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Tienes tu negocio. Tiene una filosofía feminista y educativa. Vendes productos en tu página web. Todo marcha bien. Pero un día al banco que te presta sus servicios le salta una alarma y te llaman: “Habéis vendido un producto que no encaja con los valores éticos de nuestra entidad. Retirad el producto o tendremos que bloquear vuestra pasarela de pago y cancelar nuestros servicios”.
Esto fue lo que le ocurrió a la tienda erótica feminista, con sede en Zaragoza, Desmontando a la Pili, el día que vendieron una película de porno feminista en su tienda online. Desmontando a la Pili es, según su propia definición, una cooperativa de mujeres que entienden la sexualidad como parte integral del desarrollo de las personas y con una filosofía feminista y comprometida con la diversidad y el consumo responsable. En su tienda online, entre vibradores y fustas hechas con materiales reciclados, se podían encontrar películas de porno feminista y de educación sexual, hasta que empezó su especial periplo bancario. “Nos llamaron del Banco Sabadell y nos dijeron que no podíamos vender porno usando su TPV virtual”, relata a El Salto Victoria Tomás, una de las fundadoras. “Ellos sabían que nosotras vendíamos vibradores y otros juguetes sexuales, pero lo que les importaba era el porno”. La carrera de obstáculos no finalizó con la negativa del Banco Sabadell: “Fuimos a Caja Laboral y todo eran facilidades hasta que les pregunté explícitamente si podíamos vender porno. Se negaron, por lo que tampoco contratamos nada con ellos”.
Esta tienda erótica de Zaragoza no es la única que ha tenido problemas a la hora de contratar servicios bancarios. Los placeres de Lola lleva más de una década abierta en Madrid. Sara Pérez, copropietaria de esta, resopla cuando se le pregunta si ha tenido algún problema de este tipo: “Cuando abrimos la página web hace 14 años teníamos la cuenta bancaria con Cajamar, pero no nos quiso poner la pasarela de pago por el tipo de negocio que éramos”. Tras la decisión de la caja, comenzaron a trabajar con Banco Valencia durante varios años, pero los rescates y fusiones bancarias llegaron y al nuevo dueño de la ruinosa entidad valenciana tampoco le gustaba el porno ni los vibradores: “Cuando el Banco Valencia fue absorbido por La Caixa nos dijeron que nos daban unos meses, pero que no nos iban a sostener la pasarela de pago porque decían que ética y moralmente lo que vendíamos no era para ellos y no entraba en el código ético de su banco”, lamenta Pérez.
El tercer paso para estas dos tiendas fue el mismo, la pasarela de pago más famosa y utilizada en todo el planeta: PayPal. El resultado no fue diferente. “En cuanto vendimos una película porno nos enviaron un email diciendo que debíamos quitarla —explica Tomás—, las mismas excusas que los bancos”. La tienda madrileña, según narra Pérez, no llegó ni a instalarlo en su web porque “cuando fuimos a hacernos la cuenta nos dijeron que no admitían empresas que vendieran productos de tipo sexual”.
LAS DIRECTORAS TAMBIÉN
Las tiendas no son las únicas que cargan con la estigmatización del porno por la banca, aunque sea feminista. Anneke Necro es una actriz y directora de cine porno feminista que vive en Barcelona. Define la animadversión de las entidades financieras a este género como “una de las cosas que más me ha jodido, laboralmente hablando”. Necro fundó una productora centrada en el mundo de las parafilias y todo lo que, según ella, se aleja de lo heteronormativo: “Hacíamos fetiches muy concretos y cuando intentamos vender las obras nos dimos cuenta de que muchas prácticas no se pueden vender”. La directora relata a El Salto que descubrió que una de las reglas de Visa y Mastercard, que según ella controlan las transacciones que se hacen tras cualquier plataforma de pago, es que no se puede vender ningún producto que muestre sangre, incluida la menstrual. “Ahora mismo tengo otro proyecto, un laboratorio creativo llamado Mantis, donde queremos hacer contenido porno con personas que tengan la regla, pero no podríamos venderlo porque nos retirarían la pasarela de pago”, lamenta Necro.
Anneke Necro define la animadversión de las entidades financieras a este género como “una de las cosas que más me ha jodido, laboralmente hablando”
Lola Clavo es una directora de cine de contenido explícito y feminista galardonada con el premio PorYes Awards en 2013 —los premios al cine pornográfico feminista europeo— que actualmente reside en Londres. Relata a El Salto que, si eres un artista que trabaja temas de sexualidad y pornografía, es muy difícil distribuir tu trabajo de forma independiente. “Quise montar una página donde se pudieran comprar cortos o piezas audiovisuales a cambio de una donación, una especie de ‘paga lo que quieras’. El típico botón de donations de Paypal era lo que yo quería, pero me estuve mirando todas las regulaciones y el tema es que básicamente te pueden cerrar la cuenta con cualquier excusa. Tengo varios amigos a los que les ha pasado, por lo que desistí”.
Las ventas online no son el único problema al que se enfrentan las directoras y productoras de cine erótico o porno. También tienen que lidiar con ese estigma cuando piden un préstamo o quieren cobrar por su trabajo. “Cuando una distribuidora vende uno de mis cortos y me pagan por PayPal, no se puede mencionar la palabra pornografía o sexo en ningún lado, porque a la menor sospecha esas cuentas son cerradas o sancionadas, aunque el negocio sea totalmente legal”, explica Clavo. Necro relata que ella no ha tenido que enfrentarse a la situación de tener que pedir financiación, pero sí que conoce varios casos: “Tengo una amiga que es mistress y quiso pedir un préstamo para arreglar su estudio. Le cerraron la puerta en muchos bancos”.
Todo en un mismo saco
Aunque sus inicios se remontan a la década de los 80, el porno feminista ha irrumpido con fuerza en los últimos años en una industria que, hasta hace bien poco, estaba únicamente enfocada al público masculino y centrada en prácticas heteronormativas. En cambio, el porno feminista “tiene en cuenta a las mujeres como sujetos y no como objetos, capaces de decidir y proponer, de disfrutar, dignas de respeto, etc.”, según Victoria Tomás. Necro define su trabajo como un porno desde una visión feminista e inclusiva, fuera de lo heteronormativo, que visibiliza otras identidades, otros géneros y otras prácticas sexuales más allá de la penetración o el sexo oral.
"El porno feminista tiene en cuenta a las mujeres como sujetos y no como objetos, capaces de decidir y proponer, de disfrutar, dignas de respeto, etc.”, según Victoria Tomás
Pero las entidades bancarias y multinacionales como PayPal no solo no contemplan diferencias entre el porno feminista y el normativo, sino que meten estas mismas prácticas en un mismo saco junto a otras ilegales. “Los bancos nos han puesto problemas ya que, según ellos, ‘no pueden facilitarnos servicios por no promover la pornografía infantil y evitar la pedofilia’, e incluso hemos tenido problemas con empresas de mensajería, como UPS, que no quiere repartir nuestros envíos porque no trabajan con empresas de ‘porno ni armas’”, explica Pérez. Clavo relata que intentar explicar a un banco que tu negocio o producto es feminista y educacional “no sirve de nada y es frustrante”. La experiencia de Tomás es idéntica: “Lo mezclaron todo, nos hablaban de pederastia y lo metían todo en un mismo saco, que si sus clientes, sus inversores…”.
Porno no, armas sí
Según el informe Los bancos que invierten en armas, publicado por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau en junio de 2016, CaixaBank es el quinto banco en el ranking de entidades financieras con intereses en industria armamentística de todo el Estado con una inversión de más de 87 millones de euros. El Banco Sabadell es la séptima en ese mismo ranking, aunque ahora habría escalado un puesto ya que la sexta en la lista, el Banco Popular, ha sido absorbida por la segunda, el Banco Santander. La inversión de este banco en industria armamentística, según el informe, ascendía en 2016 a algo más de los 51 millones de euros.
Las cuatro entrevistadas coinciden en la hipocresía de un sistema bancario que no tiene ningún impedimento para invertir, prestar dinero u ofrecer sus servicios bancarios a empresas de armas, pero que ponen el grito en el cielo y saltan todas sus alarmas cuando un pago de una compra lleva la palabra “porno” en el concepto. En Desmontando la Pili quisieron, sin éxito, usar ese argumento ante el Banco Sabadell: “Una compañera les dijo que cómo era posible si ellos estaban metidos en la industria de las armas, pero les dio igual”, relata Tomás.
Las cuatro coinciden en la hipocresía de una banca que ofrece sus servicios a empresas de armas, pero que ponen el grito en el cielo cuando un pago de una compra lleva la palabra “porno” en el concepto
Pero, para Clavo, existe otro factor más allá de la estigmatización al porno y ese supuesto puritanismo de la banca, los niveles de facturación y los beneficios que le pueden reportar a esas entidades: “Nosotras no somos grandes empresas ni fomentamos los imperios del porno, todo lo contrario. Sin embargo, seguro que esas grandes empresas pornográficas no tienen ningún problema con los bancos”.
El porno feminista y los valores que intentan promover las directoras, actrices y tiendas especializadas son las grandes perdedoras de lo que ellas consideran una discriminación. Tal y como explica Calvo, “los pequeños negocios locales, gente que está intentando cambiar la pornografía mainstream, artistas experimentando los límites de la pornografía, etc, somos los que salimos perdiendo porque los bancos prefieren no arriesgarse a tener algún tipo de problema, ya que como facturamos poco no les sale a cuenta”.
Para Pérez, que no se haga ningún tipo de diferenciación entre quienes hacen y venden este tipo de porno “refuerza los patrones heterocentristas de esta sociedad. Nosotras estamos trabajando por una sexualidad sana, empoderada y por la igualdad, y nos meten a todos en el mismo saco”.
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Estoy confundida. Por un lado tengo mucha curiosidad por descubrir ese presunto porno feminista que escapa de la heteronormatividad. Pero a la vez, mientras leía el artículo me digo, realmente qué esperan de los bancos? les ponen como abusones sin intereses propios... me resulta rarísimo que a unas feministas les sorprenda esto xD. También he echado en falta algo de información sobre las plataformas porno normativas y su forma de vender productos.
Saludos
Hardcore, softcore, gay, feminista, porno es porno... y a excepción del que abusa de los menores, por lo que entiendo la regla aplica para todos los pornos legales, así que acusar de discriminación contra el porno feminista es forzar la cosa para darle un matiz de victimismo, es simplemente una regla puritana contra el porno, no solo contra vosotras.
Dicho esto, la cosa parece ser muy española, así que toca ver como lo hacen otras empresas del porno (feminista y no) para sus pasarelas, pues supongo que sabrán que la industria del porno useño fue en su momento un motor para incrementar la seguridad de las pasarelas de pago en internet, así que opciones debe haber, pero ya no dentro de España.
No, no es una cuestión solo española, también tuvieron problemas con PayPal
Yo creo que el caso a de ser con el porno en general no solo el porno feminista. No estoy de acuerdo con los bancos pero titulares como este le quitan fuerza al movimiento feminista (si me equivoco y es solo con el porno feminista, mis disculpas).
No parece que al banco le importe si el porno que venden es feminista, gonzo o BBW, parece que lo que no le mola es que se venda porno (no entiendo por qué, pero vale) y vosotros metéis lo de feminista con calzador. La tienda lo que ha de hacer es declarar el producto como "Multimedia" cuando se cargue la factura y ya está.
Bancos con códigos éticos!! Qué será lo siguiente, políticos con principios?
Jo, qué discurso más peligroso y dañino. Claro que los hay pero mejor señalar al resto y no tomar ejemplo :(