Autogestión
“En Izar Beltz se juntaron de modo natural la asamblea y la gente del local de ensayo con nuevos sonidos”

Tomando el espacio de los locales de ensayo como hilo conductor, Andoni Fernández Azkarai retrata en su libro la vida, la evolución, la actividad y la cultura subversiva que hubo en el ateneo Izar Beltz, reflejando así un importante capítulo de la historia del punk bilbaíno.
Andoni Fernández DDT Liburuak
Andoni Fernández, autor del libro Izar Beltz. La historia del ateneo contada desde los locales de ensayo (DDT Liburuak), frente a la librería DDT, en Bilbao. Foto: Dani Blanco / ARGIA
28 may 2021 06:00

Eran las ocho de la mañana, del 7 de marzo de 2017, y los móviles comenzaban a vibrar con una fatídica llamada. Bilbao despertaba con la noticia de que el Ateneo Izar Beltz, en el barrio de Irala, había sido desalojado. Izar Beltz, que nació en 2006, fue el primer ateneo okupado y autogestionado. Un espacio con carácter anarquista y presencia del movimiento animalista que entre otras muchas cosas catapultó la escena punk-hardcore local; en él surgieron numerosas bandas y fue parada obligatoria para otras tantas que giraban por el Estado.

Tomando el espacio de los locales de ensayo como hilo conductor, Andoni Fernández Azkarai retrata en su libro Izar Beltz Ateneoa. La historia del ateneo contada desde los locales de ensayo (2006-2017) (DDT Liburuak, entre otros) la vida, la evolución, la actividad y la cultura subversiva que hubo en el local, reflejando así un importante capítulo de la historia del punk bilbaíno. El libro traslada distintas vivencias y anécdotas, en formato fanzine, y se acompaña de un CD recopilatorio con música de los grupos que pasaron por el local de Irala.

En tu anterior libro, Mierda de Bizkaia y sus grupos punks maketeros (DDT Banaketak y Ediciones sin gluten) ya hablabas del punk menos conocido. Parece que repites la idea pero de una generación actual, un libro que, aparte de punk, habla sobre un ateneo okupado. ¿Porqué ahora?
Sí, en Bilbao hace diez años vimos como gente del gaztetxe Kukutza III de Rekalde y Lutxo Egia habían plasmado sus vivencias en un libro, para que el recuerdo no quedase en un limbo, Kukutza Gaztetxea, ellos por dinero, nosotras por placer (Txalaparta). Es imposible que nos borren lo que vivimos allí y también es imposible que nos borren lo vivido en Izar Beltz. Hemos tenido que pasar un duelo necesario para poder ponernos manos a la obra y me propuse que el ateneo no quedase en ese limbo antes comentado. Me gustaba la idea de meter fotos, entrevistar a la gente que estuvo por allí y llenarlo con el máximo de contenido, sin llegar a ser pesado.

Les propuse a la gente del ateneo mi idea y les pareció muy bien, aunque los ánimos no estuvieran en ese momento muy álgidos. Creo que ahora es un buen momento para reivindicar la okupación. Siempre lo es, pero encima los medios nos bombardean con campañas contra el movimiento okupa, tergiversando, engañando y sobre todo confundiendo a la gente. Y dando cabida a paramilitares fascistas que aplauden la colaboración de la Ertzaintza, y con el respaldo siempre del PNV, como hemos visto en Abadiño. Asqueroso todo ello.

Siguiendo con la okupación, ¿cómo ves Bilbao ahora?
Bueno, es innegable que los tiempos que vivimos son muy complicados para reunirse y organizarse, pero no son imposibles. Y el ejemplo más bonito lo tenemos con la gente de AZET (Alde Zaharreko Etxebizitza Taldea) que ocupaban hace poco, aunque después fueron desalojados, en el sitio más céntrico del Casco Viejo, en la plaza Unamuno. Uno de los grupos más interesantes de los últimos años, gente joven que politiza el problema de la vivienda, que organizan todo un barrio y construyen un poder vecinal que nunca antes se había dado. ¡Son increíbles!

Volviendo al libro en sí, es un libro musical pero que cuenta la vida del ateneo. ¿Cómo es eso?
Sí eso es. El libro coge como hilo conductor los locales de ensayo del ateneo, ya que fue el espacio más usado y por donde más gente pasó. Además, vimos que a medida que iba entrando gente más nueva a la asamblea, entraba también al local de ensayo y de un modo natural las dos partes vivieron una transformación evolutiva paralelamente. La gente del local con sonidos nuevos y la gente de la asamblea con nuevas ideas y actividades políticas. Pero sí, es un libro de punk. Porque la gente de los locales movieron muchísimos conciertos y eso hizo que mucha otra gente conociéramos otras bandas y otros estilos. Aquello era un festival del punk y hardcore, que tanta falta hacía en el botxo.

¿De qué evolución musical se habla?
Salvando las distancias, y por poner un ejemplo que se entenderá, diré que sería como la evolución del grupo The Clash, una banda que empezó con el punk y acabó experimentando con sonidos electrónicos y música negra, entre otros. Izar Beltz empezó como la típica historia de una banda de chavalitos (en este caso) que les gustaba el punk estatal y hacer ruido, y que tocaban versiones de RIP, TDK, Interterror, etc. Luego se conoce el d-beat y toda la gente loca a tocar eso. Después entra el hardcore y gente más mayor que nos enseña un nuevo sonido, el crust. Sonidos más chillones y lentos, como el stoner metal o el doom, empapan el ambiente junto a sonidos más punk rockeros que empezaban a asomar la cabeza. Aunque desde el principio nunca se dejaría de tocar ese punk oscuro tan característico, la cosa acabó evolucionando en sonidos rápidos con sintetizadores y teclados Casio con un toque muy moderno para la gente de Bilbao. “Aires frescos” que dirían algunas.

¿Cómo has organizado el libro?
Pues mira, el libro empieza con un prólogo que da un buen tortazo a lo que acabo de decir, porque lo escribe un tipo que estuvo muchos años allí y que odiaba el punk. Ya solo con eso te haces una idea ¿no? Pero el siguiente prólogo está escrito por Niko, de MCD, porqué nacieron allí y nos da una visión muy ilustrada de lo que fue esa calle veinte años atrás. Luego cada capítulo está inspirado en la evolución musical pero tiene una introducción donde cuenta el estado en ese momento del ateneo, por lo que se verá ese crecimiento paralelo del que hablamos. Después tiene el capítulo del desalojo, un espacio para los colectivos del barrio que vivieron junto al ateneo y otro más pequeño, llamado Las bandas malditas, donde se entrevista también a aquellas bandas que no llegaron a dar ni un solo concierto. Ahí os echareis buenas risas.

Se ve que está todo muy cuidado.
Así es, no he tenido prisa en sacarlo, quería estar totalmente a gusto y que la gente del ateneo estuvieran también a gusto. El libro tiene una estética fanzinera, que tanto me apasiona, y eso es gracias a Cristina Irisarri, que ha sabido plasmar toda la idea a la perfección. Luego he tenido a muy buena gente cerca, que me han corregido y que me gustaría destacar, porque nunca se les menciona y son las que hacen posible que sea legible, como Bir, Itxa, Iban, Iñi y la gente de Mármol. También tengo que dar gracias a los colectivos que han puesto pasta para poder publicar este libro: DDT Banaketak, Komantxe konpartsa, After post kolektiboa, Anna Campbell gune askea, Bilbo vegan edge y Ediciones sin gluten.

La imprenta elegida, Dortoka Inprimategia, es un proyecto autogestionado muy interesante que mantiene la misma filosofía que nosotras. Además, el libro trae un CD recopilatorio diseñado por Asier Aguado. Por lo tanto, como ves, es un proyecto realizado en colectividad y autogestión, como creo que tenía que ser. Y todo el dinero recaudado será para publicar más contenidos de crítica social con DDT Banaketak, la editorial y distribuidora bilbaína.

“Es imposible que nos borren lo vivido en Izar Beltz”

¿Crees que se te ha olvidado plasmar algo que las personas lectoras no podrán descubrir?
¡Claro! Muchísimas cosas, yo lo he cogido desde un punto de vista musical porque era lo que conocía, ya que estuve siete años allí ensayando y viendo la mayoría de bandas que pasaban. Quizás alguien se anime a contar la historia más política de lo que fue abrir el primer ateneo anarquista en Bilbao, sería increíble. O alguien que nos cuente todas las charlas, los conciertos, los teatros, las fiestas en la kafeta, los problemas al pinchar la luz, las maravillosas comidas del jantoki, los grupos que se formaron en el taller de serigrafía, el grupo de mujeres del barrio bailando, la vida del gimnasio, las broncas para limpiar, las risas al bailar en aquellas noches clandestinas... buf! Hay tanto que contar... Los colectivos animalistas, los festivales de cine, los cursos de literatura, la gente estudiando, la Intifada Marika, La magia del kaos, las Nesken Gauak... es un no parar. De hecho, el libro acaba con un epílogo precioso resumido por el señor Batty.

¿Y musicalmente hablando?
Joe... es una pena que solo conteste yo, pero por nombrar unos pocos recuerdos fotográficos te diría cosas un poco locas y escatológicas, como el grupo Patatas fritas por el culo, que hicieron una recreación exacta en directo del nombre de su banda, metiéndose patatas fritas por el culo, o algún cantante rapado y con barba que se destrozaba el micro en la frente ensangrentada, o ver a Manu, de los Porco Bravo, tirarse desde la liburutegi al público... y conciertos muy multitudinarios como Los Monjo, Accidente, Belako, el clásico La Urss con una pose brutal, los Sudor por el suelo, no sé... el buen ambiente que había siempre, ver a bajistas, guitarristas e incluso bateristas volar en alzada por el público... Y como mucha gente salía encantada con el ambiente. Recuerdo de manera muy especial un Emarock Gaua, el festival de grupos de mujeres, en el que el grupo Humus estaba alucinando con el trato y lo que disfrutaron ese bolo.

Todo acabó con un desalojo exprés con ciertas dudas de su legalidad, ¿no es así?
Sí, bueno, fue un desalojo cautelar, que eso quiere decir, primero te echo y luego veremos si hay delito o no, ya ni esperando al juicio. Luego vinieron los juicios y demás, aunque al final todo salió muy bien. Algunas personas ocuparon otro espacio muy txiki en Bilbi y, bueno..., se fue deteriorando. Pero en un barrio obrero como Irala, donde han nacido MCD, Las Vulpess y demás, era cuestión de tiempo que naciera Izar Beltz, así que estoy seguro que será cuestión de tiempo que veamos otra okupación en el barrio. Y si tiene ese carácter punk pues mejor, nos pasaremos como buenos puretillas a contar batallitas rancias, lo que fue en nuestra época y todas esas mierdas... je, je.

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