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Energía nuclear
La nuclear no ayuda en la lucha contra el cambio climático (III)
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
Viene de la segunda parte.
¿Qué tecnologías son más fáciles de instalar?
Quienes aseguran que la nuclear crece más que las renovables, y que aquella es más deseable o importante en la lucha contra el cambio climático, utilizan los datos más convenientemente escogidos y una metodología extraña que ignora el crecimiento per cápita. Esto hace que la importancia climática de descarbonizar un país depende de la población del mismo.
Un artículo de 2016 con coautores distinguidos en la prestigiosa Science usó dicha metodología, más adecuada para comparar países que tecnologías, para asegurar en esta gráfica que el crecimiento de la nuclear es “mucho más rápido” que el de las renovables.
Una vez pude corregir las siete distorsiones y errores analíticos del informe, emergieron unos resultados bien distintos pese a emplearse la misma metodología per cápita y las mismas fuentes. La producción nuclear y renovable pueden crecer a velocidades parecidas. Al incluirse los datos de los últimos tres años queda claro que las renovables dejan a la nuclear bastante atrás, como indica la siguiente gráfica:
Si, al contrario que los autores de Science, comparamos la nuclear en diez países distintos con el crecimiento de las renovables en los mismos diez países, las renovables son más rápidas en siete. Pero el ascenso nuclear que ocurrió hace más de tres décadas se produjo bajo circunstancias que ya no existen, el avance renovable se está produciendo a día de hoy sin señales de ralentizarse. En dos años, China e India han añadido a su propia generación renovable más que toda la energía que sus centrales nucleares produjeron en 2018.
Las comparaciones de la gráfica reflejan los atributos básicos de ambas tecnologías. Las centrales nucleares necesitan muchos años para su construcción, aproximadamente una década, mientras que las renovables necesitan un año o menos. A veces, meses o semanas.
Es más, los programas nucleares nacionales necesitan tres veces más tiempo para la preparación institucional que las renovables. Por estas razones, las renovables pueden reducir emisiones varios años antes que la nuclear.
La lentitud nuclear supone una penalización en cualquier objetivo honesto de reducción de emisiones. Al ser más lenta y cara que su competencia, la nuclear es doblemente inútil para protegernos del cambio climático.
En todo el mundo, las renovables (incluyendo hidráulica grande) ya generan más que el gas natural. Las renovables modernas (que excluyen la hidráulica grande) crecieron más rápido en la última década que la nuclear en su momento más álgido, hace más de 30 años.
Las renovables modernas superaron la generación nuclear en 2016, sobrepasando el billón de vatios (un teravatio o TW) de capacidad instalada en 2017, y siguen subiendo. El primer TW requirió 15 años. El siguiente, 4-5, y con la mitad de coste. La mayoría de las renovables se hicieron en China, que compró casi la mitad del total.
La capacidad solar instalada a nivel global es de >50⨉ las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía en 2002. En 2028 (antes de lo que se tardaría en construir una nueva central nuclear) Bloomberg predice que solo la electricidad solar excederá la generación nuclear global de 2018. Incluso antes de 2028, la solar añadirá 1 TW por año. En una situación diametralmente opuesta, los programas nucleares de los nueve autores de Science acumulan problemas.
La electricidad de bajas emisiones global es ahora nuclear en un 33%. Contando la producción baja en carbono de energía no eléctrica, como los biocombustibles y la calefacción renovable, la nuclear no llega a aportar un cuarto de toda la energía final baja en carbono del planeta. ¿Por qué destinar dinero a revivirla cuando hay opciones más rápidas y baratas? Sostener centrales con pérdidas no solo evita que se destine financiación a mejores opciones, sino que también limita sus ventas y degrada la competitividad de los mercados donde se están imponiendo. Ralentizar y bloquear las opciones climáticas más baratas y rápidas amenaza nuestros esfuerzos contra el cambio climático.
¿Cuánto tiempo pueden seguir los subsidios estadounidenses para la nuclear?
Mientras tanto, en los EEUU no se discute la efectividad climática de mantener la nuclear. Las conversaciones se centran en las emisiones, no en coste o tiempo. De hecho, el lobby nuclear ha fabricado nuevas triquiñuelas para que los contribuyentes y clientes financien las centrales existentes, obstaculicen los competidores más eficientes (las renovables modernas), reduzcan y atrasen la protección climática que necesitamos cuando aseguran buscarla. En escasas ocasiones se ha engañado a tanta gente tan sistemáticamente durante tanto tiempo, Y a tan elevado coste.
Por tercer año, Exelon propone una ley de energía nuclear para proveer de financiación federal para el mantenimiento de gastos y consecución de combustible para la energía nuclear. Pretenden “igualar el terreno entre las fuentes de energía limpias” mientras se reducirían las ayudas para las renovables hasta desaparecer. En mi artículo para Forbes repaso los aspectos, bastante sutiles, de este plan.
Este ataque contra las renovables es lógico en tanto estas son la competencia que la nuclear debe derrotar pero no puede. La industria nuclear rechaza admitir que las renovables les están comiendo terreno de manera legítima, ya que esto implicaría contradecirse sobre que estas no son una fuente fiable de energía.
Al contrario que la nuclear, las renovables son verdaderamente populares. Los pronucleares buscan desviar la vista criticando al gas natural. Sin embargo, cada vez tienen menos futuro las estaciones de ciclo combinado. Un estudio de septiembre de 2019 desveló que al menos el 90% de las 88 propuestas de nuevas centrales son activos bloqueados, sin opción de futuro.
En otro terreno, el campo pronuclear se halla dividido. Aquí hablo de establecer un precio sobre las emisiones, que supondría una ventaja para la nuclear, las renovables y la eficiencia energética contra los combustibles fósiles. Hay muchos en contra, ya que hay varias empresas que poseen tanto centrales nucleares como activos fósiles.
En resumidas cuentas, la industria nuclear pretende blindarse ante la competencia, que sus precios los determinen procesos políticos en lugar de económicos, y que se reduzcan las oportunidades para que otras opciones alcancen a sus clientes, expresen sus propias ventajas y reflejen sus bajos precios. Esto favorecería la financiación de campaña de algún político sin escrúpulos, pero para nada el interés nacional o la lucha climática.
Este injusto entramado puede debilitar las medidas climáticas futuras al tiempo que destinará decenas de miles de millones de dólares al lobby nuclear. Esta decisión no solo reduciría menos emisiones, sino que lo haría de manera más lenta, sin dejar triunfar a las mejores opciones, y sin embargo hay varias figuras políticas que lo apoyan. Y gran parte de la clase periodística se hace eco de esta equivocación.
La ciudadanía a la que le preocupe el clima, o la justicia económica, o ambos, debería seguir el desarrollo de los acontecimientos, y prestar atención a las emisiones, a los plazos y a los gastos. Y favorecer las opciones que reduzcan las emisiones por menos dinero y en menos tiempo. Lo contrario empeoraría la situación más de lo necesario, sofocaría toda innovación y competitividad y suprimiría la competencia en algo parecido a la igualdad de condiciones. Esta equivocación abunda a lo largo del espectro político. Nuestra mejor estrategia climática sería prestar atención a esta denostada realidad económica.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.