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Contracultura
Paula Romero: “Las instituciones no están favoreciendo dar voz a las nuevas generaciones que contamos desde otros enfoques”
Paula Romero cineasta andaluza emigrada a Inglaterra estrena MotherTruckers, un documental que habla sobre la mujer camionera en plena crisis de servicios en la Inglaterra del Brexit. Una película llena de imaginación, reflexión y poesía. Tras 5 años migrada en Bristol y pasando por distintos trabajos la cineasta jerezana se demuestra a sí misma y al resto del mundo que no “es una ciudadana de segunda“ y que puede ”seguir haciendo las cosas que me gustan como es hacer documentales”. Hablamos con ella sobre su obra, la situación del documental en Andalucía y los retos de contar desde un territorio que no es el propio. Mothertruckers es una película autofinanciada que actualmente se encuentra en la fase de distribución, para la que la cineasta ha comenzado un crowdfunding para poder llegar a festivales y salas de cine.
¿Cómo surge el documental?
El documental surge en un proyecto de fin de máster que realicé el año pasado en la Universidad de Bristol, lo hicimos todo desde casa y era muy difícil encontrar historias desde una habitación. Durante el mes de marzo del 2021 se dio el tema del Brexit y salió la noticia de que muchos camioneros se estaban quedando en la frontera entre Inglaterra y Europa. A raíz de ahí empecé a imaginar cómo sería la vida de una camionera en esas circunstancias. Indagando empecé a interesarme por cuáles eran las motivaciones que llevaban a las mujeres a estar en la carretera.
¿Y qué descubriste?
Estuve entrevistando a muchísimas mujeres camioneras y una de las cosas que me llamó la atención con respecto al discurso de los hombres camioneros era que todas llegaban a la misma conclusión: estar en la carretera ,trabajar como camioneras, les daba la libertad. Ellas los simbolizaban como Freedom to live on the road, la libertad de estar siempre en carretera. A mí me generaba mucha curiosidad porque bueno es una libertad estar en la carretera, pero realmente es un trabajo super esclavo. Sentía que esa libertad de la que hablan tiene que ver más con elegir un modelo de vida que no es convencional, que no es el modelo tradicional de ser esposa, madre o tener un rol asignado por una cuestión de género. Ellas lo ven como un espacio de libertad, cuando sin embargo esa libertad es un poco falsa porque es un trabajo donde pasas una media de 12 horas metida en una cabina, esa sensación de libertad es siempre vista a través de un parabrisas. Eso me pareció como una metáfora del capitalismo y de la sociedad en la que vivimos, esa falsa sensación de libertad.
La protagonista, camionera y escritora, utiliza el movimiento para imaginar otros mundos
¿Cómo llegaste finalmente a la protagonista? ¿Por qué la elegiste a ella?
Esta chica Lisa Melbourne me encontró ella a mí. El nombre el documental, Mothertruckers, viene de un grupo de Facebook que lleva a cabo Wendy Priestley ,una de las mujeres pioneras camioneras en los años sesenta que ya está jubilada. Ella de alguna forma ha impulsado mucho el tema de la mujer dentro del transporte en Inglaterra, por eso a ella la llaman Mothertrucker. En un principio quería que ella fuera la que vertebrara mi documental pero me dijo que no, sin embargo, me facilitó el contacto a otras mujeres. Lisa me contactó e hicimos una primera entrevista y la verdad es que fue un flechazo. Después de una entrevista de tres horas muy enfocada en la perspectiva de género, me abrió el mundo cuando me dijo que estaba escribiendo un libro de ciencia ficción. A partir de ahí me pareció muy interesante jugar con el concepto de ciencia ficción y, sobre todo, el hecho de una mujer camionera y escritora. Ella me contaba que utilizaba la carretera y el hecho de estar en constante movimiento para imaginar otros mundos. Está también muy conectado con la idea esa de la necesidad de creatividad y escapar a otros mundos en un sistema que nos encasilla. Para mí esa libertad está en la imaginación de ella y de ahí que el documental juegue con una ficción para que dudes entre lo que es real y lo que no. Además, dentro de un contexto donde Inglaterra estaba sufriendo una crisis del combustible, una crisis del transporte, donde tuvieron que sacar a los militares para que condujeran camiones. Era un poco jugar con esa idea de que el capitalismo se está acabando y de que estamos colapsando.
¿Por qué crees que es importante esta historia? ¿cómo conecta contigo?
Para mi contar historias de mujeres que están poco representadas es importante y en ese sentido, pues las mujeres camioneras que solo son un tres por ciento era una manera de poner el foco en algo que no se pone en un momento de crisis. Estábamos viviendo una pandemia privados de movimiento y yo veía en esas mujeres transportistas una forma de escapar, porque además mientras todo el mundo estaba parado ellas podían seguir moviéndose.
Realizar este documental dentro de un marco educativo que surge de un proyecto de máster, hacerlo en Inglaterra, hablando inglés y que todo el equipo técnico sea español representa también la necesidad de contar historias fuera para que luego sean reconocidas en tu propio país. Para mí, era una forma de demostrarme que podía dirigir en otro país y hacer lo que me gusta hacer en otra lengua, en otra cultura pero también es una forma de que se reconozca luego. Mostrar que sigo haciendo cosas desde que me fui de España hace cinco años, pero también que me encantaría volver y que también se reconociera en España.
El reto más grande de hacer un documental en un territorio que no es el tuyo eres tú misma
¿Qué retos supone para una cineasta andaluza migrada hacer un documental en un territorio que no es el suyo?
El reto más grande he sido yo misma. Hay un punto aquí que tiene que ver con el proceso vital que estoy viviendo que era demostrarme a mí misma que puedo hacerlo, que después de cinco años migrada, pasando por todo tipo de trabajos, en situaciones más o menos precarias puedo decir: todavía no estoy privada de lo que me gusta hacer.
Con las barreras culturales e idiomáticas parece que te cuesta todo el doble, pero esa es la sensación que tiene todo migrante que tiene que irse a otro país. En Inglaterra hay muchos más recursos, hay una cultura mucho más extendida, en cuanto a lo audiovisual hay muchas más oportunidades y movimiento, la televisión tiene un papel mucho más importante. Sí que se nota en cierta medida que hay un valor profesional más fuerte, parece que cuesta mucho, pero una vez que superas la brecha es mucho más fácil y en España es siempre estar demostrando la valía. Para mí era una forma de demostrarme que no soy ciudadana de segunda que puedo ejercer también aquí, después de haber pasado por muchos trabajos de todo tipo y con distintas precariedades. Creo que eso también me da una amplitud de miras que creo que juega a mi favor a la hora de afrontar una historia.
Recientemente la Junta de Andalucía ha excluido el cine documental de la financiación pública. Como cineasta andaluza ¿Qué desafíos y retos supone hacer documentales en Andalucía donde no existe un respaldo institucional?
El panorama de querer hacer documentales en Andalucía cada vez se hace más difícil, sobre todo porque no hay ayudas, porque no hay plataformas que incentiven todo esto y le han dado un gran machacazo. El documental, analiza la realidad, se encarga de observarlas, y de darle un nuevo prisma, es como si nos quitaran una vértebra como sociedad, cuando en otras comunidades de España ahora mismo se está invirtiendo mucho dinero en el audiovisual. La apuesta de la Junta de Andalucía es seguir sacando lo mismo, que es el folclore, que está muy bien pero hay muchas formas de reivindicarlo y nos estamos perdiendo muchos prismas, sobre todo, también mucha gente que ha emigrado y luego ha vuelto y tiene otras formas de contar la realidad que no nos podemos perder. Es un discurso que se está callando de alguna forma porque nos están expulsando de nuestra tierra.
La Paula que se fue hace cinco años no mira Andalucía de la misma forma que la mira ahora. Hay una nostalgia arraigada, y una forma de analizar mi cultura y mi folclore, ahora tengo las herramientas para verlo y, sin embargo, me veo muy desamparada. Las instituciones no están favoreciendo darle voz a nuevas generaciones que están queriendo contar desde nuevos enfoques. Lo vamos a seguir haciendo igual, lo que pasa que dentro de una precariedad que desgasta, abruma y que al final es contraproducente. El documental te permite una mirada, un espacio reflexivo para alejarse y tener amplitud de miras, eso nos están quitando en Andalucía.
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La Junta excluye al cine documental de creación andaluz de la financiación pública
Hablas mucho de volver y contar desde aquí ¿Qué te gustaría contar desde Andalucía?
Me gustaría seguir contando historias de mujeres, historias de mujeres que no están siendo representadas desde el punto de vista de darle más la cámara a esas personas. Más que sea yo quién las cuente, ser un medio facilitador para que sean ellas quienes puedan ser contadas. Porque al final, la historia que recibimos y leemos es la historia que nos dan otros. Andalucía ha sido muy estereotipada siempre, ha sido contada desde Madrid. Hay que contar siendo la gente la que cuenta, dándole las herramientas para que sean ellas quienes decidan su propia identidad.