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Crisis económica
El virus de las pymes al que las multinacionales son inmunes
La crisis del covid-19 dejará un reguero de cadáveres de pequeñas empresas, mientras muchas de las grandes afrontan un futuro con menos competidores.
Una crisis no afecta a todo el mundo por igual. Algunos, incluso, salen beneficiados. Unos pueden refugiarse, otros están totalmente expuestos a los vaivenes de la economía. Hay empresas que aumentan sus ventas, otras se ven obligadas a bajar su persiana por decreto. Hay quienes tienen acceso a fuentes casi interminables de dinero, mientras a otros les cierran la oficina del banco en las narices. Algunos empresarios ven sus exigencias plasmadas en titulares de periódicos y en las agendas de ministros, otros, con suerte, se pueden manifestar para exigir que se les haga algo de caso. A unos les afecta, pero tienen herramientas que les permiten aguantar y, al final del camino, cuando los que no cuentan con esas ventajas caen y la economía se recupera, se encuentran un mercado con menos competidores, un pedazo más grande del pastel.
La crisis del covid-19 no se parece a nada que hayamos vivido antes. Un shock de la oferta y la demanda que paraliza gran parte de la economía y producción mundial durante tres meses, con los consumidores encerrados en sus casas, era un escenario al que no nos habíamos enfrentado nunca. Todo ello sumado a un sistema económico débil, sobreendeudado y excesivamente financiarizado, que todavía no se había recuperado de la crisis desatada en 2008. En este contexto, los Estados y organismos supranacionales sacan su artillería de ayudas y medidas monetarias y fiscales, pero aquí tampoco tiene todo el mundo la misma facilidad para subirse a la ola que les haga capear el temporal.
Los tres meses de estado de alarma han obligado a cerrar a miles de pymes, mientras la fortuna de las 23 personas más ricas del país se incrementó en un 16%
Las pequeñas y medianas empresas (pymes) son de las del segundo grupo, las grandes empresas multinacionales entran en el primero. Las consecuencias ya se empiezan a notar. Los tres meses de estado de alarma han obligado a cerrar a miles de pymes y otras tantas mantienen la situación gracias a que sus plantillas están en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Mientras, la riqueza de Jeff Bezos, dueño de Amazon, y la de Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, han aumentado un 30,6% y 46,2% respectivamente, según Forbes. En el Estado español, según los datos de la revista, la fortuna de las 23 personas más ricas se incrementó en un 16% entre el 18 de marzo y principios de junio.
El virus de lA capitalización
¿Los motivos? Hay muchos. “Las grandes empresas están súper capitalizadas y por lo tanto se pueden mantener”, explica a El Salto la secretaria general de la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE), María José Landaburu. “Pero si eres una pequeña empresa y te han obligado a cerrar, pues tu colchón económico es muy distinto”, lamenta. “Las firmas tecnológicas tienen un enorme colchón de liquidez”, explica Ekaitz Cancela, autor de Despertar del sueño tecnológico (Akal, 2019), refiriéndose a ese sector que ha asaltado los primeros puestos de la lista Forbes. Cancela pone como ejemplo a Amazon, que cerró el 2019 con 50.120 millones de euros de caja e inversiones a corto plazo, lo que explica que, entre otras cosas, haya invertido 450 millones en Deliveroo.
“Las grandes empresas están súper capitalizadas y por lo tanto se pueden mantener, pero si eres una pequeña y te han obligado a cerrar, tu colchón económico es muy distinto", María José Landaburu
Este primer factor, el de la capitalización y el músculo financiero que le aportan grandes fondos de inversión o alianzas con grandes bancos, es uno de los que han dificultado principalmente la subsistencia de las pymes y autónomos. “Las pequeñas empresas dependen de la caridad de los gobiernos en forma de ayudas, subvenciones o de acuerdos sobre el despido de los trabajadores”, se queja Cancela, que también explica que las pymes “no tienen la capacidad para competir, aguantar un confinamiento sin apenas ganancias y mucho menos para aprovechar la situación con el fin de extender sus inversiones hacia los competidores, como sí hacen las grandes empresas”.
Uno de los sectores que se han enfrentado a esta situación mucho antes de la pandemia es el taxi. “Luchar contra un poder así es complicado”, opina Tito Álvarez, taxista y coordinador de Taxi Project. “Ellos tienen fondos ilimitados, como el ejemplo del Softbank, socio más grande de Uber”. Desde la organización de Álvarez llevan tiempo denunciando las prácticas de este tipo de empresas y la desventaja que sufren sectores como el del taxi: “Cabify o Uber van a pérdidas, van a eliminar la competencia, es su estrategia. Así pueden crear monopolios y hacer lo que quieran, incluso doblegar a gobiernos”, denuncia.
Uber
Uber, tras la pista del dinero
Y no solo el dinero que tienen, sino dónde lo tienen y lo que tributan al generarlo. “Tenemos un sistema fiscal injusto en el que las grandes empresas se pueden desgravar todo tipo de cosas y al final el tipo efectivo acaba siendo muy pequeño”, lamenta Landaburu. Las cifras avalan su queja. Según las últimas cifras del Sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA), el tipo efectivo que soportan las grandes empresas fue del 5,7% y de un 15,14% para las pymes. Algo a lo que además, según Landaburu, habría que sumar el uso de paraísos fiscales e ingeniería societaria a la que tienen acceso las grandes empresas, pero que es casi imposible para pequeñas o autónomos.
La enfermedad del tamaño
El tamaño importa, sobre todo si tienes que negociar o te tienen que abrir la puerta de un banco o un Ministerio. “Quienes sobreviven y se posicionan controlando una mayor cuota de mercado son las compañías de gran tamaño, que además tienen apoyos financieros públicos”, explica Cancela.
Nazaret Castro, integrante del proyecto periodístico Carro de Combate y autora de La dictadura de los supermercados (Akal, 2017) señala cómo las grandes cadenas de supermercados han sido otras de las ganadoras de esta pandemia. Mercadona, por ejemplo, ha incrementado un 14% su facturación durante el encierro, aunque haya disminuido notablemente su margen de beneficio, algo que pocas pequeñas empresas se pueden permitir. Además de “condiciones de negociación muy poderosas frente a proveedores y productores o un gran músculo financiero”, según Castro también hay algo cultural en cuanto al halo de seguridad que se desprende de la imagen de la gran superficie y que, según ella, no es cierto: “La gente quería salir de casa lo menos posible y hacer toda la compra de una vez porque les parecía buena idea, pero hay que tener en cuenta que los súper eran lugares más arriesgados, con mayores concentraciones de gente y productos que pasan por más manos al provenir de cadenas de producción más largas”. Esta crisis le da una nueva vuelta de tuerca a la investigación que muestra su libro: “La crisis del covid-19, el aumento de la venta online, con Amazon como principal vencedor, puede tener como consecuencia una profundización oligopolista de la distribución en general”.
El mal del pez pequeño
“En una crisis económica que no ha hecho más que empezar se reproducen las dinámicas de anteriores crisis”, explica Erika González, integrante del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), en referencia a que las empresas que sobreviven y se posicionan acaban controlando una mayor cuota de mercado. “Eso solo lo hacen las grandes, que además van incrementando su envergadura por la dinámica de fusiones y adquisiciones”. Algo en lo que coincide Pablo Ruiz Múzquiz, CEO y cofundador de la pyme tecnológica Kaleidos, que relata cómo en los últimos años se han anunciado muchas adquisiciones y fusiones o, en sus palabras, “rendirte al pez más grande”. Las pymes son siempre las devoradas, claro. La empresa de Ruiz nació en otra crisis, en 2011. “Esto ya lo hemos vivido”, dice, “en crisis siempre hay una destrucción de la capa media de empresas, algunas porque están muy endeudadas y otras porque existe una cultura de querer sobrevivir y arrastran una inviabilidad crónica que no aguantan estas épocas”. Y en esa lucha por la subsistencia y no ser devorado, según González, “seguirán siendo las pymes y autónomos/as las que sufrirán el mayor golpe por las limitaciones en el acceso a condiciones ventajosas de financiación o en sostener el endeudamiento”.
Los bancos han hecho lo que les ha parecido con los préstamos ICO, los tipos de interés y los tiempos de respuesta no son los mismos si eres un autónomo o pequeña empresa o una grande
Esa facilidad o dificultad para acceder al crédito a la que apunta la investigadora de OMAL es clave en el contexto actual, en el que el Gobierno ha aprobado varias líneas de crédito ICO avaladas por el Estado por valor de 140.000 millones de euros. Pero, en palabras de Landaburu, “no llega siempre a los pequeños de verdad”. Denuncia que los bancos han hecho los que les ha parecido con los préstamos y que los tipos de interés y los tiempos de respuesta no son los mismos si eres un autónomo o pequeña empresa o una gran empresa. Incluso, denuncia, “han usado ese dinero que debería servir para revitalizar la economía y que llegara a las empresas para refinanciar sus propias deudas y ahorrarse intereses”. Además, como apunta González, los créditos y avales a las pymes y autónomos no se gestionan directamente por el Estado, “sino que son bancos como Santander, BBVA, Caixabank o Bankia quienes lo tramitan llevándose parte del interés generado”.
Ruiz, además, localiza un segmento de estas empresas que sufre mucho más: “Las pymes nuevas, aquellas que no tienen ningún historial crediticio, van a tener muy complicado que un banco se arriesgue a prestarte dinero, aunque el Estado la avale” y cree que es posible que “haya un año perdido de nuevos negocios, que siempre son pymes, y eso se va a notar”.
Ayudas públicas homeopáticas
El discurso oficial del Gobierno sobre el respaldo financiero a las empresas se basa siempre en la defensa de las pymes y los emprendedores, pero, según todas las fuentes consultadas en este reportaje, las principales beneficiadas son las grandes compañías. “A las empresas se les da dinero sin ningún compromiso”, denuncia Landaburu, “solo hay que ver el caso de Nissan o este tipo de empresas a las que se les regalan terrenos, se les dan ayudas y un par de años más tarde se van o vuelven a amenazar con irse”. Álvarez afirma que es un problema estructural: “Se deja todo en manos privadas, no se crean alternativas públicas para que no te chantajeen, y entonces te viene una empresa como Uber, Nissan o Deliveroo amenazando de despedir a 10.000 personas y encima te toca arrodillarte”, e insiste en que “las estructuras del Estado están diseñadas para que las grandes empresas y los lobbies, que las conocen bien, se enriquezcan mientras se encuentran las soluciones a los problemas”.
Laboral
La marcha de Nissan, una estrategia previa que la pandemia aceleró
La multinacional japonesa automovilística anunció el pasado jueves 28 de mayo el cierre de su principal planta en España. Dejarán en la calle a más de 20.000 personas para continuar así un camino que estaba ya marcado antes de la llegada del virus.
La velocidad de reacción a los trámites burocráticos, mezclado con una común priorización del máximo beneficio por encima del cuidado de su plantilla, también ha facilitado mucho a las empresas grandes a la hora de realizar los ERTE. “Las empresas pequeñas lo tienen mucho más complicado”, comenta Ruiz mientras lo compara con Burguer King, que anunció un ERTE de 14.000 empleados tan solo unas horas después de que se declarar el estado de alarma (aunque luego fuera tumbado por no considerar que hubiera causa mayor). “Hay empresas que no se pueden permitir hacer estos expedientes y paralizar proyectos”, explica, y denuncia que las medidas de este tipo siempre van orientadas a facilitar el despido “cuando lo que necesita una pyme es que se le facilite la contratación”.
¿Hallaremos la vacuna?
En febrero de este año, según la Secretaría General de Industria y de la Mediana y Pequeña Empresa, había 2.889.459 pymes, el 99,83% del total de las empresas —de las cuales 1.569.992 eran autónomos sin asalariados a su cargo—, que en total dan empleo a 10.548.768 personas, frente a las 5.624.954 empleadas en las grandes empresas de más de 250 empleados. En mayo, las últimas cifras disponibles, son 2.855.965. Han desaparecido 33.494 pymes y 497.807 empleos en tan solo tres meses y no parece que la tendencia cambie en los siguientes. Buscar vacuna a esta enfermedad parece de vital importancia para mantener el tejido empresarial y económico del país, así como para parar la hemorragia de empleo. “Los que mantenemos el empleo, tributamos religiosamente y mantenemos el Estado de bienestar tan deteriorado que nos han dejado somos nosotros”, afirma Landaburu.
Han desaparecido 33.494 pymes y 497.807 empleos en tan solo tres meses y no parece que la tendencia cambie en los siguientes
Muchos ojos, además de al Gobierno, miran también a las instituciones europeas. “Si el Gobierno consigue traer dinero de Europa y lo inyecta adecuadamente en los pequeños y autónomos, en el tejido productivo básico, podremos salir”, dice la representante de UATAE. Pero también apunta a otras medidas para salvaguardar a las pequeñas de las grandes: “Es importante una reforma fiscal que sea justa” y reclama que los esfuerzos que se han hecho para mantener el empleo o el acelerón tecnológico que se han visto obligados a dar “debe compensarse de alguna manera”.
Los hábitos de consumo también pueden cambiar, como apuntaba Castro, y ahí también saldrá perdiendo la pequeña empresa: “Mucha gente que no hubiera comprado nunca algunos productos online lo hará ahora y tras la pandemia ese tipo de compras puede que se consolide”. Landaburu coincide, y por ello defiende que es necesario que la ciudadanía debe concienciarse y entienda la importancia de este tejido empresarial. “Debe ser un compromiso de todos, una reflexión pública que se plantee que si queremos salir adelante con un buen modelo de vida y estado de bienestar. Los que más tienen tienen que pagar más, porque si no volvemos a lo mismo, a una crisis como la de 2008 o peor, y ya sabemos lo que eso trae, no solo en cuanto a desempleo, sino a lo que hemos visto que ha pasado con los servicios públicos sanitarios, los hospitales o la protección a las familias”. Álvarez expresa ese mismo llamamiento a la reflexión general, pero de otra manera: “Ojalá con esta crisis nos humanicemos un poco más y apostemos más por el pequeño comercio y abandonemos a estas grandes empresas”.
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Entre las medidas sociales que el gobierno anunció el pasado martes figuraban algunas dedicadas a paliar la incertidumbre económica entre las trabajadoras y trabajadores autónomos. Sus principales beneficiarios: quienes se hayan visto obligados a cerrar sus negocios tras el estado de alarma o puedan demostrar un descenso de un 75% en sus ingresos.
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De eso se trata. Nuestros políticos lo reconocen en el dictamen de la Comisión para la Reconstrucción. Así dicen: "...la economía española mantiene algunas debilidades estructurales importantes. Entre
ellas, destacan: (...) Reducido tamaño empresarial, muy concentrado en pymes sin trabajadores y micropymes, que juntas representaban el 93,5% del total de empresas al término del
año 2019. Una atomización del tejido empresarial que le hace menos competitivo de
cara a una mayor proyección internacional, al no poder aprovechar los rendimientos
crecientes de escala interna..."
Como veis en un dictamen político, en una situación de urgencia, se recurre a un criterio mercantil de "competitividad", propio en este caso de una "democracia" corporativa u orgánica, que desprecia a las personas como sujetos. Esto es lo habitual. Esta gente hace lo que le da la gana, y el único "control" que recibe es el del mercado.
Dictamen de la Comisión para la Reconstrucción: http://www.congreso.es/docu/comisiones/reconstruccion/153_1_Dictamen.pdf