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Salud laboral
Las mujeres que nunca enferman por trabajar (aunque sí lo hagan)
“Tengo cuatro hernias discales, tendinitis crónica en el manguito rotador, epicondilitis, los dos metacarpianos me los tienen que operar y además tengo colon espasmódico del estrés. Me dieron la baja hace un año, pasé por el tribunal médico y después por el inspector”. Mar Jiménez es portavoz de Kellys Madrid. Lleva trabajando como camarera de piso 35 años y tiene 54 hojas de informes médicos. Ahora le han concedido la incapacidad laboral permanente por enfermedad común “cuando mis enfermedades son laborales todas” , explica. Está cobrando una pensión del 55% de su sueldo, a los 63 años y medio pasará la revisión. Si le hubieran concedido la incapacidad por origen laboral cobraría el 100%. “Mi historia es una más de las kellys que he conocido que no se han podido jubilar a su edad por una enfermedad y a todas las han determinado que su enfermedad es común, no laboral", denuncia.
Altagracia Valdez llegó a Madrid en el año 1991. Siempre ha trabajado como empleada de hogar. “Entre el manguito rotador, la rodilla, las lumbares... estoy echa un desastre, pero los médicos dicen que es de la edad o de la menopausia”. Hoy tiene 70, ya se ha jubilado. Nunca ha estado de baja. “Darse la baja para una trabajadora del hogar es un lujo”. Valdez, que forma parte de la organización Territorio Doméstico, era maestra en su país, República Dominicana. El Salto a otro sector laboral, explica, fue muy duro. Un trabajo al que tenía que ir medicada, entre pastillas y unguentos.
La ausencia de reconocimiento de sus enfermedades laborales se ha transformado en una campaña de lucha que une a las Kellys Madrid y a las trabajadoras de hogar de Territorio Doméstico. “Sin nosotros no se mueve el mundo”, se llama la alianza entre estos dos sectores feminizados. Por el momento han sacado a la venta un calendario, que se presentará este sábado a las 18:30 horas en el Museo Reina Sofía. Un calendario que no es más que una excusa para seguir hablando entre ellas y con el resto de personas sobre su salud laboral. “Queremos que haya un diálogo con todo el que compre el calendario. Si tú no me crees, pregúntame”, expresa Mar Jiménez.
Una cicatriz
La cicatriz que María Luisa Pérez tiene en la rodilla es la protagonista de la foto del mes de julio. Es secretaria de las Kellys Madrid, tiene 55 años y lleva 25 trabajando en hoteles. “Tengo las cervicales mal desde el 2015, estoy operada de los dos túneles carpianos, tengo una prótesis puesta en la rodilla izquierda y ahora en diciembre voy a ponerme otra prótesis en la derecha. Tengo las vértebras L4 y L5 aplastadas y en degeneración”, explica a El Salto. Ha estado un año y medio de baja y el 2 de abril le dieron la incapacidad permanente total de su trabajo actual por causas comunes. “Me han dado el 55% del salario pero al cumplir los 55 años me dieron el 20% y estoy cobrando 793 euros”, relata.
“Las mujeres no tenemos enfermedades laborales a no ser que se parezcan a las enfermedades laborales de un hombre”, afirma Mar Jiménez, kelly
“Las mujeres no tenemos enfermedades laborales a no ser que se parezcan a las enfermedades laborales de un hombre”, afirma Jiménez. Una afirmación refrendada por la justicia: el 6 de octubre de 2022 el Tribunal Supremo criticaba la legislación de enfermedades laborales por excluir a las limpiadoras. En una sentencia, que se impulsó desde el colectivo de Kellys, reconocía que la incapacidad temporal de una trabajadora de la limpieza provocada por una lesión en un hombro, —la famosa rotura de un manguito de rotador—, derivaba de enfermedad profesional.
Tal y como indicaba el Supremo, en el cuadro de enfermedades profesionales que aparece en el apartado 2, letra D del Real Decreto 1299/2006, por el que se aprueba el cuadro de enfermedades profesionales, que es el referente a enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en el trabajo, aparecen profesiones masculinizadas como pintores, escayolistas, montadores de estructuras, curtidores, mecánicos, pero no aparecen contempladas profesiones muy feminizadas como las ligadas al sector sanitario y sociosanitario, limpieza y tareas administrativas.
Según datos del Institut Valencià de Seguretat i Salut en el Treball, INVASSAT, el 66% de las camareras de piso percibe molestias en la zona dorsal-lumbar de la espalda. Los dolores en hombros, brazos y cuello, son en número la siguiente afección que sufren estas trabajadoras, por encima del 50%. Además, casi la mitad aprecia molestias en antebrazos, muñecas y manos y piernas y pies, las cuales aumentan significativamente con la edad. Avisan desde el Instituto de las Mujeres que “prácticamente en la totalidad de las tareas desempeñadas por las camareras de piso se identifican posturas forzadas como factor de riesgo ergonómico y problemas de tensión y estrés como consecuencia del ritmo de trabajo”.
Sin guías sobre riesgos laborales
Rafaela Pimentel lleva 32 años empleada como trabajadora del hogar. Hace dos años que estuvo de baja laboral por los tendones rotos, el manguito rotador operado y la necesidad de una prótesis en la rodilla. Su baja fue asignada por enfermedad común y ha estado dos años cobrando menos de 500 euros. “Gracias a nuestra lucha hemos conseguido que nos paguen a partir del cuarto día, antes eran 29 días sin cobrar”, explica. Pidió la incapacidad pero se la denegaron en septiembre, la mandaron a trabajar teniendo anemia crónica y estando en espera para la operación de la rodilla, un brazo recién operado y el otro roto, según una resonancia que le hicieron, relata Pimentel. “Volví a pedir la baja, me la denegaron de nuevo y al final mi jefa me ha echado porque ella no me puede tener trabajando. Yo no puedo ni subirme a una escalera, ni cargar peso”.
Salud laboral
Salud y precariedad Una de cada cuatro trabajadoras de hogar ha sufrido algún tipo de violencia en el trabajo
El Consejo de Ministros aprobó el 11 de septiembre el decreto para la prevención de riesgos laborales de las trabajadoras del hogar. Un sector que aún no contaba con normativa para la prevención de su salud. Con esta norma, el Ministerio de Trabajo pretende mejorar la protección de la salud y las condiciones laborales de las personas que prestan sus servicios en el ámbito doméstico, unas 360.000 dadas de alta en la Seguridad Social. Un Real Decreto que Pimentel valora como “importante”. “Con este real decreto se van a crear unas herramientas, hemos pedido estar en la creación de las guías de riesgos laborales que se van a elaborar y también en el protocolo de acoso que está dentro del real decreto”.
Según la Encuesta sobre salud laboral en el empleo de hogar y los cuidados, elaborada por la Universidad de A Coruña, a petición de la Plataforma por un Empleo de Hogar y de Cuidados con Plenos Derechos de Madrid, el 83% de las empleadas de hogar ha padecido consecuencias en su salud a raíz de su trabajo. Además, este informe, elaborado con los testimonios de casi 400 empleadas, refleja que casi una de cada cuatro trabajadoras reconoce haber sufrido varios tipos de violencia en sus jornadas laborales como faltas de respeto (31%) y tratos injustos, discriminatorios o amenazantes (25%). Un 4% de las encuestadas que trabajan sin contrato afirman haber sufrido agresiones sexuales o ser víctima de abuso en la actualidad, porcentaje que desciende al 1% entre las que trabajan con contrato.
Para seguir hablando de esto, y de todo lo que afecta a estos dos sectores, kellys y trabajadoras de hogar caminarán juntas por un futuro en el que, avisan, no estarán calladas. “Hace muchos años que nosotras estamos peleando por el reconocimiento de las enfermedades. Hace muchos años empezamos la campaña de cuerpos rotos”, explica Pimentel. A través de unos talleres de salud laboral estrecharon lazos con las kellys. “Éramos compañeras y allí nos hicimos cómplices”, explica Mar Jiménez.