We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Brasil
Ediane Maria: “Entramos en una Asamblea Legislativa donde personas como yo solo entraríamos para limpiar”
Ediane Maria fue elegida diputada con 175.000 votos en la Cámara Legislativa del Estado de São Paulo por el Partido Socialismo e Liberdade (PSOL). Oriunda de Pernambuco, en el nordeste brasileño, la zona más empobrecida del país, trabajó como empleada doméstica al llegar a São Paulo hace más de 20 años. Madre soltera y bisexual, vivió con sus cuatro hijos en un asentamiento de barracas de São Bernardo do Campo, la ocupación urbana más grande de América Latina, liderada por el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), del que hoy es coordinadora estatal.
¿Cómo fue la vida de una nordestina que vino a trabajar como empleada doméstica a la metrópoli?
Soy del Sertão de Pernambuco, de la selva. De una ciudad pequeña, la séptima de ocho hermanos. Llegué a São Paulo para trabajar como empleada doméstica siguiendo el mismo ciclo que mi madre. Ella fue empleada (baba) de mi expatrona en Pernambuco, y cuando sus hijos se mudaron a São Paulo yo seguí su mismo camino haciéndome cargo de ellos, pero en la ciudad. A vivir en la casa de mis patrones.
¿Cómo empezó su militancia en el MTST?
Cuando era niña siempre cuestionaba las cosas, era muy preguntona. Así que cuando llegué aquí a la metrópoli, imagínate. No conseguí imaginarme a mis hijos viviendo hoy lo que yo viví en ese entonces.
Ya no funciona el vivir en una sociedad donde mujeres como yo, mujeres negras, somos silenciadas. Somos la gran mayoría que está trabajando en Brasil, pero somos la mayoría olvidada en los cerros, en las favelas de la periferia. Que solo vamos al centro para ir a trabajar.
Ya no funciona el vivir en una sociedad donde mujeres como yo, mujeres negras, somos silenciadas. Somos la gran mayoría que está trabajando en Brasil, pero somos la mayoría olvidada en los cerro
Al MTST lo conocí en la cola de la leche del Gobierno del Estado. El Gobierno te da leche gratuita hasta los siete años y mi hijo más pequeño Gustavo los acababa de cumplir, pero yo necesitaba leche ese día. Entonces tenía que esperar de las 7h a las 9h para ver si sobraba un litro de leche para mi hijo. Y me empecé a cuestionar: ¿por qué hay que estar dos horas esperando, con suerte, un litro de leche?
Y allí una de las voluntarias que repartía leche me dijo “usted siempre llega temprano, habla con la gente, la voy a llevar a un lugar!”.
Y ese día, el 3 de septiembre de 2017, entré en la mayor ocupación de América Latina, la ocupación Povo Sem Medo de São Bernardo do Campo.
Allí me empecé a organizar, a ver el semblante de las personas que llegaban a la ocupación, cabizbajos, en un proceso tan violento de desatención y abandono.. Cuando llegas a una ocupación es que ya lo has intentado todo.
Entonces me convertí en coordinadora de uno de los 19 barrios del asentamiento, que es grande como una ciudad. Yo estaba a cargo del planeamiento urbano, de organizar las nuevas construcciones y reparaciones. Para que la gente entienda, en cada barrio hay dos o tres líderes que se encargan de organizarlo todo, charlar con la gente, repartir el espacio para que todos tengan al menos cuatro metros cuadrados, el espacio para una cama y algún mueble.
La ocupación se divide en grupos que a su vez coordinan todo. En este caso, las tres coordinadoras también eran tres mujeres negras. Y estas coordinadoras formaban a otras líderes para que organizaran luchas en otros territorios, y de ahí salí yo, Ediane Maria.
¿Puede explicarme alguna experiencia que la marcara especialmente durante estos años de organizadora en la ocupación?
Hay tantas... pero hubo una: yo siempre iba y venía de la ocupación en bus, pero un día la gente del barrio que organizaba yo no podía pagarse un pan con salchichas desde hacía días. De ahí dejé de pagar el boleto para comprar ternera, pollo, a cambio de andar una hora a pie hasta la ocupación. Y descubrí lo siguiente: quizás yo pueda pagarme el pasaje en bus pero hay quien ni siquiera puede comer.
En la ocupación volví a ser la niña que todo el mundo conocía en Pernambuco, recuperé el Sertão, la vida en el bosque del pueblo. Tenía una identidad, era alguien. Cuando llegué a São Paulo no era nadie, solo la empleada de alguien. Entonces mi visión de la jungla de piedra, de esta picadora de carne, de sueños, de perspectiva, es que lo primero que hace es invisibilizarte, te deja solo, porque tu solo no vas a conseguir nada. No vas a tener fuerza. En el MTST gané una identidad: allí era Ediane, Pompom, Leonzinho.
Y allí entendí que si no tienes casa no es porque no te levantas temprano, sinó porque te la quitaron. Muchos trabajadores nos empezamos a organizar: paletas, empleadas domésticas, jornaleros, conductores de moto, trabajadores de aplicaciones de reparto… ¿Qué hicieron con esta gente? ¿Por qué estamos aquí debajo de una barraca de lona de plástico? Ahí es donde me empecé a cabrear y a ganar esa fuerza del MTST con las formaciones políticas para los coordinadores.
En la ocupación volví a ser la niña que todo el mundo conocía en Pernambuco, recuperé el Sertão, la vida en el bosque del pueblo. Tenía una identidad, era alguien. Cuando llegué a São Paulo no era nadie, solo la empleada de alguien
Y entonces entraste a militar en el PSOL.
El PSOL llega a nuestras vidas en 2018, cuando Bolsonaro entró con todo su proyecto de destrucción en nuestro país, incluso queriendo exterminar a los movimientos como el MTST o el de los Trabajadores Sin Tierra. Bolsonaro llegó con la propaganda de que no daría ni un centímetro de tierra ni para indígenas ni quilombolas. Entonces el coordinador nacional del MTST, Ghillerme Boulos, se lanzó como candidato, y yo, que ya era afiliada del PSOL junto a otras coordinadoras, hicimos lo mismo, pero construyendo la corriente Revolução Solidária. Organizarse en partidos políticos es fundamental para que la gente ocupe espacios y enraizen las políticas en las que nosotros creemos.
Los movimientos populares entramos al PSOL para construir un partido popular, democrático y de todas las luchas: de mujeres, LGTBIQ+, juventudes, y cada frente tiene sus postulados prioritarios.
¿Y allí se crea el movimiento negro Raiz da Liberdade?
Surge en 2019, vinculado al MTST. Lo creamos junto a otros compañeros porque nos dimos cuenta de todo el racismo que habíamos sufrido. En Brasil el racismo es velado, está en todos los espacios de poder escondido, porque está naturalizado que la mujer negra sea empleada doméstica, y el negro paleta o repartidor. Como la sociedad no entiende el racismo, este se naturaliza. En el 2020, Raiz da Liberdade sale hacia afuera del MTST para confrontar los términos del racismo y yo misma empecé a entender cómo había sufrido toda una vida de racismo, mira cómo es violento que uno se da cuenta de que los lugares donde estaba eran lugares excluyentes, que fueron predeterminados para nosotros. Y se empieza a ver cómo es de violento el Estado, incluso el Estado de São Paulo que fue el último dentro de Brasil en abolir la esclavitud.
¿Qué influencia tiene que una empleada doméstica haya sido elegida para la Cámara Legislativa del Estado de São Paulo?
Se consigue cambiar todo un camino que había sido predeterminado para mí. Hice toda la campaña desde ese lugar, el de la migrante. Hablando desde la gente que no podía ni siquiera soñar en una paga extra, en tener vacaciones o fines de semana de dos días. Yo crié mis cuatro hijos sin tener un año con vacaciones. Nunca viajé con ellos.
Francia Márquez me dijo una cosa en la reunión muy impresionante: “No se trata sólo de ganar. Ganar es simbólico, demuestra que estamos aquí, y que tenemos fuerza. Pero más allá de eso mi mandato es realmente para cambiar la trayectoria de las mujeres negras. Para mostrar que es posible para nosotras llegar hasta donde llegué yo como vicepresidenta”.
Su experiencia personal ha sido la de la batalla en la calle. ¿Cómo se transforma una militante para dejar atrás las herramientas de la disputa en la calle y empuñar las de la disputa parlamentaria?
Ahora hay dos luchas: una en la Asamblea Legislativa, y otra fuera, con el MTST. Yo nunca saldré del MTST. Soy la primera mujer, empleada del hogar, nordestina, y luchadora sintecho, que está en ese espacio con el que habíamos soñado. Antes, para negociar, llamábamos a la puerta y nadie respondía. Hoy, cuando llamemos a la puerta ya estaremos dentro.
¿Cuál es la relación de un movimiento como el MTST con los partidos políticos que operan en la lucha parlamentaria como el Partido de los Trabajadores o el PSOL?
Las luchas de las calles son de todo el mundo. El PT, el PSOL, el Partido Comunista de Brasil siempre han tenido en las calles una trinchera, por lo que no hubo diferencias entre nuestras luchas. Son iguales.
¿Puede contarnos alguna anécdota que la haya marcado durante la campaña electoral a diputada estadual? ¿Cuáles han sido los logros conseguidos?
A un chaval le fui a entregar una octavilla y simplemente el tipo se creyó con el derecho de mostrarme una arma por debajo de la camisa diciendo: “Aquí es Bolsonaro”.
Ahora hay dos luchas: una en la Asamblea Legislativa, y otra fuera, con el MTST. Yo nunca saldré del MTST. Soy la primera mujer, empleada del hogar, nordestina, y luchadora sintecho, que está en ese espacio con el que habíamos soñado
En una charla que hicimos, una madre que tenía una hija adoptiva negra, la llevó ansiosa para verme y me dijo: “Vine porque quiero que mi hija se vea a sí misma en otros espacios”. Vi a empleadas domésticas hablando entre ellas para irme a votar. A patrones diciéndoles a sus empleadas: “Conozcan a Ediane”. Con este trabajo de hormiguita, de “conozcan a la empleada doméstica” llegamos hasta gente de fuera de São Paulo.
Entramos en una Asamblea Legislativa donde personas como yo solo entraríamos para limpiar, como la mayoría de mujeres que me votaron.
¿Qué le dirías al brasileño de clase media que no ha tenido dificultades para comer, estudiar, o que incluso ha tenido una empleada del hogar, que debería hacer si quiere luchar por los derechos de los demás?
La cocinas solidarias del MTST existen porque existe una clase media que hace donativos. Entonces si tu nunca pasaste hambre o frío, muchas veces quizás no lo necesites, pero la persona que limpia tu casa o cuida de tus hijos, tu cocinero, tu chofer, esa persona probablemente sea un sin techo, que limpia tu casa, pero no tiene casa. Esa mujer que va a cuidar de tus hijos casi nunca cuida de los suyos. La comida que le da a tus hijos, no consigue dársela a los suyos. Es mirar a la empleada y preguntarse: “¿habrá dormido bien?”, “¿qué derecho le puedo garantizar? ¿Podrá alimentar a sus hijos? ¿Tendrá vacaciones a fin de año?
Es esta mirada que quiere humanizar… No existe una lucha, existe un proceso de concientización de clases. No queremos tomar el lugar de la clase media, no es una guerra, sino una lucha por la justicia y la igualdad.
Que nuestra revolución de hecho sea solidaria. Este es el mensaje que doy para que todo el mundo se conciencie sobre la importancia de esa unión de clases, sin guerra pero con mucha solidaridad.
Aunque Bolsonaro fuera derrotado el pasado 30 de octubre, parece que la fuerza política fascista y ultra-conservadora creada a su alrededor pervivirá durante mucho tiempo en Brasil. ¿Qué estrategias tiene que emplear la izquierda para desarmar a este movimiento?
No todo el mundo que votó a Bolsonaro es fascista. En estas elecciones hubo patrones que estaban presionando a sus trabajadores para que voten a Bolsonaro. Pastores evangélicos en sus discursos... ¿usted se imagina ese 50% de personas en las calles? Entonces, hubo personas que votaron porque fueron presionadas, porque vieron vídeos manipulados. Y con el tiempo estas personas van entendiendo, incluso vuelven a votar a la izquierda: cuando les preguntas te dicen que se lo pidió el pastor o el jefe. Hubo mucha tensión y presión. Hay gente mala que no vas a cambiar. Pero para los primeros, ahora que habrá un nuevo Gobierno que acoge, que pregona la fiesta y el amor, esas personas entenderán que existe esperanza para volver.
No habrá avance político considerable donde mujeres como yo, donde empleadas domésticas o trabajadores no ocupen estos espacios y hablen lo que de hecho se necesita cambiar, concretamente, en nuestra sociedad
¿Quiere decir algo a la gente de fuera de Brasil?
En Brasil sufrimos un retroceso de seis años, desde el golpe a Dilma Rouseff en 2016. Vivimos un Gobierno de pérdida de los derechos que tanto nos costó conquistar. Hoy vivimos un momento de reconstrucción de las políticas públicas, de inversión en políticas de vivienda, de salud, de educación. Ahora es el momento de ordenar nuestra casa de nuevo.
Quiero mandar un mensaje: no habrá avance político considerable donde mujeres como yo, donde empleadas domésticas o trabajadores no ocupen estos espacios y hablen lo que de hecho se necesita cambiar, concretamente, en nuestra sociedad. O la población LGTBIQ+. Bolsonaro dijo que quería eliminarla, pero nosotros siempre vamos a existir, somos una base de la sociedad.