunde un libre mercado explotador, saqueador, endeudador y totalemnte desigual. A ver si nos enteramos de una vez de que ni los Saud en Arabia Saudi, ni Al-Sisi en Egipto, ni Erdogan en Turquia, ni Mohammed VI en Marruecos poseen un poder absoluto, ya que todo el poder y privilegios que tienen se lo deben a ser los representantes (bufones) del gran capital occidental y oligarquias locales.
Estamos ante un claro ejemplo de la destruccion de la democracia, ya que la elite politica occidental es en su gran mayoria representante del poder economico. En fin, da igual cuanto sufran los pueblos de dichos paises, mientras siga existiendo un dictador de turno que defienda a sus corporaciones...
Allende fue elegido democráticamente, y después yo por un dictador militar alentado por la CIA e ITT pertenecientes a un país "democratico", EEUU por nacionalizar las minas de cobre.
En Guatemala pasó lo mismo con Arbenz y fue la United Fruit junto a la CIA quien convirtió Guatemala en lo que es hoy.
En Latinoamérica antes los gringos apoyaban los golpes de estado que daban militares uniformados y ahora en Latinoamérica los gringos apoyan golpes de estado que dan civiles trajeados .
Que trump sea un ultraderechista, no quita que en politica exterior haya sido menos intervencionista que lo que nos tenian acostumbrados. Aunque la inercia del complejo militar industrial no ha parado. Y lo peor vendra ahora, me temo. Ojala eeuu tuviera una transicion pacifica al multilateralismo, pero todos los imperios se resisten violentamente a su decadencia.
Creo que están tardando ya en darle a Trump el Nobel de la Paz.
Ha sido Pompeo el que ha realizado esas barbaridades del titular, no Trump. Pompeo pertenece al establecimiento, la facción de Wall Street y Biden...¿Trump dictador? Habéis peredido el norte. Obama, G.Bush, Hillary...Sus fechorías marcaron un antes y un después. Vamos a añorar a Trump con la Famiglia Biden en el puesto, esto va a acentuar el totalitarismo Covidiano....Obama y Hillary en la sombra.
Que Obama haya sido un criminal no invalida que Trump sea un fascista. Las cosas por su nombre
¿¿Pero donde está el fascismo de Trump?? Totalitarismo lo que estamos viviendo con los partidos bancarios que vosotros llamáis izquierda. Artículo de la verdadera izquierda USA: https://consentfactory.org/2020/12/08/wheres-the-hitler/
Bueno... dar discursos animando a los supremacistas, pasarse la campaña electoral con lo de antifa, decir que Biden es bolivariano, ponerse del lado de la poli en las protestas del BLM, etc.
Biden no es de izquierdas. Yo no soy socioliberal ni nada que se le parezca, soy anarquista o socialista libertario. Y me repugna vender que los medios presenten a Obama, Biden o Harris como gente de izquierdas y progresistas
y qué quieres que hagan los medios? que digan la verdad? tirarse piedras contra sí mismos?
Paraguay sigue siendo la misma república bananera que era cuando la dictadura del General Alfredo Stroessner bueno ahora el presidente de la República Bananera del Paraguay el hijo del secretario de Stroessner Marito Abdo Benítez hijo del bufón de la corte stronista Mario Abdo Benítez .
En Honduras manda la extrema derecha de manera fraudulenta ,el presidente de la republica de Honduras se llama Juan Orlando Hernandez que es un narcotraficante con una ideologia como la de Vox y que ganó unas elecciones haciendo trampas y solo lo reconoce un tal Donald Trump ,luego Juan Orlando Hernandez dice que el no es un narcotraficante y a los pocos dias a su hermano la DEA lo detiene en Florida (USA ) con un cargamento de merca .
Pero como a los USA no les conviene que se hable de Honduras como la republica narcobanera pues solo hablan de paises que no les apoyan ,asi es la politica gringa en Latinoamerica .
En España el principal defensor de Donal Trump se llama............. ¡SANTIAGO ABASCAL!.