We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Barcelona
El Ayuntamiento externaliza la gestión de la vía pública en Sant Jordi, la fiesta más popular de Barcelona
Hasta 2022, cualquiera podía poner en las mismas condiciones un puesto en las calles de Barcelona el día de Sant Jordi, la festividad más importante de la ciudad. Tocaba donde tocaba, pero no había distinción entre editoriales grandes y pequeñas, ni librerías con entidades sociales, ateneos y otros colectivos. Todos debían cargar sus caballetes, mesas y demás para montar la paradeta, en catalán. Las vecinas salen el 23 de abril a buscar libros y rosas para regalar a las personas a las que más quieren. Recorrer los puestos es una tradición popular, pero desde 2022 ha cambiado el acceso a la vía pública y la disposición de los puestos: con la excusa de la pandemia y evitar aglomeraciones, el Ayuntamiento externalizó la gestión de los puestos “agremiados”, a los que ahora les “facilita” un recinto al que solo ellos pueden acceder, mediante el correspondiente pago de la cuota y, apuntan editoriales no asociadas, un posible pago extra de entre 100 y 500 euros.
El Ayuntamiento de Barcelona asegura a El Salto que cualquier persona y entidad sigue pudiendo solicitar unos metros de vía pública e instalar los caballetes y la mesa, sin cobro alguno. Sin embargo, las editoriales que han impulsado el manifiesto ‘Queremos un Sant Jordi popular, no un recinto ferial neoliberal’ añaden el contexto que desvirtúa la afirmación consistorial: los agremiados pueden solicitar el permiso desde el 10 de febrero y los no agremiados, desde el 10 de marzo. “El 11 de marzo apenas quedaban ya puestos libres en la web del Ayuntamiento”, advierte Ibai Sans, de Descontrol Editorial. Además de ser precisamente los puestos menos visibles.
El Ayuntamiento cede la gestión del espacio público de cuatro calles adyacentes al Passeig de Gràcia, convertidas en un recinto ferial, al que solo pueden acceder los agremiados
Más de 800 personas y entidades han firmado el manifiesto presentado este martes. Escritoras, bibliotecarias, ilustradoras, maquetadoras, editoriales, entidades sociales, sindicatos y personas cercanas al mundo del libro.
El manifiesto lo han impulsado Descontrol, Virus, ContraEscritura y Barrio de Libros. Denuncian el copago y reclaman la reversión de este proceso. Quieren una gestión pública, y no privada, para un Sant Jordi popular.
Recinto ferial
El Ayuntamiento ha dado vía verde para que los gremios del libro, del libro viejo, de los libreros, de los editores y de los floristas se ocupen de la gestión del espacio que comprende cuatro calles aledañas al Passeig de Gràcia, y también de la parte alta de las Rambles, las zonas más concurridas el día del libro. En el Passeig de Gràcia organizan una especie de recinto ferial, con carpas, puntos de luz, de sonido, seguridad privada y limpieza. “Aquí solo pueden acceder para colocar un puesto los agremiados”, remarca Sans. Y la cuota de los gremios no es barata.
“El proceso de externalización se ubica dentro de una lógica neoliberal de extracción de valor donde se producía un uso común del espacio, que extiende la lógica de una feria comercial a todas las calles de Barcelona”
Desde Virus Editorial, Hèctor Garcia apunta que “entidades de todo tipo utilizan el libro como herramienta política y lucha cultural en las calles, y esta práctica se está degradando totalmente en los últimos años”. Considera que la gestión del espacio publico a través de los gremios es una forma de “dividir y fragmentar la composición diversa de las entidades que tomamos las calles, clasificándonos entre profesionales o no y entre agremiados o no”. Los profesionales y los agremiados son los que tienen ahora los “privilegios” de la ubicación y el Ayuntamiento les provee de servicios.
“El proceso de externalización se ubica dentro de una lógica neoliberal de extracción de valor donde se producía un uso común del espacio, que extiende la lógica de una feria comercial a todas las calles de Barcelona, una dinámica que se está extendiendo a todas las áreas de la vida en las políticas neoliberales de Barcelona”, concluye Garcia.