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Australia
La democracia multipolar amanece en Australia
Un nuevo horizonte político ya ha amanecido en Australia: una democracia multipolar. Durante décadas, el bipartidismo ha reinado en el parlamento australiano, y durante los años más recientes parecía que nunca llegaría al país el fenómeno del declive en el voto tradicional que derrotó a los partidos históricos de Europa, tan profundas eran las trincheras políticas, tan estables eran las pautas electorales.
Pero mientras la izquierda y derecha antigua hicieron batalla abierta según las antiguas leyes de guerra política —véanse: líderes presidenciales, candidatos ‘stars’, propaganda feroz, donativos de los lobbies— nuevas fuerzas, independientes de los grandes partidos, han organizado un ejército de voluntarios a su alrededor equipados con tácticas guerrilleras: diálogo local, candidatos populares, y masiva campaña puerta a puerta.
En las elecciones del 21 de mayo —para las que a día de hoy, 27 de mayo, no ha terminado el recuento— dos fuerzas alternativas han emergido de un verdadero terremoto político que ha reducido al partido gobernante, el Partido Liberal, de los 76 escaños con los que contaba a solo 56. Aunque el Partido Laboral (que domina la izquierda australiana desde la federación en 1901) se acerca a los 76 escaños que son necesarios para una mayoría absoluta, no vencerá sin un debilitante derrame de sangre: su victoria se basa en tan solo el 32.6% de los votos, su peor resultado desde la Gran Depresión.
Nuevas fuerzas, independientes de los grandes partidos, han organizado un ejército de voluntarios a su alrededor equipados con tácticas guerrilleras: diálogo local, candidatos populares, y masiva campaña puerta a puerta
A la izquierda del Partido Laboral son los verdes —ambientalistas con una larga historia de activismo contra las industrias madereras, hidroeléctricas, y mineras— quienes pueden ganar entre tres a seis escaños de la cámara baja y 12 senadores en la cámara alta. Resulta llamativo que posiblemente la mitad de sus nuevos escaños provendrán de electorados tradicionalmente conservadores. Con tal cosecha, será el mejor resultado electoral para los verdes desde su nacimiento en 1992.
Después de muchos años confinados en el senado, ahora los verdes podrán determinar el avance o la derrota de la agenda política del nuevo gobierno con sus votos. Su principal objetivo en el nuevo parlamento será la aceleración de la transición ecológica, retrasada durante más de una decada durante las llamadas “guerras climaticas” entre los partidos grandes.
En tan solo tres años, el discurso político en Australia ha cambiado dramáticamente desde la negación del cambio climático a un urgente deseo de posicionar el soleado país como ‘superpotencia renovable’. El vuelco es, sin dudas, resultado de varios cataclismos ecológicos que han servido como despertador. Primero fueron los inmensos incendios que quemaron el continente en el verano de 2020, cubriendo las ciudades de un humo asfixiante, y luego llegaron las inundaciones históricas en Nueva Gales del Sur y Queensland, que dejaron miles de familias pobres sin techo.
Pero, ¿cómo es posible que el Partido Liberal haya perdido más de 20 escaños mientras los laboristas ganan solamente un puñado de nuevos parlamentarios? Encontramos la respuesta en el movimiento ‘teal’ (verde azulado; azul es el color simbólico del Partido Liberal, mientras el verde refiere a su plataforma ecologista), que se autodenominan “los independientes”, es decir, independientes de los partidos grandes.
Históricamente los independientes ocupan, tal vez, unos tres o cuatro escaños en la cámara baja, pero una marea independiente ha inundado los electorados más conservadores y prósperos del país. Hasta 9 ‘teals’ —todas mujeres; repito, todas mujeres— llegarán al parlamento con un fuerte mandato de acción climática, igualdad de género, y anti-corrupción. Estas mujeres han vencido sobre los candidatos liberales de los rangos más altos, hasta el tesorero del país, Josh Frydenburg, que era visto como heredero del liderazgo en caso de una derrota.
Aunque no sabremos la composición final del parlamento hasta que todos los votos sean contados, lo que es claro es que la cultura política australiana ha cambiado para siempre, con mas de un 30% de la ciudadanía optando por un partido o candidato alternativo
Quien llevó el Partido Liberal al fracaso, el Primer Ministro Scott Morrisson, era, hasta hoy, celebrado como el mesías dentro de su partido por entregar a los fieles una victoria ‘milagrosa’ en 2019. Pero Scott Morrison, con su manera beligerante y su sonrisa satisfecha, no fue capaz de responder adecuadamente a las demandas de cientos de miles de mujeres que salieron a la calle en Marzo de 2021 para protestar violencia de género, y el carácter machista tanto del líder como del propio partido (las mujeres suponían tan solo el 26% de los parlamentarios liberales) les perjudicó en las urnas. Así que las mujeres independientes llevan su protesta desde las calles al corazón del poder.
Aunque no sabremos la composición final del parlamento hasta que todos los votos sean contados, lo que es claro es que la cultura política australiana ha cambiado para siempre. Con más de 30% de la ciudadanía optando por un partido o candidato alternativo, el país ahora experimenta el mismo fenómeno de muchos países europeos, el derrumbe del bipartidismo. En su lugar, amanece una democracia multipolar.
El que tendrá que negociar con los nuevos independientes y los verdes es Anthony Albanese: chico de la clase obrera, único hijo de una madre soltera, chaval de vivienda pública, australiano de segunda generación, y, hoy día, líder del partido laborista y del país. Si puede utilizar su carácter humilde, colaborativo, y compasivo para dialogar con un parlamento diverso y femenino, ‘Albo’ podrá convertirse en un exitoso primer ministro. Con la inauguración de un parlamento multipolar, sube la esperanza de muchos ciudadanos que han pasado una larga década en el exilio para ver un cambio auténtico en Australia.