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Arte contemporáneo
Lara Ge: “A través de la práctica creativa nutrimos el espacio comunitario”
Su propuesta artística es principalmente comunitaria y desarrolla temas sobre feminismo, alternativas de vida al capitalismo y también sobre movimientos migratorios, con una fuerte posición transfronteriza preocupada por cómo generar puentes para crear encuentros pacíficos e interculturales. El nombre de ideadestronyingmuros está inspirado en el trabajo de Luigi Nono, músico y compositor veneciano, quien compuso en 1970 “Voci destroying muros” a partir de voces obreras en las fábricas.
Ideadestroyingmuros presentará en la Fundación La Posta, ubicada en la calle Pintor Fillol 2, en el barrio del Carmen de València del 11 de abril al 11 de mayo la exposición “Ha-mígdala. Confluencias de Diagramas místicos”. El colectivo nació en 2005 en Venecia cuando un grupo de estudiantes de Bellas Artes y artes visuales comenzaron a trabajar. Actualmente se encuentra activo en diferentes territorios, especialmente entre las ciudades de Valencia, Verona y Palermo (Italia) y Thiafoura (Senegal). Su práctica gira principalmente alrededor del arte comunitario. “Todo lo que hacemos tiene un componente comunitario, sobre todo en la realización” señala Lara Ge integrante del grupo, quien atendió a El Salto vía telefónica.
¿Cuáles son los objetivos de ideadestroyingmuros?
A partir de la práctica creativa, nosotras mismas buscamos transformar nuestros sentires, posiciones políticas e inquietudes y permitir que a partir de la práctica artística, se den encuentros en los que las personas se puedan conectar. Lo hacemos a menudo, mientras las manos están ocupadas, la palabra aflora de otra forma y crea un espacio de diálogo, de entendimiento, diferente a una mera conversación. A través de la práctica creativa nutrimos el espacio comunitario. Mientras esto pasa, se va creando algo nuevo, es muy enriquecedor para todo el mundo. Hay una sensación de que algo está cambiando, dentro de una misma, en los materiales y el entorno. Hay una toma de conciencia compartida que aporta mucha luz a la vida. El arte ilumina, pone luz en donde antes algo estaba menos presente, invisibilizado.
La primera vez que supe de ustedes fue por su relación con la comunidad senegalesa. ¿Puedes contarnos un poco al respecto?
Hace 8 años, algo más, que compartimos nuestro cotidiano con la comunidad senegalesa, en específico con la comunidad Baye Fall, que es un camino sufí del Islam, que ha crecido en Senegal a través de una persona, Serigne Ahmadou Bamba, que fue guía mística y que realizó durante la colonización francesa resistencia pacífica creando un espacio de libertad en la espiritualidad.
Estamos casadas con diferentes personas Baye Fall y de estas uniones han nacido dos bebés. Hay también más bebés alrededor de otras relaciones mixtas, de compañeras que acompañan la vida pero que no son del colectivo. La relación es muy interesante, se ha desenvuelto de una forma sorprendente e inesperada. Nosotras veníamos del transfeminismo y del anti capitalismo y no pensamos que podría funcionar una alianza con ellos. Al compartir la cotidianidad nos dimos cuenta que teníamos muchos valores en común. Mucho para aprender uno del otro.
Hay una relación muy comprometida. Nos empeñamos siempre en formar un espacio tercero, que no funde una cultura en la otra. Nuestro objetivo es que el amor permita que se cree otro espacio. El amor y los cuidados son una responsabilidad política. Intentar que la relación sea muy responsable de no repetir modelos de explotación. Y esto es un camino muy complejo, un compromiso de todos los días e interesante también el apoyo que brinda la comunidad de cada uno en cada momento. Hay un apoyo profundo a la resistencia del contexto exterior.
Desde una perspectiva política, es interesante estar muy cerca de un país, Senegal, que está avanzando hacia una autodeterminación posible y necesaria. Se han celebrado nuevas elecciones y ha ganado un partido que promueve la independencia respecto de Europa y que la potencia neo colonial no siga explotando. Para nosotras este proceso se vuelca en nuestra cotidianidad y es una apuesta hacia renovarnos, hacia avanzar sin repetir esquemas capitalistas. ¿Cómo hacer algo nuevo sin repetir opresiones anteriores? Es muy estimulante a la hora de compartir la vida.
Italianas casadas con Baye Fall, esto se dio en el tiempo, pero a posteriori para nosotras como italianas fue importante reequilibrar nuestra propia historia respecto al fascismo. Ya que hubieron leyes raciales que no permitían matrimonios entre personas con diferente raza. No se podían mezclar las personas. Cuando nos casamos con los chicos buscábamos reequilibrar esta situación.
¿Cómo es que eligieron La Surera de Almedíjar como residencia para generar su último trabajo?
Participamos en una convocatoria del Consorsi de Museus para una residencia artística en Almedíjar en el Espacio de Encuentros Rurales La Surera. Fuimos seleccionadas como colectivo de València y también otras dos artistas, Gabriela Rivera y Nacho Álvarez. Fue una buena oportunidad para realizar arte en un entorno natural como interlocutor más allá de las ciudades. La residencia la realizamos en febrero, marzo y abril, cuando la naturaleza se despierta después del invierno.
Almedíjar significa lugar de encuentro, porque en este territorio se dio el encuentro de culturas judía, cristiana y musulmana. Nosotras queríamos generar una iconografía que tuviera que ver con el encuentro diario que tenemos con la comunidad musulmana Baye Fall. Y también el encuentro más entre el Ramadán y la Semana Santa que coincidieron y confluyeron.
Y finalmente ¿qué surgió de la residencia?
En Almedíjar realizamos un proyecto que se llama Ha-mígdala, Confluencias de Diagramas místicos , a partir del árbol de los almendros, un cultivo muy presente en Almedíjar. Elegimos este árbol por su significado simbólico y místico, porque la forma de las almendras se ha utilizado en diferentes caminos espirituales. Por ejemplo, alabando la mística en la religión cristiana, pero también la forma mandálica, es decir, la forma geométrica que recuerda la forma de las almendras en la religión islámica, son símbolos de la puerta de la vida, la llegada al mundo y la conexión entre el mundo terrenal y el espiritual. A través de este árbol y de este contexto natural creamos una serie de representaciones, a través de la gráfica de lino grabado.
Durante la residencia utilizamos la escritura para redactar pequeños textos de diario donde apuntamos sensaciones, intuiciones, imágenes o experiencias que fuimos viviendo durante la residencia. Trasformamos estas sensaciones en unos vídeos y lo que unió todo el proceso fue la metodología, la forma de trabajar durante la residencia, que fue más bien una metodología donde el tiempo fue fundamental, en su forma más contemplativa. El primer mes fue sólo para producir imaginarios a partir de lo que sentíamos y los siguientes dos meses fuimos investigando a nivel socio y geopolítico. Almedíjar nos permitió reflexionar y buscar formas para hablar del encuentro.