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Ecologistas Extremadura ha denunciado a través de un vídeo la “deplorable” cacería de gamos en una finca extremeña. En dicho vídeo, grabado por los propios cazadores, se observa cómo uno de ellos dispara en dos ocasiones, abatiendo a dos de los animales que nutrían un gran rebaño de gamos, claramente propio de una finca con vallado cinegético. La denuncia, remitida a la Consejería de Agricultura de Extremadura, ha ido acompañada de la petición por parte de los ecologistas de establecer “un control estricto tanto científico como sanitario, reduciendo a casos excepcionales las reintroducciones de especies cinegéticas”, así como de no permitir “las sueltas sistemáticas de animales de granja que hacen algunos cotos ni las tiradas a animales de granja cinegética”.
En dicho vídeo, grabado por los propios cazadores, se observa cómo uno de ellos dispara en dos ocasiones, abatiendo a dos de los animales que nutrían un gran rebaño de gamos, claramente propio de una finca con vallado cinegético
El colectivo exige “cambios legales para que este tipo de matanzas de animales no se puedan llevar a cabo en Extremadura, por sus efectos negativos en el medio natural”, resumidos, según un comunicado, en la “presión excesiva sobre la cubierta vegetal, desaparición de la biodiversidad en la que molestan los depredadores que son exterminados, riesgo de epizootias”, entre otros. En el texto de denuncia señalan que este tipo de prácticas no tienen, en la mayoría de los casos, “justificación científica ni supervisión sanitaria o de pureza genética”, y denuncian que se haga “exclusivamente para satisfacer el deseo de algunos de matar animales de cualquier manera”.
El perfil de cazador extremeño
Extremadura, según la “Evaluación del impacto económico y social de la caza en España” de Ana Andueza y otros (2018), tiene un 87% de su extensión territorial declarada como terreno cinegético. En ese registro espacial, los terrenos gestionados por la Administración Pública no llegan al 2%, mientras que los cotos de caza privados alcanzan la mitad del total. Los cotos sociales y las zonas de caza cerradas completan las 3.457.695 hectáreas para la caza en Extremadura. El informe anual de la temporada 2018/2019 que elabora cada año la Federación Extremeña de Caza (FEDEXCAZA) indica que el 17’8% de los espacios para la caza en Extremadura son de tipo social mientras que el 82’1% son de caza mayor y menor.
El perfil del cazador extremeño, según una encuesta realizada por FEDEXCAZA, en la que se registró la participación de un total de 2.128 personas, es el de un hombre, hijo de cazador y practicante de caza mayor y, complementariamente, menor.
Del estudio se extrae que la masculinización del sector es incuestionable: el 95% de los cazadores son hombres. Por edades, sólo un 2,9% tiene menos de 18 años, mientras que un 41,9% de los cazadores tiene entre 41 y más de 65 años. Aproximadamente un 40% residen en ciudades extremeñas de más de 10.000 habitantes y un 60% vive en localidades extremeñas de menos de 10.000 habitantes. Casi 7 de cada 10 cazadores reconoce la tradición familiar: son hijos de padres también cazadores.
A lo que socios inscritos en las sociedades locales de cazadores federadas en Extremadura se refiere, según el informe “El modelo de caza social: evolución y caracterización en Extremadura” de Martín, Rengifo y Sánchez (2019), el 99'3% de los socios son hombres, mientras que el 0'7% del total son mujeres. En cuanto a la edad, 10.792 son mayores de 31 y 3.598 tienen entre 18 y 30 años.
Cazas polémicas en medio de la pandemia
Hace menos de un mes, antes de despedir el año 2020, tal y como se recogía en este medio, “la escandalosa matanza de cientos de animales en un coto portugués, organizada por una empresa de Badajoz y protagonizada por cazadores españoles (puso) nuevamente al desnudo la práctica de las monterías y el universo que las rodea”. Y es que, entre el 17 y 18 de diciembre, la celebración de una montería hizo que la fiscalía abriera una investigación por un “acto vil y de odio”, como lo calificó Matos Fernandes, Ministro de Ambiente portugués, cuando se descubrió que 16 cazadores habían matado a 540 animales.
Caza
Montería salvaje en Portugal. Cuando cazar es fusilar
Sin ir más lejos, el pasado domingo, voluntarios de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura (ADENEX) hallaron muerto, en un espacio natural protegido por la Red Natura 2000, considerado por el Plan de Recuperación del Lince ibérico de la Junta de Extremadura, a un cachorro de lince en el término municipal de Don Benito. Por atropello o disparo, se estudian las causas de la muerte de un animal perseguido: tal y como se recogió, también en este medio, el pasado abril de 2020, en pleno confinamiento por el Covid-19, hubo que lamentar la muerte a tiros de otro ejemplar de lince, encontrado en el Paraje “Sierra de la Ortiga”, cuya causa de muerte fue un traumatismo originado por disparo. En el cuerpo fueron encontrados 78 proyectiles de cartucho.
Medio ambiente
Biodiversidad Otro lince muerto en Don Benito
Con la crisis sanitaria, el lobby de la caza presiona. El pasado día 19, ante las restricciones a la movilidad decretadas por la Junta de Extremadura, FEDEXCAZA solicitó formalmente a Guillermo Fernández Vara, quien se ha manifestado en numerosas ocasiones a favor del sector por considerarlo “imprescindible” para la región —llegando, incluso, a llevar una mascarilla de la Federación Extremeña de Caza—, considerar las actividades cinegéticas una excepción a los confinamientos perimetrales de las poblaciones en toda Extremadura, para que, así, los cazadores puedan desplazarse a otros municipios.
Esta denuncia pone, de nuevo, a la caza en el punto de mira. La Consejería de Agricultura de la Junta de Extremadura ya ha sido notificada de las prácticas denunciadas por Ecologistas Extremadura.
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Es lamentable la política cinegética de la Junta de Extremadura que subvenciona con millones de Euros la actividad cinegética y les consiente todo tipo de desmanes con sanciones ridículas y muy escasa vigilancia, lo que entre otras cosas provoca una gran siniestralidad y un importante número de fallecidos en accidentes de caza y que va a ir a más con la caza al salto que van a aprobar en breve. Las granjas cinegéticas deberían desaparecer esto de las imágenes que habéis puesto es lo mismo que si dispararan a ovejas o a gallinas, es increíble que haya gente que pague por esto, pero más increíble que se consienta.
Extremadura, en su mayoría, sigue siendo "oscura", muy aferrada a tradiciones locales, ahora disfrazadas de toda la parafernalia digital (adaptándose a los nuevos tiempos). Los cazadores son un sector "mimado", casi intocable, donde se mezclan de manera homogénea, "los señoritos" (todavía hay gente con estos aires), los aspirantes a "señoritos" y los Pacos "el bajo" (personaje que Alfredo Landa inmortalizó en la película, "Los Santos Inocentes" de Mario Camus, basada en la novela del mismo nombre de otro cazador, Miguel Delibes). Aunque ahora los jóvenes rurales anhelan otras cosas (ser youtubers, instagramers, aspirantes a concursantes de Gran Hermano, demostrar sus talentos en concursos de entretenimiento blanco o cocinar delante de una cámara), el peso de la herencia familiar, como apunta el artículo, sigue dando continuidad a estos crueles entretenimientos rústicos. No en vano, hace varias décadas por estas tierras, uno de los regalos estrellas de los Reyes Magos era una escopeta de balines. Ironías de la vida y a colación con el texto, existía y quizás exista, una marca de balines llamada Gamo.
También era norma, ir alcoholizados a cazar (no todos), chupitos de aguardiente en el bar antes de la batida dominical, vino y cerveza durante la persecución o la espera en los puestos de tiro y más alcohol después de la sangría en los bares, antaño tabernas, donde, hasta finales de los 80’s del pasado siglo, se exponían las piezas abatidas, siendo adquiridas en ocasiones por los propios dueños de los establecimientos, mientras tanto se seguía bebiendo (no lo hacían todos) hasta llegar bien beodos al hogar y con un arma. Esto que comento lo he presenciado in situ y en la época mencionada, ahora no se cual es el ritual.
Esta lacra continúa apoyada y sustentada por las instituciones públicas, en la que encontramos también a cazadores, al igual que los hay en otros sectores influyentes y reacios a abandonar estas prácticas criminales para descargar su ira o indiferencia ante un ser vivo “inferior”, por lo tanto está lejos de ser abandonada.
También es cierto que cada país tiene su forma primitiva y despiadada de anclar su memoria en lo que surgió como un mero ejercicio de supervivencia, convertido con el tiempo, en lo que un sector amplio de población, reprobamos en su absurda continuidad, por lo tanto el Salvaje Oeste norteamericano resiste como el espejo inconsciente del Hombre Blanco, tanto ilustrado, como iletrado, que justifica su antropocentrismo disparando a matar, ya ni siquiera en defensa propia. Mi más anónimo y rotundo apoyo a tod@s auqell@s que dedican su vida o parte de ella, en muchos casos se la juegan literalmente, a defender a los animales y la biodiversidad de este planeta cada vez más enfermo de humanidad.
Esta es la calaña que hay en el mundo de la caza, los mismos que dicen que hay sobrepoblación de ungulados y jabalíes y que por eso es necesaria su actividad de "regulación de la biodiversidad". Verdaderos criminales.