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Camino al paraíso
Ecoembes y el depósito de envases: el dinero no siempre gana
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com
Es una victoria. Al menos así se lo ha tomado la gran mayoría del ecologismo, especialmente las organizaciones especializadas en residuos. Aunque hay que decir que ha tardado lo suyo, y que el plan sobre la mesa no incluye todo lo que les gustaría a quienes estuvieron lustros peleando por instaurarlo en España. Finalmente, y si se cumple la Ley de Residuos y Suelos Contaminados de 2022 y su parejo Real Decreto de Envases y Residuos de Envases, el reino patrio contará a finales de 2026 con un Sistema de Depósito de Devolución y Retorno (SDDR) de envases ligeros paralelo al sistema del contenedor amarillo. Aunque hasta que no veamos sus máquinas en tiendas y supermercados no todo el mundo se lo creerá. “Hemos visto cosas peores”, apunta Alodia Pérez, que de esto sabe y está entre quienes libraron esta batalla desde el principio. 14 años hace ya, y se acuerda bien: a la primera reunión específica sobre SDDR a la que acudió como integrante de Amigos de la Tierra asistió embarazada.
Unos básicos rápidos para arrancar, que las siglas aún no forman parte del léxico popular. Para quienes tengan más edad, el SDDR es equivalente a ‘la devolución del casco’. Esto supone que cuando alguien compra un producto que va en determinado envase, paga en el precio del mismo un canon que se le devuelve cuando retorna el envase. En el caso que nos atañe, ese sistema incluiría las botellas de plástico de un solo uso de menos de tres litros y latas y bricks de bebidas. Así está escrito, al menos, en el Real Decreto de Envases que obliga a instaurarlo.
A Alodia se le entrevé una sonrisa al otro lado del teléfono cuando dice: “No siempre ganan las grandes empresas, no siempre va a triunfar el capital. Alguna vez va a triunfar la razón y la sensatez”
El hecho clave de esta historia ocurrió el 22 de noviembre. El Ministerio de Transición Ecológica publicó el resultado de la investigación que pretendía poner punto y final a las dudas sobre las tasas de reciclaje de botellas de plástico de un solo uso en España. El estudio certificó que en 2023 solo se recogió de forma separada para su posterior reciclaje el 41,3% de las botellas de plástico que se pusieron en el mercado.
Tras más de un cuarto de siglo encargada de la tarea, semejantes tasas dejan muy mal parada a Ecoembes, entidad empresarial formada por las multinacionales del sector del envasado y el embotellado, encargada de la recogida de envases ligeros a través, principalmente, del contenedor amarillo para su reciclaje. La investigación del Ministerio, además, tendrá consecuencias. El Real Decreto de Envases deja claro que si no se llegaba a unas tasas del 70% en 2023, como establece la Directiva Europea de Plásticos de un Solo Uso, instaurar un SDDR es imperativo.
No era el primer informe que ponía en entredicho los datos que ofrece Ecoembes, cuyas tasas eran siempre, según asegura el ente empresarial, solventes (recientemente afirmo que recogió separadamente un 73,4% de los envases ligeros puestos en circulación, algo que desmiente el informe del Ministerio). Los ha habido de todo tipo: desde una auditoría del Govern balear en 2020 asegurando que solo se reciclaba el 25% de los envases ligeros en las islas, hasta un informe de la empresa pública Tragsatec donde se aseguraba que era imposible saber las cifras reales debido a la falta de “información completa proveniente de fuentes independientes”, pasando por media docena de auditorías encargadas por las organizaciones ecologistas que aseguraron que las cifras de Ecoembes eran irreales, por no poner otra palabra.
No se debe olvidar el horizonte al que hay que ir: un mundo con “residuo cero”, donde los envases que deben primar son los que se pueden reutilizar, para lo cual el plástico o los bricks no sirven
Por supuesto, enfrentarse a semejante gigante —en cuyo accionariado están multinacionales y empresas como Danone, Mercadona, El Corte Inglés, Campofrío o Coca-Cola— no fue fácil, menos si viene regando con mucho dinero muchas campañas publicitarias y apariciones en medios. “Nos sorprendió la vehemencia con la que respondió la industria —cuenta Alodia—, con muchísima mayor vehemencia de lo que había respondido a ninguna otra de nuestras propuestas”.
Corría 2010 y, tras el primer encuentro de ONG y organizaciones defensoras del medio ambiente auspiciado por Retorna —una plataforma donde poco a poco se integraron desde sindicatos y empresas recicladoras a organizaciones ecologistas y de consumidoras—, ocurrió algo que Alodia consideró muy inusual: “Ecoembes nos llamó a los diez días para tener una reunión para contarnos todo lo malo que era el SDDR”. Desde entonces, la guerra de Ecoembalajes España SA contra la implantación del sistema que le quitaría parte del pastel del reciclaje de envases fue total.
“Hemos vivido en nuestro trabajo diario muchísimas barreras, incluso, tras haber pactado con medios de comunicación noticias, te llamaban diez minutos antes diciéndote: no vengas, que no va a salir”. Recuerda una quedada con medios para publicitar una recogida de residuos en València: “Iban a venir un montón de medios de comunicación y nos llamaron todos diciendo que no venían, y era una la limpieza de residuos en la playa, pero que sí iba a ir con el mensaje de que había que implantar un SDDR”. Al suma y sigue añade desde “dificultades a la hora de entrar a una jornada con determinados discursos” hasta directrices del tipo “este mensaje no se puede dar” al ser contratadas para ofrecer talleres de educación ambiental.
Alodia Pérez: “Hay que hacer un sistema puerta a puerta para que la orgánica se gestione realmente bien, hay que empezar a recoger el textil en todos los municipios… queda mucho por hacer”
Pero el dinero no lo puede todo, o al menos no siempre. A Alodia se le entrevé una sonrisa al otro lado del teléfono cuando dice: “No siempre ganan las grandes empresas, no siempre va a triunfar el capital. Alguna vez va a triunfar la razón y la sensatez”. Es ese el éxito más grande que ve en toda esta historia, a lo que suma un paso más para crear conciencia respecto al valor de los residuos. También que contribuya a mejorar todo el sistema de recogida de lo que ya no nos sirve: “Hay que hacer un sistema puerta a puerta para que la orgánica se gestione realmente bien, hay que empezar a recoger el textil en todos los municipios… queda mucho por hacer”.
Por supuesto, el SDDR no es la panacea. Sí, en Alemania la cifras de recogida de envases adscritos a un sistema así llegan al 98,5%, pero hasta llegar ahí queda muchísimo trabajo. Tampoco debe hacer olvidar el horizonte al que hay que ir: un mundo con “residuo cero”, donde los envases que deben primar son los que se pueden reutilizar, para lo cual el plástico o los bricks no sirven. En este sentido, las críticas por no incluir el vidrio en el SDDR anunciado son múltiples. “Tiene que entrar sí o sí”, apunta Alodia. Es una de las incógnitas pendientes, aunque la más importante en todo esto es, ¿veremos en los supermercados de 2026 máquinas para depositar nuestras botellas y latas usadas?