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Salud
Basida: la vacuna contra el estigma social del VIH
Haciendo balance tras el reciente Día Mundial de la lucha contra el sida (1 de diciembre) hay que hacer memoria por los que ya no están tras 40 años de lucha y también celebrar no solo los éxitos médicos, sino el éxito social de un modelo organizativo, libre de patente, denominado Basida y que este año cumple 32 años. Sencillamente (que es también el nombre de la revista anual de Basida). Una vacuna contra el estigma social del VIH.
Una red de tres casas de acogida ubicadas estratégicamente en un triángulo cuyos vértices equidistan entre sí una hora aproximadamente: Aranjuez (Madrid), Manzanares (Ciudad Real) y Navahondilla (Ávila). Una singularidad geográfica que en Hollywood ya habría sido objeto de numerosos éxitos de taquilla: El Triángulo de las Bermudas de la Esperanza, un lugar en el que los navegantes, los caminantes, los errantes y los estudiantes encuentran el sentido de la vida.
Sida
Día mundial contra el VIH 40 años de VIH: colectivos salen a la calle para pedir una cura
Basida es… compartir, es acogida, es sustento y servicio, es aprendizaje y superación constante, es impulso para nuevas oportunidades, es crecimiento personal, es cuidar los pequeños detalles, es vida, es sonrisa en la dificultad, es voluntariado sin fronteras, es familia.
Una escuela de aprendizaje de la que bien podrían surgir diversas investigaciones y tesis doctorales desde áreas como las ciencias de la salud, ciencias económicas y políticas, estudios de género, relaciones internacionales, periodismo, tendencias pedagógicas, etc.
Un proyecto radical y revolucionario alejado del clericalismo y de los personalismos, donde el protagonismo social y lo colectivo están en la raíz. Una idiosincrásica actualización de la Comuna de París. Un proyecto invisible para los ojos que no quieren ver
Un ejemplo de vida que va más allá de las etiquetas y los moldes. Un ejemplo de lucha que bien podría ser ilustrativo de otras efemérides y otros días mundiales, de la lucha contra la pobreza, de la lucha contra la violencia hacia la mujer o de la lucha contra la apología del fascismo y los discursos de odio.
Basida es un proyecto impulsado y dirigido por las hermanas Adán, Paloma y Visitación, una metáfora de la nueva humanidad, personificación de la nueva (re)construcción de la dignidad humana, mucho antes que el adanismo de la “nueva política” llegara a nuestras pantallas. Una experiencia de pluralidad, convivencia democrática y parlamentarismo que muchas señorías del hemiciclo deberían conocer y estudiar obligatoriamente.
Una experiencia anticapitalista que muchos marxistas de pupitre y despacho jamás conocerán ni reconocerán por mucho que lean y prediquen a Marx. Un anticapitalismo de esos que se fraguan en la conciencia del riesgo de no cotizar al sistema, por la envergadura del proyecto que se tiene entre manos, sí, pero también íntimamente por el deseo y la convicción de querer caminar al lado de los que jamás podrán cotizar, de los excluidos por el sistema, porque su suerte es nuestra suerte.
Una experiencia de pluralidad, convivencia democrática y parlamentarismo que muchas señorías del hemiciclo deberían conocer y estudiar obligatoriamente
Un proyecto radical y revolucionario alejado del clericalismo y de los personalismos, donde el protagonismo social y lo colectivo están en la raíz. Una idiosincrásica actualización de la Comuna de París. Un proyecto invisible para los ojos que no quieren ver.
Un ejemplo paradigmático de los anhelos y desvelos de la economía feminista, en particular, poniendo los cuidados en el centro; y del movimiento feminista, en general, propiciando estilos de liderazgo capaces de hacer saltar por los aires todos los techos de cristal.
Un proyecto respetuoso con el medioambiente, de lucha contra el cambio climático, de apuesta por las energías renovables, por un consumo responsable, por una alimentación sana.
Un proyecto vivo de fraternidad y sororidad, para creyentes e increyentes, donde los unos pueden aprender sin muchas ni grandes palabras sobre el significado real de la palabra en mayúsculas que tanto veneran, y los otros pueden practicar la búsqueda interior sin dios, pero acompañados, día a día, sin la soledad ni la exclusión forzada por causa de sus ideas iconoclastas e increencias.
Si la historia de Basida estuviera en la pluma de Cervantes probablemente los titulares de prensa se llenarían de noticias señalando que Don Quijote cabalga de nuevo, que Sancho predica en el desierto, que Dulcinea vestida de domingo es la precuela de Wonder Woman. Sin llegar a tanto sí que puedo relatar algunas vivencias.
Las huellas explosivas de la intolerancia son como un tatuaje en la piel del alquitrán, el chapapote que bañaba siniestramente las alas de nuestros sueños
El día que por sorpresa nos pilló una nevada en la casa de Navahondilla y salimos todos los que podíamos a achicar nieve de las terrazas, alguno con sandalias que por entonces utilizaba como calzado cotidiano y símbolo de austeridad, otros con flores acalias para cultivar su arte y creatividad, cada uno con su talento y su alias, lejos de las represalias de un mundo que los había escupido hacia las cunetas.
O las veces que salíamos a pasear con las sillas de ruedas o a acompañar a quienes querían ir a la misa dominical del pueblo, leyendo durante el trayecto y bajo nuestros pies los desgastados versículos y proclamas de rechazo pintadas en el asfalto desde la época en que se inauguró la casa de la provincia abulense (a mediados de los 90).
Las huellas explosivas de la intolerancia son como un tatuaje en la piel del alquitrán, el chapapote que bañaba siniestramente las alas de nuestros sueños. Pero con las nuestras, con nuestras huellas, poco a poco, pacientemente, sin casi darnos cuenta, estábamos dibujando un nuevo paisaje de tolerancia, con elegancia, sin arrogancia.
Allí seguíamos, erguidos frente al rechazo, resistiendo, mucho antes que la canción del Dúo Dinámico se hiciera famosa con la pandemia, yendo a ocupar nuestro espacio en la sociedad, ya fuera sentados en los bancos de la parroquia del pueblo, aunque ya en pleno siglo XXI algunos feligreses por ignorancia o quién sabe qué se levantaran de nuestro lado por temor al contagio. O ya fuera en el escenario para representar una obra de teatro o conmemorar el aniversario de la casa de acogida o sencillamente hacer un lipdub que motiva, vacuna contra la intolerancia, conmueve y da esperanza.