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Milagros Rivas es cofundadora de la asociación Taetro, de Chiclana (Cádiz) y su primera presidenta. Nació en Barbate, aunque pronto se mudaría a la cercana Conil, donde residió buena parte de su infancia. Tras terminar magisterio, la destinaron a Chiclana, donde lleva 42 años. Actualmente jubilada, dejó la asociación hace un año y medio y admite que siempre echará de menos escucharse andar por encima de las tablas. Llega preguntando si yo soy la chica que la está esperando y por qué le hablo de usted. Se quita sus gafas de sol y se disculpa por la tardanza: “No había manera de encontrar un dichoso aparcamiento”. Nos sentamos junto a la ventana, porque “ya que nos vamos a exponer, que nos vean bien”.
¿Qué lleva a una maestra a montar Taetro?
Primero, para que algo funcione, te tiene que gustar. Desde que era un mico adoraba todo lo que fuera cantar o actuar… De hecho, con tres años salí por primera vez sobre un escenario haciendo de Moisés. Mi padre, que estudió en Madrid, había ido a zarzuelas, que en esa época eran una auténtica locura; había vivido todo el ambiente del cine, del teatro, de las revistas y, claro, al mudarse a Conil notó un gran cambio. Aun así, iban mucho a Cádiz a ver películas y obras de teatro, por eso esas cosas las he vivido siempre. Yo le decía a mi padre: “Los que trabajan ahí en el escenario, ¿ganan dinero?”. Y él me decía: “Claro”. Entonces le respondía: “Pues vaya, encima de lo bien que se lo pasan, cobran”. Todo eso cuando era muy pequeña. Ya te digo que siempre lo he tenido muy adentro.
Y tras todo esto, un día me encontré con Antonio Estrada, un dramaturgo magnífico, que quería montar La casa de Bernarda Alba. Me dijo que el Ayuntamiento había abierto el Aula de Teatro y solo habían ido tres mujeres, por lo que pensó en Bernarda Alba, pero, claro, le faltaba la protagonista. Me dijo que me la leyese y que fuera un día a ver qué pasaba. Cuando hicimos una primera lectura de mesa me comentó que yo tenía que ser Bernarda sí o sí, y así empecé. Eso fue en 1986. Al poco tiempo de estrenarse esta obra, Antonio se fue a Sevilla, y otro compañero, Rafael Guerrero, ‘Fali’, cogió el Aula de Teatro y empezamos a hacer teatro con él. Se nos ocurrió montar una asociación de teatro y llamarla Taetro. Fuimos muchos los socios fundadores: Fali, Paca Moreno, Esperanza Macías, Rosa Aragón… Éramos un grupo de amigos enamorados del teatro que teníamos un solo objetivo: darlo a conocer y promocionarlo. Creamos Taetro con ese objetivo, no queríamos llegar a ser grandes actores y actrices, lo hacíamos porque nos gustaba, pero lo que realmente queríamos es que en Chiclana hubiese un teatro, se trajeran obras, que la gente lo demandara y que se crearan espectadores de teatro que aquí no existían.
¿Hay un antes y un después de Taetro en Chiclana?
La verdad es que sí, aunque el primer paso lo dimos, como contaba, con Bernarda Alba, porque cuando salimos en el teatro viejo ante toda la gente del pueblo fue un verdadero pelotazo. Trajeron monitores de fuera para que nos dieran clases de teatro, una de ellas fue Ana Fernández, la actriz de Solas. Otro de los monitores, cuando nos vio por primera vez hacer La casa de Bernarda Alba, se quedó asombrado, dijo que la actuación fue una catarsis, que era la primera vez que escuchaba a Lorca en andaluz. [Comienza a recitar una parte de la obra en la que dice: “Malas puñalás te peguen, mosca muerta, rompedora de vidrio”. Me explica cómo la interpretaba firmemente andando de un lado a otro del escenario. Tras recitar se emociona mucho]. Han sido unas vivencias preciosas las que me llevo del teatro. A partir de ahí nació Taetro y esta asociación ha sido la culpable de que haya tanto movimiento cultural en Chiclana. Ahora hay varios grupos de teatro, pero cuando empezamos estábamos solos. Se armó una revolución teatral a partir del año 86, que se reconoció cuando montamos El Enfermo Imaginario; con esa obra llegamos a ganar el primer premio de Teatro Joven de la Universidad de Granada.
¿Os consideráis activistas culturales?
Sí, sí, por supuesto. Con la nave del teatro se vio claramente, toda la Bahía de Cádiz venía a verla. Se llamaba así porque realmente hacíamos las obras en una nave industrial. Hacíamos diez días de teatro. Traíamos compañías de toda Andalucía e incluso de fuera. Muchos venían porque nos conocían y otros porque sabían que realmente era una cosa reivindicativa. Era una lucha que teníamos unos cuantos locos que queríamos que en el pueblo hubiese un teatro. La mayoría de las cosas las hacíamos nosotros —buscar la publicidad, los diseñadores—, pero llegamos a tener tanta repercusión que la Junta de Andalucía acabó colaborando con el equipo técnico, las luces y el sonido, esas cosas, nos la prestaba el Centro Andaluz de Teatro, y las 300 sillas de los espectadores las ponía el Ayuntamiento.
¿Qué pasó con los teatros en Chiclana?
Pues que hubo uno, el García Gutiérrez, que desapareció con la riada, y luego otro bastante antiguo, donde estrenamos nuestras primeras obras, pero que el Ayuntamiento compró y lo derribó porque querían hacer una casa de la cultura. Entonces, nosotros en medio de los escombros celebrábamos cada año el Día Mundial del Teatro. Quedábamos allí para comer, leer un manifiesto y, por supuesto, reivindicar que hubiese un teatro. Aún seguimos celebrando ese día. Cuando se estaba construyendo el espacio nuevo, en realidad, querían hacer una especie de salón de actos para celebraciones políticas del Ayuntamiento. Pero nosotros nos organizamos y Fali se subió al escenario pidiendo que se reformara de tal forma que se convirtiese en un teatro; se tuvieron que quitar algunas sillas por falta de espacio e incluso cambiar el suelo del escenario porque era de parqué y reflejaba mucho la luz. Fuimos la primera compañía que se subió allí. Cuando se estrenó el teatro, la nave desapareció, no tenía sentido seguir manteniendo eso cuando había un teatro con equipamiento; y comenzamos a buscar nuevas ideas.
¿Fue entonces cuando se os ocurrió la idea de crear el Certamen de Teatro Mínimo?
Fali siempre había tenido ganas de hacer un certamen. Como nuestra idea siempre ha sido promover el teatro, hacíamos actividades para difundirlo, como la nave del teatro o algún que otro taller. Cuando él murió, propuse crear el Certamen de Teatro Rafael Guerrero, pero no sabíamos qué modalidad darle y gracias a Javier García Teba decidimos hacerlo mínimo, no teníamos dinero para premiar a nadie. [Se ríe.] Con este año llevamos ya 18 ediciones. Todo empezó de una forma modesta y tuvo bastante éxito. Cuando llegó internet comenzamos a difundir también por ese medio, pero, además, cuando premiamos a algunos autores iberoamericanos, ellos mismos se encargaron de promocionar el certamen y eso hizo que nos encontrásemos con 100-150 obras para estrenar. Esto tenía fundamentalmente dos cosas positivas. En primer lugar, se promocionan autores noveles, aunque participan de todo tipo, y, por otra parte, le da a Taetro la oportunidad de hacer teatro todos los años. Hay autores consagrados que empezaron escribiendo para el Certamen, como Tomás Afán, Juan Antonio Salvaterra, García Orellana, Javier Berger y algunos que ya lo eran, como César López Llera, premiadísimo.
¿Qué hacer para que la gente vaya al teatro?
Pues nosotros tuvimos una idea que aún conservamos y es empezar con los niños, dando teatro en los colegios y en secundaria, donde se hace ahora mismo teatro grecolatino con el apoyo de los departamentos de latín, griego, lengua. Hay que empezar por abajo. Esos niños que ahora van al teatro, quizás no lleguen a ser actores o actrices, pero van a ser aficionados al teatro. Es importante mostrar algo para que pueda gustar, hay un desconocimiento enorme del teatro. Antes, por ejemplo, programas como Estudio 1 creaban mucha afición.
¿Algún consejo para quienes se quieran dedicar a este mundo?
Que empiecen a andar. A mí se me ha quedado una asignatura pendiente en mi vida, yo todos los días lo pienso, sé que hubiera sido actriz si hubiese vivido en otros tiempos y en otro lugar. También es importante el respeto al público. Tú puedes asumir que eres una actriz aficionada, pero no puedes faltarle al respeto a quien está viéndote. Hay que tener en cuenta a la gente que tienes allí presente como espectadora y a la que está representando contigo; si no te tomas eso en serio, es mentira, a ti no te gusta el teatro en mayúsculas. Para ayudar con esto, es fácil: educación, educación y educación. No solo para el teatro, sino para todo.
¿Cómo ves todo lo trabajado?
Yo he tenido muchas satisfacciones, he pisado escenarios, que era lo que yo quería, y tengo muy buen recuerdo de todo lo que he hecho. Son 26 años sin parar, son recuerdos preciosos, fuertes, profundos y estoy muy agradecida por haberlos vivido. Sobre todo, es eso, pisar tablas. [Y pisa con sus pies el parqué de la cafetería.] Eso sí lo echo mucho de menos, no podría retomarlo por un problema físico. Pero nunca me he sentido cansada del teatro, ni lo haré.
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Gran fan de milagro... olé tú la más grande para mí. agradecerte todo lo qué pude compartir con Tigo...!an sido muchos momentos! y el gusto de decir qué fui dirigida por una gran persona ,no solo por la directora y una actriz grande para mí..te quiero milagro qué lo sepas .nunca ice teatro tan agusto como lo ice en taetro.. gracias , gracias, gracias
Valiente, luchadora, Milagros ha hecho una labor enorme que Chiclana debería agradecerle