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Artes escénicas
‘La caída’, una performance de Laura Corcuera para “caer juntas” sin fracasar
A Laura Corcuera (Zaragoza, 1979) le gusta vivir entre dos aguas y esto lo aplica a todo lo que toca. Artista y periodista, residente en Río de Janeiro pero siempre cercana a lo que ocurre en España, creadora desde la primera persona aunque con mirada colectiva, durante el mes de marzo ha presentado por aquí su último trabajo, la performance La caída. Una gira ibérica autogestionada que se estrenó en el atrio central del Museo de Menorca, dentro del II ToQueerLab, ha pasado por la sala cooperativa La Deskomunal en Barcelona y el Teatro de La Estación de Zaragoza, y cuya última parada será el 2 de abril en el Ateneo La Maliciosa, en Madrid. Junto al actor Cazzu Andrade y la cantante Lucía Santalices, dos de los más de 30 artistas brasileños que han participado en la gestación de La caída (A queda, en su título en portugués), Corcuera ofrece un espectáculo de hora y media de duración en el que invita a dejarnos caer. Y a hacerlo en compañía, a ser posible.
“La caída forma parte de cualquier proceso, necesitamos caer para continuar caminando. Es parte intrínseca de cualquier proceso, sea artístico o vital. No hay vida sin la muerte, no hay levante sin una caída. Es una oportunidad para tomar una conciencia determinada”, explica la artista a El Salto. Fruto de una convocatoria de investigación del Círculo de Bellas Artes de Madrid en torno al concepto de fracaso, Corcuera trabajó entre octubre de 2022 y febrero de 2023 en la Universidade Federal Fluminense (UFF) y el Museu de Arte do Rio (MAR) con la idea de intervenir artísticamente en la noción de caída. Su propósito, indagar en la posibilidad de darle la vuelta desde otra geografía, teniendo en cuenta que está muy connotada: “Me fijé en la idea de caída como un concepto mítico cofundador del pensamiento euroblanco, la caída vinculada al fracaso, a la culpa, a la redención, esa caída de Eva en la tentación, de Ícaro cuando vuela, y cómo podría ser repensada”. Así, La caída es una performance compuesta por diferentes cuerpos y materiales en movimiento, un evento poético, escénico y audiovisual en el que su creadora comparte “las preguntas, caídas y vuelos” surgidos durante esa investigación artística en Río de Janeiro en la que, junto a un grupo de artistas y estudiantes brasileños, dio forma a varios vídeos que se muestran en el espectáculo.
“Cuando cuestionas la idea de fracaso y la desvinculas de la de la caída, te das cuenta de que necesitamos caer juntas y que en esa caída colectiva hay un éxito que no tiene nada que ver con el éxito del neoliberalismo, ni de la excelencia ni la innovación ni todo este campo semiótico que nos han inoculado”, dice Corcuera
Corcuera entiende, y así lo sugiere en la obra, que Occidente creó en el imaginario global una idea hegemónica de la caída que provoca angustia y miedo, y que se “perpetúa diariamente a través de la macroproducción de imágenes en sofisticadas tecnologías digitales”. Pero esta concepción, considera la artista, es un lugar “violento y falso”, y está ligada a “las figuras opresoras del fracaso y del éxito, y a la culpa”. Su performance es una invitación a cuestionar ese planteamiento impuesto, como argumenta con rotundidad: “Hemos sido educadas en una idea de fracaso y de éxito determinada, con un mandato que viene detrás de que no puedes caer porque no puedes fracasar. En el turbocapitalismo en el que vivimos tenemos que tener un éxito determinado, tenemos que producir, tenemos que tirar para adelante, tenemos que sonreír todo el rato, poner fotos bonitas en las redes sociales y llegar a ese estándar de éxito. Pero cuando cuestionas la propia idea de fracaso y la desvinculas de la de la caída, te das cuenta de que necesitamos caer juntas y que en esa caída colectiva hay un éxito que no tiene nada que ver con el éxito del neoliberalismo, ni de la excelencia ni la innovación ni todo este campo semiótico que nos han inoculado en el actual capitalismo financiero globalizado”.
El Salto Radio
El Salto Radio Manifiesto de La Caída
La caída se estrenó en agosto de 2023 en la Sala de la Escalera y el Auditorio de la Asociación Brasileña de Prensa (ABI), un edificio modernista del centro de Río de Janeiro. Un mes después se pudo ver en La Perereka, un taller de coworking transfeminista impulsado por la artista en la misma ciudad. Los espacios en los que se ha presentado han influido en la acción, que Corcuera define como un trabajo híbrido, difícil de categorizar. Pese a ello, le pedimos que lo haga con palabras. “Me reconcilio con los lenguajes escénicos que siempre me han acompañado y que esta vez están en el centro, articulando y haciendo de nexo con otros procedimientos y metodologías de las artes de acción. Hay mucho teatro físico, hay danza, nunca me había considerado bailarina pero lo soy como lo somos todas. Hay mucha experimentación audiovisual”, comenta. La performance también tiene una banda sonora en la que se escuchan composiciones de diferentes momentos y latitudes, firmadas por Luis Felipe Remedios, Chiquinha Gonzaga, Lady Acid, Otto Forte o José Antonio Labordeta.
En su trayectoria artística, Corcuera ha realizado numerosas performances —como Excreta, acción físico-sensorial sobre el concepto de la mierda que hizo en 2014 junto a Mónica Cofiño—, instalaciones en movimiento, publicaciones y acciones colectivas ubicadas entre lo escénico y la denuncia. Hace algo más de diez años cofundó La Selecta, un espacio dedicado a la experimentación teatral que, durante su existencia, hizo mucho ruido en Braojos, en la sierra norte de Madrid. También, desde su lado periodístico, participó activamente en la fundación, primeros pasos y crecimiento de Diagonal, el proyecto de comunicación del que en 2017 surgió El Salto, donde ha colaborado en El Salto Radio. Todos estos intereses y preocupaciones se manifiestan en La caída, un trabajo que se completa en el momento del cara a cara con el público. Su interacción, asegura Corcuera, ha modificado el proyecto: “Todas las devoluciones han ido afectando a la acción y a mí misma. Los materiales han ido cayendo, levantándose, mezclándose, contagiándose. Esto es lo más mágico de las prácticas de las artes de acción: cada vez en cada lugar va a ser de una forma. La conformación del sentido de lo que hacemos se acaba de materializar en ese aquí y ahora presente, junto con todas las personas que participan en la performance”.
Preguntada precisamente qué pretende provocar en quien asiste a una presentación de La caída, reconoce que lo que busca es “tratar de transmitir parte de la conmoción que hemos vivido, vivimos y viviremos en los procesos de caída, de reconocernos, de vernos en la otra. Es algo que he aprendido con los feminismos y las prácticas decoloniales”.