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Colombia
Hollman Morris: “Una victoria de Bolsonaro acercaría la posibilidad de una invasión militar a Venezuela”
El precandidato a la alcaldía de Bogotá por el partido Colombia Humana, Hollman Morris, presentó este jueves 25 de octubre en la Fiscalía Especial contra la Corrupción y el Crimen Organizado en Madrid una denuncia por presuntas irregularidades cometidas por la empresa de ingeniería española SENER, en su participación en el proyecto de Metro elevado de la capital colombiana.
Al respecto, contó que en el plan que impulsa el alcalde bogotano Enrique Peñalosa, han detectado “el ABC de la corrupción” y por eso quieren “detener una obra que va camino a ser uno de los grandes escándalos y en donde hay una empresa española involucrada”.
Esos indicios, según Morris, se darían en dos sentidos. En primer lugar, por la idea de favorecer la movilidad de buses sobre un transporte como el metro subterráneo. “Peñalosa ha tenido un gran protagonismo como el mercader de sistemas BTR (buses de tránsito rápido), vendiéndole al mundo el sofisma de que es mejor tener buses y no metro”, explicó.
Y en segundo lugar, porque han pedido a SENER, como empresa interventora del proyecto, que “publique las actas y certificados que nos permitan saber en qué nivel se encontraban los estudios de factibilidad a fecha 12 de septiembre de 2017, cuando dijeron que estaban completados. Si a esa fecha no existían, se ha convertido un fraude, porque sin ellos no se cumplían los requisitos de la Ley de Infraestructuras en Colombia para acceder a su financiación”, aseguró.
Bogotá es de las pocas capitales latinoamericanas con más de siete millones de habitantes que no tiene metro. Morris, que se ha reunido con responsables de movilidad del Ayuntamiento de Madrid, es un defensor del metro subterráneo, proyecto que estuvieron a punto de hacer realidad durante la gestión progresista de Gustavo Petro al frente de la alcaldía bogotana, pero fue finalmente desestimado por la actual gestión.
¿Por qué siempre en las grandes obras saltan escándalos de corrupción?
Es cierto, aparece la corrupción en casi todas las grandes obras de movilidad. Las fuerzas progresistas debemos llegar a un acuerdo: así como hay una internacional del mundo de los negocios, tiene que haber una que combata el delito trasnacional de la corrupción. Siempre hay escándalos donde aparece una empresa multinacional, del primer mundo, y una necesidad del tercer mundo.
La apuesta de empresas trasnacionales en el modelo extractivista colombiano ha tenido consecuencias nefastas para amplios sectores de la población. ¿Se plantean un cambio de proyecto productivo?
Hay una pregunta que tendríamos que hacernos las fuerzas progresistas en el mundo. Decirles a nuestros ciudadanos si es posible un bienestar de vida a pesar del malestar de millones de personas, en este caso, en América Latina.
Podríamos hablar de la represa de Salvajina, del escándalo de la Triple A en Barranquilla, donde está involucrado el Canal de Isabel II. Ahora SENER. En algunos casos aparece el financiamiento de empresas extranjeras a grupos paramilitares, que siguiendo un mapa económico se ubicaban en regiones donde había recursos naturales para vaciarlas de gente, y dejarlos a inversionistas nacionales y extranjeros.
Aunque lamentablemente no fuimos elegidos, este país no es el de Uribe del año 2002, donde casi el 80% estaba con las derechas
Con la Colombia Humana y Gustavo Petro, pusimos en la agenda del país el cambio climático y sobre todo la construcción de un nuevo modelo económico que deje de lado una economía exclusivamente basada en la extracción de recursos naturales. Y, aunque lamentablemente no fuimos elegidos, este país no es el de Uribe del año 2002, donde casi el 80% estaba con las derechas.
La Colombia Humana obtuvo ocho millones de votos, la mejor elección de la izquierda en la historia del país. Pero ganó el uribismo. ¿Hubo más motivos para celebrar o para amargarse?
Hay que verlo de la siguiente manera: una derrota pequeña para una victoria grande. Colombia lamentablemente ha tenido una tradición de extinción de líderes y lideresas sociales, y cada muerte es asesinar futuro, es asesinar conciencia y posibilidades de cambio. Por cada líder social muerto hay una historia de una comunidad que se acaba, porque en ellos está el esfuerzo de mucha gente.
Y Colombia ha venido padeciendo eso, más de 2.000 líderes y lideresas asesinadas en las últimas décadas, 170 periodistas y más recientemente, después de los acuerdos de paz, unos 200 líderes asesinados.
A pesar de eso y de las amenazas se levanta una fuerza de ocho millones de votos. Un movimiento de las fuerzas de la vida sobre las fuerzas de la muerte, porque el uribismo en Colombia representa las fuerzas de la muerte.
Además de la arremetida contra el proceso de paz, la iniciativa por acabar con la independencia de poderes. Parece que Colombia involuciona al 2002
Han pasado poco menos de 100 días de la asunción de Luque. Usted decía que sería “un títere de Uribe”. ¿Lo es?
Todos los días estamos viendo cómo se confirma que Duque no es más que un mal ejecutor o una mala copia de Álvaro Uribe Iglesias. Los ministerios más importantes se los ha dado a personas caracterizadas del uribismo, la embajada en Washington, por ejemplo, y la política internacional de la lucha contra las drogas es un retorno a las fumigaciones con glifosato.
Además de la arremetida contra el proceso de paz, la iniciativa por acabar con la independencia de poderes. Parece que Colombia involuciona al 2002.
¿Peligran los acuerdos de paz?
El Centro Democrático, que es la fuerza política que lleva a la presidencia a Iván Duque, es una fuerza que nace para acabar con el proceso de paz. Surge para eso. Y ahora llega con el discurso de hacerlo trizas.
Sin embargo, la presión internacional es muy fuerte: Naciones Unidas, el presidente del Fondo Monetario, y hasta el propio Estados Unidos han dicho “mire, si hay guerra no nos va bien en los negocios”. Por eso al Gobierno de Duque le está tocando implementar los acuerdos a regañadientes, pero no al cien por ciento, creo que a las FARC se les está incumpliendo. En la práctica se ha conseguido el desmonte de la guerrilla de las FARC, pero para lo que entendemos como una paz firme y duradera, falta mucho.
¿Cómo explica esta nueva fuerza de izquierdas en Colombia, en medio de la derechización que vive América Latina?
Nunca los tiempos de nuestra historia han estado sincronizados [con los del resto del continente]. Mientras que todo el cono sur tenía dictaduras, Colombia nunca las tuvo, pero sí democracias con más muertes y desaparecidos que muchas de ellas.
Hay un declive del socialismo del Siglo XXI. La Colombia Humana no se enmarca y se aparta de él bajo la concepción de que, si el socialismo tiene que ver con desconocer una realidad como el cambio climático, y con un modelo económico basado sobre economías extractivistas, nosotros no estamos de acuerdo.
Somos una corriente progresista que en este momento significa una esperanza en América Latina. Está López Obrador en México y luego nosotros, ¡por fin!, que podemos culminar con un triunfo de sectores alternativos en 2022.
A una mirada progresista o de defensa de la vida y respeto a los derechos humanos, un triunfo de Jair Bolsonaro es una amenaza a la humanidad
¿Cómo analiza la situación de Brasil?
A una mirada progresista o de defensa de la vida y respeto a los derechos humanos, un triunfo de Jair Bolsonaro es una amenaza a la humanidad.
Estoy convencido que su llegada es un paso adelante en la posibilidad de una invasión o entrada militar a Venezuela. Esa es la jugada de fondo para generar la desestabilización de América Latina. Además, Venezuela es un país que tiene los recursos de gas más grandes del mundo sin explotar y bastante petróleo aún.
Tendrían de aliado de Trump el uribismo en Colombia, y por la otra frontera a Brasil, con un peso militar y geoestratégico importante.
En Colombia, se opuso a los Acuerdos de Paz; en Argentina, al aborto, y en Brasil, da el voto a Bolsonaro. La Iglesia Evangélica está jugando un rol fundamental. ¿Cómo puede afrontar la izquierda ese nuevo fenómeno?
Si uno recorre desde México hasta Buenos Aires, pasando por Colombia y todos los países, mi generación, la que está al borde de los 50 años, creció yendo al cine. Y hoy esas salas se han convertido en grandes oratorios evangélicos.
Eso para mí es una metáfora de cómo la educación y la cultura ha perdido terreno frente a los populismos religiosos. Este fenómeno va de la mano de la reducción de presupuestos para ciencia, cultura y educación en América Latina. Unas sociedades más formadas son la mayor resistencia a estos modelos de populismo religioso.