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Se pueden encontrar plantas de matico en buena parte de la geografía peruana pero son aprovechadas por menos del 5% de la población. Gabriela Delgado

Sanidad
Comando Matico: una alternativa sanitaria para la Amazonía

Ante la inacción del Estado peruano, el colectivo de activistas fundado por personas del pueblo shipibo-konibo ayudó a más de 1.300 pacientes a combatir los efectos del covid-19 durante las etapas más duras de la pandemia.
9 abr 2022 06:00

Perú se mantiene como el país con la tasa de mortalidad más alta del mundo por coronavirus con más de 3,5 millones de personas contagiadas y 200.000 fallecidas registradas hasta la fecha. La mayoría de los decesos se registraron en las grandes ciudades, principalmente en la capital del país, debido a la masificación demográfica de las mismas. Sin embargo, las organizaciones indígenas y otras entidades vinculadas a la defensa de las comunidades nativas de la Amazonía alertaron de la fragilidad de las infraestructuras de salud de la región y presagiaron una catástrofe humanitaria ante la inacción del Estado y la falta de recursos de las poblaciones rurales para acceder a la atención médica.

Los presidentes de las nueve federaciones indígenas amazónicas afiliadas a la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) optaron por cerrar las fronteras de las comunidades para evitar el contagio. Mas, a medida que pasaban las semanas, las necesidades de las familias suscitaron el traslado de muchas personas a espacios urbanos donde acceder a ciertos productos y a los bonos repartidos por el Banco de la Nación y regresaron a sus comunidades con el coronavirus.

El matico o piper aduncum, un arbusto perenne que puede alcanzar los cinco metros de altura, crece de manera silvestre en varias regiones de Perú y es utilizado por las poblaciones nativas como antiinflamatorio, expectorante y remedio para la tos en el tratamiento de enfermedades del sistema respiratorio

En el departamento amazónico de Ucayali, con una población de medio millón de personas, se tiene constancia de casi 40.000 personas contagiadas y más de 3.000 decesos. Dichas cifras podrían estar por debajo de las reales dadas las dificultades de las autoridades regionales para registrar con precisión estas variables y la renuencia de muchas personas indígenas de acudir a los servicios sanitarios en caso de enfermedad. Ante un escenario de crisis sanitaria tan desalentador, un grupo de activistas del pueblo shipibo-konibo, la etnia más numerosa de la región, residentes en la ciudad capitalina de Pucallpa, se organizaron para atender de manera gratuita a pacientes de covid-19 mediante el uso de las plantas medicinales que habían heredado de sus antepasados.

Estas prácticas ancestrales, que suelen ser despreciadas por la medicina occidental, fueron combinadas con medicamentos convencionales para aplacar los síntomas de más de 1.300 personas, según los cálculos del colectivo. “Nos constituimos como Comando Matico porque la situación era de grave urgencia y queríamos ayudar a las poblaciones indígenas de las comunidades”, rememora Jorge Soria, presidente de la asociación. 

Algunas de las personas integrantes del Comando Matico ya habían estado tratando a varios pacientes durante el mes de abril al percibir que muchos síntomas provocados por el coronavirus podían ser mitigados con plantas como el matico y la mucura. Una de las primeras acciones que asumieron de manera coordinada fue el envío de sacos de hojas de matico a Cantagallo, la comunidad shipiba en el corazón de Lima que estaba viendo como algunos de sus exponentes más queridos, como el artista Filder Agustín Peña, fallecían sin apenas recibir atención médica.

Mery Elida Fasabi, docente rural y una de las principales integrantes del Comando Matico, empezó a tratar la enfermedad con su hija y estuvo durante el mes de abril atendiendo a decenas de personas de su entorno. La curandera asegura que plantas como el matico, el kión, el ajo sacha, la mucura o el eucalipto eran de gran ayuda a la hora de combatir los efectos del coronavirus. Por eso, cuando se enteró de la fundación de una asociación dedicada a enfrentar la pandemia con los conocimientos ancestrales de su comunidad, no dudó en unirse a la iniciativa: “Mi hijo me decía que debía utilizar mis conocimientos para salvar vidas y el Comando Matico fue mi oportunidad de implicarme”.

Algunas de las personas integrantes del Comando Matico ya habían estado tratando a varios pacientes durante el mes de abril al percibir que muchos síntomas provocados por el coronavirus podían ser mitigados con plantas como el matico y la mucura

Tras superar las etapas más difíciles de la pandemia, la asociación ha decantado su actividad hacia el tratamiento de otras enfermedades como la gripe y la disposición para su puesta en marcha de Plantas que sanan, un proyecto destinado a la difusión mediante la exposición holográmica de las especies que componen el botiquín del colectivo y a la venta de recetas medicinales cuyos ingredientes son cultivados en un terreno cedido por la comunidad indígena de 2 de Mayo. La nueva propuesta se sustenta sobre la reputación generada entre amplios sectores de la población local, la cual percibe que puede acudir al Comando Matico en caso de enfermedad y ante las barreras sociales y culturales que les impiden acceder a servicios básicos como la salud o la educación. Jorge Soria, cuyo nombre en shipibo es Penebeso, se enorgullece de los éxitos cosechados y considera que “todo el mundo sabe que el Comando Matico ha sido quien realmente ha trabajado para enfrentar el covid-19, por eso confían en nosotros”.

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Todos los pacientes esperaban a que los síntomas remitiesen en camas individuales con mosquiteras. Gabriela Delgado

El pueblo ayuda al pueblo

El proyecto del Comando Matico se inició el 15 de mayo de 2020, cuando Jorge Soria, Alexander Shimpukat y Néstor Paiva se asociaron tras comprobar el potencial terapéutico de la hoja de matico en el alivio de la sintomatología inducida por el coronavirus. Con el paso de los días, nuevas personas se fueron sumando al proyecto hasta componer un grupo de 13 activistas con diferentes competencias como la creación audiovisual, la supervisión clínica, el chamanismo o la logística. “Los síntomas eran de fiebre que no bajaba e insuficiencia respiratoria, así que pensamos que esta planta podría servir como tratamiento de estos síntomas y contribuir a salvar vidas”, explica el presidente de la entidad. El matico o piper aduncum, un arbusto perenne que puede alcanzar los cinco metros de altura, crece de manera silvestre en varias regiones de Perú y es utilizado por las poblaciones nativas como antiinflamatorio, expectorante y antitusígeno en el tratamiento de enfermedades del sistema respiratorio, entre otras aplicaciones como astringente en la detención de hemorragias o como lenitivo en caso de padecer dolencias gástricas. 

Pero la propuesta del Comando Matico no se limita al uso terapéutico de vegetales, sino que implica toda una cosmovisión social y sanitaria. Desde la perspectiva del pueblo shipibo-konibo, una buena salud está relacionada “con factores como el ambiente, el equilibrio con su espíritu y con su familia y entorno social, el acceso a recursos alimenticios culturalmente valorados o los comportamientos individuales y sociales”, tal y como se indica en la investigación realizada por Kené – Instituto de Estudios Forestales y Ambientales sobre el fenómeno de la autogestión sanitaria en la región de Ucayali. Por otro lado, los integrantes del Comando Matico aspiran a fortalecer las bases comunitarias indígenas mediante la puesta en valor de los conocimientos y herramientas ancestrales que componen el universo cultural de los shipibo y la defensa de los tres principios fundamentales que rigen su convivencia y organización comunal: la reciprocidad, la solidaridad y la complementariedad.

En un primer momento, la asociación se dedicó a tratar, sobre todo, a pacientes shipibo y a realizar atenciones a domicilio. Una de las principales falencias del sistema sanitario peruano tiene que ver con la pertinencia cultural en la interacción con las personas dolientes, por lo que la posibilidad de ser atendido en su propia lengua y conforme a su cosmovisión suscitó que muchos indígenas que temían acudir a los hospitales públicos, saturados por la avalancha de contagios, confiaran su curación al Comando Matico.

A su vez, el colectivo impartía talleres en las comunidades indígenas y elaboraron contenido audiovisual para redes sociales con el objetivo de difundir sus recetas medicinales. Saipena, nombre shipibo de Mery Elida, recuerda aquellos momentos con orgullo: “No sólo íbamos a las comunidades que necesitaban nuestra ayuda y dábamos charlas para enseñar a usar las plantas medicinales, también aprendíamos del conocimiento de estas comunidades e incorporábamos sus recetas”.

Poco a poco, personas de todo tipo acudieron al local para aliviar los efectos del coronavirus y lo que empezó siendo un proyecto destinado a la población indígena se convirtió en una iniciativa para toda la población. Dicha evolución acabó por hacer honor al lema del Comando Matico, ‘el pueblo ayuda al pueblo’

Tras diez días de actividad, la parroquia de Yarinacocha, distrito de la capital ucayalina, reconoció el 25 de mayo las conquistas del colectivo con la cesión de un espacio para la disposición del Centro Comunitario de Atención Rápida del Comando Matico Covid-19. “Sólo cabían 11 personas, pero se formaban filazas para recibir tratamiento y se ponían en los pasillos y en la maloquita, no podíamos decirles que estaba lleno, les teníamos que atender”, describe Fasabi de manera efusiva. Poco a poco, personas de todo tipo acudieron al local para aliviar los efectos del coronavirus y lo que empezó siendo un proyecto destinado a la población indígena se convirtió en una iniciativa para toda la población. Dicha evolución acabó por hacer honor al lema del Comando Matico, ‘el pueblo ayuda al pueblo’.

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Las vaporizaciones se aplican sobre pacientes cubiertos con mantas y son muy efectivas en la atención de problemas respiratorias. Gabriela Delgado

Una cura para el cuerpo y el alma

Nada más recibir a los pacientes, el colectivo ejecutaba un diagnóstico de la tipología y gravedad de los síntomas a través de la intervención del grupo de especialistas, formado principalmente por Mery Elida, Mary Arujo, Rafael García, Richard Soria y su hermano al mando de la asociación, Jorge. Fasabi detalla que, normalmente, “lo primerito era iniciar el tratamiento con plantas y, si tras dos días no surtían efecto, aplicábamos una mezcla con medicinas convencionales”. Los preparados son elaborados con una combinación de plantas andinas, como la cebolla, el kión, el eucalipto o el ajo; y amazónicas, como el matico, la hierba luisa, el ajo sacha o la mucura. A partir de dichos ingredientes, se aplicaban baños de vapor, infusiones y jarabes para la tos para abordar las diversas dolencias causadas por el coronavirus. 

Todas las recetas, a su vez, eran complementadas con ejercicios de relajación y enérgicos masajes corporales que los hermanos Soria brindaban con gran esmero, así como con la celebración de cantos de sanación y ceremonias de ayahuasca mediante las que Rafael García, el médico ancestral de la asociación, intentaba reconocer el estado espiritual del paciente. Manuela Fernández Maynas es la artesana más longeva de la comunidad shipibo de San Francisco y acudió al Comando Matico cuando contrajo la enfermedad del covid-19 en abril de 2020: “No sé exactamente qué hicieron, pero con los masajes y las infusiones calientes me sentí muy relajada, me sentí muy bien”. Su hijo de 52 años, Juan Agustín Fernández, llegó a la Parroquia con vómitos y convulsiones, según la descripción de Penebeso. “Creí que me moría, pero sané gracias a la valentía de los chicos del Comando Matico, que han rescatado el conocimiento de nuestros abuelos para combatir la pandemia y defender nuestras vidas”, agradece el especialista en educación intercultural bilingüe.

Los curanderos indígenas consideraban el estado emocional del paciente a la hora de favorecer su recuperación. Saipena evoca con tristeza el trato que los enfermos recibían en el hospital, donde “los miraban de lejos mientras se morían”

Asimismo, los curanderos indígenas consideraban el estado emocional del paciente a la hora de favorecer su recuperación. Saipena evoca con tristeza el trato que los enfermos recibían en el hospital, donde “los miraban de lejos mientras se morían”, y alude a la importancia de acompañarlos y animarlos durante su convalecencia con “bailes, canciones, chistes, lo que hiciera falta”. Y es que diversos estudios, como el realizado por el instituto antes mencionado, abundan en como la medicina tradicional “no sólo ve el aspecto físico de la enfermedad, sino también las dimensiones psicológica y espiritual tanto en la diagnosis como el tratamiento”. 

De hecho, los propios integrantes del Comando Matico pasaron por situaciones muy difíciles que erosionaron su entereza emocional y recurrieron a diversos tipos de ceremonias para fortalecer sus voluntades y su conexión con las plantas. Jorge Soria confiesa que pensó en retroceder en algún momento porque tiene una familia que mantener y no recibía ingreso alguno por su actividad dentro del colectivo. Mery Fasabi, por su parte, también reconoce haber sentido miedo, pero ambos activistas recuperaban el empuje y la motivación cada vez que veían como sus pacientes se reponían y se levantaban para agradecerles los cuidados y volver a su hogar.

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Mery Fasabi atendió por sí sola a muchos pacientes mientras el resto del equipo se dedicaba a otras labores de gestión o atención a domicilio. Gabriela Delgado

El calor de la gente y el desdén de las instituciones

“Cuando la gente supo de la existencia del Comando Matico, se solidarizó con nosotros rápidamente y se presentaron en la parroquia con agua, comida, papel higiénico, medicinas e incluso balones de oxígeno”, así relata Fasabi el gran apoyo que obtuvieron de la población indígena y mestiza de la ciudad de Pucallpa y otras localidades y comunidades cercanas. La curandera también rememora cuando sólo contaban con “una ollita viejita, una cocinita de una hornilla, un cuchillito y un tazoncito”, para después mostrar su gratitud por las ollas, cocinas e instrumentos de cocina que fueron donadas por la municipalidad de Yarinacocha y que sirvieron para preparar grandes cantidades de los brebaje. 

Alexander Shimpukat, artista independiente y responsable de tejer alianzas con otros colectivos y de administrar los aspectos logísticos, detalla cómo recibieron varias donaciones de organizaciones como el Consejo Shipibo-Konibo-Xetebo (Coshikox), Ecored, Amazonía 2.0, Alianza Arkana, Somos Amazonía o Fundación SWIFT que incluían canastas de víveres, medicamentos, ingredientes vegetales para la elaboración de remedios y aportaciones económicas que fueron destinados a la cobertura de diversos gastos como la movilidad: “Nuestra lucha, nuestras protestas y nuestros tratamientos visibilizaron la importancia de la medicina ancestral y atrajimos nuevas colaboraciones”.

Por otro lado, la Dirección Regional de Salud (Diresa) mantuvo una postura incierta que, si bien al principio se tradujo en la acreditación oficial como grupo de respuesta rápida y en la cesión de un médico especialista, una enfermera, camas, colchones y dos balones de oxígeno; tras cuatro meses de actividad conjunta, exigieron la devolución de parte de los materiales mencionados. Sin embargo, fue el Gobierno Regional el que provocó mayor desconcierto entre los integrantes del Comando Matico por su completa ausencia en los momentos más difíciles de la pandemia. Shimpukat asevera que las autoridades regionales eran conscientes de la existencia del Comando Matico, pero “nunca tuvieron la gentileza de visitar el local comunitario de la parroquia o de apoyar con un granito de arena, sabiendo que es un proyecto impulsado por gente de la región que está salvando vidas”. “Nosotros salimos de la nada para hacer lo que ellos no hicieron y eso no les gustó”, remata el dirigente indígena.

En cualquier caso, la asociación de medicina tradicional ha desarrollado sus propias herramientas de recaudación, como conciertos online o rifas, que cuentan con el respaldo de los miles de aliados cosechados y cuyos fondos acumulados cristalizaron en la compra de dos motocarros donde transportar pacientes, útiles e ingredientes. Es más, el Comando Matico ha obtenido diversos galardones como el otorgado el 24 de septiembre de 2020 por Movistar Perú en la categoría de salud del concurso ConectaRSE para Crecer, que permitieron también la retribución de los integrantes del colectivo que no contaban con ingresos regulares mientras desempeñaban sus labores de activismo sanitario. 

La organización se formalizó el 30de diciembre de 2020 conforme a la legalidad bajo el nombre Asociación Centro de Medicina Ancestral Comando Matico, lo cual ha facilitado su acceso a diferentes subvenciones y nuevas coaliciones. Recientemente, se oficializó la colaboración con Alianza Arkana, entidad ucayalina dedicada al trabajo conjunto con el pueblo shipibo-konibo, gracias a la cual se habilitó un espacio para recibir donaciones a través de la plataforma Global Giving.

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Alexander Shimpukat era uno de los encargados de recoger y almacenar las hojas de matico. Gabriela Delgado

Una alternativa sanitaria para la Amazonía

El sistema sanitario público de Perú está atravesado por brechas y asimetrías de gran trascendencia que se configuran en torno a cuestiones geográficas, sociales y culturales. Por un lado, las principales ciudades del territorio son las sedes de los hospitales regionales, que cuentan con los mejores instrumentos de diagnóstico y tratamiento, así como equipos de especialistas, que permiten el manejo de situaciones de emergencia o de mayor complejidad. En las zonas rurales, por otro lado, se halla establecida una red de postas de salud que ofrecen paquetes básicos de atención primaria y suelen dar cobertura a varias comunidades, algunas de las cuales pueden estar situadas a dos o tres días de viaje terrestre y/o fluvial, lo que supone una serie de gastos adicionales de traslado y estancia para las personas que residen en asentamientos alejados. Dichas estructuras apenas suelen disponer de un técnico en enfermería y carecen habitualmente de algunos instrumentos o medicamentos necesarios para la consecución de un servicio de calidad.

Las normativas destinadas a fomentar un enfoque intercultural en los servicios sanitarios se quedan en los cajones”, dice María Amalia Pesantes,  antropóloga especializada en salud intercultural

A la escasez de material sanitario y a los costes inasumibles antes mencionados, se suma la falta de un marco de acción intercultural realmente efectivo. Una cuarta parte de la sociedad peruana se identifica como indígena, pero esta realidad no se ve reflejada en la formación específica de los profesionales de salud ni en los canales o formas de interacción establecidas. Paradójicamente, el Estado peruano ha dispuesto desde el año 2006 toda suerte de normativas y documentos basados en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales, cuyos postulados instan a las instituciones públicas a respetar las formas consuetudinarias de vida y entraron en vigor en 1991, y la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, ratificada por la Organización de Estados Americanos en 2016 y que establece en el artículo 24 el derecho de las poblaciones nativas a utilizar sus propias tradiciones sanitarias y acceder a los servicios públicos de salud sin sufrir discriminación alguna. No obstante, pese al incremento constante de prescripciones estatales en favor de un enfoque intercultural y de la aprobación del Plan Sectorial de Salud Intercultural 2016-2021, dichos protocolos y ordenanzas no son integrados en las dinámicas de atención de un sector sanitario que opera de espaldas a las características particulares de millones de ciudadanos y ciudadanas peruanas.

María Amalia Pesantes es antropóloga especializada en salud intercultural y afirma que “las normativas destinadas a fomentar un enfoque intercultural en los servicios sanitarios se quedan en los cajones y el personal no las conoce, por eso no está preparado para desenvolverse en un contexto de pluralismo médico, es decir, un sistema donde confluyen varias tradiciones sanitarias”. La académica lamenta que las reformas escenificadas han sido elaboradas sin una reflexión previa y profunda sobre la diversidad social y cultural del país: “Las autoridades actúan en respuesta a la presión ejercida por la sociedad civil y los organismos de cooperación internacional para luego no dotar a las nuevas directivas del presupuesto suficiente para su difusión e implementación”. En última instancia, son las instituciones indígenas y las organizaciones no gubernamentales las que promueven una mirada intercultural para la atención sanitaria.

Según Pesantes, “esta falta de apertura de miras a veces se traduce en el maltrato de los pacientes, a los que se les acusa de acudir a curanderos y no confiar en la sanidad pública, y hunde sus raíces en el desdén histórico hacia los pueblos indígenas y sus sistemas de conocimiento”. Dicha displicencia se hizo patente una vez más cuando las federaciones indígenas de Aidesep solicitaron al Gobierno un Plan Indígena Amazónico para combatir la pandemia de covid-19 y sus demandas fueron ignoradas por el gabinete ejecutivo del presidente Martín Vizcarra, el cual declaró el estado de emergencia el 15 de marzo de 2020 y tardó casi tres meses en referirse al impacto de la enfermedad sobre las poblaciones indígenas. 

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Los miembros del Comando Matico asistieron a numerosos eventos donde su labor fue reconocida. Gabriela Delgado

Jorge Soria recuerda con amargura la estrategia improvisada del Ejecutivo que contribuyó a la extensión del coronavirus por los territorios más remotos de la Amazonía a través del desplazamiento de contingentes sanitarios que visitaron las comunidades sin contar con equipos especializados de bioseguridad. “Creemos en la necesidad de crear grupos de intervención rápida y temprana, de formar en cada comunidad comandos maticos comunitarios que cuenten con su jardín botánico y que sean abastecidos por el Estado; ellos tienen los recursos y nosotros la mejor estrategia, además de la disponibilidad”, reivindica el líder indígena. El personal investigador de Kené – Instituto de Estudios Forestales y Ambientales se expresa en un sentido similar cuando sostiene que el objetivo es “lograr que la experiencia del Comando Matico se convierta en un plan piloto de un programa mayor de políticas públicas en salud intercultural, que articule las iniciativas de la sociedad civil y comunitaria a las estrategias de salud pública y a los presupuestos que son destinados a estas iniciativas”.

“Han demostrado una gran capacidad organizativa y que no hace falta tanta retórica teórica sobre la mirada intercultural, sólo se necesitan personas como el Comando Matico con la voluntad de trabajar y articular los saberes ancestrales con los axiomas de la medicina convencional”

Por otro lado, la Amazonía es un territorio extenso con una geografía accidentada que dificulta el traslado y la disposición de una infraestructura de salud integral y generalizada, por lo que el impulso de grupos itinerantes de atención sanitaria podría ofrecer un servicio sanitario adaptado a las necesidades y a la idiosincrasia cultural de una población fragmentada y dispersa. Pesantes, que colaboró con Camila Gianela en la producción de un artículo académico sobre el impacto y la gestión de la pandemia en zona selvática, admira la iniciativa del Comando Matico y cree que es un referente en materia de salud intercultural: “Han demostrado una gran capacidad organizativa y que no hace falta tanta retórica teórica sobre la mirada intercultural, sólo se necesitan personas como el Comando Matico con la voluntad de trabajar y articular los saberes ancestrales con los axiomas de la medicina convencional”. “Sin embargo”, prosigue la especialista, “nuestro sistema de salud no sabe cómo incorporar este tipo de experiencias, no tiene las herramientas burocráticas y epistemológicas para trabajar de la mano de los conocimientos indígenas”. Asimismo, añade que el sistema sanitario peruano sufre de grandes carencias que deben de ser abordadas antes de plantear cualquier avance en otros aspectos.

Soria mira con ambición al futuro y proclama que el camino a seguir es implementar la salud intercultural como política pública e integrar a los médicos y curanderos tradicionales en los mecanismos sanitarios destinados a la atención de las comunidades indígenas, “pero no con normas escritas con letras muertas, sino con participación concreta y efectiva que favorezca la pertinencia cultural de la atención médica”. Pesantes y Gianela, por su parte, reiteran en su informe la propuesta del dirigente shipibo: “Es preciso pasar de la perspectiva hegemónica de la biomedicina que excluye otros sistemas de conocimiento a una perspectiva que reconozca la validez de las distintas maneras de conceptualizar la salud y enfrentar la enfermedad, permitiendo el trabajo articulado entre sistemas médicos diferentes en favor de la salud de la población”. Para la consecución de dichas aspiraciones, las académicas advierten que es perentorio reflexionar y actuar sobre las relaciones de poder que se expresan en la interacción del personal oficial médico con los curanderos nativos, así como revisar los criterios finalistas y cuantitativos que se aplican para medir el desempeño de los agentes sanitarios, pues obstruyen el desarrollo de una agenda intercultural.

Tal y como subraya el documento publicado por el instituto Kené, la medicina ancestral de las poblaciones nativas ha sido y es una de las alternativas de atención sanitaria más extendida por las áreas rurales de las zonas altoandinas y amazónicas del Perú. En la memoria colectiva de los más de 55 pueblos indígenas que habitan el país, persiste el recuerdo de otras pandemias como la fiebre amarilla, el cólera o la influenza que fueron superadas gracias al conocimiento de las plantas. El Comando Matico es un proyecto que recupera esta larga tradición y señala la necesidad de conservar los bosques y el territorio del que obtienen las medicinas con las que han atendido a cientos de pacientes. Los miembros del colectivo son conscientes de la enorme repercusión que ha tenido su iniciativa, cuya meta se resume en palabras de su líder: “Queremos seguir siendo lo que somos, visibilizar nuestra identidad y nuestra lucha, la de un pueblo que no se limita a exigir sino que se involucra en la defensa de las personas”.

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