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I- Tenemos un plan: Ahogaos
La semana pasada el gobierno socialista, el mismo que inició su inesperado mandato con un airoso gesto humanitario, permitiendo que el Aquarius atracase en Valencia, anunció que tenía un plan. Era un programa ambicioso que perseguía reducir a la mitad la inmigración irregular. Aunque la inmigración irregular sea un nombre abstracto acompañado de un calificativo, la componen sujetos bien concretos, hechos de carne y hueso y de pulmones que se llenan de agua marina y revientan en la oscuridad de la noche mediterránea cuando nadie acude a salvarlos.El resultado es el deseado: los cadáveres que se pierden en la hermosa fosa común llamada Meditérraneo no cuentan como llegadas, tampoco los que aparecen en la orilla sur del Mediterráneo. Ni siquiera los que alcanzan las playas del norte, cuentan como llegadas. Es más fácil lidiar con cuerpos sin alma, cuyas familias nunca recuperarán, cuyo destino desconocerán. Y así las cifras de llegadas descenderán y tendremos menos miedo.El Mediterráneo se ha sido sellando a fuerza de fascismo. A veces explícito, como el de Salvini, otras veces burocrático y funcional, como el que esgrime la Unión Europea en sus directivas. El gobierno no puede sustraerse a eso, no puede ¿verdad? La real politik de las fronteras es una lógica irrenunciable. Política de Estado. Puro raciocinio. Hay que pagar el precio. Tampoco es tan difícil. Al fin y al cabo, son otros quienes pagan.
Pasa que la gente se ahoga si los aviones de Salvamento Marítimo no tienen cómo encontrarles porque no hay radares para elloTenemos un plan, anuncia el gobierno: ahogaos. No es que diga eso. ¿Cómo va a decir eso? ¿Qué gobierno democrático, socialista, sensible, podría decir eso? Pero pasa que la gente se ahoga si los aviones de Salvamento Marítimo no tienen cómo encontrarles porque no hay radares para ello. Pasa que la gente se ahoga si mantienes secuestrados a los barcos que salían a buscarles. Y cuando la gente se ahoga, quizás debas admitir que ese era el objetivo. Porque reducir la inmigración irregular a la mitad quiere decir que muera gente.Hay otras formas de ahogarse, fuera del mar. Te ahogas cuando el fallido Estado libio, con su carta blanca, hace de tu carne migrante materia prima a explotar. Te ahogas cuando el lugar donde vives es un terreno arrasado y sin futuro, esquilmado por el colonialismo, exprimido por el neocolonialismo, saqueado por élites que traicionaron a sus pueblos. “Vivir así es como estar muerto en vida”, piensan algunos de los jóvenes que van a buscar lejos la vida que no se encuentran en el cuerpo. Cerrar aún más las fronteras no va a detenerlos.
2. Tenemos un plan: extinguíos
El sábado a la noche, durante la gala de los Goya, los directores del corto documentalGaza, una mirada a los ojos de la barbarie dijeron: “Israel en Eurovisión, no”. El documental que hicieron está ahí, disponible a la vista de todas. Aunque el viernes, a la desesperada, grupos sionistas presionaran a nuestro clero, tan sensibilizado con los derechos humanos, para que el film no se mostrara en el centro pastoral San Carlos Borromeo. Poco podrán limitar su exhibición, mañana lo verá un aforo más grande en el teatro del Barrio.¿Tuvo tiempo de ver el jerarca eclesiástico censor lo que estaba censurando? ¿Vio lo que vieron estos directores en Gaza? ¿Vio lo que ve todo aquel que se atreva a mirar lo que un Estado lleno de armas, invasor, terrorista puede hacerle al pueblo palestino? Fue un “discurso de odio”, calificaron grupos sionistas las palabras del pasado sábado, desde los pasquines de derechas. Y mientras, hoy acuden a declarar quienes, cuando la barbarie en Gaza abría los telediarios primero en 2014, luego en 2015, se organizaron para mandar ayuda. Se les acusa de financiar el terrorismo.Hace 14 años que Israel inició la desconexión de Gaza. Tenían un plan. Dejarles ahí, rodeados, acorralados, despojados de la humanidad que ofrece un futuro posibleHace 14 años que Israel inició la desconexión de Gaza. Le puso un muro alrededor, la circundó de altísimas láminas de hormigón, soldados armados de ametralladoras, sanciones económicas, todo tipo de bloqueos. Tenían un plan. Dejarles ahí, casi dos millones de seres humanos, rodeados, acorralados, despojados de la humanidad que ofrece un futuro posible.Un poco les bombardea, un poco les dispara, un poco les deja morir de hambre y de enfermedad. A su rebelión pacífica respondió con fuego. Ocurre así desde hace casi un año, cuando emprendieron la Marcha del Retorno. Sonaban los fusiles, aullaban los heridos, se desesperaban las madres, ardían de furia los hermanos, mientras Netta cantaba I'm not your toy en un plató lleno de luces horteras, baile y alegría.Extinguíos. Aun cuando sigáis vivos, extinguíos por dentro, no esperéis nada, no sois el pueblo elegido. Ver Gaza, el documental, los ojos del niño que lo cierra. Un niño extinguido, escombros dentro de su pequeño cuerpo. Si el joven aparentemente afable que va a cantar a Tel Aviv viera a Gaza, no pensaría un momento en decir, ¿no voy a Eurovisión?Pero los niños ya no nos conmueven. Queda lejos el espanto colectivo que provocó el cadáver de Aylan en una playa turca. No vemos los niños que ya son cadáveres habitándose de mar, mientras el Open Arms y el Aita Mari zozobran en los puertos impotentes. Ni siquiera nos conmueven ya los niños, será porque no son nuestros. Será porque vamos perdiendo humanidad mientras avalamos ambiciosos planes de disminución de la inmigración irregular desde la orilla del mar justa, y preparamos el supermegaevento que tendrá lugar en mayo, del lado del muro justo, mientras del otro lado, la gente se ahoga, la gente se extingue. Ese es el plan.
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¡Bravo, Sarah!