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Sistémico Madrid
Nicolás Osuna, el hombre que nunca estuvo allí
Terrateniente, promotor y hotelero. Como tantos constructores, Nicolás Osuna fue presentado en sociedad como discreto y hecho a sí mismo. Los bancos le prestaron todo para engordar la burbuja, pero nadie puede echarle el guante. Ni Villarejo ni Hacienda.
¿Puede ser el nº 177 el edificio más feo de todo el Paseo de la Castellana? Y mira que hay competencia. En frente, sin ir más lejos, está Castellana 200, un icono acristalado del auge y caída del ladrillo, y pasto de los especuladores. Será cuestión de gustos, aunque en el mío puede que haya influido mi tortuoso viaje río arriba por este gran canal madrileño de los negocios, entre camiones, grúas, baches y vallas de obra a mi paso por el Bernabéu.
Venía yo buscando el domicilio social de Agrícolas del Genil SL, de Agrícolas Noga SL y de decenas de sociedades del constructor granadino Nicolás Osuna, de quien se escribe sin mucho pudor que es el hombre más rico de Andalucía. Quería dar respuesta física a una pregunta muy sencilla, ¿por qué la sede de sus empresas relacionadas con lo rústico, lo forestal, lo agrícola y lo cinegético están instaladas en el corazón financiero de Madrid?
La duda persiste, porque al llegar me encuentro una oficina que parece una agencia inmobiliaria pero que dedica la mitad de su escaparate a una cadena de hoteles urbanos (Hoteles Center, de su propiedad). Como buen constructor, Nicolás Osuna ha tejido uno de los entramados societarios más extraños del tapiz empresarial. Alguien debería estudiar algún día el baile de NIF de sus empresas. El de su principal sociedad, Inmobiliaria Osuna SL, por ejemplo. En 2014, Inmobiliaria Osuna SLU (NIF B28201598), creada en 1962, era la empresa que aglutinaba su patrimonio. Tenía su sede en la Carretera de la Acera del Casino, 9, Granada; cifraba sus activos en 1.026 millones de euros y cerró el año con unas pérdidas de 83,8 millones. Aquella empresa se liquidó en 2015.
Hoy, otra con el mismo logotipo y el mismo nombre, pero con otro NIF —Inmobiliaria Osuna SL (B28241495)—, creada en 1970, orquesta sus suelos, sus promociones en la Costa del Sol, en Granada, en Almería, Badajoz… Su sede no está en Granada, sino aquí delante. Me pregunto, por poner un ejemplo, a cuál de los dos NIF se refiere la memoria anual de la Sareb correspondiente al ejercicio 2016, el año que ejecutó la dación en pago de varios suelos y viviendas terminadas valoradas en 27,07 millones de la Inmobiliaria Osuna. A Nicolás Osuna le bailan los NIF de las inmobiliarias, de los hoteles y de las agropecuarias sin llamar la atención. Apenas hay fotos suyas, apenas se escribe nada de él.
A su caché como “el hombre más rico de Andalucía” siempre le acompañaron los manidos apellidos de enigmático, discreto, sigiloso… Como tantos constructores. Enigmas hay, desde luego. Aún hoy está por desentrañar cómo pudo salvar los muebles tras la burbuja inmobiliaria sin desaparecer, sin quebrar, sin ir a la cárcel, sin morir...
En 2006, Osuna estaba considerado uno de los grandes terratenientes de Andalucía, tenía y sigue teniendo miles de hectáreas de fincas de caza y de producción de aceite de oliva. Como tantos constructores aquellos días, venía de una familia humilde y había erigido su fortuna de la nada. Pero, sobre todo, era el promotor y dueño de suelos más activos de Granada y sus alrededores, una ciudad que aumentó sin fin su mancha urbana durante la burbuja.
Como tantos constructores, lo tenía todo para dar el salto a Madrid. Se lo jugó todo en la Bolsa y en 2007 le llovió el dinero para propiciar su asalto al Banco Popular, donde fue consejero y dueño del 3,7%. A Iberdrola, que también le acomodó en su mesa de control, tras declarar un 1,2% de la eléctrica. Al BBVA, donde llegó a tener un 3,9%, según publicó El Confidencial mucho después. Y al Sovereign Bank, filial del Santander en EE UU, de la que compró el 2% en 2008. Siempre de prestado, como tantos constructores. En 2019 se supo que el BBVA había contratado al excomisario Villarejo en 2014 para saber si podría recuperar alguno de los 600 millones que el banco vasco y el Santander le habían dejado para acometer todas sus aventuras. Obviamente no recuperaron nada.
Osuna conserva su inmobiliaria y sus fincas en Iznalloz y en Andújar, cuyo coto de 3.933 hectáreas llega hasta la puerta de la ermita de la patrona de los cazadores. También retiene, victorioso, su lujosa cadena, los Hoteles Center (nueve hoteles de lujo), dueña de la Casa Fuster de Barcelona, un edificio modernista construido en 1910 por el arquitecto Lluís Domènech. El hotel se convirtió en el símbolo de su pomposa ostentación y en la dedicatoria que brindó a sus enrabietados prestamistas. Le odiaron.
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Un hombre hecho a si mismo que ha traído prosperidad para su ciudad y para Andalucía!
Esta autora tan solo trata de dejar mal a los grandes empresarios de este país. Trabajo, crecimiento y bien estar es lo que han aportado todos ellos a este nuestro país. Viva España y la libertad!
Cacique él y los que sirven para él, que son aún peores. Una vergüenza para Andalucía
Según el criterio de quienes les hemos sufrido sabemos de la mezquindad humana y del terror que sus sicarios acomplejados y sin ningún talento imponen al personal. El exponente máximo es el siervo que dirige sus hoteles y que, por cierto, pone verde a la Familia Osuna a sus espaldas de forma cobarde. Menudo elemento aunque el capataz es como el amo quiere que sea. Cuando la vida le devuelva toda la maldad que ha sembrado y explote va a poner todo perdido de mierda.
Entre pillos anda el juego: ni el Banco Santander ni el BBVA han podido recuperar los 600 millones de euros que prestaron a este terrateniente, constructor y promotor, hotelero y dueño de empresas del IBEX.
¿Para qué quiere este capitalista tantas hectáreas de tierras improductivas habiendo jornaleros dispuestos a cultivarlas? ¿Cuánto cobra por la PAC siendo un agricultor de sillón? Y como este terrateniente, Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura están llenas. Ahí puede estar uno de los orígenes de la pobreza en estas Comunidades Autónomas.