Brecha salarial
La desescalada sin escuelas acentúa la brecha salarial de las trabajadoras con hijos

La fase 1 de desescalada implica la vuelta con restricciones de la hostelería y una mayor reapertura del comercio, dos sectores feminizados. Las reducciones de jornada, los permisos sin sueldo y las excedencias implican una pérdida salarial que no se compensa con las ayudas por cuidado de menores propuestas por las administraciones. 

Brecha salarial ilustración
Brecha salarial Álvaro Minguito

“El confinamiento laboral ha durado tanto como mi última baja maternal: ocho semanas”, afirma la fisioterapeuta Marta Andreu. La próxima semana reabrirá su consulta tres tardes, en las que atenderá a un total de nueve pacientes con cita previa. No puede dar más citas, los niños siguen sin escuela y sin abuelos disponibles para su cuidado. “Antes de la pandemia atendía a ocho personas por día, ahora atenderé a nueve por semana. He podido acogerme a la ayuda del Gobierno dispuesta para los autónomos, pero esto es una ruina”. Su pareja ha seguido trabajando en un atomizador, una fábrica de la industria de la tierra, materia prima de la cerámica, y esta semana ha solicitado permiso para poder trabajar en horario continuo para que Marta pueda ampliar su jornada. Viven en Vilafamés, un pequeño pueblo de Castelló que la próxima semana continuará en la fase 0 de desescalada, pero las consultas de fisioterapia tenían permiso de reapertura desde el 4 de mayo, y Marta ha necesitado una semana para organizarse. 

El próximo lunes, la mitad de la población se sumará a la fase 1 de desescalada, que implica la vuelta con restricciones de la hostelería y una mayor reapertura del comercio, dos sectores feminizados. Una parte importante del sector servicios se encuentra en ERTE, pero la incorporación de dependientas y camareras con hijos requiere una reorganización de la logística familiar en la que se prevé una pérdida salarial para las trabajadoras que son madres. 

“No hay ni una medida de conciliación propuesta hasta la fecha que no repercuta salarialmente en las trabajadoras”, alerta la responsable de comercio de Bizkaia del sindicato LAB

Desde el sindicato vasco LAB son conscientes de esta situación. Esta semana, la responsable de comercio en Bizkaia, Irati Sienra, ha tenido una avalancha de consultas de las afiliadas y define la situación como “un drama”. “No hay ni una medida de conciliación propuesta hasta la fecha que no repercuta salarialmente en las trabajadoras”, alerta. Las reducciones de jornada, los permisos sin sueldo y las excedencias implican una bajada de ingresos que no se compensa con la ayuda por cuidado de menores propuesta por el Gobierno vasco, de hasta 400 euros. Y el reajuste de horarios no es útil mientras las escuelas continúan cerradas a cal y canto y los abuelos, eternos canguros de sus nietos, siguen siendo grupo de riesgo para el covid-19. Para muchas madres, la pandemia es un nuevo hijo que les esquilma la cuenta corriente.

“La brecha salarial se agranda, y nunca se cierra, tras la llegada del primer hijo”, explica la profesora de la Universitat Pompeu Fabra, Libertad González. Esta economista replicó los estudios europeos sobre el impuesto de la maternidad y concluyó que, en el Estado español, la brecha de partida antes de la llegada del primer hijo era del 25% (los hombres en 2015 ganaban una media de 15.000 euros anuales; las mujeres, 11.000). Con la llegada del primer bebé, el salario de los padres se mantenía y el de las madres descendía un 30%, y nunca se volvía a recuperar. 

Desde el sindicato LAB, cuando cerraron las escuelas invitaron a sus afiliadas a presentar una propuesta de solicitud de seguir cobrando, aún sin poder trabajar, basada en el “deber inexcusable” que recoge el Estatuto de Trabajadores, pensado para situaciones en las que un trabajador tiene que ausentarse para testificar en un juicio. “Nos lo han rechazado sistemáticamente, tal y como esperábamos, pero queríamos dejar constancia de esta reivindicación política: no se pueden cerrar las escuelas sin tomar ninguna medida en esta crisis sanitaria que genera una crisis de cuidados”. No comparecer ante un juez tiene consecuencias penales; cuidar de un menor a cargo es también un deber inexcusable para sus progenitores y dejarlo en situación de desamparo por tener que acudir al trabajo acarrearía graves consecuencias.

Con la industria no pasó

Tanto antes como durante la pandemia, las mujeres siguen asumiendo el grueso de las tareas de la casa y del cuidado de los hijos, alerta la economista, por lo que cuando la industria y la construcción volvió con normalidad a la actividad, apenas hubo llamadas sobre la conciliación en los sindicatos. 

Entre el 4 y el 9 de abril, la profesora Libertad González, junto con Lídia Farré, llevaron a cabo una encuesta entre 5.523 familias heterosexuales con hijos. Esta encuesta, que no estudio, ya que la muestra no es representativa de los hogares españoles y se realizó con el objetivo de obtener datos a título informativo, indica que en las parejas en las que ambos trabajan, el ingreso de la mujer antes de la pandemia representaba de media el 41% de los ingresos totales del hogar y que la pérdida del trabajo durante el confinamiento (25% en hombres y 22% en mujeres) se ha disparado al 43% en el caso de las mujeres con trabajos que no requieren niveles educativos altos.

Las mujeres apenas representan el 9% de la plantilla en la construcción de edificios, y el 21% en la industria, mientras que ocupan el 62% de los puestos del comercio menor y el 52% en la hostelería, según la última EPA del primer trimestre de 2020.

En el Estado español, con la llegada del primer bebé, el salario de los padres se mantiene y el de las madres desciende un 30%, y no se vuelve a recuperar

Oiane Arbide trabaja como dependienta en la tienda Zergatik de Bilbao, es madre de un niño de casi tres años y tiene una pareja que trabaja a turnos en la industria del metal. En enero, el niño empezó en la escuela infantil y ella se reincorporó con una reducción de jornada de 24 horas semanales, contando con la ayuda de sus padres para salvar los huecos en los que ni el padre ni la madre pueden recoger a la criatura. Ahora la única opción que contempla es pedir la baja médica o una reducción de la jornada al 100%, por lo que su salario se reduciría a cero euros. “Estoy preocupada”, resume. 

“El comercio es un sector feminizado en el que los salarios son bajos y el horario es incompatible con los cuidados. Incluso con jornadas reducidas, no solucionas la situación, ya que los niños no pueden estar solos”, señala la sindicalista Irati Sienra. La única opción sin escuela y sin abuelos, y sin un sueldo que permita subrogar los cuidados, es “la reducción de la jornada al 100%, en la que la cotización a la seguridad social se mantiene y no hay liquidación de contrato, a diferencia de la excedencia”.

Ainara Guarrotxena trabaja en un comercio con una superficie de más de 400 m2 ,  por lo que aún tiene dos semanas de tregua y su salario intacto. Su hijo tiene 8 años y su pareja trabaja presencialmente en horario de oficina de lunes a viernes. Ella es dependienta de Bershka y en este comercio solo han ido a trabajar a puerta cerrada de forma voluntaria algunas dependientas para atender los pedidos online. “De momento, la empresa no nos ha ofrecido adecuación de horarios, solo una excedencia voluntaria sin límites. Nosotros nos la podríamos permitir dependiendo de cuánto tiempo se alargue la situación. En cualquier caso, la excedencia la cogería yo, ya que mi pareja cobra más”, explica Guarrotxena, quien también es delegada sindical de prevención. “Hablo bastante con la empresa, pero ellos tampoco saben muy bien qué va a pasar”, añade.

Hombres a la compra

La variación que más destaca de la encuesta del reparto de tareas de hogar realizada por el equipo de economistas de la Pompeu Fabra es el aumento de los hombres que durante el confinamiento realizan la compra. “Vimos en las redes que se comentaba este hecho y, efectivamente, la muestra así lo recoge: en el confinamiento hemos observado un pequeño cambio en el sentido de que los hombres hacen un poquito más, pero poco más, en las tareas de limpieza, comida y colada. Sin embargo, vemos un aumento muy grande en la compra, tarea en la que pasan a ser los principales responsables”. Concretamente, ahora en el 38% de los hogares encuestados el hombres es el responsable de las salidas al supermercado.

Mientras, las mujeres siguen encargándose mayoritariamente de la colada y de la comida. En las casas donde ambos han mantenido el empleo, la limpieza es más equitativa, como las actividades de ocio con los hijos, mientras que las educativas siguen recayendo sobre las madres.

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