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Crisis económica
La insostenible ecuación de poner el pago de la deuda por encima de las vacunas
La deuda ensombrece los discursos de recuperación tras el coronavirus. António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, advirtió durante la sesión de apertura del Foro Económico Mundial que se celebra en Davos, de las “trampas” que la deuda pueden acarrear en un momento de recuperación débil, marcado por la inestabilidad del factor trabajo, las crisis de las cadenas de suministro, el incremento de la inflación y las pugnas geopolíticas que han inaugurado este 2022, el segundo año completo del covid-19 en el mundo, que ha arrancado marcado por la variante ómicron.
El Banco Mundial, en sus previsiones de comienzo de año, ya ha alertado de que 2022 puede suponer el comienzo del “desorden” y la inestabilidad en distintos países como consecuencia de los pagos del servicio de la deuda, que se incrementarán un 45% respecto al año anterior. 74 países con un PIB per cápita inferior a 1.026 euros —dos de cada tres países de rentas bajas, entre ellos El Salvador, Túnez o Sri Lanka— afrontan este año unos vencimientos de pagos de 35.000 millones de euros que pueden atestar un golpe importante a su economía y llevarlos a la bancarrota.
La capacidad de respuesta de los países de bajos ingresos a la pandemia “se ha visto limitada por la estructura del sistema financiero global”, explica Daniel Munevar, oficial de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Un análisis de ese organismo, citado por este experto muestra que los programas de estímulo en los países desarrollados —que incluyen los esquemas de preservación del empleo o el llamado “escudo social” en el caso de España— alcanzaron como promedio 9,7% del PIB en 2020. Mientras tanto, en los países en desarrollo de bajos ingresos, esta cifra supuso apenas un 3,3% del PIB.
Esto se ha visto reflejado en el gasto en salud y en el acceso y la distribución de vacunas. Según Munevar, un análisis conjunto del FMI y Banco Mundial resaltó que, en el contexto de la pandemia, la mediana de incremento en el gasto en salud asociado a la pandemia alcanzo un 0,1% del PIB en 2020. “De hecho, en el cuartil mas bajo de la distribución de países, estos contrajeron su gasto en 0,1% del PIB. Mientras esto ocurría, el servicio de la deuda publica externa de estos 47 países alcanzo un 2,6% del PIB en ese mismo año”.
Tras el diagnóstico del Banco Mundial está la llamada a la acción, que se dirige a China, a quien se solicita desde la organización con sede en Washington DC, que contribuya a la recuperación aliviando la deuda de sus acreedores. El país dirigido por Xi Jinping es el mayor acreedor del mundo, en una posición que se ha acelerado tras el estallido de la pandemia del covid-19, según el propio Banco Mundial. Pero, junto con China, el problema de la deuda apunta al corazón mismo del sistema financiero global.
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El vacío tras el DSSI
En 2020, año I de la pandemia, el Banco Mundial puso en marcha su Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI, por sus siglas en inglés), que expiró con el año 2021 y que contemplaba la suspensión temporal de los pagos del servicio de la deuda. Se trataba solo de una pausa temporal y bilateral —entre países— que no pudo ser extendida a las instituciones financieras y actores privados.
La situación, tras ese receso, es apremiante. Daniel Munevar concluye que la reanudación de los pagos suspendidos bajo la DSSI ejercerá una presión adicional sobre los países que se beneficiaron de esta iniciativa: “Cálculos de UNCTAD muestran que el servicio de la deuda pública externa de los 72 países elegibles para DSSI requiere 58 mil millones de dólares por año entre 2022 y 2024”.
El Banco Mundial alerta de que los países han multiplicado su endeudamiento, que batió récords durante el pasado año y en 2020, el año con mayor incremento de la deuda desde la II Guerra Mundial, en el siglo XX. “Es decir, el mundo está endeudado casi cuatro veces lo que es capaz de producir en un año a nivel económico. Esto no se ha visto nunca en época de paz. Es una situación sin precedentes”, explicaba recientemente la investigadora Iolanda Fresnillo en una entrevista en El Salto.
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La pasada semana, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (UN-DESA) publicó un informe de perspectivas económicas en el que instaba a la creación de mecanismos para la arquitectura de la deuda internacional, de modo que los países en desarrollo “puedan acceder a la financiamiento y alivio de la deuda que necesitan para estimular la recuperación a corto plazo e invertir en recursos resilientes y sostenibles”.
En opinión de Munevar, la arquitectura de deuda soberana existente no es adecuada para abordar una crisis sistémica. En la actualidad, tras la expiración del mecanismo provisional de la pandemia, los organismos de Naciones Unidas, FMI y Banco Mundial, discuten sobre la manera de reforzar el llamado “G20 Common Framework” (marco común para el G20), que no ha mejorado las perspectivas de los países con problemas de endeudamiento.
Para este economista experto en deuda, la revisión del Common Framework debe incluir al menos cuatro elementos: “Primero, los objetivos de alivio de la deuda deben estar explícitamente vinculados a las necesidades de financiamiento en el contexto de la recuperación y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y compromisos climáticos”.
En segundo lugar, señala Munevar “es necesario aclarar de antemano un rango de alivio de la deuda que pueden esperar los países que decidan participar. En tercer lugar, se debe brindar protección legal a los países participantes a través de un mecanismo que suspenda las acciones legales de los acreedores que no cooperan (debt standstill)”. Por último, Munevar considera imprescindibles que una serie de premisas aseguren una distribución equitativa de las pérdidas entre los acreedores.
Desde la UNCTAD se alerta de que “el riesgo de no hacer frente de manera decisiva a los problemas de deuda es la concurrencia de una nueva década perdida”. Al reducir el espacio fiscal disponible, la deuda “limita la capacidad de los Estados de financiar una recuperación sostenible, incluyendo la provisión de vacunas para sus ciudadanos”, explica Munevar. Este experto señala que solo un abordaje multilateral, que tenga en cuenta los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la emergencia climática, puede resolver un problema con multitud de aristas, entre las que la vacunación universal es la más apremiante para salir del ciclo de las nuevas variantes de la pandemia.