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Diccionario de la Posverdad
Persuasión
El concepto de persuasión que se trabaja en filosofía es, fundamentalmente, el intento de convencer a alguien (sea un individuo o un país al completo) a través del empleo de razones y argumentos. Se supone también que estos argumentos deberían ser veraces y empleados con buena voluntad, pero esto es ya otra cuestión.
La persuasión es el principal objetivo de los discursos deliberativos. Los discursos deliberativos se ocupan, fundamentalmente, de decidir cómo hay que actuar en el futuro: ya sea para elegir a qué restaurante se va a cenar o para decidir las partidas de los presupuestos generales del estado. Aristóteles indicaba que, para llevarse el gato al agua en un discurso deliberativo, había que buscar la persuasión del auditorio mediante la vinculación de la postura propia con la ventaja o la virtud (o también vincular la postura rival a la desventaja o al vicio).
La persuasión es el principal objetivo de los discursos deliberativos
Por otro lado, la diosa griega de la persuasión se llamaba Peithon. Era la única diosa que carecía de objetos que la identificaran, tal vez porque los griegos tuvieron la enorme intuición de que esa fuerza que ejercen las palabras resulta, curiosamente, inefable y, además, no se puede representar mediante ningún objeto. Todos hemos sido alguna vez convencidos de hacer algo que no teníamos previsto, simplemente, por la fuerza terrible de las “aladas palabras”.
Todos hemos sido alguna vez convencidos de hacer algo que no teníamos previsto por la fuerza terrible de las palabras
Como coda, me gustaría recordar que Peithon, la diosa de la persuasión, es hija de Prometeo y ella siempre acompaña en su séquito a Afrodita, diosa del amor y la belleza. En todos los mitos que conservamos en los que aparece Peithon siempre se repite su papel como miembro del grupo que rodea a la más bella de las diosas del Olimpo. En mi opinión, lo paradójico es que, según este mito tremendo, el físico atrae, pero son las palabras las que enamoran.