Coronavirus
‘Narcosolidaridad’ en México: los cárteles aprovechan el coronavirus para disfrazarse de ONG

Parapetado en la emergencia social por la covid-19, el narco mexicano emprende por su cuenta acciones de asistencia propias de oenegés o del Estado, con el único fin de autopromocionarse, ganar popularidad y reafirmar su presencia en los territorios.
Guerra contra el Narco
Homenaje a las víctimas de la guerra contra el Narco. Martín García (Flickr)

Desde que el coronavirus se convirtió en pandemia mundial, entre el maremágnum informativo diario que alimenta de gráficas, curvas, datos y cifras oficiales los medios de comunicación también aparecen, sobre todo en las redes sociales, fotografías, vídeos y relatos que muestran solidaridad, altruismo y voluntad humana de ayudar al prójimo; como una especie de isla de Ellis de la esperanza en mitad de tanta aridez. No obstante, aunque la mayoría son gestos sinceros y espontáneos, otros son el camuflaje de siniestras intenciones ocultas.

En las últimas semanas el testimonio gráfico de una de esas presuntas obras solidarias se ha hecho viral, y la historia que lo sustenta incluso se coló en agencias de noticias y medios internacionales. En la fotografía se ve a una mujer mayor en una calle de Guadalajara (México), sentada en la acera. Tiene los brazos extendidos y con una sonrisa de agradecimiento mira a una chica joven que, con media cara cubierta por una mascarilla, le da una caja de cartón que contiene, entre otras cosas, arroz, frijoles, azúcar, galletas, tres tipos de pasta para hacer sopa, atole (puré de maíz), maicenas de sabores, aceite y papel higiénico; un kit básico de productos de primera necesidad para alimentarse y asearse durante, más o menos, una semana.

Tuit del diario ‘Publimetro’ (con vídeo de la preparación de las despensas).

Tuit de la agencia ‘Noticaribe’ (con vídeo de la hija del Chapo anunciando la iniciativa).


Tanto en la mascarilla como en la caja aparece la silueta de Joaquín El Chapo Guzmán, que desde julio de 2019 cumple cadena perpetua en Estados Unidos, y que antes de su segundo encarcelamiento (ya se había fugado en México) lideraba la organización criminal dedicada al tráfico de drogas más poderosa del país y probablemente de todo el mundo: el Cártel de Sinaloa. El Chapo era, como lo conocen en México, “el señor de las montañas”, “el patrón”. En cuanto a la joven, es una empleada de la empresa El Chapo 701, que se dedica —lícitamente— a vender ropa, calzado, accesorios, o merchandising con la efigie y el logo del narco, y cuya propietaria es Alejandrina Guzmán, su hija pequeña.

Pura propaganda

De momento, las “Chapo despensas” —así se llaman estos paquetes individuales— se están distribuyendo en Guadalajara, la capital del Estado de Jalisco, donde Sinaloa está en pugna con otro cártel, el de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Los beneficiarios son personas mayores que viven solas o tienen problemas de movilidad, y la iniciativa cumple con todas las características de una campaña de propaganda muy bien pensada y organizada. Aunque la dueña de la empresa y la que colabora en el reparto es su hija, El Chapo aparece en todos los detalles, desde el nombre del proyecto hasta la imagen de marca; su cara o su sello comercial se reproducen en cada uno de los productos y en la caja, donde su silueta está glosada por la dirección web de la tienda que venera su figura. Todo está dispuesto para enviar un mensaje muy claro: El Chapo (o el Cártel de Sinaloa) sigue aquí, y es él quien te está cuidando, no el Gobierno.


Inmediatamente, por supuesto, se despliega la labor promocional, con fotos y vídeos de las empleadas de El Chapo 701, con énfasis en Alejandrina, preparando las despensas como si fueran voluntarios de un banco de alimentos o una ONG, y repartiéndolas entre los ancianos, acercándose a ellos, dándoles ánimos, sin esconderse. Después, cientos de cuentas asociadas y afines hacen retuit y lo comparten en internet.

Los narcos comenzaron a repartir despensas a principio de marzo, mientras que el gobierno de Jalisco arrancó el día 20

No obstante, el Cártel de Sinaloa no es el primero ni el único que ha aprovechado la emergencia social por la covid-19 para hacer propaganda. Sin cuidar tanto la estética, mostrando fusiles de asalto y armas largas, pero con la cara tapada por pañuelos y pasamontañas, un grupo de sicarios del Cártel del Golfo (que opera al noreste de Tamaulipas) recorrió a principios de este mes los barrios pobres de Ciudad Victoria (la capital del Estado) entregando cajas de víveres donde se lee bien claro “Cártel del Golfo” y la referencia a “Señor 46 Vaquero” (Evaristo Cruz, un líder de ese cártel). Puesto que Ciudad Victoria es territorio de Los Zetas, la presencia del Golfo solo se entiende como una reivindicación de territorio.


La misma rutina está siguiendo el Cártel Jalisco Nueva Generación, pero en vez de cajas reparten los alimentos y los productos de higiene en una bolsa de plástico transparente, con una pegatina donde dice: “De parte de sus amigos CJNG”. Los Viagras, en Michoacán (al suroeste) directamente se dedican a robar camiones de comida y preparar “despensas” para repartirlas en furgonetas por los pueblos de la zona. La Familia Michoacana, en guerra territorial con los anteriores también hace repartos. Aunque la puesta en escena varía en cada organización criminal, el fondo es el mismo: repartir comida a gente necesitada para granjearse su apoyo y hacerles ver que son ellos, y no el Gobierno, quienes los asiste, reafirmar su presencia ante cárteles rivales y, quizá lo más importante de todo, difundir las imágenes de las entregas para que salgan en noticiarios y periódicos, para que la gente los vea.

El Estado no llega

Con su presencia y sus actos el narco expande la ley del silencio por donde va estableciéndose, una omertà que amedrenta y atemoriza por las crueles represalias que son capaces de tomar. Nadie quiere señalarlos, nadie quiere dar nombres ni exponerse a hablar u opinar acerca de lo que hacen porque los cárteles tienen ojos y oídos en todos sitios; cualquier taxista o cualquier joven que aparentemente solo camina para pasar el rato puede ser un “halcón”, un vigía, alguien cuya misión es informar sobre lo que pasa en las calles, sobre los rumores que corren.

Fuerza Cuepaliztli, en Jalisco, es la única ONG que no rehúsa aparecer —solo aparecer— en un reportaje donde se habla de narcotráfico, aunque su directora, Claudia Rangel, avisa de que no comentará nada sobre las ‘narco despensas’: “No me compete, no es mi área y, además, hablar de estos grupos es bastante delicado. Me podría costar hasta la vida, incluso, dar mi opinión”. En la ONG de Claudia llevan 15 años asistiendo psicológicamente y asesorando legalmente a víctimas de violencias machistas, sobre todo de bajos recursos económicos, y también ayudan con “despensas” a familias especialmente vulnerables.

En México, el coronavirus también ha motivado medidas de restricción de movimientos y mucha gente, explica Claudia, “comenzó a sufrir carencias económicas y de suministro de alimentos”, por eso lanzó “una convocatoria a través de redes sociales” que pretendía acopiar alimentos para aliviar esa insuficiencia de recursos. Claudia remarca la independencia de su organización: “Nosotras no recibimos ningún apoyo por parte de instancias de Gobierno [...] somos un organismo civil totalmente autónomo”, y comenta que en México hay varios colectivos que fundan organizaciones con aparente afán altruista, que luego utilizan para blanquear dinero.

Fruto de esa completa —y compleja— autogestión, Fuerza Cuepaliztli ha podido repartir “despensas” en tres ocasiones y a personas a los que no les ha llegado ningún tipo de apoyo por parte de la Administración: “La primera que di fue de mis propios recursos. Las otras salieron de la sociedad organizada, que nos dio los víveres, alimentos no perecederos, aunque en una ocasión también pude conseguir frutas y verduras”. Claudia insiste en la, a su juicio, ineficaz iniciativa del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, que ha desbloqueado 1.500 millones de pesos (55 millones de euros) en concepto de ayudas para quienes más castiga el confinamiento: “Promocionó un link donde había que registrarse para recibir el beneficio económico, pero muchas de las personas que atendemos aquí ni siquiera tienen un smartphone para poder acceder a la plataforma”.

En esa omisión de funciones por parte del Gobierno que se apresuran en cubrir los narcos incide Gloria Reza, una periodista de investigación del semanario Proceso, que analizó los repartos de “despensas” en Jalisco cuando empezaron a surgir. “La ayuda que está dando el Gobierno llega tarde. En Jalisco se pararon actividades el 14 de marzo [...] Los narcos comenzaron a repartir despensas a principio de este mes, mientras que el gobierno de Jalisco arrancó el día 20”, explica. También pone énfasis en que esa ayuda es desigual y sectorial: “Es un hecho que la ayuda que pretende otorgar el gobierno no llega a todos y no es para todos. Actualmente Jalisco está otorgando créditos personales por 5.000 pesos [unos 185 euros], pero debes reunir ciertos requisitos, como tener máximo 65 años. Conozco varios abogados que rebasan esa edad, están cerrados los juzgados y no tienen ingresos. Uno de ellos me dijo que como no califica para la ayuda del Gobierno, su única opción es pedir una despensa a los narcos”.

Los narcos y sus familiares son igual de temidos que admirados, y en muchas regiones los apellidos de las dinastías de la droga han alcanzado un peso social similar al de cualquier estrella del cine

Pese a que el Cártel de Sinaloa se le adelantó, el Gobierno de Jalisco ha puesto en marcha el proyecto Jalisco sin Hambre, con el que pretenden, a través de “despensas” y comedores sociales, dar ayuda a 400.000 personas de todo el Estado. Sin embargo Reza es escéptica y comenta que en ese plan, donde “participan empresarios que en su mayoría son amigos del gobernador”, no será suficiente para paliar la brecha social que provocará la covid-19: “El Gobierno Federal repite que las ayudas van a llegar solo a través de los programas gubernamentales; incluso ha adelantado apoyos de 2.550 pesos bimestrales [94 euros] Ese dinero no ayuda mucho, en especial a los viejitos enfermos. Los medicamentos no son económicos y, por ejemplo, si tienen diabetes o hipertensión se les va ese apoyo en comprar dos cajas de medicinas”.

El narco benéfico

Es algo habitual que los narcos se vanaglorien con sus ‘obras benéficas’ cuando ocurre un desastre natural y hay algún tipo de emergencia humanitaria. También lo hacen para congraciarse con la población de un territorio y ganarse su apoyo, sobre todo teniendo en cuenta que las guerras internas del narco son especialmente sangrientas, con cientos de ciudadanos inocentes muertos, con cadáveres decapitados colgados en puentes o utilizados como soporte de los famosos “narcomensajes”, trozos generalmente de cartón o madera donde los narcos escriben mensajes para retar a otros cárteles, amedrentar a la población o justificar sus matanzas.

En México, los narcos y sus familiares son igual de temidos que admirados, y en muchas regiones los apellidos de las grandes dinastías de la droga han alcanzado un peso social similar al de cualquier estrella del cine, la música o el fútbol. Por eso es habitual que algunos miembros de los clanes se dejen ver entregando ayuda en barrios humildes o zonas destruidas por terremotos o tormentas, porque esas apariciones poseen un jugoso valor propagandístico. “No es la primera vez que los narcos ayudan a la población con reparto de despensas. El año pasado hubo una tormenta tropical, se inundaron varias poblaciones, quedaron incomunicados, la ayuda del Gobierno no llegaba, entonces el CJNG comenzó a repartir despensas”, comenta Reza.

Otro ejemplo es el que sucedió a finales de 2018 con Emma Coronel, la esposa de El Chapo. Justo unos días antes de que en los tribunales estadounidenses comenzara el proceso contra “el patrón”, Coronel acudió al Hospital Integral de Sinaloa para entregar juguetes y artículos de higiene a los niños ingresados.

También son un clásico de la ‘beneficencia’ del narco son las leyendas acerca de las generosas donaciones y mejoras que los señores de la droga han llevado a cabo en sus municipios natales. Por ejemplo en La Tuna, la diminuta aldea entre las montañas sinaloenses donde nació El Chapo, mucha gente cuenta cómo “el señor” a veces compraba medicinas o cedía vehículos y avionetas para llevar al hospital a quienes lo necesitaban. Sin embargo, en el pueblito de las montañas de Sierra Madre las carreteras de acceso siguen siendo de tierra y los pequeños agricultores malviven con lo que consiguen cosechar y vender. La única señal de progreso que destaca en La Tuna es la ciclópea mansión que El Chapo mandó construir para su madre, un leviatán de tonos rosas y marrones al que no le falta un lujo, engastado de cámaras de vigilancia y custodiado 24 horas al día por sicarios del cártel profusamente armados. Aun así, muchísima gente en Sinaloa salió a manifestarse cuando detuvieron al “patrón” y son habituales las pintadas de apoyo en las calles. Allí lo idolatran porque es la personificación del éxito, el dinero y la fama; y entre los más humildes de las montañas no falta quien quiera ser como él.

Lo peor se espera en mayo

Según la Secretaría de Salud del Gobierno de México (el homólogo de nuestro Ministerio de Sanidad), a fecha de 6 de mayo hay en el país 26.000 casos confirmados y 2.500 muertos por coronavirus; aunque las cifras aumentan cada día. Por el momento, el Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador no ha decretado medidas drásticas de confinamiento ni ha restringido completamente la movilidad de la población; solo ha anunciado que el país ha entrado en la “fase 3”, el ciclo, explican, más crítico de la pandemia. Con todo, el Gobierno Federal estima que lo peor llegará entre el 6 y el 23 de mayo, cuando prevén que la curva de contagios se acerque a su máximo.

La crisis sanitaria del coronavirus, como algunas catástrofes naturales, ha pillado desprevenidos a los Gobiernos. El mexicano se está viendo superado por la emergencia social, y en esas circunstancias es donde mejor saben jugar los cárteles: sacándole partido a la confusión, beneficiándose de la desorganización y el caos. Ejerciendo la violencia más brutal, y financiados por un negocio que genera miles de millones de dólares de beneficios todos los años, ellos son los que, en muchas ocasiones, mantienen el orden en determinados territorios; usurpan funciones básicas del Estado allí donde éste no puede estar presente ni física ni administrativamente. Pero las fronteras en el narco son difusas y los conflictos entre cárteles constantes. Hoy, una anciana de Jalisco recibe una “despensa” con comida y artículos de higiene, mañana esa misma anciana puede yacer muerta por la bala perdida en un enfrentamiento territorial entre organizaciones rivales.

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